XI Carrera popular villa de Torrijos

Undécima edición y décima participación en esta bonita carrera en la localidad toledana de Torrijos. Una lástima que me perdiera la edición de 2013 porque hubiese hecho pleno. Pero bueno, me doy por satisfecho.

Es una carrera que me gusta mucho para ir a tope y calcular con el tiempo realizado los ritmos de entrenamiento para el otoño, pero esta vez ha sido diferente porque me lesioné dos semanas antes y he estado parado una semana y cuando he empezado de nuevo lo he hecho con mucha calma para no recaer.

Me acerqué con una amiga a participar en la carrera y estando calentando noté que el gemelo no estaba como debería de estar así que pensé en salir despacio y si veía que iba bien trataría de ir a su par y si la cosa se complicaba abandonaría la carrera.

Llegamos a la plaza, retiramos el dorsal y estuve buscando los urinarios que siempre habían estado situados debajo de unos soportales. Siempre he dicho que esta carrera es la de mayor ratio de urinarios por corredor, por lo que me extrañó que no hubiese. Pregunté y me dijeron que estaban al otro lado de la plaza. Fui hasta allí y vi dos casetas prefabricadas, una para chicos y otra para chicos. Entré en la de chicos y vi siete urinarios y dos váteres con puerta. Un despliegue extraordinario para una carrera de unos quinientos corredores.

Estuve estirando y casi dieron la salida mientras hacía los estiramientos, afortunadamente me dio tiempo. Me puse en la línea de salida bastante atrás y salí tranquilo. Fui poco a poco aumentando la velocidad para no perder de vista a mi amiga y como el gemelo no se quejaba pronto estuve a su lado.


Por la calle Molinos, foto cortesía de Juan Hiniesto

Creo que no lo había dicho, pero hacía bastante calor. No sé la temperatura que haría, pero el calor se hacía notar y había que ir bebiendo cada dos por tres, aunque la compañera con la que iba no es de mucho beber; sin embargo en la segunda vuelta me pidió que echara agua sobre su cabeza. Eché agua y algo cayó sobre sus hombros que se mojaron y se llenaron de gotitas de agua. Pues bien, esas gotitas desaparecieron como por arte de birlibirloque en cuestión de segundos. Debía tener los hombros como planchas.

Llegamos a la meta con un tiempo oficial de 49:37 que sirvió a mi compañera para auparse a lo más alto del cajón en su categoría. No sólo ganó un trofeo sino que se llevó a su casa un rico jamón que ya podría repartir entre los compañeros del Club Atletismo Zofío y demás fauna pradolonguera.


En lo más alto del cajón, foto cortesía del Ayuntamiento de Torrijos

VII Carrera nocturna San Miguel

Cuando corrí la primera edición de esta carrera en 2012 pensé que correría todas y cada una de las ediciones, ya que esta carrera resulta muy emotiva para mí; sin embargo, después de esa primera edición por unas causas u otras no pude volver a correr hasta el año pasado y este año afortunadamente he vuelto a poder hacerlo.

Me acerqué con una amiga hasta esta localidad toledana y aparqué el coche junto al convento, sitio donde pasé cuatro cursos de mi vida, de quinto a octavo. Fue aparcar y me volvieron los recuerdos a borbotones.

Recordaba cuando llegué el primer día y mis padres me dejaron en la puerta del convento, era septiembre de 1976 y ya ha llovido desde entonces, ¡nada menos que 42 años! Tengo sobre todo buenos recuerdos porque los malos se olvidan, aunque debo decir que acabé algo quemado de esos cuatro años y cuando por fin acabé octavo pensé que ese sitio era un lugar horroroso y que no volvería por allí ni loco. Y es cierto que no he vuelto al convento, pero ahora lo recuerdo con cariño. Aún me acuerdo de algunos curas que estaban allí cuando estudié, como el P. Julio que fue tutor de los internos, el P. Benjamín, que también fue tutor de los internos en mi último año, el P. Marcos, el P. Máximo, el P. Pedro, el P. Luis, el P. Luis Cerrato, el P. Ángel Zaratiegui y Fray Amancio. Seguramente había más, pero mi memoria no da para tanto. También recuerdo a algunos profesores que no eran curas, como Carlos Catalán, nuestro profesor de quinto, Pedro Mena, profesor de Matemáticas o don Tarsicio, profesor de Gimnasia con el que estuve desde sexto de Básica ¡hasta tercero de Bachiller!


