Dos días después de la Carrera del mazapán me acerqué a mi pueblo, Los Navalmorales, para participar en la Carrera del aceite. La carrera de los mayores comenzaba a las once por lo que no hubo que darse un madrugón. Convencí a una compañera del Club Atletismo Zofío y sobre las diez y cuarto aparcábamos el coche cerca de la iglesia para acercarnos a la fuente de los seis caños donde estaba ubicada la salida y la meta.
Saludamos a Aarón, alma máter de Evedeport, y nos comentó que había un nivel altísimo en esta prueba, lo que no es de extrañar ya que el precio del aceite está por las nubes y el premio, por lo tanto, es muy goloso. A 4,90 € el litro estaba el litro de aceite, casi nada.
Recogimos el dorsal en un periquete y vimos que en la bolsa del corredor había una camiseta, unos bonitos guantes y un gorro de Papá Noel. Esperaba una camiseta de manga larga, pero es lo que hay. Aprovechamos el bar de al lado para tomar un café y soltar lastre. Volvimos al coche, nos prendimos el dorsal en el pecho, dejamos la ropa y nos dio tiempo a hacernos una foto para inmortalizar el momento.
Fuimos trotando hacia la línea de salida siguiendo una línea blanca de cal en el suelo que supusimos era la que marcaba el trazado de la carrera. Este año habían modificado el circuito y en vez de dar tres vueltas como en años anteriores, esta vez era una única vuelta pero también en su mayor parte por caminos y ya nos advirtió Aarón que un trozo de unos 800 metros en muy mal estado, como luego pudimos comprobar. También habían cambiado el lugar de la salida y la meta, que en años pasados estaba junto a la gasolinera y éste junto a la plaza de los seis caños. La idea era hacer una única vuelta de cinco kilómetros, pero al acabar mi GPS no llegaba a esa distancia, así que la vuelta tampoco era de cinco, faltarían unos 150 metros o cosa así.
Estando esperando a que dieran la salida comentó el speaker que el nivel era altísimo tanto en chicos como en chicas y vaya si lo era. A las once en punto dieron la salida y como dos días antes me lo tomé con calma aunque ese primer kilómetro, en dirección hacia el cementerio era cuesta abajo. Poco antes del cementerio se coge la carretera que va a Villarejo pero pronto se gira a la derecha y comienza el tramo que estaba en peores condiciones, principalmente por las rodadas de los tractores y el barro. Aunque era un tramo ancho, íbamos todos en fila india porque había poco terreno donde poder pisar sin miedo.
Una vez acabado ese terreno se giraba hacia la derecha y comenzaba una cuesta arriba bastante larga, o al menos eso me pareció, ya que se me atragantó. Un poco antes había adelantado a una chica y en esta cuesta me adelantó ella y ya sólo la pude ver su espalda desde entonces, además esa cuesta me quitó las pocas ganas de sufrir que me quedaban. También allí me adelantó un chavalín muy jovencito, no creo que fuese ni cadete, que ya me había pasado por la piedra en Polán.
Una vez coronada la cuesta iba viendo mi pueblo a la derecha, destacando entre todos los edificios la torre de la iglesia, conocida como la buena moza. Iba más pendiente del paisaje que de la carrera, no estaba nada motivado.
En un momento dado el recorrido nuevo confluye con el antiguo, pero donde antes era subida esta vez era bajada. Este recorrido nuevo a la inversa se separa del antiguo al cruzar el arroyo donde se sigue paralelo a su cauce hasta llegar a la meta. Por allí, a la altura donde en mi infancia estaba el campo de fútbol y los lavaderos me adelantaron dos individuos que iban a una velocidad endiablada y una chica no tan rápida, pero a la que tampoco pude seguir.
Pocos metros más adelante cruzamos el arroyo por donde está la capillita del Cristo de las Maravillas y allí mismo estaba situada la meta, la cual crucé con un tiempo oficial de 21:45 siendo noveno de mi categoría. Mi compañera llegó al ratito parando el crono en 24:29 lo que la llevó a ser octava de su categoría. Este año no se llevó ni una gota de aceite, se tuvo que gastar los cuartos en la tienda de Inmaculada Murga.
Nos resultó súper útil la app de Evedeport porque enseguida vimos las clasificaciones y no hubo que esperar como antaño a que colgaran en un tablón los listados con los tiempos. Como llevábamos mucha prisa nos fuimos prácticamente sin decir adiós.
De camino de vuelta íbamos elucubrando si este nuevo circuito es más favorable que el anterior y no llegamos a una conclusión clara, a mí desde luego me han parecido duros los dos.