La noticia puede leerse en este enlace y ocurrió el pasado 2 de diciembre:
Iván Fernández Anaya, atleta vitoriano de 24 años, se negó a ganar el cross de Burlada, en Navarra. “No merecía ganarlo. Hice lo que tenía que hacer”, dice Fernández Anaya, quien, cuando iba segundo, bastante distanciado del primero, en la última recta de la carrera, observó cómo el seguro ganador, el keniano Abel Mutai (un muy buen atleta: medallista de bronce en los 3.000 metros obstáculos de los Juegos de Londres) se equivocaba de línea de meta y se paraba una decena de metros antes de la pancarta. Fernández Anaya le alcanzó con rapidez, pero en vez de aprovechar la situación para acelerar y ganar, se quedó a su espalda y con gestos y casi empujándole le llevó hasta la meta, dejándole pasar por delante. “Él era el justo vencedor. Me sacaba una distancia que ya no podía haber superado si no se equivoca. Desde que vi que se paraba sabía que no iba a pasarle”.
Sin lugar a dudas, Iván hizo un gesto que lo honra. Es difícil ver este tipo de gestos en el deporte y lo menos que puedo hacer es darlo un poco de publicidad, lo poco que puedo. Creo, sin temor a equivocarme, que en el atletismo se ven cosas que no existen en otros deportes. Este detalle de Iván Fernández Anaya es una de ellas y otra que siempre me ha llamado la atención es observar la cara de felicidad que pone un maratoniano cuando cruza la línea de meta, ya sea el primero o el último. Y no hablo de atletas populares, este año en los JJOO pude corroborarlo.
Hoy me he vuelto a reencontrar con mis compañeros pradolongueros en el punto y hora habitual de encuentro. Me ha sorprendido que el parque estaba bastante mejor iluminado que la última vez que corrí de noche, aunque no estuviera por completo, ya firmaría yo que de aquí a que cambien la hora que la iluminación siga así. Parece que esas farolas que estaban encendidas por la mañana era, efectivamente, para solucionar el problema.
No éramos muchos los que nos dimos cita en el día de hoy, sólo Jesús, Miguel y un servidor. Miguel nos contó sus exigentes planes y desde luego, si consigue aguantar esos entrenamientos que se ha marcado, seguro que lo cumple. Yo veré en la distancia sus progresos…
En la segunda vuelta nos quedamos solos Jesús y yo y aprovechamos para ir de charleta. Se me pasaron los kilómetros sin enterarme y cuando me quise dar cuenta ya habíamos completado los 10 km «reglamentarios» en un tiempo de 53:37 @ 5:22 min/km. Un entrenamiento tranquilo, aunque con un frío de consideración.
Con la carrera del domingo, he calculado los ritmos de entrenamiento que dice Jack Daniels. El enlace para calcularlo es http://www.attackpoint.org/trainingpaces.jsp
Distancia: 5 km, Tiempo: 19:41 => VDOT = 50,74