No tenía muy claro si entrenar poco o mucho estas dos semanas de vacaciones lejos de casa; sin embargo una vez allí me encontré con ganas y he entrenado bastantes días y eso que me lesioné en el tobillo por hacer el canelo en la piscina.
Lo peor del caso es que no me he encontrado bien ninguno de los días que he corrido. No sé si debido al calor (aunque no hacía mucho) o por entrenar al nivel del mar, pero me costaba dios y ayuda ir a un ritmo medio decente. Lo mejor: el chapuzón que me daba en la piscina después de correr. Algo impagable. Además daba igual a la hora que me fuera a correr porque la piscina estaba siempre abierta.
En total han sido seis entrenos corriendo y un par de días andando, cuando estaba renqueante de la estúpida lesión.
El martes 2 de agosto realicé mi primer entrenamiento por Islantilla (Huelva). Por algún extraño motivo, el forerunner, recién cargada la batería, se descargó, por lo que tuve que utilizar el móvil para calcular la distancia. Días después he podido comprobar que el GPS del móvil no es muy allá, por lo que la distancia medida no parece muy fiable. Por eso, aunque ese día fueron 9,28 km medidos, la distancia real fue menor. Lo recorrí en un tiempo de 51:09, por lo que sale un ritmo de birria de 5:30. No me encontré nada bien ese primer día de entrenamiento por tierras onubenses. Luego me di cuenta que esta sensación de no ir bien no fue una excepción.
El jueves 4 de agosto realicé el segundo entrenamiento por esos lares. El forerunner se había recuperado de ese «bajón» y estaba en perfectas condiciones para realizar su función. De nuevo el entrenamiento consistió en dar la vuelta al campo de golf Islantilla que son casi 7 kilómetros, pero esta vez incluí algún cambio de ritmo, en concreto tres, realizando tres minutos fuertes y dos minutos y medio de recuperación. Para hacer algún kilómetro más, me metí por un camino donde me encontré con dos bonitos perros que hicieron que el último cambio de ritmo fuese más rápido que los otros dos 😉 Desde entonces, los entrenamientos transcurrieron por zona urbana, no quise provocar de nuevo a los canes. Realicé 8,9 km en un tiempo de 48:24 a un ritmo de 5:25. Ni con los cambios de ritmo pude llevar un ritmo decente.
Terminé el tercer y último entrenamiento de esa primera semana vacacional el sábado 6 de agosto. Esta vez madrugué un poco para evitar las horas más calurosas y se notaba, vaya si se notaba. De nuevo vuelta al campo de golf, aunque esta vez no fui solo. Ese circuito incluía una bonita cuesta de 1,3 km con un pendiente cercana al 3% que se hacía bastante durilla, eso hacía un circuito bastante quebrado, ya que incluía además algún otro repecho más corto. Esta vez hice 9 km, pero evitando los caminos, realizando un tiempo de 49:07 a un ritmo de 5:27. Horas después del entrenamiento me casqué el tobillo izquierdo tratando de hacer una voltereta en la piscina… y es que ya no está uno para estos trotes.
El domingo me costaba trabajo andar, pero noté que iba mejorando rápidamente. El lunes, mis más negras perspectivas se fueron despejando y el martes decidí salir a andar unos kilómetros. Una vez más, hice el circuito del campo de golf y traté de ir a un ritmo de 9:00 min/km aunque sin obsesionarme. No tuve molestias preocupantes y realicé 7 km en una hora y tres minutos. Muy contento con la evolución del tobillo.
Como vi que la cosa iba bien, el miércoles 10 de agosto repetí el entrenamiento del día anterior, pero trotando todo el recorrido. Aunque el tobillo seguía molestando, pude terminar los siete kilómetros sin muchas complicaciones, no queriendo hacer más por si las moscas. Aunque el ritmo fue bastante lento, me di con un canto en los dientes por poder terminar en condiciones más o menos satisfactorias. Hice los 7 km en 38:16 a un ritmo de 5:28.
No queriendo abusar, pero con ganas de seguir haciendo más cosas, el jueves volví a salir a andar, pero esta vez más en serio. Me planteé hacer los siete kilómetros del circuito habitual en menos de una hora. Eso suponía andar a un ritmo bastante fuerte, bajando bastantes segundos de 9:00 min en cada kilómetro. Además quería probar la diferencia de medir la distancia con el GPS del forerunner y el GPS del teléfono móvil, un Samsung Galaxy GT-I9000. Me sorprendió bastante el resultado porque mientras el móvil marcaba una distancia total de 7,46 km, el forerunner marcaba 7 km exactos. Demasiada diferencia entre un cacharro y otro. Me quedo con el forerunner, que se supone es un dispositivo pensado para este menester. Haciendo caso al cacharro de pulsera, hice esos siete kilómetros en 1:00:06, ¡sólo seis segundos por encima del objetivo previsto! A un ritmo de 8:35, muy interesante al haberlo hecho andando.
El viernes 12 de agosto, de nuevo a dar la vuelta al campo de golf. Salí con una amiga y realizamos los nueve kilómetros que ya se habían convertido en habituales. De nuevo el circuito se me volvió a hacer duro y es que no he conseguido ningún día andar decentemente por esos lares. Después de pasar la zona más complicada, cuando llega la bajada, me resultaba imposible seguir a mi compañera que baja bastante deprisa. Esos kilómetros por debajo de cinco eran demasiado para mí en esas condiciones.
Y para terminar en Islantilla, entrenamiento largo. Hice dos vueltas al circuito para totalizar 14 km. Curiosamente, pasamos por un sitio donde se estaba celebrando una carrera popular, eso sí, bastante familiar, no se veía demasiada gente. Cuando pasé en la segunda vuelta me animaron, por lo que imagino estarían en esos momentos celebrando la prueba. Después de una primera vuelta más tranquila, traté de acelerar un poco para realizar kilómetros alrededor de cinco minutos, pero de nuevo me costó dios y ayuda. La cuesta durilla, que tuve que subir dos veces, se me atragantó ¡y de qué manera! en la segunda vuelta: me quedé totalmente clavado. Terminé los 14 km en un tiempo de 1:13:05 a un ritmo de 5:13.
Resumiendo: durante estas vacaciones lejos de casa he entrenado lo habitual, pero no me he encontrado cómodo ninguno de los días. Desde luego, no ha sido por el calor, porque no ha habido días demasiado calurosos. Tampoco creo que la «dureza» del circuito me haya hecho ir peor, porque duro, duro, no era. Quizás es que estoy habituado a correr a seiscientos y pico metros sobre el nivel del mar y en zonas costeras no voy… aunque debería ser lo contrario.
Para terminar el ladrillo, algunas fotos de las vacaciones.
Asombrando al personal con mi perfecto estilo en la tirada y apostando fuerte para fastidiarme el tobillo
Mina a cielo abierto en Riotinto
Cabras junto al río Tinto
El río Tinto
Practicando la escultura en arena
Raya junto a su cría, que llevaba en su interior. Por ello descubrí que estos animales son ovovivíparos.