Estreno de las Adidas Supernova

Sí, lo he vuelto a hacer. No debería, pero no es fácil encontrar una zapatilla que te vaya bien, así que he pensado que más vale lo malo conocido. Esta vez han caído unas Adidas Supernova, así sin más, sin el «Glide» que llevaban las otras que he estado utilizando.


Adidas Supernova recién sacadas de la caja

No parecía el día más conveniente para estrenar zapatillas, ya que la idea era hacer 24 km y tantos kilómetros no es lo más ideal para un estreno, pero tenía la certeza de que si seguía con las otras iba a acabar con alguna ampolla en algún sitio. Así que de perdido, al río.

Quedamos a las 9:30 en el punto de encuentro. Allí nos encontramos cuatro pradolongueros, de los cuales sólo una fémina. Uno de ellos se quejaba de una rozadura en sus partes debido a que había corrido el día antes y la lluvia torrencial había provocado la rozadura. Dijo que no sabía si iba a aguantar mucho y no lo hizo, se dio la vuelta cuando no llevábamos ni medio kilómetro.

Por lo tanto, continuamos únicamente tres dirigiendo nuestros pasos hasta el Parque Lineal. Al llegar allí pudimos comprobar que había llovido bastante porque suele haber pocos charcos por allí, pero hoy se veían bastantes. El entrenamiento parecía consistir en ir esquivando charcos, unos por la derecha, otros por la izquierda, otros saltando. Divertido, muy divertido.

El compañero pradolonguero debió aburrirse de nuestra compañía y puso pies en polvorosa poco antes del kilómetro diez. Comprendo que lo hiciese porque este hombre hace entrenamientos por debajo de cuatro y nosotros íbamos sobre 5:15 y eso para él es casi contraproducente.

Yo continué con la compañera hasta la vuelta al punto de encuentro donde el GPS marcó 16 km. Allí se quedó ella y yo continué con idea de hacer ocho kilómetros más. Me parecía una tarea épica porque tenía las piernas bastante cansadas, no sólo de los 16 km que llevaba, sino del entrenamiento del viernes. Está claro que ya no recupero como antaño.

Decidí hacer los ocho kilómetros que me quedaban por el Parque de Pradolongo y tuve suerte porque me encontré a otra compañera pradolonguera que también estaba haciendo kilometrada, ya que iba a participar en la media de Coslada siete días después. No tuvo inconveniente en acompañarme y bien que se lo agradecí porque hizo que fuera el rato más ameno. Además traté de aumentar un poco el ritmo pensando que cuanto más deprisa fuera más rápido acabaría.

Después de vuelta y media por el parque acabé el entrenamiento subiendo la cuesta de la calle Parque de la Paloma y me costó horrores. Acabé muy cansado el entrenamiento. Hice 24 km en un tiempo de 2:05:37 @ 5:14 min/km.

Un buen estreno de las zapatillas que acabaron un tanto embarradas…


Zapatillas ligeramente embarradas en el estreno

Subí a la báscula antes de salir y marcaba 69,3 kg. Tengo que estar con un kilo menos en dos semanas como sea.

Hablando del diluvio

Hablaba el otro día de Enki, el dios mesopotámico y de que fue él quien avisó a los hombres del diluvio universal. Pues no sé si nos habrá advertido otra vez porque parece que ya estamos en pleno diluvio. Bueno, lo digo de manera figurada, porque es cierto que está lloviendo bastante y durante bastantes días, pero aunque en Madrid nos pueda chocar, es algo normal por el norte de España.

Llegué a casa con pocas ganas de nada después de haberme tenido que pelear por montar en el metro, debido a la huelga y mojado. Y sobre todo viendo que la lluvia no amainaba…

Hice de tripas corazón, me puse la ropa de correr y salí. Llegué al parque de Pradolongo y vi que estaba todo encharcado y embarrado, por lo que no me pareció el mejor escenario para ir algo más deprisa de lo normal. Así que opté por atravesar el parque y dirigirme a Madrid Río que aunque algún charco tiene, se puede correr mejor.

