XI San Silvestre de Villaverde Alto

El miércoles, cuatro días antes de la carrera, nos pasamos por la sede de la Asociación Vecinal la Incolora a recoger los dorsales de todos los compañeros del Club Atletismo Zofío que iban a participar en la carrera. La sede de la asociación está en la calle Acebes y cuando llegamos vimos mucho jaleo, como si estuviesen grabando una película o una serie. Efectivamente, cuando entramos en la sede de la Asociación nos confirmaron que estaban grabando una serie y que utilizan su local para temas relacionados con la grabación. Nos llamó la atención ver a un tipo planchando unos pantalones vaqueros.

Recogimos los dorsales y un par de calcetines por cada inscripción, volvimos al coche tratando de refugiarnos de la lluvia y pasamos de nuevo por la calle Acebes para desembocar en el Paseo Talleres y en esa esquina fue donde vi el bar la Muralla. En ese momento me di cuenta de qué iba el tema, ya que muchas escenas de la serie Entrevías se graban en ese bar donde se reúne Tirso Abantos (José Coronado) con su amigo Pepe y Sanchís. Curiosidades de la vida, la serie Entrevías se graba en Villaverde Alto. Y comencé a sospechar que los pantalones vaqueros que planchaban en el local de la Asociación eran los sempiternos pantalones que utiliza Coronado en la serie. No me extrañaría.

Decir que el precio de la inscripción fue de únicamente 5 € de los cuales 2 € iban destinados al proyecto Incofarmacia consistente en comprar medicamentos para los más vulnerables, aquellos que ni siquiera pueden permitírselo. Además en la zona de meta había varias huchas donde poder aportar más dinero para esta iniciativa.

Bueno, centrándonos en la carrera, indicar que la San Silvestre de Villaverde se celebraba el domingo 18 a las once, por lo que habíamos quedado a las diez en el punto de encuentro para irnos desde allí y poder entregar a los compañeros los dorsales. Me levanté a las ocho para desayunar y poder hacer la digestión, pero entre pitos y flautas llegué tarde al punto de encuentro. Menos mal que tenía los dorsales, sino me hubieran dejado tirado, que me lo merecía.

Al contrario que el año pasado, esta vez no llovió y fue raro porque llevamos unas semanas de mucha agua, pero mejor así. Además estaba nublado y no hacía mucho frío, así que era un día inmejorable para correr. Nos juntamos todos los compañeros del Club Atletismo Zofío y nos hicieron una bonita foto.

Fue un placer encontrarnos con Juan Carlos que el hombre anda últimamente con algunos problemas de salud. Eso no fue óbice para que el bueno de Juan Carlos participara en la carrera en su barrio. Bravo por él.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío

Estuvimos calentando por la zona de tierra donde había varios charcos de tamaño considerable, pensando si era mejor ir por la izquierda o por la derecha para sortear el agua y el barro. Tanto nos entretuvimos con el tema que al final se nos fue el santo al cielo y tuvimos que espabilarnos para llegar a la línea de salida a tiempo.

A las once dieron la salida y me fijé como objetivo que Ninfa, una de las compañeras de equipo, no me sacara mucho tiempo, eso hizo que saliera muy acelerado pasando el primer kilómetro en 3:59 que es un ritmo muy exigente para mí en estos momentos. Creo que esa salida tan rápida me «atufó» y ya fui los siguientes kilómetros cada vez un poquito peor, alejándome más y más de mi compañera, aunque no se me iba demasiado. En la foto, más o menos por el cuarto kilómetro, se puede apreciar que iba ya cascado, cascado.

Sufriendo de lo lindo por el parque Plata y Castañar

El quinto kilómetro fue el peor de todos porque es ligeramente cuesta arriba y ahí noté las piernas muy cansadas, más de lo que deberían. Traté de esprintar en la campo de fútbol, ya llegando a meta, para que no me adelantara un corredor que llevaba a rebufo, pero no pudo ser, las piernas no iban. Llegué a meta con un tiempo oficial de 21:41 que coincide con lo marcado por mi cronómetro. Lo más curioso es que en 2019 hice 21:46, en 2021 21:50 y este año un poquito menos, así que me tengo que dar por satisfecho porque han pasado unos años y ahí sigo.

Como suele ser habitual, fueron las féminas del equipo las que hicieron un mejor papel. Ninfa fue tercera de la carrera y tercera de su categoría y la otra compañera fue tercera de la otra categoría. Ambas recogieron un original trofeo.

Las compañeras con sus trofeos

Después de la recogida de trofeos estuvimos esperando el sorteo, pero no nos tocó nada, así que nos fuimos a un bar del barrio a celebrar la llegada de la Navidad que ya está próxima.

