Cuarta y última etapa entre Villar del Pedroso y Guadalupe. Sin lugar a dudas la etapa más dura por el desnivel. Había leído que los bicigrinos fueran mejor por la carretera en vez de por el camino. Así que salimos de Villar del Pedroso por la carretera en vez del camino ya cuesta arriba dirección Carrascalejo. Llevábamos poco tiempo pedaleando y ya veía a mi amiga que avanzaba poco y con un desarrollo muy corto. Me preguntó si ya estábamos subiendo el puerto, pero no empezaba hasta después de Carrascalejo. Cuando llegamos a esa localidad a mi amiga se le ocurrió la idea de ir por el camino en vez de la carretera y el camino estaba impracticable para el pedaleo por la pendiente del camino y el terreno, que eran pedruscos. Fue en ese camino, al meter el plato pequeño cuando se estropeó el cambio de mi bici. Nos pusimos a andar los dos y mi amiga iba tan cansada que en algunos tramos iba yo empujando las dos bicis. Noté que me dolía la cabeza y afortunadamente mi amiga llevaba Paracetamol, que había cogido de la casa rural. Me dio una pastilla y al poco se me pasó, menos mal. Tuvimos la fortuna que el camino desemboca en la carretera por la que íbamos originalmente y, por lo tanto, volvimos de nuevo al asfalto. Mi amiga subía un rato pedaleando y un rato a pie y así, poco a poco, llegamos a la cima del puerto de Arrebatacapas. Allí paramos, hicimos unas fotos y nos tiramos por la bajada buscando la localidad de Navatrasierra.
Después de pasar este pueblo la carretera seguía cuesta abajo y durante la bajada pudimos ir disfrutando del paisaje, que era espectacular por esa zona. Lo malo es que después de la bajada venía la subida del segundo puerto que nos había dicho una corredora que era más tendido. De nuevo subimos como el anterior, con mi amiga un rato a pie y otro rato pedaleando. El puerto es bastante largo, de algo más de once kilómetros, por lo que se nos hizo largo y duro. Poco antes de coronar paramos en una fuente a coger agua y comernos una barrita, el sitio era muy bonito, todo rodeado de verde, con agua corriendo y muy sombreado.
Coronamos al poco y nos lanzamos cuesta abajo. Había leído que en esa bajada sale un camino hacia La Calera y que era recomendable ir por allí. Así que un par de kilómetros después de la cima nos desviamos por esa pista de tierra y fue un gran error ya que era todo el rato subir y bajar, subir y bajar hasta poco antes de este pueblecito que llegamos por una buena bajada. Llegamos al pueblo y no sabíamos por donde seguir por lo que preguntamos a un señor que andaba por allí con su mujer y su hijo. Nos dijo el camino a tomar y nos advirtió que había muchas cuestas tanto para arriba como para abajo y duras. Por lo que había leído tenía la idea de que desde allí era ya favorable hasta Guadalupe, pero es como el individuo nos dijo, muchas subidas y bajadas. Nos encontramos con tres muros que tuvimos que subir a pie porque era imposible pedalear. Un primer muro de 600 metros, un segundo muro de 1,7 km y un tercer y último muro de algo más de medio kilómetro que ya nos metió prácticamente en Guadalupe, pero que aún no sabíamos si esa población a la que nos acercábamos era nuestro destino. Cerca del cementerio preguntó mi amiga a una señora que andaba por allí y nos dijo que sí, que era Guadalupe. Para entrar había otro fuerte repecho que subimos andando y ya dentro de la población preguntamos por el monasterio y nos dijeron que todo recto, que lo encontraríamos sin problemas.
Efectivamente, llegamos a la plaza situada delante del monasterio y lo primero que me sorprendió es la cantidad de gente que pululaba por allí haciéndose fotos, entrando en la iglesia, sentados en las terrazas y paseando por allí. Nos hicimos unas cuantas fotos y mi amiga entró a ver a la virgen mientras yo vigilaba las bicis. Cuando salió entré yo y vi a la virgen, muy morena ella. Al salir de allí fuimos a una de las terrazas cerca de la fuente y me metí entre pecho y espalda dos jarras grandes de cerveza que me sentaron de vicio.
Así acabó nuestra peregrinación a Guadalupe. Cuatro días en los que he disfrutado como un enano. Me encantó el viaje. Me están dando ganas de hacer el Camino de Santiago también en bici saliendo de Madrid.