Al poco de llegar a Madrid Río, cuando cumplí el tercer kilómetro aceleré el paso tratando de llegar a 4:35 más o menos y mantenerlo durante ocho kilómetros. Vi a un tipo pocos metros delante de mí y me puse como objetivo darle alcance, pero no hubo manera. Este hombre adelantó a otro y este nuevo de camiseta naranja fue el nuevo objetivo, pero tampoco pude con él.

Poco antes de llegar al Puente de Toledo venían cuatro y justo se dieron la vuelta delante de mí. Me dije, ésta es la mía, pero tampoco. Aceleraron como posesos y se fueron alejando cada vez más y eso que yo iba a buen ritmo, pero la gente iba deprisa, no habían salido a pasear bajo la lluvia.

Pasé por el Calderón, se me cayó alguna lágrima ¿o fue el sudor que me chorreaba por la cara? y continué hasta el puente verde en forma de Y. Allí me di la vuelta ya que se había cumplido el sexto kilómetro, la mitad de lo que tenía previsto.

Al darme la vuelta me di cuenta que el viento me había ayudado en la ida y que ahora a la vuelta se oponía a mi avance. Pero lo malo no es que me costara más avanzar, lo malo era que el viento me pegó la camiseta mojada al cuerpo y empecé a notar bastante frío en el pecho y abdomen. Desde luego la combinación viento y lluvia es de lo peor que hay para correr.

Debido al viento en contra me costó más trabajo tratar de mantener los 4:35, pero fui decentemente hasta que abandoné Madrid Río y aparecí en la calle Antonio López, donde se complicó el tema. Cuando llegué al kilómetro once bajé el ritmo para hacer el último de enfriamiento… Nunca mejor dicho.

Lo dicho, hice 12 km en un tiempo de 58:16 @ 4:51 min/km. Un entrenamiento duro bajo la lluvia, de los que curten.

La maratón de Madrid cambia la meta

Leí hace un par de semanas que la maratón de Madrid se veía obligada a cambiar el lugar donde acaba. Según parece por orden municipal la carrera no puede terminar en el Retiro y han optado por situar la meta en el Paseo del Prado enfrente del museo.

Recuerdo haber acabado allí en 1998 y 1999. En 2000 no sé si también acabó allí porque no participé por lesión. Recuerdo con cariño este sitio y el año 99 porque fue ese año cuando conseguí bajar por primera vez de tres horas y media en una maratón. Hice 3h27 y tuve que esperar ¡once años! para volver a bajar de tres horas y media, ya que en la maratón de Madrid de 2010 hice 3h25 acabando esta vez, como casi siempre, en el Retiro.

Ayer no pude salir a correr porque tuve que ir al hospital, así que he salido solo hoy y por variar he ido a Parque Sur. He tenido suerte porque llevamos unos cuantos días lloviendo casi de continuo y cuando he salido a eso de las seis y media no llovía, aunque había tramos muy embarrados. De hecho, el otro día compré unas zapatillas nuevas, por aquello de las ampollas, y no las he querido estrenar para no mancharlas.

Di tres vueltas a un circuito que tengo medido en Parque Sur, de algo más de tres kilómetros. En la primera vuelta me crucé con Antonio que iba con sus colegas del parque y me invitó a unirme a ellos, que estaban haciendo cambios de ritmo, pero le dije que no, que iba a correr tranquilo.

Hice las tres vueltas completando 9,3 km en un tiempo de 49:45 @ 5:19 min/km. Un entrenamiento algo lento, pensando en el siguiente entreno, que ya tocará apretar.