Con el convento a mi espalda

Iba pensando en eso y en muchas cosas que me venían a la cabeza mientras iba hacia la plaza a recoger el dorsal. Estaba ubicada la mesa donde repartían los dorsales en la entrada del Ayuntamiento y la entrega fue rápida. Después de la recogida salimos a la plaza donde pudimos contemplar la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz que lucía espléndida, mostrando las piedras de la fachada que han estado ocultas durante mucho tiempo y ahora han salido a la luz. La plaza Mayor también estaba bonita con la iglesia, el palacio de los condes de Montalbán, los soportales que sujetan las casas. Me encantó, ha ganado mucho en los últimos años.

Buscaba en la plaza a mi amigo Luis, pero no lo encontré, así que decidimos prepararnos, dejar la mochila en el guardarropa y calentar un poco. Fue un breve calentamiento donde examinamos las calles por donde discurre la carrera en su salida. Al volver a la plaza, faltando diez minutos encontré a Luis y con él estuvimos hablando hasta que faltaba un minuto para comenzar la prueba que nos fuimos hacia la salida.

Es una carrera dura por lo que salí guardando un poco. Vi que delante de mí iba una chica llamada Cristina, que debía ser de la Puebla de Montalbán porque era jaleada por multitud de gente en diversos puntos del recorrido y curiosamente íbamos a un ritmo parecido. Nos fuimos adelantando unas cuantas veces. Yo sacaba algo de ventaja en la subida y ella me adelantaba en la bajada. En la segunda vuelta, casi acabando la bajada, faltando más o menos un kilómetro me adelantó y fue en ese preciso instante cuando sentí un pinchazo en el gemelo o quizás en el sóleo de la pierna derecha. Estando a un kilómetro de la meta no lo iba a dejar, así que bajé el ritmo y sólo apreté cuando entrando en meta vi que dos tipos iban querían sobrepasarme en los últimos metros y eso no lo iba a permitir.

Pasada la línea de meta miré el crono y vi que marcaba 34:10, mejor tiempo que el año pasado. Entonces pensé que si el año pasado había sido cuarto con un tiempo peor a lo mejor este año…

Me quité el chip y fui por el circuito hacia atrás para buscar a la amiga que había venido conmigo hasta allí. Cuando la vi, la animé y al llegar a la meta descubrió que había sido la ganadora de su categoría. Tremenda esta chica.

Después de beber una botella de agua y comer un plátano me acerqué al puesto de cronometraje de Evedeport para ver mi clasificación y me decepcioné un tanto porque había llegado el séptimo de mi categoría. Otra vez será.

Con mi buen amigo Luis estuve de cháchara mientras se entregaban los trofeos. Luego seguimos parloteando pero ya sentados y con un botellín en la mano. Pasamos un rato muy agradable.

II Carrera nocturna solidaria de Gerindote

En esta localidad toledana se celebra una carrera solidaria en favor de la asociación Afanion en la que toda la recaudación de la carrera se destina a esta asociación que según ellos mismos se definen en su página web como:

AFANION es la Asociación de Familias de Niños con Cáncer de Castilla-La Mancha y se constituyó el 19 de diciembre de 1995 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de este colectivo.

Es una ASOCIACIÓN SIN ÁNIMO DE LUCRO que nace de un grupo de padres que había atravesado la misma situación de tener un hijo afectado de cáncer.

Puestos a pagar el importe de una inscripción, mejor que vaya a una asociación que se dedique a estos temas solidarios.

Además de gente que iba a participar en la carrera, había otro grupo de personas, quizás más numeroso, que se había apuntado a una marcha, lógicamente también solidaria. También vendían objetos como bolis, pines, etc. para aumentar la recaudación.

A las ocho de la tarde empezaban las carreras de los más pequeños y a las nueve y media estaba prevista la carrera de los más mayores que constaba únicamente de dos categorías: seniors hasta los 39 años y veteranos desde los 40 en adelante.

Llegamos al pueblo cuando habían comenzado los pequeños, pero nos dio tiempo de sobra para cambiarnos, recoger el dorsal y calentar antes del comienzo de nuestra prueba. Había ido hasta allí con una amiga natural de esta localidad y los dos nos pusimos a calentar cuando quedaban veinte minutos para el comienzo, aunque calientes ya estábamos porque la temperatura a esas horas sobrepasaba los treinta grados, pero lo que nos llamó la atención es que trotamos únicamente kilómetro y medio y acabamos absolutamente empapados en sudor. Desde luego para correr era un día absolutamente inadecuado ya que hacía mucho calor y mucho bochorno.


