VIII Carrera popular barrio del Zofío

Hoy domingo se ha celebrado en mi barrio, la Carrera popular barrio del Zofío. Justo antes de empezar la prueba me encontré con Iván, un compañero de equipo que se había apuntado a última hora. Yo no tenía que haber participado después de los 100 km de la semana pasada, pero al final lo hice porque la salida está cerca de mi casa. El problema es que al poco de salir noté que el gemelo izquierdo me tiraba mucho, sobre todo en las bajadas, pero cabezón que es uno… hoy estoy medio cojo. Espero que el problema no sea demasiado grave. Ya he llamado a Josefa para ver si consigue apañarme aunque sea un poco.

Se trata de una carrera de barrio donde la participación es escasa, aunque de bastante nivel entre los primeros y donde la AAVV del barrio hace todo lo que puede para organizar lo mejor posible la prueba. Lo mejor es que al haber tan poca gente, no hay colas de ningún tipo ni apreturas en la línea de salida ni durante la prueba. La carrera se hizo durilla ya que consta de continuos toboganes, aunque la dureza se vio mitigada porque el calor no apretó demasiado y corría algo de marea fresquita.

Salí con la idea de ir tranquilo y aún así me tiraba el gemelo izquierdo. Aguanté como pude hasta el final y llegué haciendo un tiempo penoso de 54:44.

La bolsa del corredor bastante bien para el precio de la carrera (3 €) con camiseta conmemorativa de algodón, una gorra, un plátano, una botella de agua, un bote de refresco y una barrita de cereales. Además de un numerito para un sorteo en el que, por supuesto, no me tocó nada de nada.

Prefiero, cada vez más, estas carreras de barrio que las carreras multitudinarias de las que tanto abundan. Que aparte de que son cada vez más caras, el mogollón de gente es mayor y hace más difícil todo: recoger el chip, cola para dejar la bolsa en el guardarropa, apreturas en la línea de salida, apreturas y codazos durante la carrera, cola para recoger la bolsa, etc. Un verdadero horror.

Agua, sal y vinagre

Agua, sal y vinagre es el remedio que me han recomendado para las ampollas. Y que no me las explote, por supuesto. El caso es que como tampoco tengo muchas ganas de correr esta semana, he hecho caso a las recomendaciones y lo cierto es que estoy bastante mejor. De hecho hoy empiezan a picarme, cosa que, supuestamente, es una señal de que se están curando. De todas formas, desde el miércoles ando con perfecta normalidad. Veremos si me recupero para el domingo para la carrera del barrio.

Secuelas de los 100

Pasados dos días después de la prueba, es momento de hacer un repaso de mi estado físico después del fin de semana.

Tengo siete ampollas. Tres en el pie izquierdo y cuatro en el derecho, aunque el pie izquierdo está casi bien comparado con el otro. En el derecho tengo una ampolla en todo el talón que me impide andar con normalidad. Curiosamente, tengo otra gigantesca al lado del callo y no parece que me castigue mucho. Ayer lunes, casi no podía plantar los pies en el suelo, pero hoy estoy mucho mejor. De hecho he ido a la oficina a trabajar, no como ayer que me quedé en casa.

Para las ampollas, parece que me está viniendo muy bien los baños de agua, sal y vinagre. También me aconsejaron que no me explotara las ampollas (cosa que siempre hago) y que esta vez estoy respetando.

Aparte de las ampollas, me tiran muchos los gemelos, los de las dos piernas. Ya iba tocado del gemelo externo de la pierna izquierda antes de la carrera, pero ahora el de la derecha también está algo raro. De hecho, el domingo no tenía sensibilidad en el gemelo externo derecho, en la parte de abajo. Ya parece que voy recuperando, aunque no está normal del todo.

El domingo tenía hinchada la parte delantera de la pierna derecha, justo arriba del tobillo, y de color rojizo. Hoy ya parece más normal. También vi ayer que los pies los tenía algo hinchados. Tendré que ponerlos para arriba.