Las Kalenji Kiprun LD son como la subida del 0,25%

El otro día en la manifestación de los jubilados vi una pancarta que decía «la subida del 0,25% es una mierda» y de ahí se me ha ocurrido el título de esta entrada. Y es que con las Kalenji Kiprun LD no estoy teniendo más que problemas. Que si una ampolla en la planta del pie, que si una ampolla encima del juanete, que si otra ampolla en el otro pie. Contento me tienen. Compré estas zapatillas porque estaban bien de precio y había leído buenas críticas y me he dado cuenta de aquello que decía mi madre: «lo barato es caro».

El problema principal que veo a estas zapatillas es la lengüeta, porque sólo está cosida a la parte de arriba de la zapatilla por el extremo de abajo de la lengüeta, de tal modo que al flexionar el pie quedan huecos entre la lengüeta y la zapatilla y por ahí puede entrar arenilla y provocar, por ejemplo, ampollas. Prefiero, sin lugar a dudas, una lengüeta que esté unida a la zapatilla casi en su totalidad y así evitar este problema. De hecho, estoy pensando en coserlo yo mismo.

Lo curioso es que la semana pasada corrí la media de Latina y no tuve problemas, pero hoy cuando ya llevaba unos quince kilómetros iba notando que me molestaba la parte del pie donde ya me salió la ampolla semanas antes. Debe ser que cuando corrí la media era por asfalto y no se metió ninguna piedrecilla y hoy el entrenamiento ha sido por caminos y alguna ha debido caer.


La ampolla sanguinolenta de hace tres semanas

Hoy nos juntamos seis pradolongueros en el punto de encuentro a las 9:30. Bajamos todos juntos al Parque Lineal, pero enseguida tres de ellos empezaron a acelerar y nos quedamos otros tres más detrás. Yo salí con la idea de acelerar también, pero más tarde, en el kilómetro diez. Así que fui con mis dos acompañantes hasta la decena de kilómetros y fue en ese punto donde empecé a aumentar el ritmo hasta tratar de ponerme a 4:20 durante dos kilómetros, luego bajar el ritmo otro kilómetro y volver a hacer otros dos a 4:20. Una jornada larga de tipo Jack Daniels. Y me salió poco más o menos porque hice el primer bloque a 4:23 y 4:25 y el otro bloque a 4:16 y 4:25. Eso sí, estos kilómetros me dejaron las piernas bastante cansadas y aún quedaban unos cuantos kilómetros para terminar el entrenamiento.

El caso es que «se» me acabó el parque cuando iba en el segundo bloque y por no subir hacia el 12 de octubre y perder el ritmo, opté por dar la vuelta a la cabeza y volver por el otro margen del río hasta la Caja Mágica y vuelta. Por supuesto, cuando di la vuelta, no había rastro de mis acompañantes, así que subí hasta Pradolongo y allí los encontré estirando.

Conminé a mi tocayo a seguir corriendo para completar los 22 km que nos habíamos propuesto antes de salir, pero me dijo que si lo quería hacer yo, que ya sabía el camino. De todos modos él se había dado más paliza que yo en el Parque Lineal y comprendí que no quisiera seguir.

Yo sí completé los 22 km en un tiempo de 1:53:55 @ 5:11 min/km. Un buen entrenamiento.

La báscula marcaba antes de salir 69,7 kg bastante más de lo que me gustaría. A la vuelta había bajado a 68,3 kg, pero esto no cuenta.

Enki, dios del viento

Todo el mundo sabe que para los griegos el dios del viento era Eolo. Pero quizás menos gente sepa que Enki era el dios del viento para los mesopotámicos. Como todos los dioses, hacía todo tipo de cosas sobrenaturales, pero lo que más me ha llamado la atención es que fue quién alertó a la humanidad sobre el gran diluvio universal provocado por Enlil a causa de las barbaridades que estos cometían.


El dios Enki, la mar de majete. Foto sacada de la Wikipedia

Así es señores, el diluvio universal que aparece en el Antiguo Testamento no es más que una copia -no sé si barata- del mito mesopotámico.

