El jueves hice mi primera tirada por el carril bici. Como ya comenté, es un terreno muy liso, pero más duro y abrasivo que el césped, cosa que no está mal del todo para no sufrir el famoso síndrome DRDT (Demasiado Rápido Demasiado Tiempo). Fueron casi 750 metros y hoy tocaba hacer un entrenamiento similar, aunque aumentando un poco la distancia corriendo.
El viernes tenía las plantas de los pies algo molestas, sigo pensando que de la abrasión y no tenía muy claro si iba a ser capaz de dar un paso descalzo. Salí con mis chancletas de casa hasta el parque. Allí las dejé bien escondidas y me puse a andar para ir acostumbrando los pies al «descalcismo». Ningún problema, parece que los pinreles estaban deseando sentirse libres.
Dos kilómetros después de comenzar a andar, llegué al carril bici, conecté el metrónomo a 180 bpm y me puse a correr. Muy buenas sensaciones durante el trote aunque notaba que apoyaba más la parte externa de los pies, no sé si es normal. Acabé de trotar cuando llevaba 850 metros, cien más que dos días antes. Es evidente que la transición va a ser leeeeeeeeeeeenta.
Ya son 850 metros… y subiendo
Después del trote, otros dos kilómetros andando hasta casa para completar los cinco kilómetros de rigor. En el parque me crucé con uno de los habituales y estuve un rato charlando con él. Me comentaba que es mejor comenzar a correr descalzo en la playa, ya que la arena playera contiene yodo y eso ayuda a endurecer las plantas de los pies. No sé si eso lo decía con conocimiento de causa o qué.
El título del post viene porque con estos cuatro días que llevo, no tengo claro si llegaré a acostumbrarme a andar/correr descalzo porque algunas veces piso alguna piedrecilla que me hace ver las estrellas. Aunque ¡quién sabe!, a lo mejor llega el momento que tengo una planta más dura que las piedras que piso. Habrá que seguir insistiendo.
Sigo controlando el peso, aunque ahora que hago menos kilómetros me va a ser más difícil mantenerme. De hecho, hoy pesaba 68,8 kg bastante por encima de lo que debiera. Tengo que controlarme muy mucho con la comida, porque cuanto menos peso, mejor para los pies.