Sin embargo, de gemelos para arriba, tengo las piernas en perfecto estado. Me resulta raro que no tenga cargados los cuádriceps, ya que era en las bajadas precisamente donde corría.

Creo que en un par de días más estaré plenamente recuperado.

Hoy me acercaré a ver a mis compañeros de Pradolongo y devolveré a Emilio los utensilios que me dejó para los 100: frontal, gorra de legionario, riñonera y bolsito. De las cuatro cosas, sólo he utilizado el frontal y bien que me ha venido.

Mientras escribo estas líneas, estoy recordando unas palabras que tuvo Isaías con una chica (imagino que la primera clasificada) en el polideportivo de San Sebastián de los Reyes (la chica había vuelto a recoger su mochila). Hablaban de las zapatillas e Isaías comentaba que para esta prueba es mejor zapatillas de trail que de running. Quizás sea mejor probar este tipo de zapatillas si alguna vez vuelvo a participar en esta prueba.

100 km en 24 horas

Ante todo decir que tuve una suerte increíble durante toda la prueba, esto hizo que se me hiciera más llevadera. No me ha resultado tan dura como pensaba, aunque he sufrido mucho por las ampollas.

Después de recoger el dorsal de los 100k24h
Después de recoger el dorsal, impaciente por salir

Salí con Ángel, un compañero de equipo que había acabado todas las ediciones de los 100, con la idea de hacer toda la prueba con él, ya que para un novato como yo era todo un aliciente correr con un superveterano como él. Con el intenso calor que hacía salimos muy despacio y eso me ayudó a conservar unas fuerzas que me fueron muy útiles para el resto de la prueba. Sin embargo, Ángel no debía encontrarse bien porque continuamente me pedía que me fuese solo, cosa que al final hice sobre el km 15 ó 16. Estoy realmente arrepentido porque quizás con mi ayuda podía Ángel haber terminado, una vez más, la prueba.

El caso es que después de dejar a Ángel más sólo que una colilla y aprovechando que después del avituallamiento del 18,5 era cuesta abajo, empecé a trotar en las zonas más favorables e iba adelantando a bastante gente. Tenía previsto llegar sobre las seis de la tarde a Colmenar y llegué un poco antes, sobre las seis menos veinte. En el polideportivo me paré el tiempo suficiente para comer lo que tenía previsto: bollo y plátano y me cambié de calcetines después de aplicarme vaselina. En ese momento me di cuenta de que las ampollas me iban a fastidiar durante la prueba, porque ya notaba algo en la planta de los pies.

A la salida de Colmenar me encontré a una chica que avanzaba muy rápidamente sobre unos bastones, estuvimos hablando un rato, pero en las cuestas abajo me ponía a trotar y pronto me quedé solo. En ese trayecto hacia Tres Cantos pude adelantar a un hombre que iba todo de blanco: pantalones largos, camiseta de manga larga y gorra. Parecía que iba en pijama, pero andaba a un ritmo realmente demoledor. Sabía que aunque pudiera adelantarle a mi trote cochinero, él me iba a adelantar cuando empezasen las cuestas, como así fue. El tramo entre el avituallamiento del km 39 (demasiado cerca de la salida de Colmenar) y el avituallamiento del 45,7 se me hizo realmente largo sobre todo debido a la terrible cuesta arriba junto a la tapia de El Pardo. Me sorprendió que después de Colmenar ya no hubiese las manadas de corredores que salieron a mediodía. Después me enteré que en Colmenar se habían retirado casi 700 corredores.