Preparado para la carrera muy bien acompañado

No había corrido nada durante la semana ya que estuve de vacaciones. Y no sólo no corrí sino que me alimenté como un señor, ya que estando por el norte de España no puede uno andarse con contemplaciones. En Asturias le dimos fuerte al cachopo, que no eran cualquier cosa como se puede ver en la foto.


Cachopo de considerables dimensiones

Alguien podría pensar que es un ejemplar pequeño, pero comparando con las púas del tenedor puede hacerse una idea del tamaño del ejemplar.

El caso es que entre haber entrenado poco, haber comido mucho y el calor que hacía, no tenía muy claro hasta donde podía llegar, así que salí con cierta precaución, sin ir a tope ni mucho menos, tratando de no morir en el intento aunque tampoco arrastrarme.

Hice las tres vueltas de rigor adelantando alguno que otro y acabé los 6,2 km oficiales en un tiempo según mi cronómetro de 26:40 a un ritmo de 4:22 min/km. El GPS marcó 6,1 km por lo que sospecho la carrera debe medir 6 km y muy poquito.

Mi amiga consiguió llegar la primera chica de la carrera por lo que subió a lo más alto del cajón y fue obsequiada con un bonito trofeo y un rico jamón. No estuvo mal la visita.

Dos lustros

Hoy se cumplen dos lustros desde que empecé a escribir este blog. Es curioso como se pasa el tiempo, porque se han pasado estos diez años casi sin darme cuenta. Ya he escrito casi 1600 entradas y espero seguir escribiendo muchas más, esto indicaría que sigo corriendo aún y que no se me han pasado las ganas de escribir.

Y ya que no lo dice nadie, lo digo yo :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:

¡Larga vida al blog Correr es mi religión!

XXXVI Trofeo San Lorenzo

A las siete sonó el despertador. Me levanté, desayuné una rosquilla y una taza de café con leche y un poco más tarde de las 7:45 estábamos en el punto de encuentro donde ya estaban Joaquín y Emilio. Salimos con el coche de Emilio y a las ocho estábamos en Embajadores aparcando en Ronda de Valencia, muy cerca de la salida. Haciendo tiempo por aquí y por allí tuvimos la suerte de encontrarnos con otros dos compañeros pradolongueros.

Saludamos a unos y a otros, hablamos un rato y nos fuimos yendo a la zona de la llegada. Subí por la calle del doctor Piga al sitio donde montaron el guardarropa. Hice cola, pero enseguida cogieron la mochila. Tremendamente eficientes.


En la puerta de la Gatoteca, un sitio curioso en la calle Argumosa

Estuvimos un rato calentando y faltando poco minutos para la salida bajamos hacia Ronde de Atocha donde estaba ubicada la salida. Para los pradolongueros había dos duelos interesantes. Por un lado Ninfa y Joaquín se la jugaban y por el otro Emilio 2 quería asaltar el número 1 del otro Emilio.

Yo salí con Ninfa y Joaquín, aunque sabía que me acabaría quedando. Hicimos juntos el primer kilómetro, pero en la bajada de Ronda de Segovia se fue alejando Joaquín, quedándonos Ninfa y yo algo atrás. Y así estuvimos hasta el kilómetro seis donde Ninfa decidió ir a por Joaquín. Yo desde la mitad del recorrido ya iba bastante justo, así que cuando me quedé solo me relajé un poco, ya que no estaba por la labor de sufrir demasiado.

Fui viendo como Ninfa se iba acercando poco a poco hasta que en la Puerta del Sol se puso a la altura de Joaquín. Luego a los dos juntos los fui viendo mientras bajábamos por la Carrera de San Jerónimo hasta Neptuno y por el Paseo del Prado hasta Atocha, pero allí ya me sacaban bastante y yo iba muy cansado y con pocas ganas de nada.

Una vez pasada la Glorieta de Atocha no los volví a ver hasta que pasé la línea de meta donde Joaquín (43:30) me dijo que había ganado el duelo porque había apretado en la cuesta de la calle Argumosa y Ninfa (43:35) se había quedado un poco atrás. Ninfa demasiado hizo porque tenía un par de uñas muy fastidiadas de los entrenamientos de los últimos días.

