XXXIV San Silvestre vicalvareña

Un año más y ya van nueve, he acabado el año participando en la San Silvestre vicalvareña. Me sigue pareciendo una carrera entrañable y seguiré participando siempre que pueda. Lo tiene todo: comienza tarde para no madrugar en exceso, se recoge el dorsal, el chip y la camiseta el mismo día de la carrera, hay cómodos vestuarios y guardarropa, te puedes duchar después de la carrera, es barata, no hay mucha gente, ¿alguien da más? La única pega, por decir algo, es que el recorrido es duro, pero eso se soluciona tomándoselo con calma.

Nos acercó Emilio II y llegamos aproximadamente con una hora de antelación. Curiosamente, debió ser ese momento el crítico porque las colas para recoger el chip y el dorsal eran bastante largas, pero minutos después de recoger chip y dorsal, las colas se redujeron a la mínima expresión. Nos cambiamos, hice mis necesidades y estuvimos buscando a Emilio II para la foto de rigor, pero no fuimos capaces de encontrarle, así que me hice la foto únicamente con la compañera pradolonguera.

San Silvestre vicalvareña 2013

Salí con la idea de acompañar a mi amiga durante el recorrido y así lo hice. Aunque el día era un tanto desapacible para estar de espectador, había cantidad de ellos, tanto en la calle San Cipriano como en la calle Villablanca. ¡Un hurra por ellos!

Estuve con ella hasta que faltaba kilómetro y medio para llegar a meta que me descolgué y desde entonces me dediqué a chocar los cinco a todo niño que me iba encontrando. Entré en meta con un tiempo oficial fue de 39:45 algo peor que los 39:24 que hizo mi compañera de fatigas.

Después una ducha en el vestuario y de vuelta para casa que había que cantar unos villancicos para celebrar la Nochevieja.

Una mazapita

Contaban del gran atleta toledano José Luis González cuando se dedicaba a esto del correr que el único lujo alimenticio que se permitía durante las navidades era comerse una mazapita. Como yo no me dedico a este negocio, me como más de una mazapita en estas fechas. Pero vamos, bastante más. Esta semana ha sido muy complicada: cena de Nochebuena, comida de Navidad y ayer un buen cocido. Buen cocido, pero carísimo. Si alguien piensa ir a comer cocido que no vaya nunca a la cervecería Cruz Blanca, que te clavan de una manera bárbara. Yo desde luego no vuelvo ni aunque me inviten.

Nos es de extrañar que después de estos excesos esta mañana la báscula marcara 71,3 kg que son ¡¡¡dos kilos más que la semana pasada!!! Tenía pensado ponerme en serio con la comida después de estas fechas, ¡pero tengo que empezar ya!

Y hablando de mazapitas. Sin duda el mejor mazapán que he probado es el que hace la familia Manzanero en San Martín de Pusa. No tiene nada que ver con lo que venden por ahí diciendo que es mazapán. Esto es lo auténtico.

caja-mazapan
Mazapán Manzanero, ¡delicioso!

Me levanto por la mañana, abro la ventana y observo un sol espléndido, tanto que se me pasa por la cabeza salir en pantalón corto, pero en un momento de raciocinio me doy cuenta de que puede ser engañoso y opto por las mallas largas, ¡menos mal!

Salimos tarde, sobre las once y media, con la idea de hacer 20 km y no dejarlo para mañana domingo y que el martes, en la San Silvestre, estén las piernas cansadas. Nos dirigimos hacia el Parque Lineal, dudando si hacer este parque o tirar hacia Madrid Río como el día de Navidad. Al final optamos por el Parque Lineal para no tener que pelearnos con la gente.

