¡Qué se pensaba ese bordillo!

Ayer fuimos a San José, a visitar sus afamadas playas de Genoveses y Monsul. Llegamos primero a Genoveses, aparcamos el coche convenientemente -después de pagar cinco euros- y nos dimos un agradable baño. La playa estaba ideal: límpisima y con el agua a una temperatura agradable. Tanto que hicimos una buena «nadada», unos ochocientos metros, calculo a ojo. Lo malo es que acabé con dolor de cabeza de tanto sacar y meter la testa.

Lo más gracioso vino después del baño. Al ir a coger el coche di una bonita patada a un bordillo, ¡qué se pensaba ese bordillo! y no sólo el borde de la acera quedó marcado para siempre jamás, sino que el dedo pequeño del pie derecho me dolió horrores -es el problema que tiene ir con chanclas- y fue poniéndose de un bonito color malva… que fue tornándose color tinto de verano según pasaban las horas.

dedo-tinto-verano
Dedo pequeño a juego con la uña del dedo gordo

No tenía claro si iba a poder correr hoy. Me levanté con ese color tan llamativo en el dedo, pero no me dolía en exceso cuando me calcé las zapatillas. Empecé a correr y aunque me molestaba, podía hacerlo sin excesivos problemas excepto en las bajadas, que me dolía bastante y me quedaba atrás. Además, no sé muy bien el motivo, hoy amanecí con las piernas cansadas y me costó entrar en calor. Y calor, hoy hacía mucho calor, más que estos días anteriores. O al menos así me ha parecido.

Aún así fui capaz de hacer 9 km en 47:54 @ 5:19 min/km