XVIII Carrera popular de Portillo

Por tercera vez consecutiva he participado en esta bonita y generosa carrera portillana. La marca Joma, «natural» de esta localidad se vuelca con la carrera y la bolsa del corredor es muy generosa. Joma aporta una camiseta técnica, una sudadera técnica, unos calcetines y nos tickets descuento. Además se puede encontrar en la bolsa unas toallitas de Indas, que tiene la fábrica muy cerca de Portillo, un bolígrafo, caramelos, una bolsa de patata, una barrita energética, un plátano, una manzana y un par de tickets para un par de cervezas. Difícil encontrar algo mejor por un precio de la inscripción de 10,40 €.

Se trata de una carrera de 6,6 km para los adultos y de distancias variopintas para todas las categorías de niños. No sé si debido a la bolsa, el caso es que había unos 1100 participantes adultos y unos 400 niños. Todo un récord en una población cercana a las dos mil personas. Una barbaridad.

Son dos vueltas más o menos iguales en un circuito muy revirado y bastante ondulado. Las cuestas no son muy pronunciadas, pero sobre todo la primera, se deja notar en las piernas porque es la más larga.

En el cartel de la carrera ponía que la carrera comenzaba a las diez de la mañana, por lo que a eso de las 8:15 salía de mi casa con la intención de estar allí una hora antes. Llegamos sobre las nueve y fuimos a retirar el dorsal. Nos extrañó ver que había aún muchas bolsas por repartir, la gente se lo tomaba con calma.

Tranquilamente volvimos al coche, nos quitamos la ropa, nos colocamos el dorsal y cuando faltaban veinte minutos salimos a calentar. Enseguida nos encontramos con un tipo que nos dijo que nos abrigáramos, que nos íbamos a quedar fríos. Nos quedamos a cuadros cuando nos indicó que la carrera de los mayores empezaba a las doce de la mañana, ¡¡¡quedaba aún más de dos horas para el comienzo!!! Y encima nos habíamos pegado un madrugón de aúpa para nada. Hay que leerse bien el reglamento.

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Camino a Portillo de Toledo, con cara de sueño por el madrugón innecesario

Nos fuimos al coche para pasar el rato y luego hicimos una vuelta al circuito para recordar como era. Yo me acordaba más o menos, pero mi amiga decía que la mayor parte del circuito ni le sonaba. Estuvimos viendo como corrían los más pequeños y hablando con José Luis, que también se había acercado y también le había pasado lo mismo que a nosotros con la hora. Y no éramos los únicos.

Esta vez sí era la buena. Aquello era un hormiguero de gente. Mil personas en un pueblo tan pequeño se nota mucho y la zona de salida estaba a tope de gente calentando. Calenté un poco e hice algún estiramiento porque estaba algo temeroso ya que en los entrenamientos de la semana había notado el gemelo izquierdo algo cargado.

Como suele ocurrir en esta carrera, se dio la salida tarde, en concreto cinco minutos más tarde. Estábamos cerca del arco de salida, pero había un ejército de gente por delante del arco. Todos ellos deberían ser descalificados por hacer salir antes de la línea de salida.

Salí con José Luis y me costó seguir su ritmo en los primeros kilómetros. Poco antes de la primera vuelta le adelanté y le animé. Se pasa cerca del arco de llegada cuando se llevan recorridos unos 3,3 km y vi que el reloj marcaba unos trece minutos y bastante. Eso me animó porque el objetivo de bajar de veintiocho minutos parecía factible.

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Corriendo hacia la meta. Foto cortesía de Rubén Rodríguez

La cuesta larga en la segunda vuelta se hace bastante dura, pero luego el circuito es más llevadero. Alguno me adelantó en esa segunda vuelta y a algunos los adelanté yo, por lo que me mantuve más o menos el puesto. En la recta de llegada que es favorable aceleré lo que pude y llegué a meta con un tiempo oficial de 27:42 muy contento con el resultado y sobre todo con las sensaciones, que fueron muy buenas, todo lo contrario que la semana anterior.

