Camino de Santiago. Etapa 4

La etapa original partía de Coca para llegar a Puente Duero, muy cerca de Valladolid, con 50 kilómetros de longitud y sólo 139 metros de longitud; sin embargo el final no fue el previsto.

Sonó el despertador a las 7:45, nos levantamos y desayunamos. A las nueve nos pusimos en marcha, pero en vez de coger el Camino nos fuimos por carretera hasta Villeguillo, ya que nos habían advertido que estaba muy mal para la bici, incluso nos lo dijo una señora que nos paró cuando salíamos del pueblo que nos contó que ella había llevado el albergue hasta hacía muy poco, que lo dejó porque se cayó, lo dijo enseñándonos el bastón y lo dijo con nostalgia, se la notaba en la cara.

Volvimos por la carretera por la que habíamos entrado el día antes sintiendo el fresco de la mañana. Pronto llegamos al cruce y allí fuimos a Villeguillo donde cogimos el Camino que al principio estaba muy bien y avanzábamos a buen ritmo, a unos 20 km/hora y sin esfuerzo. Pero a no mucho tardar el Camino se metió entre pinares y allí empezamos a luchar contra la arena, haciendo grandes esfuerzos para simplemente no caerte. Había algunos tramos que estaban mejor e incluso un tramo por carretera que cruzaba el Eresma y nos dejó en Alcazarén donde había una bonita ermita a la entrada del pueblo. Seguimos por el Camino hasta llegar de nuevo a una carretera por la que volvimos a cruzar al otro margen del Eresma. Pensábamos que ya no había arena, pero nos encontramos con algún tramo antes de llegar a Valdestillas donde nos encontramos con un paisano que iba en bici y que nos contó que era corredor pero que tenía las rodillas destrozadas y por eso montaba en bici ahora. Cruzamos con él, charlando, casi todo el pueblo, que nos dijo que tenía unos tres kilómetros y nos comentó que pasado el pueblo y vuelto a cruzar el río, esta vez el Adaja, se podía ir por la carretera porque el Camino no estaba muy allá. No le hicimos caso y nos fuimos por el Camino y estaba regular, con arena, y en algunos tramos era una estrecha vereda donde las alforjas iban golpeando los yerbajos. Se arregló un poco porque en esa estrecha vereda hubo un tramo que íbamos rodeados de jara y más dentro el pinar, por lo que el olor era muy agradable.

Entramos en Puente Duero por la carretera y pronto vimos el albergue. Entré con la bici, la aparqué y pronto llegó un tipo, que debía ser portugués por el acento, diciendo que el albergue abría a las tres y que ya podía ir sacando la bici de ahí. Además cuando me preguntó de dónde venía y le dije que de Coca, no me dijo que era una mierda de recorrido, pero seguro que lo pensó. Salió una señora diciendo lo mismo, que abrían a las tres y que podíamos comer en el restaurante de la esquina, pero que abrían a la una y media. Como faltaba aún una hora nos comimos el pan de higo y una barrita y decidimos irnos al próximo pueblo y que se quedaran ahí ese par. El próximo pueblo era Simancas, pero no vimos alojamiento adecuado, sólo unos hoteles muy caros. El otro que venía era Ciguñuela y allí sí que había albergue, así que montamos en nuestras bicis y volvimos al Camino maldiciendo a los encargados del albergue de Puente Duero.

Al salir nos metieron por otro pinar con mucha arena, bastante más que los anteriores y eso que pensaba que ya se habían acabado los dichosos pinares, pero no. Luego pillamos un carril bici, luego un cuestón y llegamos a Simancas donde cruzamos un río, el Pisuerga, por un puente muy largo. Después cruzamos por debajo de una autovía y empalmamos con una gran cuesta, una cuesta de narices para abandonar Simancas. Comenzó de nuevo el camino de tierra y después de un rato vimos una torre que se veía detrás de un monte. Imaginé que sería el pueblo al que íbamos y no me equivoqué, llegamos a Ciguñuela tras subir una rampa imponente, pero esta vez habían tenido el detalle de haberlo asfaltado, porque de lo contrario hubiera costado un montón subir. Vi que mi amiga iba muy fuerte porque no se quedó en la subida ni en la de Simancas, que era también dura, y en el llano iba muy bien e incluso pasó los tramos de arena francamente bien.

Después de 67 kilómetros y algo menos de cinco horas, al llegar al pueblo preguntamos a una señora por el albergue y nos dirigió al ayuntamiento donde entramos preguntando si nos sellaban las credenciales y por el albergue. Nos dijo el alguacil que fuésemos al número 24 de esa calle y que allí nos daban la llave y que en el albergue nos sellaban las credenciales. Estuvimos llamando al 24 y no abría nadie por que mi amiga subió al 42, el albergue, por si estuviera allí, pero tampoco. Ella buscó en internet el teléfono y llamó y… respondió el alguacil, con el que habíamos hablado anteriormente, que iba en un rato. No tardó mucho en llegar y nos llevó hasta La casa del maestro que así se llama el albergue, nos dejó la llave y apuntamos en un papel nuestros nombres… ¡Ah! Y pagamos 12 € por la estancia.

Dejamos las bicis en un pequeño patio y cuando llegamos a la habitación, donde había cuatro camas en dos literas, mi amiga se dio cuenta de que no había sábanas y le dio muy, muy mal rollo. Nos duchamos en un servicio muy sucio y nos fuimos a comer al único restaurante del pueblo donde daban de comer y la verdad es que comimos muy bien por un precio muy razonable.

Volvimos al albergue y estuve lavando la ropa en una pila que había en un patio interior donde habíamos dejado también las bicicletas y donde había unas cuerdas para colgar la ropa.

En vista de que no era posible acercarse a Valladolid, ya que el autobús sólo pasaba por la mañana, después de la siesta dimos una vuelta por ese minúsculo pueblo, hicimos unas fotos y comentamos el gran tamaño de la iglesia para un pueblo tan pequeño. Vimos también una curiosa fuente con varias estatuas, una de ellas un niño con un libro, otro niño inflando la rueda de una bici y de una chica con una bici en la mano, realmente curioso.

En esta curiosa fuente de Ciguñuela

Mi consejo es no parar en este albergue y por lo tanto en este pueblo porque el albergue estaba realmente asqueroso. Y si no hay más remedio parar si llevas un saco o algo para no ponerte sobre las sábanas que estaban todas usadas. Nos pareció muy desagradable.