Y con ésta son seis participaciones en el segundo circuito de la Unión de Carreras de Barrio. Si consigo terminar la San Silvestre vicalvareña tendré derecho a un trofeillo por haber alcanzado siete participaciones.

XX Cross popular Salvemos el pinar de la Elipa

El grueso del Club Atletismo Zofío se acercó al barrio de la Elipa para participar en el cross organizado por la Asociación Vecinal La Nueva Elipa. Se trata de una prueba que forma parte del circuito de la Unión de Carreras de Barrio y este por circunstancias coincidió con otra prueba del circuito, la de Canillejas, por lo que no todos los del club que corrimos ese día participamos en la misma prueba.

Como la carrera comenzaba a las doce, no hizo falta madrugar. Me levanté a las nueve, desayuné como un día normal y a las once estábamos en el punto de encuentro donde ya nos esperaba Emilio con su coche, el cual nos acercó hasta casi la línea de salida donde aparcamos y desde allí fuimos a recoger el dorsal dando un agradable paseo bajo un muy agradable sol de invierno que calentaba lo suyo. No podía faltar la foto con el Pirulí al fondo.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío con el Pirulí al fondo

Este año se pudo hacer la inscripción por internet por lo que sólo tuvimos que recoger el dorsal y creo que eso agilizó la entregar de dorsales y minimizó el número de corredores que se apuntaron el mismo día. Es por eso que la salida se dio puntualmente minuto arriba, minuto abajo.

Salí con la idea de no perder de vista al compañero Simba, que está siempre a un gran nivel, pero sólo le pude aguantar un kilómetro porque en cuanto llegó la bajada se fue sin que yo pudiera hacer nada por remediarlo. Seguí a mi ritmo sufriendo de lo lindo en las cuestas arriba y bajando fatalmente lo subido, pensando en quien me manda a mí apuntarme a esta carrera tan dura.

Se acercó Juan Carlos, otro compañero del club ahora en standby, a saludarnos y me alegró sobremanera verle después de lo que ha pasado. Además tuvo el detalle de hacernos unas bonitas fotos como se puede ver

En pleno esfuerzo, foto cortesía de Juan Carlos

Tenía en la cabeza, tratando de recordar la del año pasado que eran dos vueltas y un poquito, pero me equivoqué porque eran tres y un poquito, pero como sí recordaba que eran unos cinco y medio kilómetros, no me pilló de sorpresa dar una vuelta más, aunque mis piernas no estuvieran muy de acuerdo.

Por supuesto que no conseguí alcanzar a Simba, de hecho, me fue sacando cada vez más. Llegué a meta según mi cronómetro de 26:45 para un distancia aproximada de cinco kilómetros y medio, un tiempo un poco mejor que el del año pasado aunque el circuito era ligeramente distinto.

Hubo premio para una de las compañeras del Club Atletismo Zofío ya que llegó segunda de su categoría y también para el incombustible Emilio que con sus 77 añazos se llevó el trofeo al más veterano. Emilio es sin duda todo un ejemplo para todos.

Posando con sus trofeos y la plantita que nos regalaron al llegar a meta

XXI Carrera cívico-militar contra la droga

Al igual que estos últimos años, nuestro buen compañero pradolonguero Pepe tuvo a bien apuntarnos a unos cuantos a esta carrera. En un principio no tenía pensado ir porque tenía otros compromisos, pero al final los planes iniciales se deshicieron y fui gustoso a esta carrera.

Otros años hemos ido trotando desde el parque de Pradolongo, pero esta vez debido a la falta de entrenamiento decidimos ir en coche y mi tocayo se ofreció a llevarnos. No fue fácil encontrar aparcamiento, pero encontramos un sitio y a la hora fijada estábamos ya preparados para la foto, que este año no fue tan numerosa como otras veces.

Miembros del Club Atletismo Zofío en la Carrera Cívico-Militar contra la droga

Llevo unas semanas fastidiado y aunque ya estoy algo mejor no quise forzar, así que salí tranquilo con la idea de no perder de vista a una de las compañeras del club y afortunadamente pude seguir su ritmo y sin demasiadas molestias, lo cual es una gran noticia.

Fuimos a un ritmo cercano a los cinco minutos en la primera parte que es con tendencia ascendente y mejorando esos tiempos en la segunda parte, más favorable. De esta manera completamos los poco más de seis kilómetros en un tiempo de 30:41 según mi cronómetro ignorando si coincide con el tiempo oficial.

Ninfa, compañera del Club Atletismo Zofío subió al cajón como segunda clasificada. Y es que a esta chica no hay quien la baje del cajón.