Y es que estos tipos eran gente sorprendente. Fue en Mesopotamia donde nació la civilización y donde inventaron el sistema de numeración sexagesimal, invento de hace unos cuantos miles de años que aún se sigue utilizando para medir los minutos y segundos. Porque no es casualidad que una hora tenga 60 minutos y un minuto tenga 60 segundos. Viene de los mesopotámicos, de tiempos pretéritos.

Me acabo de dar cuenta que me ido por las ramas totalmente. Iba a hablar de Eolo y de cómo ha soplado en el día de hoy y de Eolo he saltado a Enki y me he puesto a desparramar si querer.

Hoy la lluvia nos dio una tregua durante el entrenamiento, pero debido al viento había tramos en que costaba avanzar y si a eso sumamos lo embarrado que estaba el terreno, fue un entrenamiento complicado, pero Joaquín y yo cumplimos como campeones.

Totalicé 9,7 km en un tiempo de 56:33 a un ritmo escalofriante de 5:50 min/km, que puede sonar a que fuimos tocándonos los eggs, pero no, fue un entrenamiento endurecedor.

Con la lluvia cambia la rutina

Cuando salgo a correr trato de estirar un poco antes de salir, cosa que últimamente no hago. Luego corro, llego a casa y hago los estiramientos y luego me ducho. El problema de la lluvia es que te puedes quedar frío después de correr, así que cuando llego a casa no me pongo a estirar, voy directamente a la ducha y luego me estiro. Imagino que no es lo más recomendable, pero mejor estirar mal que enfermar.

Por aquello de la lluvia llegué a casa sobre las 18:40. Merendé frugalmente e hice mis necesidades. Cuando quise salir de casa al punto de encuentro eran las 19:05 por lo que no me extrañó no encontrar a nadie en dicho punto. Me los encontré cuando llevaban aproximadamente kilómetro y medio. Iban Joaquín, Miguel, Jesús y Emilio R.

Al acabar esa primera vuelta íbamos Joaquín y yo por delante y aceleramos un poco para hacer la gracia a Miguel y que le costara cogernos, pero cuando miramos hacia atrás vimos que no venía, lo que no extrañó. Luego nos cruzamos por la zona de los perros y vino con nosotros un rato, pero se fue a casa porque decía que le dolía el gemelo. La verdad es que yo también lo notaba algo tirante. Es claro que la media maratón de Latina es dura y puede dejar secuelas. Estuve pensando en irme también para casa cuando se fue mi tocayo, pero aunque me molestaba el gemelo no me pareció excesivo.

Hizo un día un poco feo para correr porque llovía y lo peor es que hacía frío. De hecho, cuando me duché la mano izquierda se me puso de un rojo preocupante.

Hice un poco más de 9 km en un tiempo 52:09 @ 5:44. Una buena jornada de recuperación… Aunque pasada por agua.

XIII Media maratón de Latina

Era mi segunda participación en esta carrera y recordaba que era dura, pero la primera vez me lo tomé con calma y no sabía lo realmente dura que es. Hoy mis piernas son testigo, pero queda compensada con lo atractivo de su recorrido y la excelente organización. No hablo gratuitamente, he aquí el perfil de la carrera obtenido de Strava.


Perfil de la Media de Latina

Habíamos quedado tres pradolongueros en el punto de encuentro a las ocho de la mañana para estar con tiempo y no sufrir agobios ni para aparcar ni para retirar el dorsal. Y así fue, antes de las ocho y cuarto estábamos dejando el coche en el aparcamiento del centro comercial de Aluche, muy cerca de la estación de metro.

Joaquín, que debió levantarse pesimista, no hacía más que protestar, que si hace mucho frío, que si lo voy a hacer fatal, que lo que corría yo cuando era joven, que si aquella vez en Béjar, que si me va a adelantar este o aquel, que si va a haber minutada… Nada, el tío se había levantado con pocas ganas, con poca confianza y muchas dudas.

