Cuando se va corriendo es una buena cosa ir acompañado. Tiene múltiples ventajas como ir dándole a la húmeda mientras corres, mejorar tus ritmos picándote con tus compañeros, que se te haga el camino más corto, no sentirte solo y abandonado, etc. Pero de todas las ventajas que pueda tener destaco sobre todo la de ir pensando en otra cosa y olvidarte de los múltiples problemillas físicos que puedas tener.
Cuando vas solo, que si me duele aquí, que si me duele allí, que si no piso bien, … Sin embargo, vas con otros compañeros y no te acuerdas de ninguna molestia. Y si te acuerdas es que estás realmente fastidiado.
Pues eso me ha ocurrido hoy, que iba con Emilio y Joaquín charlando de cosas varias y cuando he terminado de correr me he dado cuenta que en ningún momento he notado nada extraño, ni siquiera he pensado en ello. Eso quiere decir que -toquemos madera- estoy ya recuperado.
Como Joaquín ha llegado algo tarde le he acompañado un poco, por lo que he hecho más de lo que hubiera hecho un día normal. He recorrido un total de 13,2 km a ritmos bastante tranquilos y acelerando en los últimos kilómetros llegado a alcanzar 4:18 en el último kilómetro fuerte.