Ninfa recibiendo su trofeo como segunda clasificada de la carrera

V Carrera Popular de La Mata

Por primera vez he participado en esta carrera popular celebrada en la toledana localidad de La Mata. Viví en este pueblo hace ya mucho tiempo durante un periodo de seis años y desde entonces sólo había vuelto cuatro o cinco veces y aunque sabía de la existencia de esta carrera nunca se me había pasado por la cabeza participar… Hasta este año, que por algún extraño motivo algo me impulsó a participar. Así que convencí a una amiga y ambos nos apuntamos prácticamente el último día.

Poco antes de las diez y media estábamos en el pueblo y recogimos el dorsal rápidamente porque no había nadie en esos momentos. Nos comentaron que habría unos ochenta inscritos, pero la verdad es que mucha gente no se veía. Dejamos la ropa y nos pusimos a calentar un rato. Mientras nosotros trotábamos de un lado para otro, veíamos a David de la Cruz que calentaba a sprint como si en ello le fuese la vida. Llegué a pensar que se iba a cansar antes de empezar, pero nada más lejos de la realidad porque ganó la carrera con holgura y con un magnífico tiempo.

El Club Atletismo Zofío presentes en la carrera de La Mata

Dieron la salida y como aún sigo con molestias en el tendón salí muy despacio junto a mi amiga, pero pronto me di cuenta que el ir a su lado suponía un lastre para ella y aceleré el paso antes de terminar el primer kilómetro.

Como había salido muy atrás, fui durante toda la carrera adelantado a gente, lo cual me motivaba bastante, pero por mucha motivación, ir por debajo de 4:30 me costaba horrores. Iba pensando que no hace mucho había hecho medias maratones por debajo de 4:15 tan tranquilo y hoy yendo más despacio iba con el corazón desbocado. Todo gracias a mi mal estado de forma. Ya me dijo una vez un corredor que para que un corredor veterano mejorase lo único que importaba era no lesionarse, pero yo estoy casi más tiempo lesionado que sano.

Pasé por la línea de meta, al finalizar la primera vuelta, y vi que el reloj marcaba poco más de tres kilómetros, por lo que me di cuenta que no íbamos a correr los siete previstos, lo cual me alegró porque antes acabaría el sufrimiento. Bueno, que no se me malinterprete, sufrimiento gustoso, que cada uno se toma la carrera como quiere, no es obligatorio ir a muerte.

En esa segunda vuelta idéntica a la primera pude adelantar también a alguno, aunque un joven al que adelanté hizo lo propio en la línea de meta, relegándome a la 36ª posición a la que llegué con un tiempo oficial de 27:52 que coincide con el registrado por mi cronómetro. Lo mejor es que la lesión aunque sigue ahí, no me molestó más por ir más deprisa. A ver si de una vez consigo desembarazarme de estas molestias, aunque si sigo corriendo no lo voy a lograr, me parece.

Mi amiga tuvo mejor suerte ya que quedó primera de su categoría y quinta de la general por lo que consiguió una bonita copa y una caja de cortadillos de los que doy fe que están buenísimos. Muchas gracias a los patrocinadores por el detalle de los dulces.

Mi compañera de club posando con su trofeo y su regalo

Como curiosidad decir que a principios de los ochenta, cuando viví en este pueblo, había fácil una veintena de fábricas de dulces, de las que ya no quedan más que dos o tres, así que más agradecido aún a esos pocos fabricantes que aún quedan y tienen ese bonito detalle.

XIV Carrera Popular Villa de Torrijos

Hoy se celebró la XIV edición de la Carrera Popular Villa de Torrijos y fue mi decimosegunda participación, una lástima no haber podido llegar al pleno, pero tampoco se acaba el mundo por eso :-). Me perdí la de 2013 por lesión y la del año pasado porque coincidió con la de la Elipa y opté por la más cercana.

En la carrera de Gerindote, dos semanas antes, acabé lesionado por lo que estuve sin correr hasta el viernes, que me probé después de haber pasado por las manos de Josefa. La prueba no fue satisfactoria y pensé que lo más seguro es que me tuviese que retirar, pero aún así decidí ir a Torrijos para acompañar a una amiga del Club Atletismo Zofío.

Este año habían adelantado la hora de salida a las 9:30 lo que obligó a darnos un buen madrugón para llegar a Torrijos, localidad distante a unos 75 kilómetros de mi casa, va a ser verdad ese que dicen que sarna con gusto no pica. Aún así llegamos a las ocho y cuarto y nos dio tiempo a recoger el dorsal sin agobios, a dejar las cosas en el coche, trotar un poco y hablar con algún que otro conocido. Se celebraba el IV Campeonato Regional de Castilla-La Mancha por clubes absoluto y master y se veía por allí gente muy «tirillas» y con pinta de correr mucho. Allí nos encontramos con una amiga que venía desde Cuenca con su equipo Run Faster intentando hacer una buena clasificación en clubes de chicos y chicas.

