Por fin acabó septiembre y sus treinta días. Este mes de septiembre ha sido un mes complicado deportivamente hablando. Realmente no ha sido más que la consecuencia de estar lesionado y no parar porque ya en agosto el tendón me molestaba y seguí erre que erre. Conclusión: a pagar en septiembre los deslices de agosto.
Estuve la primera semana en la playa y me pasé esa semana yendo y viniendo entre Gandía y Oliva, caminando descalzo por el borde la playa. Estos paseos playeros castigaron más mi maltrecho tendón.
Anduve también algún día con la bicicleta y la verdad es que sobre las dos ruedas el tendón no sufre, aunque al forzar algo me molestaba la rodilla -la condromalacia sigue ahí-.
Al final acabé yendo el día 16 a visitar a Josefa para ver si podía hacer algo. Me diagnosticó un bonita tendinitis en el tendón de aquiles, algo a lo que no son ajenos ninguno de los dos tendones. Me dijo que ni se me ocurriera seguir con calzado sin talón elevado, que estirase, que me diese automasajes y que no olvidara el hielo.
En resumen, que me olvide del minimalismo. De este modo, acaba como fallido el segundo intento después del intento del pasado año. Creo que después de un segundo, no habrá un tercero y que tendré que buscarme otra opción si quiero correr sin molestias en la rodilla. Tendré que tratar de aplicar la técnica de correr descalzo corriendo con zapatillas amortiguadas, buscando quizás aquellas de menos amortiguación, pero que me levanten un poco el talón y no vaya con el tendón demasiado tirante.
Después de esta visita a Josefa, me olvido de correr (de intentarlo al menos) hasta octubre y lo más que hice fue salir a andar, pero de paseo, nada de apretar el paso. Cuando vea que la molestia es mínima, trataré de correr un poco.
Lo más positivo, atléticamente hablando, de este mes de septiembre no está relacionado con mi persona. El domingo 22 de septiembre la mitad de mi familia participó en el SERTRI, en Madrid. Una grandísima experiencia para ambos. Y una gran satisfacción para mí.