Después de la carrera fuimos al coche a cambiarnos y coger los tickets para tomarnos una cerveza. Allí nos encontramos con dos conocidos del Club de Atletismo Leganés que nos contaron que de su club habían venido ¡treinta corredores! Todo un récord.

Si no hay ningún problema, el año que viene repetiré.

XVII Carrera popular de Portillo de Toledo

Hoy he participado por segunda vez en esta carrera popular cuyo principal rasgo de identidad es el patrocinio de Joma y la generosa bolsa del corredor. Eso provoca que sea una carrera con mucha participación. El speaker hablaba de unos mil participantes entre niños y adultos, lo cual es todo un récord en un pueblo que tiene poco más de dos mil habitantes.

El día anterior miré las previsiones meteorológicas y daban lluvia a partir de las tres de la tarde; sin embargo, yendo de camino volvimos a mirar y daban lluvia prácticamente toda la mañana. Y así fue, empezó a llover poco antes de las doce, es decir, minutos antes de que comenzase la carrera. Y estuvo lloviendo toda la carrera y bastante agua además.

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Posando antes de la carrera, con la fábrica original de Joma a la espalda

Era mi segunda participación y la idea era hacer un tiempo similar al del año pasado (27:39), aunque tenía la sensación de que estaba algo peor que entonces, por lo que me daba con un canto en los dientes si hacía un tiempo que se acercase.

Se trata de una carrera de 6,6 km que consta de dos vueltas. Es un terreno rompepiernas con constantes subidas y bajadas y mucho callejeo con bastantes giros a izquierda y derecha. Pero quizás por eso la carrera se hace más amena.

Salí a buen ritmo, aunque tampoco a tope sabiendo que la carrera es durilla. Traté de mantener un esfuerzo constante, lo que implicaba perder tiempo en las cuestas arriba y ganar algunos segundillos en las cuestas abajo. Y así fueron pasando los kilómetros hasta llegar por primera vez a la plaza de España (conocida por los lugareños como la plaza grande) donde estaba ubicada la línea de meta. Miré de reojo el reloj de meta y vi que marcaba trece minutos y treinta y tantos segundos, que me sonaba era más o menos semejante al tiempo del año pasado (luego me he dado cuenta que era un tiempo inferior).

Tuve la mala suerte de que se desabrochara la zapatilla derecha cuando estaba terminando esa primera vuelta, aunque tenía la seguridad de que hice un doble nudo, debió ser que quizás no lo apretase como debiera. Aún así, no iba a parar a abrochar la zapatilla cuando quedaban poco más de tres kilómetros, así que seguí la carrera con la misma filosofía de no darlo todo en las cuestas arriba y tratar de aumentar, si podía, el ritmo en el terreno más favorable, tratando de que no se saliese la zapatilla en ningún lance.

Me sorprendió que en esa subida que «adorna» el comienzo de cada una de las vueltas fuese capaz de adelantar a dos o tres corredores. La lluvia seguía cayendo con ganas, el terreno estaba muy mojado, con algunos regueros de buen caudal en algunos tramos de la carrera y algún que otro charco más que interesante que provocaba algunos corredores fuesen de izquierda a derecha o viceversa para tratar de esquivarlos.

Sobre el kilómetro cinco me adelantó un corredor y muy amablemente me dijo algo así como «ten cuidado que llevas desabrochada la trencilla». Le agradecí su observación y se me puso una sonrisa de oreja a oreja al escuchar una palabra que hacía tiempo no escuchaba y que me recordó mis años pasados por aquellas tierras donde esa palabra era de uso habitual y que por otros sitios no escuchas.

Llegados a la calle Paz donde a lo lejos se veían algunos arcos, el corredor que iba junto a mí me preguntó si sabía donde estaba la meta. Le indiqué que cerca del arco azul que se veía a lo lejos y el individuo aumentó el ritmo como si le hubiesen puesto una guindilla en el culo. Fui incapaz de seguir su paso y tampoco el de otro que me pasó por la izquierda a un velocidad endemoniada.