En el trote previo noté que me molestaba un poco el tendón, curiosamente en una zona más abajo de lo que me molestaba estas semanas anteriores, por lo que me atreví a salir, aunque con la idea de abandonar si la cosa iba a mayores. Es por ello que salí muy tranquilo, tanto que en el primer giro de 180°, donde está situado el edificio de la Cruz Roja, miré hacia atrás y vi que había muy poca gente detrás de mí y que si seguía a ese ritmo me iba a doblar alguno porque había gente de mucho nivel, de hecho Ángel Ronco Bargueño, el ganador de la carrera, hizo un magnífico tiempo de 30:00 batiendo el récord del circuito.

Pasé el primer kilómetro en 5:32 y decidí apretar un poco ya que aunque me molestaba el tendón, la cosa no llegaba a dolor, era soportable, bastante mejor que en Gerindote dos semanas atrás. Por el hecho de aumentar un poco el ritmo empecé a adelantar a alguno que otro, aunque no demasiados porque todo el mundo corría a toda pastilla. Al pasar por el arco de meta en la primera vuelta vi que llevaba 25:45 lo cual me pareció un tiempo razonable para cómo me encontraba.

Acabando la primera vuelta, muy tranquilo. Foto cortesía de Juan Iniesto.

Parecía que la molestia había remitido un tanto, por lo que me planteé como objetivo tratar de alcanzar a la compañera de club, así que tuve que hacer un par de kilómetros rápidos y pasada la gasolinera, sobre el kilómetro siete y medio ya la pude ver más cerca. Fue un ese momento cuando alcancé a un corredor llamado Adolfo, que era muy animado por la afición local, imagino que por ser de allí. Estuve con él hasta casi el final de la carrera cuando se adelantó unos metros.

Aunque el día era muy agradable para correr, ya que hacía fresquito, por la zona de la gasolinera, quizás por ser más expuesta, hacía bastante aire, frenando el ímpetu de los corredores ya que al menos por la parte del pelotón por donde circulaba yo, iba casi todo el mundo de uno en uno o de dos en dos, con pocas posibilidades de esconderse en un pelotón. Menos mal que la mayor parte de la carrera es por calles más estrechas y se nota menos el aire.

Poco antes del noveno kilómetro alcancé a mi compañera y juntos fuimos hasta la línea de meta donde llegamos con un tiempo oficial de 50:06 para ella y un segundo más para mí. Diez segundos más que el tiempo neto que marcó nuestro cronómetro que pusimos en marcha al cruzar la línea de salida.

Muy cerca de la meta. Foto cortesía de Muñoz.

En mi caso lo importante no era el tiempo, sino las sensaciones, que no fueron del todo malas, pero tampoco demasiado buenas, porque notaba que la lesión ahí seguía. Para mi compañera tampoco era demasiado importante el tiempo, lo que ella quería era subir al cajón de su categoría y lo consiguió, ya que fue segunda, así que el viaje a Torrijos no fue en balde, ya que se volvió a casa con un bonito trofeo y un chorizo, ambos de tamaño considerable.

En el segundo puesto del cajón

Carrera de San Mateo de Gerindote

Hoy he participado en la localidad toledana de Gerindote en la Carrera de San Mateo, nombre debido al patrón del pueblo. Ya había corrido en este pueblo varias veces y últimamente se habían celebrado el sábado por la noche, pero esta vez cambiaron a domingo por la mañana según nos contaron por petición de los corredores. A mí la verdad es que me gusta más de noche, para salir un poco de la rutina.

Igual que las dos carreras del fin de semana anterior no las debía haber corrido, tampoco tenía que haber participado en ésta, porque el tendón de Aquiles me seguía molestando, pero fui con una compañera del Club Atletismo Zofío, ya que ella es natural de esta población y quería participar ante sus paisanos.

En la Carrera de San Mateo en Gerindote

En anteriores ediciones la carrera se ha celebrado por las calles del pueblo dando varias vueltas, pero esta vez habían cambiado de filosofía y la carrera era transcurría por los caminos de la población, haciendo unos metros por la Cañada Real Segoviana, que por cierto fueron los tramos más desagradables para correr ya que había mucha arena en el camino y había que ir buscando las zonas menos arenosas.

Como ha ocurrido en las dos anteriores carreras, la salida se dio con algo de retraso y yo salí a darlo todo, pensando que cuanto antes llegara a meta, menos tiempo estaría castigando al tendón. Pero no sé si es lo más correcto, creo que no. Fui bastante dolorido hasta pasado el kilómetro cuatro donde me empezó a doler bastante más y tuve un momento de duda de si parar o ponerme a andar o qué hacer. Al final pensando que quedaban menos de dos kilómetros decidí bajar un poco el ritmo y tratar de llegar a meta. Al bajar el ritmo me adelantaron un par de corredores que me hicieron un favor como se verá posteriormente.