Recogimos el dorsal en un periquete y yo huí urgente al servicio. Cuando salí aún quedaba mucho tiempo para las nueve y media así que decidimos buscar un bar para tomar un café. Encontramos uno en la Avenida del General Fanjul y allí estuvimos un rato haciendo tiempo y metiendo cafeína para el cuerpo. La idea de ir a tomar café fue más por no oír al speaker que por otra cosa porque lo de este hombre es de traca, se pone a hablar por el micro de forma atronadora y no para ni para coger aire. Algo tremendo.

Cuando faltaban unos veinte minutos nos hicimos una bonita foto los tres pradolongueros que vinimos juntos porque había alguno por allí pero no nos encontramos.


Muy contentos antes del comienzo

Dejamos nuestras pertenencias en el guardarropa y nos pusimos a calentar hasta que faltaron cinco minutos que nos pusimos en el pelotón dispuestos a comenzar una media maratón que tanto a Joaquín como a mí nos resultaba extraña, ya que llevábamos sin correr 21 km desde la de Coslada casi dos años antes.

De los tres que fuimos enseguida Miguel puso pies en polvorosa y Joaquín no le iba a la zaga. Me costó trabajo ponerme a la altura de Joaquín y cuando lo hice vimos que era una temeridad seguir el ritmo de Miguel, por lo que nos acoplamos a uno más llevadero para tratar de llegar a la meta en buenas condiciones.

Mi idea era hacer 1h32 aproximadamente y eso implicaba llevar un ritmo de 4:20 más o menos, por lo que había que ir algo más deprisa de ese ritmo en los tramos más favorables para tratar de compensar los kilómetros cuesta arriba. Y efectivamente, los primeros kilómetros fueron los más rápidos ya que hicimos el primer tercio de carrera en 30:01, por debajo de esos 4:20 fijados. Y eso que en ese primer tercio ya nos obsequiaron con alguna cuestecilla.

Sobre el kilómetro ocho nos adelantó la chica que al final fue tercera y fuimos casi todo el tiempo cerca de ella. En ese punto iba cuarta, pero la tercera estaba ahí mismo. La animamos para que la alcanzara, pero nos dijo su acompañante que no la agobiáramos. La chica subía las cuestas que daba gusto verla, ya que era muy ligera. En cada subida nos sacaba un tanto que luego recuperábamos bajando.

La primera cuesta de verdad está en la calle Carlina cuando ya se llevan recorridos 8,5 km. Es una cuesta no muy larga, pero de una pendiente considerable. Ahí vi que Joaquín no iba fino del todo, que le costaban las subidas. Esa cuesta empalma con la que lleva al metro de Batán y sumando ambas es prácticamente un kilómetro cuesta arriba, que se deja notar en las piernas. Fue allí donde tuve que tirar por primera vez del freno de mano para no dejar atrás a mi compañero.

Una vez dejado atrás el metro de Batán viene un tramo favorable hasta el Lago de la Casa de Campo. Son tres kilómetros favorables donde fuimos de nuevo recortando segundos a ese ritmo de 4:20 fijado. Lo malo es que desde el Lago hasta el final de la carrera es todo hacia arriba aunque con algún tramo corto a favor.

En el Lago, en vez de rodearlo ajustándose al perímetro se coge una cuesta que lleva a las pistas de tenis, es la segunda cuesta interesante de la jornada porque es bastante larga aunque tendida. En las pistas de tenis vimos a Emilio que nos animó fervientemente. ¡Gracias Emilio!

Poco después se baja lo subido para llegar al Paseo de María Teresa y ya en ligera pendiente alcanzar el cruce donde pudimos ver a los que iban más rezagados que nosotros. En ese cruce se llega al Paseo de los Plátanos y la pendiente sigue muy leve pero para arriba. Íbamos sobre el kilómetro 14 ó 15 y el crono ya iba marcando ritmos por encima de 4:30 y notaba las piernas bastante cansadas. Me dio por pensar cómo las llevaría el día de la maratón de Madrid cuando por estos mismos parajes ya llevase en la «mochila» 27 kilómetros. Enseguida traté de pensar en otra cosa porque se me saltaban las lágrimas.