En el otro duelo, Emilio I sigue siendo Emilio I porque el otro Emilio no fue capaz de ganarle, aunque cada vez se va acercando más. Emilio el number one hizo 49:11 y el otro Emilio un par de segundos menos de 50. La otra compañera pradolonguera llegó un poco después con muy mala cara. Y yo, que no había dicho nada, llegué prácticamente un minuto después de Joaquín, con un tiempo oficial de 44:28. Me sacaron un buen puñado de segundos en los dos últimos kilómetros.

Fue un día duro por varios factores. El principal es por la cantidad de cuestas que hay, pero además hizo calor y sobre todo, mucha humedad, lo que provocó que nada más pasar la línea de meta me quitase la camiseta, cosa que no hago nunca, pero había sudado lo que no está en los escritos. Luego cogí la mochila del ropero, fuimos a ver las clasificaciones y Joaquín cogió un mosqueo de narices porque pensaba que iba a subir al cajón y sólo pudo ser séptimo. Decía que con el tiempo que había hecho hubiese subido al cajón el año pasado. Ninfa, una habitual de los cajones, tampoco pudo subir ya que fue quinta de su categoría.

Antes de irnos del barrio de Lavapiés nos hicimos una foto los compañeros pradolongueros y unos cuantos allegados.


Pradolongueros y allegados después de la carrera

Después de estar por ahí mareando nos fuimos hacia los coches. En el de Emilio los cuatro que habíamos venido y en el otro coche el resto de pradolongueros. Nos acercamos a un bar del barrio a tomar algo para recuperarnos del esfuerzo y allí estuvimos un rato muy agradable disfrutando de la compañía.

Lo han vuelto a llenar

Hoy pasamos por Pradolongo y vimos que el estanque ya estaba lleno de agua o casi lleno, así que se acabaron las tonterías. Y bien que se acabaron porque Miguel había programado su reloj para hacer series. Todos nos preguntamos, ¿series en esta época con el calor que hace?

Pues sí, el tío había programado su reloj para hacer 1 minuto fuerte + 1 minuto de descanso + 2 minutos fuerte + 1 minuto de descanso + 3 minutos fuerte + 1 minuto de descanso y luego otros tres minutos fuerte pero descansando minuto y medio y ya bajando. Yo me quedé en los segundos tres minutos porque tenía que volver pronto a casa, así que me libré de parte del entrenamiento, aunque tengo la sensación de que lo más duro lo hice.

Es curioso lo lento que pueden llegar a pasar tres minutos cuando estás deseando que se acaben. Y lo rápido que pasa el minuto de descanso cuando quieres que no se acabe. Sorprendente lo de la subjetividad.

Entre que puse el cronómetro en marcha tarde y que me tuve que ir antes de la cuenta, el GPS sólo marcó 7,4 km aunque haría unos ocho. Mirando los tiempos por kilómetro, no parece que fuésemos excesivamente deprisa porque se ven tres kilómetros en 4:47, 4:48 y 4:41, pero puedo dar fe de que en algunos momentos que miré el cronómetro íbamos por debajo de 4:15.

Buenas condiciones para correr

Desde que empezó el mes de junio, poco más o menos, estamos saliendo a entrenar con temperaturas por encima de los treinta grados y bajo un sol de justicia; sin embargo hoy hacía un día fenomenal para correr ya que el cielo estaba nublado y la temperatura rondaba los veinte grados.

Había quedado con mi tocayo a las nueve de la mañana y cuando bajé ya estaba esperando con camiseta de tirantes y en chanclas. Me sorprendió que llevase este curioso calzado para correr, aunque no sería el primero seguramente. Cuando llegué donde estaba me dijo que las chanclas no eran para correr, sino que tenía un fuerte dolor de espalda y no podía ni ponerse los calcentines, así que me tocaría correr solo. Sólo queda esperar a que se recupere pronto.

Nos despedimos, puse en marcha mi cronómetro y partí rumbo al Parque Lineal atravesando Pradolongo. Aunque llevaba el GPS en la muñeca no se me ocurrió mirarlo en ningún momento, ya que iba sólo por sensaciones. Y me encontré francamente bien porque notaba que iba a un ritmo majo y no me costaba apenas esfuerzo.

Me vi tan bien que no me sorprendió demasiado cuando al acabar el entrenamiento y mirar el cronómetro observé que hice 12 km en un tiempo de 1:00:46 a un ritmo de 5:03 min/km. No es que sea el mejor entrenamiento de mi vida, pero acabé bastante contento y es que cuando la temperatura baja, mis ganas de correr aumentan.