En su mayoría la carrera transcurre por caminos excepto la salida y la llegada, es por ello que al entrar en el pueblo por la calle Alfonsa Albo ya se abandona la tierra y comienza el asfalto. Esa calle es cuesta abajo, pero poco después comienza una pequeña subida para llegar a la calle donde está instalada la meta que es llano tirando a favorable. Paré el cronómetro en 27:43 para una distancia oficial de 6,2 km.

Mi compañera llegó algo después y estuvimos esperando a que sacaran las clasificicaciones ya que ella esperaba llevarse algún trofeo y efectivamente consiguió ser segunda de su categoría por lo que preguntamos cuando sería la entrega de trofeos y nos dijeron que después de las carreras de los niños que aún no habían comenzado a correr porque estaban llegando los participantes de la marcha.

Estuvimos bastante tiempo esperando y como hacía un sol de justicia tratando de buscar una sombra, que no abundaban precisamente. Mientras esperábamos nos comimos unas muy ricas migas cortesía de la organización y estuvimos animando a los chicos y chicas que participaron en las diversas categorías. Siempre es un placer ver correr a los más pequeños, que son el futuro de este deporte.

Llegó el momento de los trofeos, llamaron a mi compañera, subió a por su trofeo y después de hacerla alguna foto nos disponíamos a irnos cuando nos dijo su hermana que iban a hacer un sorteo, así que nos quedamos, sobre todo por ella, que suele tener suerte con estos eventos.

Se suelen hacer los sorteos por el número de dorsal, pero decidieron hacerlo por orden de llegada. Y no pude tener más suerte porque uno de los números fue el 46 que fue la posición en la que llegué. Así que tengo que agradecer a mi maltrecho tendón que me adelantasen esos dos corredores en el último kilómetro. Dicen que no hay mal que por bien no venga. Si ella se llevó una copa y una caja con embutidos ya cortados, yo me llevé en el sorteo un queso, un salchichón, un chorizo y una botella de vino. No estuvo nada mal el regalito.

Tú con tu merecido trofeo y yo con suerte

La carrera estuvo muy bien y además solidaria porque todo lo recaudado (8 € por inscripción) iba a la Asociación Española contra el cáncer. Además de la carrera se celebró una marcha donde también lo recaudado iba destinado a la lucha contra el cáncer (4 €). Una buena iniciativa del Ayuntamiento de Gerindote.

XXXI Carrera de la Melonera

Si ayer no tenía que haber corrido, hoy menos aún, ya que acabé prácticamente cojo la carrera; sin embargo, al levantarme podía andar, me eché crema y para Arganzuela que nos fuimos.

No corría esta carrera desde 1999 cuando al acabar la carrera hicieron una encerrona a los corredores según cuento en esta entrada. Veintitres años después decidí apuntarme a la carrera ya que desde entonces ha cambiado la cosa. En aquel entonces la carrera la organizaba la Agrupación Deportiva Marathon siendo el patrocinador principal el Corte Inglés. De hecho la salida estaba situada junto al centro comercial de Méndez Álvaro. Ahora la organiza el club de triatlón TRIBOOST, organizadores con menos nombre, pero que han dado muestra de una gran profesionalidad.

Fui con una compañera del Club Atletismo Zofío hasta la Casa del Reloj, lugar donde estaba situada la salida y la meta de esta carrera y donde habíamos quedado con un amigo, al que le habíamos recogido el dorsal. Junto al arco de salida y meta nos hicieron una bonita foto a los tres.

Dispuestos a correr por las calles de Arganzuela y Madrid Río

Había dos distancias a elegir a la hora de inscribirse: cinco y diez kilómetros. Los dorsales de fondo amarillo eran para los de cinco, como el mío y el de la compañera y los de fondo verde para los del diez mil, como el tercero de la foto.

A las 8:55 estaba previsto la salida de los del cinco mil y cinco minutos después los del diez mil. Lo repitieron doscientos millones de veces, pues bien, cuando salimos había dorsales verdes entre una miríada de amarillos.

De todos modos, dieron la salida cinco minutos tarde y pronto se fue estirando el pelotón camino de la plaza de Legazpi. Enseguida noté que mi tendón no iba nada bien, por lo que decidí ir a un ritmo tranquilo, disfrutando de la carrera. Se pasa la plaza de Legazpi y por el Paseo del Molino se llega a la calle Embajadores donde se gira casi ciento ochenta grados para volver por esa calle hasta la Plaza de la Beata María Ana de Jesús, para poco después alcanzar el Paseo de la Chopera y el Paseo de Yeserías hasta alcanzar la Glorieta de Pirámides.