Como últimamente, el tendón de aquiles de la pierna derecha me duele, suele hacerlo hasta que entra en calor y deja de hacerlo, pero esta vez es diferente. Sobre el kilómetro tres, entrando en el Parque Lineal, noto más dolor de lo habitual. Me callo, aprieto los dientes y trato de seguir la estela de mi compañera de entrenamientos. Ella va eufórica, demasiado deprisa diría yo, haciendo kilómetros a un ritmo cercano a 5:15 sin despeinarse. Me cuesta seguirla, pero no digo nada.

Llegamos al kilómetro ocho y pocos metros después nos damos la vuelta y ahí nos damos cuenta de que el ritmo vivo era debido sobre todo al aire a favor que llevábamos. Ahora nos quedan todavía doce para terminar y el aire en contra. Se va a hacer duro, seguro.

La ida y vuelta son 16 km, así que tenemos que meter cuatro en algún sitio. Volvemos a la fuente junto a la entrada del parque, paramos a beber y hacemos una revuelta por esa zona del parque tratando de meter kilómetros. Me duele el tendón, también la rodilla, el aire es asqueroso y además no hago más que pensar en comer, que he salido sin desayunar. Mi compañera piensa más en beber y también va un poco harta.

Acabamos la revuelta «extra» y nos queda subir desde el río hasta casa. La subida tiene su miga, sobre todo si ya vas en la reserva. Así que van cayendo segundos casi sin darnos cuenta. Yo estoy hasta las narices de este entrenamiento mierdoso. ¡Tengo ganas de llegar a casa!

Pasamos el parque de Pradolongo y ya queda poco para terminar. Apretamos para terminar el último kilómetro y resulta como el último kilómetro de la maratón que parece que esprintas y te mueves a ritmo de tortuga. Sólo hay que ver que este último lo hacemos en 5:42.

Al final hemos conseguido completar los 20 km previstos en un tiempo de 1:47:32 @ 5:23 min/km. Lo mejor de este entrenamiento ha sido conseguir superarlo cuando todo se pone en contra. Esa es la filosofía de la maratón: avanzar superando todos los obstáculos.

Ya si que no tengo más remedio que visitar a Josefa, la molestia en el tendón ha sido exagerada. A este paso no llego a la maratón sano.

Tercer día seguido

Si ayer eran dos días seguidos corriendo, con el de hoy hacen tres, pero es que mañana no voy a poder salir. Tantos días seguidos suponen mucha carga para mi rodilla y mi tendón de aquiles.

Hoy también nos hemos juntado un buen grupo de pradolongueros y hemos hecho una primera vuelta muy, pero que muy, despacio (5 km en 29:31). Íbamos tan despacio que el tendón me dolía horrores, así que en la segunda vuelta he empezado a apretar tratando de alcanzar el ritmo umbral, que anda por 4:26; sin embargo, no me ha resultado fácil, a duras penas conseguía bajar de 4:30. Han salido esos últimos cinco kilómetros: 4:28, 4:29, 4:33, 4:31 y 4:30. Así que esta segunda vuelta ha sido en 22:31 ¡¡¡siete minutos menos que la primera!!!

Al aumentar el ritmo, ya no me dolía el tendón, pero sí la rodilla. Está claro que me he pasado de ritmo, que ni tanto ni tan calvo. Después de diversas pruebas, creo que entre 4:45 y 4:50 está mi ritmo «bueno».

En total han sido 10 km en un tiempo de 52:02 @ 5:12 min/km. Eso sí, la primera vuelta a 5:54 y la segunda a 4:30.

diferencia-ritmo
Obsérvese la diferencia entre los primeros cinco y los segundos

Y hoy es Navidad

Hoy es Navidad y he salido a correr después de haberlo hecho ayer. Es la primera vez que corro dos días seguidos desde que estuve preparando la maratón de Madrid, pero un día como hoy es casi obligación hacerlo después de una opípara cena y que después de la carrera nos espera una también opípara comida. Demasiados excesos en estas fechas se cometen.