Lo que menos me gustó fue el peso. Había conseguido mantenerme en mis «números» durante las vacaciones, pero hoy me llevé una desagradable sorpresa porque había aumentado de peso. Me dijo la báscula que tengo que adelgazar, que 70,2 kg son muchísimos.

Ya puestos a hacer el canelo

El martes atravesamos el estanque de Pradolongo aprovechando que estaba vacío y como hoy seguía sin agua, hemos vuelto a meternos y esta vez no nos hemos conformado sólo con pasarlo corriendo, sino que nos hemos puesto a hacer el canelo, colocándonos unos detrás de otros como si fuésemos en una barca de remos. Lo explico porque alguien puede ver la foto y pensar otras cosas más turbias.


Haciendo el canelo en el estanque de Pradolongo con la Iglesia Rota al fondo

Después de una primera vuelta tranquila, aprovechando para hacer el bobo en el estanque, hemos apretado un poco en la segunda, pero tampoco como para tirar cohetes, pero apretando de lo lindo en algunos tramos, como en la cuesta del ANDE o en los últimos 700 metros para quitar un poco la carbonilla de las piernas acostumbradas a trotar más que a correr.

Totalicé 9,7 km en un tiempo de 51:58 @ 5:20 min/km.

Como Dios

Dice la biblia que Jesús anduvo sobre las aguas del mar de Galilea. Hoy los componentes pradolongueros que nos hemos dado cita en el punto de encuentro hemos podido no andar, sino correr sobre el estanque del Parque de Pradolongo, como puede dar fe el track del GPS.


Ruta atravesando el estanque de Pradolongo

Pero lo nuestro tiene truco porque el estanque había sido vaciado para limpiarlo. Aunque dicen que lo de Jesús también tuvo truco porque algunos científicos dicen que posiblemente anduvo por un trozo congelado del mar de Galilea. Un extraño fenómeno que se hiele ese mar, pero que pudo suceder.

Esta parte del parque debía ser la única que nos quedaba por patear, así que la ocasión era única y, por lo tanto, la aprovechamos y tuvimos suerte de que fuimos inmortalizados en nuestra «hazaña».


Corriendo por el estanque de Pradolongo con el hospital Doce de octubre a nuestras espaldas

Con la tontería de atravesar el estanque, se nos fue un poco el tiempo, pero lo dimos por bueno porque hacía bastante calor y tampoco era cuestión de darse un buen sofocón. Completé 10 km en un tiempo de 54:55 @ 5:29 min/km.

Pude comprobar que la diferencia más notable en correr en Menorca y correr aquí es la sequedad brutal que hay por estos lares. Das cuatro pasos y ya tienes la boca más seca que la mojama. Menos mal que funcionan las fuentes de Pradolongo y paramos siempre en la segunda vuelta a refrescarnos. Si no fuese así, lo mismo alguno se quedaba por el camino.

Ni en vacaciones se descansa

He estado de vacaciones la primera quincena de julio, pero no por eso he parado. Es cierto que quizás he bajado el ritmo de entrenamiento, pero he seguido erre que erre. Voy a resumir en esta entrada los entrenamientos realizados durante estos días.

* El día 2 de julio salía el avión a Menorca, lugar donde habíamos pensado pasar unos días, pero como el avión salía tarde, no me impidió hacer 12 kilómetros por el parque Lineal. Hice los 12 km en un tiempo de 1:03:41 a un ritmo de 5:18 min/km. Un buen entrenamiento largo… Largo para lo que ando haciendo últimamente, que tampoco fue nada del otro mundo.

* El día 4 de julio ya en Menorca hicimos un entrenamiento por lo que llaman un Camí de Cavalls (camino de caballos) de los que hay muchos en Menorca. Descubrimos por casualidad este camino porque desde el hotel se observaba a gente corriendo, andando o en bici por ese camino y decidimos explorarlo. Prácticamente por la puerta del hotel pasa el Camí de Cavalls número 15, así que hicimos el primer entrenamiento por ese camino. Bueno, el primer entrenamiento y todos los demás que hicimos en la isla, porque el sitio merecía la pena. Ese primer día hicimos 9 km en un tiempo de 53:47 a un ritmo de 5:58 min/km. Puede parecer una birria de ritmo y lo es, pero el camino tiene su parte complicada cuando se aproxima a Santo Tomás con unas subidas y bajadas que hay que tomarse con mucha calma. Además ese primer día íbamos alucinando de la preciosidad del paisaje por la que transcurre ese camí de cavalls, con algunos tramos que pasas al lado del mar con bonitas vistas.


