Hoy he llegado puntual (19:30) a la entrada del parque de Pradolongo, pero no he encontrado a nadie de los habituales. Cosa normal, porque mucha gente está de vacaciones.
Mal por una parte, ya que tenía ganas de ver y saludar a mis compañeros de correrías; pero bien por otra, ya que he ido a mi ritmo sin tener que preocuparme de si tengo que apretar para seguir a éste o al otro.
He hecho cinco kilómetros, sólo una vuelta, para no castigarme demasiado y he tardado algo menos de 28 minutos, bastante mejor que el martes, aunque un pelín lejos de los 5:30/km que me hubiera gustado hacer. Aunque el martes fui lento, tenía algo de agujetas en la parte inferior de los cuádriceps.
Al terminar la vuelta, he escuchado un grito. Era Miguel que empezaba a correr y me invitaba a acompañarle, pero a estas alturas no quiero machacarme más de la cuenta. Me contaba que ha empezado a ir a la Casa de Campo los fines de semana con el GGG y que está muy contento, que le ha gustado mucho y que piensa repetir. La verdad es que es una pasada correr en la Casa de Campo, es un entorno fantástico.
Lo curioso es que iba algo incómodo con las zapatillas, pero no sabía porqué. Luego en casa me he dado cuenta de que ¡¡¡iba sin plantillas!!! Y es que no se puede estar todo el día cambiando las plantillas de las sandalias a las zapatillas y viceversa.
Al llegar a casa he puesto la tele porque era la final del 200. Impresionante Bolt con sus 19.19.