El Paseo de los Plátanos se convierte en la Carretera de Rodajos, la que lleva a la entrada de la Casa de Campo por Prado del Rey. Pasando el desvió del zoo el camino se inclina algo más y fue por ese punto donde nos cruzamos con Miguel que iba a buen ritmo quizás ayudado a que él iba bajando. Lo cierto es que eso nos animó porque pensábamos que nos llevaba más ventaja. Por otro lado, cuando ya hicimos el giro de 180 grados y nosotros bajábamos, vimos a Antonio que subía y no nos extrañó mucho que anduviese cerca aunque nos había dicho en la salida que iba a hacer 1h40… Cosa que nadie creyó porque el tío anda fino, fino.

A la altura del zoo seguíamos detrás de la chica que nos adelantó en el kilómetro ocho. Ahora iba la tercera porque la que iba segunda había pinchado kilómetros antes y había sido adelantada por dos. En el zoo hay una pequeña cuesta en curva que va rodeando el aparcamiento del recinto y allí vimos que de nuevo la chica se nos iba. Joaquín dijo que había que tratar de no perder la estela de ese grupo donde además de la chica iban dos o tres más. Aceleró y me sorprendió que pudiese hacerlo cuesta arriba porque había demostrado debilidad en las otras… Pero fue un espejismo visto lo que sucedió metros más adelante.

Después de esa breve cuesta empieza otra que lleva desde el zoo a la boca de metro Casa de Campo. Esa cuesta ha sido bautizada como Cuesta Aisa en honor de Alberto Aisa Ortiz, que fue organizador de la prueba en sus comienzos. A la organización se le ocurrió la idea de cronometrar los tiempos para entregar un regalo al hombre y mujer más rápidos en subir dicha cuesta. He leído en Twitter que cuando una cuesta tiene nombre propio, malo. Y no le falta razón.


Coronando la Cuesta Aisa. Foto cortesía de Evedeport

Allí mi compañero hizo aguas y la chica se nos fue yendo metro a metro. No me extraña, porque ella subió muy bien, de hecho fue la ganadora en esa prueba cronometrada. Cuando coroné esa cuesta, ya cerca del 18, esperé que llegase Joaquín y nos lanzamos cuesta abajo por la Calle los Yébenes lo más rápido que pudimos, que tampoco fue nada del otro mundo.

Al acabar ese tramo favorable se gira a la derecha y empieza a subir por la calle Valmojado, dejando a mano derecha el Parque de Aluche. Esa subida casi imperceptible se deja notar porque son ya casi veinte kilómetros en las piernas. Vimos que ya era imposible acercarnos a la tercera clasificada porque la distancia era considerable, pero no íbamos mal del todo, algo de fuerzas nos quedaba.

Pasando por debajo de las vías del metro, aproximadamente en el punto kilométrico 20 nos adelantó Antonio, el de la hora cuarenta, y nos animó a que nos pusiéramos a su ritmo, pero eso era harto difícil porque él iba bastante más rápido que nosotros y Joaquín, con buen criterio, dijo que si aumentásemos el ritmo se nos iba a hacer un último kilómetro muy duro.

Poco después de las vías se llega al centro comercial y al pasar éste el terreno ya deja de subir y es prácticamente llano hasta la línea de meta. Tratamos de aumentar un poco el ritmo y juntos y hermanados llegamos a la meta con un tiempo oficial de 1:33:47 bastante contentos con el resultado teniendo en cuenta que llevábamos casi dos años sin correr una media maratón y no sabíamos cómo iban a responder las piernas.