Ayer estuvo lloviendo y esta mañana también ha amanecido igual, por lo que hemos ido a Madrid Río en vez de correr por alguno de los parques. Cuando llueve tiene dos ventajas ir por este sitio, ya que hay poca gente y no hay charcos. ¡Hay que aprovechar!

Efectivamente, ni había charcos ni había gente, así que hemos corrido muy a gusto, aunque el viento se notara en algún tramo. Con la idea de quemar cuantas más grasas mejor hemos llegado hasta los 14 km en un tiempo de 1:15:58 @ 5:25 min/km.

Confío en que estas carreras compensen con la ingesta de alimentos. Ya veremos.

Hoy es Nochebuena

Hoy es Nochebuena y nos hemos juntado un buen número de pradolongueros para celebrar este señalado día corriendo, ¡cómo debe ser!

Es el día típico de ir de bar en bar cantando villancicos, así que hemos quedado tempranito para acabar cuanto antes y quedar con los amigos.

Ha sido un día muy tranquilo, dando las dos vueltas de rigor y deseándonos feliz navidad. En total he completado 10 km en 58:34 a un ritmo espeluznante de 5:51 min/km.


Esto de los villancicos es una tradición que se está perdiendo, pero todavía quedan algunos que siguen cantando en estas fechas.

Así que aprovecho para poner algunos villancicos, aunque más bien son coplillas populares:

Nochebuena, nochebuena,
cuanto tardas en venir
para ver a los borrachos
de la taberna salir

Sale uno, salen dos,
salen tres y salen cuatro,
pero no sale mi padre
que es el rey de lo borrachos

A tu puerta hemos llegado
cuatrocientos en pandilla
si quieres que nos sentemos
saca cuatrocientas sillas

En el portal de Belén
hay un hombre haciendo migas
se le cayó la sartén
y acudieron las hormigas

En el portal de Belén
hay un hombre haciendo botas
se le cayó la navaja
y se cortó las pelotas

En el portal de Belén
hay un hombre coscarrudo
que tiene las uñas negras
de tanto rascarse el culo

En tu puerta me cagué
pensando que me querías
y ahora que ya no me quieres
dame la mierda que es mía

En tu puerta me cagué
porque me vino la gana
ahí te dejo ese clavel
para que lo huelas mañana

XI Carrera del aceite

La carrera del aceite, que este año celebraba la undécima edición, se celebra en Los Navalmorales, localidad situada entre las estribaciones de los Montes de Toledo. Afortunadamente la carrera comienza tarde -a las doce de la mañana salen los más mayores- porque de lo contrario el madrugón que hay que pegarse para llegar hasta allí desde Madrid es de órdago, teniendo en cuenta que hay 130 km de distancia.

No es casualidad ni capricho el desplazarme hasta aquí, sino una buena excusa ya que en este pueblo estuve viviendo los primeros nueve años de mi vida y hasta los veinte estuve viniendo con frecuencia. Cuando me voy acercando y empiezo a ver esa tierra roja llena de olivares el corazón se me acelera.

Los Navalmorales nos recibió con un día frío aunque soleado y con niebla… ¿digo niebla? No, era el humo que soltaban los molinos de aceite que estaban en plena faena.

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Molino de aceite llenando el cielo de humo

Llegamos poco después de las once de la mañana, recogimos el dorsal rápidamente y nos pusimos a calentar, que el frío se hacía notar. Dimos una vuelta al circuito de 1,6 km para comprobar, una vez más, que la cuesta con la que nos obsequia la organización es dura, muy dura, sobre todo al hacerla en carrera. Después de reconocer el circuito, nos despojamos de la ropa sobrante, hicimos un poco más de calentamiento, luego unos estiramientos y a la línea de salida, donde unos 150 corredores nos dábamos cita.

La organización, muy generosa, obsequia con 25 litros al primero de cada categoría, 20 litros al segundo, 15 al tercero, 10 al cuarto y 5 litros al quinto, por lo que hay que luchar todo lo que se pueda para llegar lo más adelante posible. Dado que yo tengo el cero por ciento de posibilidades de llevarme nada, ¡qué mejor que acompañar a una amiga que podía luchar por llevarse algunos litros de aceite!