Viéndome sobrepasado por dos auténticas flechas, llegué a meta con un tiempo oficial de 27:29, bastante pasado por agua, pero contento ya que había mejorado el tiempo del año anterior en diez segundillos. Al final resulta que no estaba tan mal como pensaba.

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Entrando en meta algo mojado. Foto cortesía de Juan Carlos Iniesto

Después de llegar a meta, había que hacer cola para recibir el avituallamiento que consistió en un plátano una manzana y una bebida a elegir entre Coca Cola, Aquarius y una botellita de agua. Me incliné por el agua y estuve esperando bajo la carpa que tapaba la Plaza de España a que llegaran mis acompañantes. José Luis llegó poco después y la amiga que nos había acompañado tampoco tardó mucho. Me acerqué a por el coche y a por la ropa seca mientras ellos esperaban las clasificaciones ya que son excelentes corredores que suelen subir al cajón en bastantes carreras.

Y efectivamente, José Luis subió al segundo escalón del podio en su categoría y la chica se quedó no muy lejos haciendo sexta de su categoría, pero muy contenta de haber hecho un tiempo bastante mejor que el año pasado.

Me sorprendió el modo de ver la clasificación. Tenían un monitor donde podías ver tu tiempo indicando a la persona al cargo el número de dorsal. Se veía algo así como…

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¿Las clasificaciones en papel son ya historia?

Según el GPS: 6,73 km en 27:31 @ 4:05 min/km # VDOT = 49,4 # T = 4:18 # M = 4:34

XVI Carrera popular de Portillo de Toledo

Viví en Fuensalida, a un kilómetro de Portillo, a finales de los setenta. En aquel entonces, estas dos poblaciones vecinas contaban con un buen número de fábricas de zapatos que hacían la competencia a las fábricas de Elche y alrededores. Multitud de trabajadores llegaban todos los días de los pueblos de los alrededores para trabajar en las fábricas. Después, como todo el tejido industrial de este país, se fue al garete. Ahora poca cosa queda ya de aquel entonces.

Pero una de las fábricas que ya existían en aquel entonces y que todavía subsiste es Joma, que pasó de ser un negocio pequeño a una gran multinacional con filiales propias en Estados Unidos, Cuba, México, Panamá, Hong Kong, Italia, Alemania y en Reino Unido y una red de distribución que la hace estar presente en más de setenta países de los cinco continentes.

Pues bien, con estos antecedentes, la carrera de Portillo no podría estar patrocinada por otro que no fuese Joma y la verdad es que la empresa se vuelca con la carrera. Cada año esta carrera es de las más atractivas desde el punto de vista de la bolsa del corredor. Este año nos han agasajado con una camiseta, una sudadera y unos calcetines. ¡No está nada mal!

La prueba consta de diversas categorías. Los más pequeños comenzaban a las diez de la mañana y la carrera de los adultos a las doce. Teniendo en cuenta que habían cambiado la hora esta noche, la carrera empezaba realmente a la una. Una hora bastante tardía para ponerse a correr, teniendo en cuenta que en Madrid las carreras comienzan a las nueve.

A las ocho de la mañana arriba, desayuno y en vez de salir pitando… a esperar a que fuese algo más tarde para salir de casa. Raro, extrañas sensaciones, no estoy acostumbrado a estar esperando para ir a una carrera.

A las diez y media por fin salimos y a las once y cuarto llegamos a Portillo. No sabía dónde estaba la salida, ni la llegada ni donde había que recoger los chips. Pero se trata de una carrera multitudinaria (700 inscritos) para las cifras que se mueven por las carreras de Toledo, que excepto en la capital y en Talavera, son de cifras más bien modestas. Seguimos a la gente que íbamos viendo y llegamos a un parque infantil junto al Hogar del Jubilado. En el parque infantil recogimos el dorsal y la bolsa del corredor. En el Hogar nos aliviamos. Dejamos los chismes en el coche, nos pusimos el dorsal en el pecho, nos hicimos una foto y a calentar, que ya quedaba poco más de veinte minutos.

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Posando antes de la carrera

No sé a que fue debido, pero la salida se retrasó siete minutos. Detrás del arco de salida nos agolpábamos un mogollón, pero es que por delante, había también bastante gente… los buenos.