Perfecta señalización del Camí de Cavalls número 15

* El día 6 de julio hicimos nuestra segunda salida por tierras menorquinas. De nuevo utilizamos el Camí de Cavalls número 15 para nuestras correrías. El único problema de ese camino y de algunos otros, es que hay puertas que sirven para delimitar las distintas fincas y hay que pararse a abrir la puerta y luego dejar que se cierre con cuidado para que no de un portazo y acaben estropeándose, que alguna vimos que tuvieron que reparar. Este segundo día fue muy parecido al anterior ya que hicimos los 9 km en un tiempo de 53:09 a un ritmo de 5:54 min/km.


Una de las múltiples puertas del Camí de Cavalls 15

* El 8 de julio repetimos entrenamiento, aunque esta vez apretamos un poco los dientes. Iba con una amiga y me resultaba complicado seguir su ritmo. Creo que a nivel del mar no voy todo lo bien que me gustaría, acostumbrado a entrenar prácticamente todo el año en Madrid. Volvimos a correr 9 km pero esta vez en un tiempo de 51:46 a un ritmo de 5:44 min/km, que sigue siendo un ritmo tranquilo, pero repito que el camino no es precisamente llano. El hecho de que hiciéramos 9 km se debía única y exclusivamente a que a los 4,5 km, en el paseo marítimo de Santo Tomás, hay una ducha donde nos quitábamos un poco el sudor y era ese punto donde dábamos la vuelta. No llegamos al inicio del camino quince aunque estaba muy cerca de esa ducha. Tampoco era cuestión de hacer muchos kilómetros, sólo se trataba de mantener un poco la forma.


Una ducha perfectamente colocada

* El 10 de julio hicimos el cuarto entrenamiento por el mismo sitio. Este tramo del Camí de Cavalls transcurre casi todo el rato por un camino de tierra colorá, con alguna piedra y como una cuarta parte por el paseo marítimo de Santo Tomás. Paseo, todo sea dicho, que es una preciosidad. Entre entrenar por aquí y recorrer unos cuantos caminos más andando, porque esta isla es para andarla, llevábamos las zapatillas que daba pena verlas. Su lamentable estado no impidió que una vez más hiciéramos otros 9 km esta vez en un tiempo de 57:01 a un ritmo de 6:19 min/km. Un ritmo realmente lamentable, pero hay que tener en cuenta que paré en un montón de sitios para hacer fotos de este alucinante lugar de entrenamiento.


Zapatillas en perfecto estado de revista

* El último entrenamiento en esta preciosa isla balear fue el 12 de julio. Una vez más repetimos camino, pero esta vez con lágrimas en los ojos pensando que se acababan las vacaciones al día siguiente y eso se hace muy duro. No sé si sería por eso o porque el día anterior nos habíamos metido 19 km andando (desde Es Grau hasta el faro de Favaritx y vuelta), pero desde el comienzo me di cuenta que no iba, que me costaba seguir a mi amiga, aunque pensé que quizás mejoraría con el paso de los kilómetros, no fue así. Tenía las piernas muy cansadas y demasiado que no me sacaba más ventaja. A la vuelta iba peor que a la ida. Cuando llevaba siete kilómetros dije a la compañera de entrenamientos: voy como en el 38 de la maratón y quizás exageré un poco, pero estaba realmente muy cansado. Ella iba como siempre, más o menos, y es por ello que hicimos los 9 km en un tiempo de 53:10 a un ritmo de 5:54 min/km, más o menos al ritmo que habíamos hecho en estos entrenamientos en días anteriores.


Vista del mar desde el camino

* Al día siguiente cogimos el avión para Madrid y el último entrenamiento vacacional fue ya en los lugares habituales. Salimos en bici sobre las once y al ser tan tarde nos cruzamos con bastante gente. Como siempre, nos dio el aire de cara. Fuimos a San Martín de la Vega y me sorprendió cuando llegamos al San Marcos que no hubiese casi ciclistas. Casi todos los clientes eran vecinos de la localidad. Entre la ida y la vuelta hicimos 60 km en un tiempo de 2h41 a una velocidad prácticamente de paseo de 22,4 km/hora.

Y con este entrenamiento se acabaron las vacaciones, al día siguiente tocaba volver al trabajo. Por cierto, la isla de Menorca es una maravilla, absolutamente recomendable. Si te gusta andar puedes encontrar calas preciosas con poquísima gente. Y como muestra un botón.


Cala Binidalí, una de las muchas maravillosas calas menorquinas