Dieron la salida y al ser tan pocos corredores, enseguida coge cada uno su sitio en carrera. Pronto observé que una contendiente seguía los pasos a mi compañera de viaje. En esta prueba es interesante batirse el cobre porque un puesto más o menos supone cinco litros de aceite. Así que observaba por el rabillo del ojo la situación de carrera. La otra chica no se despegaba de nosotros e incluso en la primera vuelta pasó por delante, pero todavía quedaban dos para intentar solventar el problema.

La cuesta arriba nos vino bien porque allí mi acompañante conseguía despegarse unos metros, aunque luego los perdía en la bajada, por lo que se puede decir que al término de la segunda vuelta la situación estaba en tablas; sin embargo, en la cuesta de la tercera y última vuelta, consiguió sacar algún metro más y nuestra competidora ya no fue capaz de alcanzarnos, por lo que mi amiga consiguió alzarse al tercer puesto del cajón y llevarse quince litros de aceite que al precio que anda, es un buen trofeo.

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Posando con el trofeo y los quince litros de aceite

Llegamos a meta con un tiempo algo superior a los 23 minutos, más tiempo que el año pasado, pero teniendo en cuenta que este año el entrenamiento está enfocado a la maratón, las carreras cortas son más un hándicap que otra cosa. Además, según me comentó mi amiga, la media de Villaverde del domingo pasado le había dejado las piernas algo cansadas.

Como curiosidad, decir que la prueba femenina fue ganada por segundo año consecutivo por la china Dong Liu que fue campeona del mundo de 1500 en Stuttgart en el año 1993. Todo un honor para este pequeño pueblo toledano contar entre los ganadores de su carrera con una atleta de tanto nivel.

Por mi parte, decir que ayer la báscula marcaba 69,3 kg por lo que consigo alejarme un poco de esa barrera psicológica de los setenta kilos, ya veremos si en esta semana navideña consigo «aguantar» el peso.

Entrenamiento matinal

Ayer jueves no pude salir con los compañeros a entrenar y aprovechando que hoy tenía el día libre he salido por la mañana con la idea de hacer más kilómetros de lo habitual ya que el domingo hay carrera y es de poca distancia.

Hacía tiempo que no era capaz de dormir ¡once horas! así que cuando me he despertado me he quedado alucinado al mirar el reloj. Desayuno, preparación y a eso del mediodía en marcha hacia el Parque Lineal con la idea de completar catorce kilómetros al ritmo que me marcasen las piernas.

Era un día muy agradable, la temperatura algo fresca pero el sol calentando lo suyo. No había mucha gente por el parque, pero me he cruzado con alguno que otro que también había salido a entrenar, está claro que da igual el día o la hora, que siempre hay gente dándole a la zapatilla, no es casualidad, por lo tanto, que las carreras populares gocen de tanta participación. Sin ir más lejos, el pasado sábado se celebró en Madrid la carrera de Papá Noel donde participaron casi seis mil personas todos vestiditos con el traje típico de este personaje, barba incluida.

A la ida el aire me daba de culo y avanzaba casi sin darme cuenta, pero cuando me di la vuelta para volver a casa descubrí que esa facilidad era gracias a Eolo y no a mis piernas. Siempre que voy de vuelta echo un vistazo a ese precioso olmo conocido como el abuelo, que ya ha perdido casi todas las hojas, aún así se muestra imponente.

De esta forma, disfrutando del sol y pasando algo de frío en las zonas sombreadas completé 15 km en un tiempo de 1:14:58 @ 4:59 min/km. Con muy buenas sensaciones aunque con alguna ligera molestia en el gemelo izquierdo, parece que las piernas todavía están algo castigadas de la media.