Los que corrían diez kilómetros salían más tarde, hacían más kilómetros más allá de Legazpi y luego también volvían por Paseo de Yeserías hasta Pirámides donde ellos seguían aún más allá hacia el Puente de Segovia y los de cinco en Pirámides volvían hacia meta por Madrid Río. En Pirámides había una persona de la organización indicando a los de cinco que fueran por un sitio y a los de diez por otro. Justo a mi lado iban dos tipos con dorsal de fonde verde, que se habían apuntado a la de diez y que salieron con los de cinco y que el voluntario los indicó que siguieran rectos. La Policía Municipal, que no esperaba a los primeros de diez hasta un cuarto de hora más tarde se tuvieron que poner en marcha inmediatamente con un notable mosqueo.

Había hecho esos tres primeros kilómetros a un ritmo cercano a 5:20, pero según iban pasando los kilómetros me iba molestando menos el tendón, quizás un tanto adormecido por la crema, así que aumenté un poco el ritmo, pero con ninguna intención, simplemente para llegar antes a meta, cosa que hice con un tiempo de 25:56 según mi crono para una distancia de algo menos de cinco kilómetros.

La compañera ya había llegado por lo que después de recoger la raja de melón y una botella de agua fuimos a esperar a nuestro amigo participante en los diez kilómetros y animar a todos los participantes que por allí pasaban.

XXXIII Carrera popular de Navalcarnero

No conocía esta carrera y por intereses varios me apunté y convencí a un compañero y una compañera del Club Atletismo Zofío para que se apuntaran también, así que el sábado por la tarde sobre las seis y cuarto de la tarde estábamos en la bonita plaza de Segovia de esta localidad.

Los tres compañeros del Club Atletismo Zofío

La carrera para los más mayores comenzaba a las 18:45, pero iba llegando la hora y aún estaban los niños corriendo, por lo que la salida se retrasó un cuarto de hora. Estando tras el arco de salido observé a un montón de gente con la camiseta naranja de Run Martínez que sospeché deberían estar relacionados con David Martínez, el hermano de Chema Martínez. Decir que David fue el vencedor de la prueba.

Calentando habíamos visto la salida, en terreno adoquinado por la plaza para girar a la derecha y comenzar una bonita bajada y que no llegamos a bajar del todo, pero nos hicimos la idea de que si bajábamos nos iba a tocar subir, pero no sabíamos nada mas.

Yo llegué tocado del tendón de Aquiles de la pierna derecha y si hubiese sido una persona normal, con dos dedos de frente, no hubiese corrido, pero como soy corredor, pues corrí. Dieron la salida y al ser sólo seis kilómetros me puse a buen ritmo, pero sin exigirme, que no tenía ni idea de mi estado de forma, pero viendo los kilómetros realizados, muy bien no debería estar.

La carrera se me hizo bastante dura porque era todo el rato subir y bajar, así en las dos vueltas y algunas cuestas largas y duras. Viendo que no iba muy fino pensé que si conseguía mantener un ritmo de 4:30 sería todo un logro. Así que traté de aplicarme en las subidas y bajar lo mejor que pudiera, pero el puñetero tendón me molestaba lo suyo, sobre todo subiendo.

Llegué a meta con un tiempo oficial de 28:09 en una distancia aproximada de 6,2 km. Nada más pasar la meta me colgaron del cuello una bonita medalla, todo un detalle de la organización. Unos minutos más tarde llegó la compañera de club y viendo su cara se podía apreciar que se había esforzado de lo lindo. Algo más tarde llegó el otro compañero.

Como la compañera suele subir al podium estuvimos esperando si la llamaban y mientras pudimos comer melón, sandía, plátano y frutos secos, además de beber agua fresquita. Todo un derroche de viandas que nos vinieron genial para recuperarnos del esfuerzo y que hay que agradecer a la organización por el detalle, que en algunas carreras de renombre te dan una botella de agua y poco más. El caso es que la espera tuvo su recompensa porque la compañera quedó tercera en su categoría. Así que subió al podium, la hicimos unas fotos y ya nos íbamos cuando escuché todo asombrado mi nombre por megafonía que me llamaban al podium. ¡Me quedé alucinado! Había quedado segundo de mi categoría, así que subí al cajón aún sin creérmelo.

Con nuestros trofeos

La verdad es que la carrera es dura, pero merece mucho la pena. Además de la medalla, la fruta y la botella de agua en meta, la bolsa del corredor era bastante atractiva ya que contenía una camiseta, un protector de plástico para que no se moje el móvil, unos cascos y una especie de neceser que se puede utilizar para meter las zapatillas. Todo por 7 €. Muy recomendable, pero hay que venir entrenado para no sufrir tanto en las cuestas.