Poco después me adelantó la chica de los bastones y me pareció increíble que sólo andando pudiera darme alcance. Luego me confesó que había ido también corriendo un buen tramo. Poco antes del km 49 había que vadear un arroyo que este año apenas llevaba agua, por lo que fue más sencillo pasar al otro lado. Para llegar al polideportivo de Tres Cantos había que atravesar una pasarela peatonal sobre a Ctra. de Colmenar y recorrer una larga calle. Cruzando la pasarela alcancé de nuevo a la de bastones y, aunque en ese momento no lo sabía, iba a estar con ella casi la mitad de la prueba. Al cruzar la pasarela, el termómetro marcaba 33º, mucha temperatura para la hora en la que estábamos. Al polideportivo de Tres Cantos llegué casi con nueve horas de carrera. Allí me puse a comer y a coserme las tres ampollas que tenía en ese momento. Aproveché para cambiarme de zapatillas pensando que peor no me podía ir. Craso error.

Salí de polideportivo casi sin poder plantar los pies, como si fuese el mismo Chiquito de la Calzada. Casualidades de la vida, me encontré de nuevo con la de los bastones nada más salir de Tres Cantos, además de un grupo de unas cinco personas que hicimos ese tramo, hasta San Sebastián, todos juntos. Al poco de empezar la marcha cayó la noche y empezamos a caminar con la luz de los frontales. Era una experiencia nueva para mí caminar con el frontal en plena noche. En este tramo empezó a llover y bien que lo agradecimos, harto como estábamos de tanto calor. El grupo fue creciendo hasta llegar a ser de diez personas. En el avituallamiento del km 67 nos comentó el hombre que allí estaba que no habían pasado por ese punto más de 80 personas. Me pareció increíble que de los 1200 que éramos de la partida fuese en posiciones tan avanzadas. Sobre el km 70 nos adelantaron corriendo un trío. Me pareció alucinante que alguien pudiera en ese punto tener energía para ir trotando y habilidad para no tropezarse, más teniendo en cuenta que era una noche muy oscura.

En el km 74, poco antes de la una de la noche, llegamos al polideportivo de San Sebastián, que estaba en obras. Polideportivo por llamarlo de alguna manera, pues sólo eran varias casetas prefabricadas. Allí me puse a comer mi bollo y mi plátano y anduve buscando al fisio para que me diese algo de vaselina porque me rozaban los muslos. No fui capaz de encontrar al fisio ni al bote de vaselina, desgraciadamente para mí. Los pies no quise ni mirarlos de lo que me dolían. Pude observar que casi todo el grupo con el que había venido hasta allí había optado por darse una ducha, por lo que aproveché que salían tres individuos vestidos de azul para unirme a su grupo.

El camino hasta Tres Cantos estaba muy bien arreglado, con el piso muy firme, por lo que el trío de azules me animó a ponerme a correr. Yo pensaba que estaban locos, pero lo intenté. Y el caso es que pude ponerme a trotar y era capaz de seguirlos. Aunque en las cuestas arriba volvíamos a caminar, el resto del camino lo hicimos trotando. Me resultó muy placentero correr por la noche ya que, como decía uno del grupo azul, correr de día es lo normal, pero por la noche es algo que no se hace todos los días.

A los pocos kilómetros adelanté de nuevo a la chica de los bastones que había salido antes que nosotros y seguía a buena marcha con su impecable técnica de caminata nórdica. Según me comentó, con los bastones las rodillas sufren menos que andando normal y el impulso es más eficaz. Sin embargo, los bastones son algo incómodos si tratas de correr porque son más una molestia que otra cosa.

Seguíamos alternando el trote con la caminata hasta que llegamos a la ciudad de Tres Cantos, donde la entrada es un auténtico laberinto, ya que hay que cruzar la Ctra. de Colmenar una vez en un sentido y luego en otro. Este último cruce se hace por la pasarela que ya se pasó en el km 51. Pasamos sobre las tres de la mañana y el termómetro marcaba 24º, que no está nada mal. Llegué al polideportivo (km 88) sobre las 3h20 y la señora que sellaba el rutómetro nos comentó que sólo habían pasado por allí 50 personas. No me lo podía ni creer. Así que me dispuse a comer mi media ensalada de macarrones y el plátano y el bollo de rigor más contento que unas castañuelas. Aproveché para ir explotando las nuevas ampollas que me habían salido. Me dolía, sobre todo, una ampolla nueva que me hice en el pie derecho de un diámetro aproximado de dos centímetros. Esta vez ya no tenía ganas ni de «coserme» las ampollas, por lo que cogí la mochila que había dejado allí, me la puse a la espalda y salí decidido a afrontar el último tramo de la prueba.