¡Agujetazas!

Me parece que sí, que la media de Villaverde era bastante dura porque he tenido unas agujetas de padre y muy señor mío. De hecho, cuando he salido a correr no tenía claro que fuese a ser capaz de dar cuatro zancadas seguidas; sin embargo, no hay nada mejor para las agujetas que una buena carrerita de recuperación.

Y no sólo era cosa mía, todos los que habíamos participado el domingo domingo estábamos igual, con las piernas doloridas, en mi caso eran los cuádriceps y los gemelos los más castigados.

De esta forma, nos tomamos el entrenamiento muy relajadamente, haciendo bastantes kilómetros por encima de seis minutos. Tanto es así que el GPS registró 9,29 km en un tiempo de 54:39 a un ritmo demoledor de 5:53 min/km.

El domingo, después de la media de Villaverde fuimos un buen grupo de pradolongueros a comer, para celebrar la Navidad. La comida estuvo muy bien y la compañía, francamente inmejorable.

¡La queimada fue la guinda del pastel! Salió rica, rica.

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Quemando con habilidad el alcohol del orujo

XXX Media maratón de Villaverde

Hoy he participado por primera vez en esta media maratón que es una de las más antiguas de Madrid. Resulta curioso que no haya participado nunca estando la línea de salida relativamente cerca de casa, pero siempre coincide con la época de diezmiles y nunca me ha motivado mucho hacer tanta distancia por esta época. Esta vez, sin embargo, es distinto, hay una maratón cercana y hay que hacer kilómetros a cascoporro.

Nos acercamos un buen número de pradolongueros a la carrera y sin haber quedado en ningún sitio y a ninguna hora nos fuimos encontrado poco a poco y nos dio tiempo más que de sobra para hacernos una bonita foto.

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Pradolongueros en Villaverde… con algún añadido, foto cortesía de Macu

Desde la media maratón de Getafe no corría ninguna carrera «libre», es decir, sin acompañar a nadie, así que no tenía ni idea de qué tiempo podría hacer en una media maratón. Me conformaba con hacer sobre 1h38 que pensaba me hubiera llevado a estar cerca de Emilio, el incombustible. El otro objetivo, el más importante, era tratar de hacer cada metro de la carrera pisando de metatarso y dando zancadas cortas.

Comenzó la prueba algunos minutillos después de las nueve horas y aunque el primer kilómetro fue algo lento, luego fui cogiendo un ritmo rápido, vigilando que la rodilla no me molestase. Cuando llevaba unos seis kilómetros, en pleno Parque Lineal, iba viendo a los corredores que me antecedían y observaba el vaho que soltaban a respirar [modo paja mental=on] empecé a pensar que me quitaban el oxígeno, que lo único que me entraba en los pulmones era el anhídrido carbónico que exhalaban, eso me llevó a pensar en la formulación química, ya que el anhídrido carbónico (CO2) de toda la vida, ahora es dióxido de carbono o más moderno todavía: óxido de carbono (IV) [modo paja mental=off]. Se nota que no llevaba acompañante y mi mente no hacía más que pensar en otras cosas para hacer la carrera más llevadera.

No llevaba reloj, por lo que no sabía el ritmo que llevaba, así que me sorprendió cuando al pasar el kilómetro 10 uno de los que iban delante de mí comentó a su compañero que habíamos pasado en 45 minutos. ¡Buf! Era un ritmo bastante exigente para mí y no sé si fue esa noticia o que no había entrenado kilómetros a ese ritmo, pero desde ese punto hasta el kilómetro 13 ó 14 no lo pasé nada bien, notando flojedad en las piernas y dando vueltas a la cabeza si debía seguir a ese ritmo, con el riesgo de reventar kilómetros más adelante, o aflojar un poco. Yo creo que seguí más o menos a la misma velocidad, aunque ahora el recorrido ya no era por el parque y se internaba por las calles de Villaverde, donde fuimos obsequiados con bonitas subidas y bajadas, que hicieron que la segunda parte de la prueba fuera dura, muy dura, más que el año anterior según comentaban en línea de meta.

