Hasta el puente «colorao»

Hoy tocaba hacer 24 km ya en pleno periodo de tapering. Salimos algo tarde de casa y se nos ocurrió la genial idea de ir por Madrid Río, ya que mi compañera de entrenamientos dominicales opina que yendo por esta zona es más entretenido que hacerlo por otras donde hay menos gente. Cierto es que hay más gente, pero lo de ayer era a todas luces exagerado. Ir por esta zona de Madrid era ir haciendo slalom tratando de esquivar paseantes, bicicletas y otros corredores. Lo peor, con diferencia, las bicicletas que van a una velocidad excesiva para ir por donde van.

Después de atravesar el paseo de Madrid Río de sur a norte, llegamos a la Casa de Campo y decidimos entrar en dicho parque por el Paseo del Embarcadero, hasta llegar a las inmediaciones del Lago. Estuvimos negociando si tirar hacia el oeste y salir de la CdC por el zoo (mi opción) o seguir paralelos al Manzanares hasta completar 12 km y dar la vuelta por el mismo sitio (opción de mi compañera). Al final se impuso la opinión ¿saben ustedes de quién? Efectivamente, la segunda, por lo que seguimos por el Paseo Azul hasta la Plaza de las Moreras, para poco después de sobrepasar esta plaza girar a la izquierda para coger el Paseo Marqués de Monistrol (no confundir con la calle del mismo nombre). En ese punto, el camino se pone cuesta arriba y aunque en plena cuesta llegamos al kilómetro 12 del recorrido, decidimos seguir un poco más hasta llegar a uno de los puntos curiosos de la Casa de Campo.

Estoy convencido de que muy pocos madrileños conocen la existencia de un acueducto en la Casa de Campo. Curiosamente, aún siendo una obra concebida para el transporte de agua es conocido como el puente «colorao». Este acueducto se construyó en 1923 por Juan Moya con la idea de llevar agua a las explotaciones agrícolas de la Casa de Campo. Desconozco si en la actualidad este acueducto sigue en uso, pero no deja de ser sorprendente encontrar en plena naturaleza, en medio de este enorme parque, una obra de estas características.

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El puente colorao

Aunque el recorrido por el Paseo Marqués de Monistrol es cuesta arriba, fue una verdadera maravilla recorrerlo porque el parque está precioso todo lleno de flores amarillas que se encuentran por doquier, algo inimaginable. Reconozco que no tengo ni idea del nombre de estas flores, pero me encanta verlas.

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Flores amarillas

En el puente colorao, parada para hidratarnos, para que mi compañera se avituallara con una ampolla de glucosa y para hacer unas fotos. Después, vuelta por donde habíamos venido y aunque nos cruzábamos con corredores y bicicleteros por la Casa de Campo, la cosa iba bien hasta que llegamos al Paseo del Embarcadero donde había una enorme cantidad de gente que no era sino el presagio de los que nos íbamos a encontrar en Madrid Río. Porque si a la ida era complicado avanzar con tanto personal, a la vuelta era una cosa fuera de lo normal. Había que hacer paradas cada dos por tres porque la gente te cerraba y era imposible avanzar. Pero bueno, íbamos entretenidos entre unas cosas y otras.

Al llegar al Parque Lineal, otra paradita en la fuente para refrescarnos e hidratarnos y afrontar el último par de kilómetros con energía, que la subida al Doce de Octubre se las trae. Hicimos esa subidita y desde allí nos lanzamos hacia el Pradolongo donde efectuamos el último kilómetro a buen ritmo. Mi compañera acabó fuerte el entrenamiento aunque el calor nos castigó sin ninguna clemencia. De esta manera recorrimos los 24 km en un tiempo de 2:09:44 @ 5:24 min/km. Un ritmo más que interesante para el día que hizo y los kilómetros que nos metimos.

Hoy ha sido el segundo día que corro con conocimiento de que mi rodilla está hecha cisco. Tengo ganas de hacer la maratón y parar hasta que remitan los dolores y me replantee qué voy a hacer a partir de ese momento. Como primeras medidas: pongo más énfasis en fortaleces cuádriceps y he eliminado un día de entrenamiento, de esta manera no corro dos días seguidos.

Ayer subí a la báscula y me dio una mala noticia. Marcaba 68,8 kg y una de las cosas que tengo que plantearme muy en serio es bajar de peso, no sólo mantenerme, ya que menos peso, menos sufrimiento en las rodillas. Lo que ocurre es que si dejo de correr me va a costar lo suyo bajar de peso, aunque es evidente que para adelgazar lo mejor es no comer.

Por cierto, hoy es un día señalado:

¡¡¡Viva la República!!!