Con los dedos de una oreja

Ayer no salí a correr porque estuve de cumpleaños. Mi madre hizo 78 añitos. No está en su mejor momento, pero ya vendrán tiempos mejores. Seguro.

Como no salí ayer, decidí salir hoy. Como los viernes salgo antes, poco después de las cuatro de la tarde me puse en marcha.

Era un momento del día un poco asqueroso porque llovía y hacía un aire bastante desagradable. Tan feo estaba el día, que los corredores con los que me crucé en la primera vuelta se podían contar con los dedos de una oreja.

Después de la primera vuelta, cuando ya llevaba algo más de cuatro kilómetros y había dejado de llover, me crucé con el único corredor que vi durante el entreno. Bravo por él.

Cuando acabé la segunda vuelta el Garmin se apagó. La batería se terminó. Últimamente dura cada vez menos. Está llegando al final de su vida. Cosas de la absolescencia programada.

Como el domingo hay carrera, hoy me lo he tomado con tranquilidad, rodando a un ritmo de 5:20, poco más o menos.  Así he completado tres vueltas a Parque Sur haciendo nueve kilómetros en un tiempo indeterminado.