Salí con la idea de tomarme este último tramo más tranquilo, ya que estaba algo harto de ir todo el día a paso cuartelero y cuando no, trotando. Al pasar de nuevo por la pasarela, el termómetro marcaba 23º y eran las cuatro de la mañana. En contra de mis planes, de nuevo la chica de los bastones coincidió conmigo en la salida del poli y ella no estaba dispuesta a aminorar la marcha, por lo que hice los cuatro primeros kilómetros más deprisa de lo que había pensado, pero en el avituallamiento del km 92 seguí con mi plan inicial de tomármelo más tranquilo y me quedé solo. Estos últimos ocho kilómetros han sido los únicos donde he ido solo durante toda la carrera. Me adelantaron los tres azules y no tuve ganas de seguirlos, prefería ir a mi bola. Alfonso, uno de ellos, me había advertido, igual que antes Angel, que poco antes del final había una enorme trampa, la cuesta del cementerio.

En el km 96 cuando se deja de vadear el arroyo una y otra vez, se encuentra el último avituallamiento. A partir de ahí es todo una sucesión de cuestas, alguna más difícil que otra. Cada una que subía pensaba ¿será esta la del cementerio? Pero no me parecían suficientemente duras… hasta que llegó un momento, ya cercanas las luces de Colmenar, en que el camino de tierra se torna asfalto y la carretera se empina de forma inverosímil. Afortunadamente, había dejado algo de energías para ese momento y lo subí bastante bien, creo. En plena subida me adelantó un corredor y me comentó que si apretaba un poco podía llegar antes de las seis de la mañana. Pero en la cuesta poco podía apretar. Sin embargo, cuando coroné pude ver el polideportivo Lorenzo Rico donde estaba instalada la meta. Así que me olvidé de cansancio, de ampollas y demás cosas accesorias y me puse a correr -ahora sí corría, no trotaba- hacia la meta, donde llegué tres minutos antes de las seis de la mañana, haciendo un tiempo de 17h57, un poco alejado de mi tiempo previsto de 16h45, pero enormemente feliz después del día tan duro que habíamos pasado y de algunos problemas físicos que tuve en esta última semana.

Diploma de los 100 km en 24 h 2009
Diploma de los 100 km en 24 h

Ya en el polideportivo, me duché, me puse rompa limpia y me tiré sobre una colchoneta con la idea de dormir hasta por lo menos las diez. No pudo ser, a las ocho y media me desperté y no fui capaz de volver a dormirme. Fui al puesto donde estaban las enfermeras y trataron de arreglarme un poco las ampollas, pero no sirvió de mucho, me seguían doliendo como condenadas. Eso sí, me aconsejaron que metiera los pies en agua con sal y vinagre, cosa que estoy haciendo en estos momentos, mientras escribo estas líneas.

Desde aquí quiero dar las gracias a varias personas que ha hecho que haya podido llegar a la meta. En primer lugar a Ángel por haberme metido el gusanillo de esta prueba y por sus sabios consejos. También el amigo Luis que me ha ayudado mucho con su enorme conocimiento de técnicas de entrenamiento y alimentación e hidratación. Tampoco quiero olvidar a Belén, la «chica de los bastones» y al trío azul, compuesto por Alfonso, Javi y Pedro que me ayudaron en los últimos tramos de la prueba.

¿Periostitis?

Ayer llamé a Josefa por si me podía atender. Afortunadamente, tenía un hueco y he ido a visitarla. Me ha comentado que parece una periostitis causada por una contractura en el gemelo exterior, de todo el gemelo, por lo que parece. Me ha estado haciendo estiramientos, masajeando la zona afectada y aplicando ultrasonidos. Ahora estoy mejor, pero ya veremos si el sábado estoy en condiciones. Si veo que no puedo correr, pues habrá que hacerlo andando, cosas peores se han visto.