Una vez traspasada la línea de meta nos obsequiaron con una buena bolsa del corredor con la característica camiseta sin mangas, esta vez de color amarillo. La recogida de la bolsa del guardarropa fue rápida y el rato que estuvimos sobre el césped seco del estadio de atletismo fue muy agradable ya que había aumentado la temperatura y lucía el sol. Allí estuvimos comentando la jugada y fue donde vimos a Quique, pradolonguero de pro, que nos contó que había hecho un tiempo de 1h24 y con el menisco roto. Miguel hizo 1h30 y nosotros 1h33. El otro pradolonguero que también participó hizo 1h38. Así que todos contentos.

En solitario y de día

Hoy he salido antes a entrenar por razones que tienen que ver con la foto.


La sirenita atlética

La idea era salir a las seis, pero he salido diez minutos después y aunque me ha tocado ir solo, al menos había luz diurna. He dado una primera vuelta a buen ritmo, para luego apretar en la segunda vuelta y que no hubiese excesiva diferencia de ritmo entre unos kilómetros y otros. La idea era ponerme a 4:20 para ver si ese ritmo iba a ser sostenible el próximo domingo en la media de Latina.

Y me ha costado bastante, de hecho ha habido un kilómetro que he hecho bien a 4:20 y los otros tres se me han ido un poco: 4:23, 4:26 y 4:27. Mal asunto, me parece que tendré que ir el domingo algo más tranquilo. De todos modos, veremos, que en competición siempre se va más deprisa sin querer.

Hice 9,6 km en un tiempo de 47:52 a un buen ritmo de 4:57 min/km.

Hay que ser cerdo

Hay que ser cerdo para hacer lo que hice. Resulta que una amiga me preguntó si iba a salir a entrenar. Como sí iba a salir, dijo de venirse con nosotros. Es por esto que llegamos más tarde de las siete al punto de encuentro y los compañeros ya habían salido.

Antes de llegar al primer kilómetro nos encontramos con los compañeros y mi amiga se puso de animada charla con uno de ellos y fueron aumentando el ritmo sin querer. Yo me fui quedando atrás con Joaquín y con Emilio R y veía que se iban alejando cada vez más.

Cuando acabamos la primera vuelta, ya nos sacaban un buen trecho por lo que Joaquín y yo tuvimos que ponernos a buen ritmo para alcanzarlos. Y fue ahí cuando me porté como un cerdo ya que cuando adelantamos a los dos dejé tirada a mi amiga. Menos mal que Miguel es mejor persona que yo y decidió no dejarla abandonada y continuó con ella. Sí, lo sé, soy un cerdo.

Hice cuatro kilómetros a buen ritmo. El primero a 4:50, luego a 4:43, 4:29 y 4:31. No estuvo mal el entreno si no tenemos en cuenta que dejé tirada a la chica. Fueron en total 9,7 km en un tiempo de 50:32 @ 5:10 min/km.

De vuelta del frío

Ayer volví de Copenhague y supuestamente volví de un sitio que hacía muuuucho frío, muuuucho frío, pero cuando he salido esta mañana a las nueve no sabría decir si tenía más frío aquí en Madrid que en la gélida Dinamarca.

Me acosté tarde porque el avión llegó tarde por lo que me costó trabajo levantarme cuando sonó el despertador a las 8:30, pero la conciencia de haberme pasado con la comida durante estos días en tierras danesas pudo más y me levanté. Aún así, para no variar, llegué tarde a la calle Maíz, el punto de encuentro ya que sólo Miguel había dicho que bajaba. Allí estaba el hombre esperando.

Pusimos en marcha el cronómetro allí mismo ya que el Garmin tuvo a bien sincronizarse pronto y fuimos al río, al Parque Lineal, a recorrer el circuito completo hasta el final. No fuimos a mal ritmo, excepto al final que la chica que venía con nosotros decía que ya iba algo cansada y aflojamos un poco.

Hicimos 16,5 km en 1:29:54 @ 5:27 min/km. Un ritmo no muy exigente pero que no está mal para una tirada larga.