XL Trofeo San Lorenzo

Llevaba unas semanas fastidiado por lesiones varias y con poco entrenamiento por esas mismas lesiones y por el Camino, así que participé en esta prueba sin muchas pretensiones, pero con la motivación de estrenar la camiseta del Club Atletismo Zofío.

Con nuestras espectaculares camisetas

Vinimos una compañera y yo con Emilio, con el que habíamos quedado a las 7:45, por lo que poco antes de las ocho estábamos aparcando cerca de la línea de salida. Nos dio tiempo a ir tranquilamente al servicio y al guardarropa y pudimos calentar sin ninguna prisa. Según iba llegando la hora de salida la calle Argumosa, cerca de Ronda de Atocha se iba llenando de gente, pero nadie hacia intención de ir a la línea de salida. La explicación era sencilla en Argumosa había sombre y la línea de salida estaba al sol y no era cuestión de calentarse antes de tiempo. Faltaban menos de cinco minutos cuando la marabunta se fue moviendo hasta la línea de salida.

Como «no me jugaba nada» salí tranquilo, sobre todo pensando en la cuesta de San Vicente y los escalones con los que nos íbamos a encontrar, novedad en esta edición. Aún así hice los tres primeros kilómetros, más bien favorables, en 4:29, 4:36 y 4:24. Cuando se llevan tres kilómetros y medio se afronta la cuesta de San Vicente y ahí me fueron cayendo los segundos como si fueran de plomo. Este cuarto kilómetro ya se fue a 5:03 y el siguiente, quizás debido a los sesenta escalones y al esfuerzo de la cuesta, también se fue a 5:06. Ese kilómetro pasa por los jardines de Sabatini y delante del Palacio Real y es una de las razones que hacen a esta carrera tan atractiva. El sexto kilómetro no desmerece al anterior, ya que su paso por San Francisco el Grande y la Puerta de Toledo es también muy agradable a la vista, no tanto a las piernas porque el paso por la Puerta de Toledo también es cuesta arriba. Ya recuperado un tanto del esfuerzo del anterior kilómetro éste lo hice en 4:41, acercándome a los ritmos de comienzo. En la calle Toledo, a la altura de la Plaza de la Cebada, me hizo José Luis, un compañero del club, esta bonita foto.

Corriendo por la calle de Toledo, foto cortesía de José Luis

No sé qué me pasó porque como no iba muy pendiente del reloj cuando pitó el octavo kilómetro pensé que el GPS se había vuelto loco y que íbamos por el séptimo. Calculaba mentalmente por donde habíamos pasado y seguía convencido de que era el séptimo. Por otro lado, tampoco me cuadraba porque cuando pitó ese kilómetro circulaba por la Carrera de San Jerónimo y sabía que no quedaba mucho para meta. Estuve un rato algo despistado, pero tampoco lo di muchas vueltas porque sabía que era casi todo cuesta abajo. Estos dos últimos kilómetros fueron los más rápidos ya que los hice en 4:16 y en 4:23 también picado con un tipo que tenía una forma extraña de correr y al que conseguí adelantar en Atocha, pero que en la cuesta de Argumosa me adelantó a mí. En el sprint final, aunque lo di todo, tampoco pude evitar que me adelantasen otro par de tipos. Llegué a meta con un tiempo según mi cronómetro de 46:35, aunque tardé en dar al botón de parada, por lo que no es extraño que en la clasificación oficial aparezca con un tiempo de 46:30 que no es nada del otro mundo, pero refleja mi nivel actual y que me lo tomé con calma, ya que en el anterior diez mil que hice, en el PAU de Vallecas, hice dos minutos menos, pero sufrí de lo lindo.

Del club, sólo Ninfa consiguió subir al cajón, siendo segunda de su categoría en una carrera, en la que como todos los años, había gente de mucho nivel.

Esta carrera es sin duda la más bonita de Madrid por los sitios por donde pasa y además es una auténtica carrera popular, se nota en el trato a los corredores, en la cercanía de la gente y que también piensan en los más jóvenes, ya que después de la prueba de 10 kilómetros hubo carreras de niños. Una carrera absolutamente recomendable.

Camino de Santiago. Etapa 13 y última

La decimotercera y última etapa partía de Arzúa para llegar a Santiago de Compostela, de 39 km de longitud y un desnivel de 713 metros. Etapa corta para llegar descansando al punto final del Camino.