No debía ir demasiado mal porque no me adelantaba mucha gente y yo iba pasando a alguno que otro. Me sorprende que en cualquier carrera a la que he ido, a cualquier ritmo que haya llevado siempre aparece alguno en los últimos kilómetros que va a un ritmo de ganador de la prueba o casi. No sé si se toman la carrera como un entrenamiento empezando muy despacio y terminando muy deprisa o es simplemente su manera de correr, porque no es que vayan de menos a más, es que van que «muy» menos a «muy» más. Curioso.

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Corriendo por las calles de Villaverde, foto cortesía del Korrecaminos

De esta forma, con pequeñas subidas y bajadas, curvas, contracurvas y alguna que otra larga recta, llegamos a la calle donde se dio la salida y contemplamos todos horrorizados la cuesta final con la que nos había obsequiado la organización, que se hizo laaaaaarga. Ahí me di cuenta de que tengo que fortalecer abdominales y lumbares porque al tratar de subir notaba como tiraba la zona lumbar. Aún así no se me dio mal del todo la subida aunque protestaran los lumbares y me presenté en meta con el reloj casi marcando 1h36 minutos. El tiempo oficial dado por la organización es de 1:35:50 bruto y 1:35:28 neto. Bastante mejor de lo que yo pensaba aunque lejos de la media de Getafe de principio de año, aunque tengo claro que con la rodilla en este estado ya no volveré a acercarme a los registros que hice estos últimos años.

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Llegando a meta, foto cortesía de la revista RunOnline

Lo peor de la carrera las agujetas que tengo cuando escribo estas líneas en cuádriceps y gemelos y las rozaduras en los muslos y eso que me eché vaselina. Pero la vaselina era del Mercadona y parece que no es igual que la de la farmacia.

Antes de salir de casa me había subido a la báscula. Ésta marcaba 69,8 kg que es bastante pero al menos he conseguido bajar de los setenta kilos que es el peso al que nunca debería llegar.

Por cierto, esta semana sólo he corrido hoy. Al paso que voy a sufrir en la próxima maratón.

Me pasé de frenada

Reconozco que el dulce me pierde. Algunos tiran más por lo salado, pero el dulce es lo más para mí, así que cuando llegan estas fechas, me pongo las botas. Como he estado corriendo con regularidad, pensaba que la ingesta de estos productos navideños iba a pasar desapercibida, pero lógicamente, me he equivocado. Hoy la báscula marcaba 70,3 kg muy lejos del peso en el que estaba hace dos años cuando participé en la maratón de Málaga que ha sido una de las veces que más delgado he estado. Hoy hay ¡¡cuatro kilos de diferencia!! con aquel entonces.

Remordiéndome la conciencia y prometiéndome a mí mismo controlarme, he salido a realizar la tirada larga de la semana. Como en estas últimas semanas, el destino es el Parque Lineal, a disfrutar de este bonito y, me atrevería a decir, desconocido parque. Es cierto que el día amaneció muy fresco (dicen a que a las 8:30 en la Casa de Campo había -5º) pero a las once de la mañana y por estos lares la temperatura era más agradable y daba gusto sentir el sol en la cara. Y dado que el día era más que aceptable, había un montón de bicicletas circulando y lo que más me ha llamado la atención es que había muchas chicas corriendo, tanto o más que chicos.

Hoy, como tocaban 18 km, el parque se nos queda pequeño y hemos optado por salirnos del circuito del Parque Lineal y tirar por el camino que transcurre junto al Real Canal del Manzanares hasta que el GPS marcaba nueve kilómetros. En ese punto, vuelta al lugar de partida para completar los 18 km que hemos recorrido en 1:36:44 a un ritmo de 5:22 min/km.