Me ha dicho que me ponga hielo en toda el gemelo, desde el tobillo hasta la rodilla, que esté dos días o tres sin correr y que haga estiramientos. Uno sentado, levantando la pierna y poniendo los dedos hacia mí. Y otro es el típico estiramiento de poner la puntera del pie contra la pared y acercar la cadera.

Confío en que no sea periostitis y sea simplemente una contractura en el gemelo. Ya veremos.

¡¡¡Horror, me duele el gemelo exterior izquierdo!!!

Hay que joderse. Llevo un montón de semanas haciendo un montón de kilómetros y empiezo a tener molestias en a cuatro días de la prueba. He estado corriendo con Emilio, quizás un poco rápido para mí, ya que hemos hecho algún kilómetro a cinco minutos, y cuando estábamos terminando de correr he notado que me dolía el gemelo externo izquierdo.

Lo cierto es que me había molestado otras veces, por ejemplo el día 19 y el 24 de Mayo, pero no con tanta intensidad como hoy. De hecho, desde el parque he vuelto andando a casa. Bueno, no a casa, sino al parque que hay junto a la piscina que estaban celebrando un cumpleaños.

Yo lo achaco a ir demasiado deprisa. Espero que el sábado, como no voy a ir más rápido de 6 min/km, no me duela. De todas formas, mañana voy a ver a Josefa para ver si me puede apañar.

Hoy me ha dejado Emilio el frontal, una gorra de legionario, una riñonera y una bolsa para meter pequeños enseres. La bola no la voy a utilizar, la riñonera es igual que la mía, por lo que tampoco, pero el frontal, sí. Muchas gracias Emilio.

1ª vuelta (5 km): 27:43
2ª vuelta (5 km): 26:28

Total (10 km): 54:11

El cañón del Forcadura

Este fin de semana hemos estado en Vigo de Sanabria, cerca del lago del mismo nombre. Según parece se trata del lago más grande de la península ibérica. Del mismo pueblo salía un camino hacia la Laguna de los Peces, pasando por el cañón del río Forcadura y me ha parecido un buen recorrido para hacerlo a pie.

La pena es que no he conseguido llegar hasta arriba porque un poco más allá de la mitad del recorrido, se llegaba a una zona donde había un montón de vacas y el suelo estaba totalmente embarrado y encharcado. Además estaba lloviendo durante casi toda la ruta y me iba empapando cada vez más. Lo curioso es que ya había pasado la peor parte, ya que en algunas zonas en lo alto del cañón, el camino estaba complicado por las piedras y el piso mojado.

Después de cruzar el río, he llegado a la zona embarrada y empapada y me he dado la vuelta en ese punto, pero ya había pasado por el cañón del río Forcadura, que es un sitio realmente precioso, como se puede ver en la foto, aunque la foto no haga justicia al sitio.

Cañón del río Forcadura
Cañón del Forcadura

Este fin de semana no he hecho gran cosa, pero a lo mejor tampoco es bueno palicearse demasiado. Al día siguiente subimos en coche hasta la Laguna de los Peces y dimos la vuelta a la laguna, pero de excursión, nada serio.

Ricardo

Hoy hemos hecho unos cuantos kilómetros con Ricardo. Éste iba al río a hacer unas series y nos ha acompañado algo más de tres kilómetros a un ritmo muy tranquilo para él, pero duro para mí. Menos mal que se ha ido pronto… Ya contaré algo más de Ricardo cuando tenga tiempo, pero decir que en el barrio es el rey de las carreras.

Quique se ha contagiado del ritmo de Ricardo y enseguida se ha puesto a toda máquina. Emilio también se ha picado, para variar. Así que al final he hecho la segunda vuelta con Esteban y Andrés que iban más tranquilos. En total he hecho 54:35 en los 10 km.