A las 7:15 sonó el despertador y una hora después nos poníamos en marcha y para no variar empezamos cuesta arriba y seguimos cuesta abajo repitiendo la misma secuencia unas cuantas veces, pero sin llegar al nivel de la jornada anterior. Lo hicimos todo por caminos y había bastantes peregrinos, ríos y ríos de gente, entre ellos muchos colegios donde iban todos juntos y era complicado adelantar. Esos ríos de gente se convirtieron en una tremenda avalancha cuando estábamos entrando en Santiago. Hubo algunos tramos llanos hasta que llegamos a una buena cuesta, la cuesta del aeropuerto. Luego vino su correspondiente bajada y hubo otra buena subida, la del Monte do Gozo, ya a menos de diez kilómetros de Santiago. Allí paramos para hacernos una foto con Santiago al fondo, nos comimos la barrita correspondiente y nos tiramos por una buena cuesta abajo buscando la entrada de la ciudad. Afortunadamente la bajada la hicimos por la carretera que iba paralela al río de peregrinos.

Llegada a la ciudad de Santiago de Compostela

Entramos en la plaza del Obradoiro por la entrada donde se coloca el gaitero junto a un grupo numeroso de gente con camisetas de color fucsia. La plaza estaba absolutamente abarrotada de gente y las campanas sonaban sin cesar, pero quizás ese exceso de gente desvirtuó un poco la experiencia. No tuve una experiencia mística como pensaba que podría haber tenido, fue todo muy mundano, como ir a dar un paseo por la Puerta de Sol todo lleno de turistas. Después de hacernos las fotos de rigor estuvimos vigilando la bici eléctrica de uno que venía desde Lugo haciendo tres etapas y que además querían que le sellaran y no sé cuántas cosas más, lo mismo también quería la Compostelana. ¿Pero tiene algún mérito hacer el Camino con una eléctrica? Esto del Camino es un puro negocio y los que de verdad «hacen» el Camino deben sentirse mal al ver tanta superficialidad y tanto mercadeo. Lo digo por los peregrinos que lo hacen a pie recorriendo setecientos kilómetros o más, porque nosotros, que fuimos en bici, aunque también nos metimos setecientos entre pecho y espalda, también tenemos ventaja.

En la Plaza del Obradoiro, frente a la Catedral de Santiago

Fuimos a la oficina de atención al peregrino, en la rúa Carretas, a sellar las credenciales y había bastante cola por lo que entró mi amiga y yo me quedé echando un ojo a las bicis. Entonces vi a los de Correos, que están perfectamente situados, embalando una bici y pregunté cuánto costaría mandarla a casa y me respondieron que 47 y pico euros. Me llamó mi amiga cuando estaba a punto de entrar, porque aquello iba por números, como en la carnicería, por lo que me puse la mascarilla y entré. Me sellaron la credencial y me dieron la Compostela, un documento en latín donde ponen tu nombre también en ese idioma. Me preguntaron si por 3 € quería un justificante de los kilómetros recorridos y dijimos que no.

Después de este invento fuimos a Correos a enviar las bicis. Lo primero fue pagar. El precio de 47 € y pico va con un seguro de 300 € y si quería asegurar más, tenía que pagar más, obviamente. Al final aseguré la bici de mi amiga por 1000 € y me costó ambas bicis algo de más de 105 €. Pagué y fuimos a otro local donde había que desmontar parte de la bici: rueda delantera, pedal izquierdo y manillar. Luego el tipo de Correos puso papel de burbuja en algunas partes de la bici, como el freno de disco, ató con bridas otras y metió todo en una caja donde pude echar el casco y metimos una alforja con ropa que no íbamos a utilizar en este día y medio que íbamos a estar en Santiago.

Fuimos a la pensión, que casualmente estaba en la misma calle, en la rúa Carretas. El sitio se llama O Patrón y es un restaurante/pensión. Tomaron nuestros datos, solté 47 € y subimos a la habitación. Luego bajamos al restaurante de la pensión y esperamos un poco hasta que hubo una mesa libre. Mientras esperábamos estuvimos hablando con el camarero que nos contó que una vez hizo el Camino desde Sarria (para hacer más de 100 km que te da derecho a la Compostelana) yendo a albergues y acabó con sarna, así que eso que nos hemos ahorrado. Pedimos un menú del día de 11 € y desde mi punto de vista estuvo regular. Pedí lacón a la gallega y me pusieron algo parecido al jamón york. De segundo pedí lomo con huevos fritos con patatas y el lomo era como fiambre, los huevos no estaban fritos como deberían y las patatas no eran las gallegas de días anteriores. De postre pedí arroz con leche y fue lo mejor. Pedí además una botella de agua grande y me soplaron 2,50 € por lo que todo sumó 24,50 €. Me pareció no muy caro, pero calidad mediocre.

Al día siguiente hicimos un tour guiado por el casco antiguo de Santiago y por la tarde volvimos a Madrid en AVE.