Dieron por fin la salida y nos pusimos a correr. No tenía ni idea de cómo era el circuito. Lo único, que constaba de siete kilómetros y que había que dar dos vueltas. No sabía si había cuestas, ni si había curvas. Nada de nada.

Al poco de salir, se llega a una glorieta con un monumento al galgo, allí la carrera gira a la derecha y comienza la primera subida. Hay que tomárselo con calma, pero sin perder mucho el ritmo. Acaba la subida, que no es muy larga, giro a la izquierda y nos encontramos con una pequeña cuesta abajo para recuperar un poco la respiración y las piernas. Ya se va estirando el pelotón y vamos ocupando cada uno nuestro sitio. Veo a dos chicas que están una veintena de metros por delante. Trato de no perder su rastro.

Después de la bajada giro a la derecha, hay una pequeña cuesta, pero casi ni se nota. Por lo que puedo comprobar, el circuito es muy revirado. Continuos giros de noventa grados tanto a izquierda como a la derecha. No hay una recta en condiciones donde se pueda mantener un ritmo constante. Hay también alguna que otra cuestecilla, pero no son de mucha entidad.

Después de vueltas y revueltas, llegamos a una calle más o menos recta con un montón de arcos inflables, imagino que salidas de otras categorías. Poco después llegamos a una plaza donde está situada la meta. Pero aún nos queda dar una vuelta más. Veo que el reloj situado sobre la línea de meta marca 14:08. Mi idea era tratar de hacer veintiocho minutos en los siete kilómetros y viendo ese tiempo creo que lo puedo conseguir, ya que esa segunda vuelta es algo más corta. Al menos eso creo.

En esta primera vuelta he adelantando a una de las chicas que me precedían y a un tipo que tiene un correr que me resulta conocido. Creo que es el vecino de Joaquín, pero no tengo la certeza al no ver su cara.

Después de pasar por la línea de meta, hay una cuesta abajo que nos lleva de nuevo a la glorieta del galgo y desde ahí se vuelve a repetir el recorrido, empezando por la cuesta más larga del circuito. En esa cuesta consigo sobrepasar a la chica de Clínicas Menorca que iba por delante de mí. Ahora conozco el recorrido y lo que tengo que hacer es no disminuir el ritmo, porque no me veo con fuerzas de aumentarlo.

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Subiendo la cuesta del comienzo de la segunda vuelta. Foto cortesía de Aurelio Gómez Castro

Giro a la izquierda, giro a la derecha, otra vez a la derecha, otra vez a la izquierda. Es la constante de esta carrera, los múltiples giros. Sobre el cinco, calculo a ojo, me da un pequeño bajón. El ácido láctico ya castiga mis piernas, pienso para mí. Ahora tengo que tirar de cabeza y apretar los dientes más si cabe.

Siguen pasando los metros y las curvas y llego a la recta final. En ese momento noto que me adelantan dos corredores. Y uno de ellos es el «posible» vecino de Joaquín. ¡Esto no puede ser! Menos mal que me quedan unas pocas fuerzas. Dejo que se vaya unos metros y empiezo a alargar la zancada y a acelerar. Consigo sobrepasarlo y aprieto más todavía para que no me alcance. Lo conseguí, llego a meta por debajo de veintiocho y por delante del vecino, muy contento.

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Atravesando la línea de meta

Después de llegar a meta, un bote de refresco y una bolsa con una manzana y un plátano. Eché en falta una botella de agua, pero bueno, habrá que conformarse con el bote. Esperé a la amiga con la que me había desplazado hasta allí y fuimos al coche a cambiarnos la ropa sudada. Entonces nos dimos cuenta que la ropa que venía en la bolsa del corredor daba muuuucha talla. Una pena porque la sudadera y la camiseta eran muy bonitas. Habrá que regarlárselas a alguien más corpulento.

Con nuestra ropa seca y amplia volvimos a la carpa donde habían publicado las clasificaciones. Pude ver mi tiempo oficial de 27:39, que ya ha salido también en la web.

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Tiempo y clasificación en la carrera