Se notan los 50 km del domingo

Hoy estaba cansado. Tenía, sobre todo, los cuádriceps bastante cargados, por lo que me he tomado el entrenamiento con bastante tranquilidad, con la idea de recuperarme del esfuerzo del domingo. Emilio también andaba algo cansado de la carrera del Liberty del domingo, donde participó junto a Quique, por lo que fuimos juntos las dos vueltas.

1ª vuelta (5 km): 28:32
2ª vuelta (5 km): 25:38

Total (10 km): 54:11

Más allá de la maratón

Nunca había corrido más de 42 km y 195 m. Sin embargo, hoy me he aventurado más allá. Han sido 50 km y no he acabado tan mal como presuponía en un principio. Me he levantado a las 7:00 y entre los preparativos y demás, he salido de casa a las 7:50, dirección hacia el río, como ayer. Al volver del río, ya he hecho andando la subida hacia el 12 de Octubre, no era cuestión de quemar las naves casi antes de empezar.

En Pradolongo había dejado escondida una botella de Isostar con la que he recargado el bidón que llevaba en la riñonera y que ayer compré en el Decathlon. No me convence del todo la riñonera, pero es lo único que encontré en esa tienda. Una vez completado el circuito del río (16,4 km) he subido por el carril bici hasta el puente de la culebra (25 km), ya en la Casa de Campo, donde he parado en la fuente para hacer mi primer Isostar a base de agua y una pastilla. Una pastilla con 250 ml de agua deja el mejunje demasiado dulce, hay que echar un poco más de agua. Aprovechando las cuestas que hay después del puente de la culebra me he tomado mi primer gel, también de Isostar con sabor a plátano.

Al pasar la explanada que da a Prado del Rey me he juntado con un señor ya mayor que me ha acompañado hasta la fuente, hemos ido hablando un ratillo y se me ha hecho ameno ese trayecto. En la fuente nos hemos despedido ya que él ha tirado hacia el cerro de Garabitas y yo he continuado mi viaje por la Tapia.

He seguido mejor de lo que pensaba hasta que he llegado a la siguiente fuente, la de Casa Vacas (32 km), donde me he refrescado, bebido y he vuelto a hacer otro poco de Isostar, añadiendo una pastilla a 300 ml de agua, ahora sabe mejor. Desde allí me he puesto andar hasta la fuente de la Glorieta de Puerta Morera (35 km), donde he bebido en la fuente y me he comido el segundo gel mientras seguía andando hasta la fuente de Lago. Desde allí, animado por las triatletas que pasaban en bicicleta, he ido corriendo hasta el Zoo (39 km) donde había muchísima gente y muchos coches. Tanto gentío ha provocado que fuera por la acera, con la mala suerte que he tropezado con un bordillo y me he hecho daño en la rodilla izquierda por lo que he tenido que ir andando, ya que me dolía al correr.

Excepto la bajada que hay desde el puente del carril bici sobre la N-V hasta el Parque de Aluche, he seguido andando hasta el Parque de las Cruces donde empieza la cuesta abajo. Ahí he empezado a correr y ya no he parado hasta mi casa, aunque iba corriendo sin forzar mucho porque en cuanto aceleraba, me dolía la rodilla. La verdad es que me encontraba muy bien de piernas para llevar ya tantos kilómetros encima.

He tardado 5h55′ en recorrer los 50 km y estoy bastante contento porque pensaba que iba a tardar entre seis y siete horas. Calculo que habré andado unos 11 ó 12 km, lo que significa que 38 ó 39 km los he hecho al trote. No está nada mal. Esta semana he hecho 119 km entre andar y correr, una auténtica barbaridad para lo que acostumbro. Espero no pagar tantos kilómetros, aunque ya esta semana empiezo a disminuir kilometraje, sobre todo el fin de semana que nos vamos a Sanabria y ya veremos si puedo hacer por allí kilómetros o no.