XII Carrera popular PAU de Vallecas

Por segunda vez he participado en esta carrera popular que se celebra en el barrio del Ensanche de Vallecas. No tenía buen recuerdo de ella porque aquella vez hacía mucho aire y sumado a que la carrera tiene unas cuantas cuestas, se me hizo dura la carrera.

Nos acercamos hasta allí seis compañer@s del Club Atletismo Zofío divididos hábilmente en dos grupos: tres para la carrera de 5 km y otros tres para la de 10 km, para de esta forma sumar más puntos para la clasificación del circuito de la Unión de Carreras de Barrio de Madrid.

Llegamos con bastante tiempo, por lo que nos dio tiempo a dejar el coche tranquilamente, cambiarnos, calentar y hacernos unas fotos.

Los seis componentes del equipo

A las diez dieron la salida y aunque los primeros kilómetros son favorables, intenté no acelerarme mucho porque sabía que luego vendrían kilómetros duros y convenía tener algo de energía para no ir penando. Es por esto que pensé en ir a un ritmo cercano a 4:30, si acaso un pelín más rápido en las bajadas. Hice el primer kilómetro en 4:24 sujetándome porque era en gran parte cuesta abajo y el segundo en el mismo tiempo ya tratando de ir al ritmo previsto. En el tercero me dormí un poco y se me fue a 4:38 y tampoco anduve muy espabilado (o quizás no daba para más) en ese cuarto kilómetro, que se me fue a 4:34. Coincidiendo con el hito kilométrico número cuatro empezaba la fiesta porque comienza una cuesta arriba que te lleva a una glorieta cercana a la meta… Para los de cinco, porque al resto nos toca ir subiendo hasta un poco antes del kilómetro seis. La verdad es que miré con envidia a esos que se desviaban a la derecha buscando la meta, pero no me quedaba más remedio que seguir.

Obviamente ese quinto kilómetro cuesta arriba fue más lento y se me fue a 4:40 y el sexto aunque en gran parte es en subida, se llanea y se baja un poco y volví a acercarme a mi ritmo objetivo. Lo malo es que pasado el kilómetro siete, a la altura del metro de Valdecarros comienza otra subida que aunque ligera hizo que me diera un bajón, no sé por qué y me costó llegar al octavo kilómetro, ese fue mi kilómetro más lento. Pasado ese punto tenía en la cabeza que ya era todo favorable y cuando adelanté a uno le animé diciéndole eso mismo, pero me equivoqué porque en el ocho y medio también se ponía la cosa cuesta arriba hasta el nueve más o menos. De nuevo una bajada y luego otra pequeña subida para ya afrontar esos últimos quinientos metros ya sí claramente favorables. En esa bajada (o un poco antes) me adelantó un individuo con un carro con un bebé y me pregunté cómo es posible que fuera tan mal para que me adelantase un tipo con un carrito, así que traté de que al menos no se fuera muy lejos. En la glorieta donde ya se gira para coger la meta se entretuvo por algún motivo el del carrito y aproveché para acelerar todo lo que daban mis piernas por dos motivos, para adelantar al del carro y para no hacer un tiempo horrible. Llegué a meta cuando el reloj estaba a punto de pasar de 45 a 46 aunque el tiempo, el que realmente me importa, fue de 45:49 que es un tiempo regular… Siendo generoso. El objetivo de bajar de cuarenta y cinco minutos se quedó en agua de borrajas y es que tengo que perder un par de kilos si quiero mejorar. Tampoco ayudó que hiciera tanto calor, una temperatura absolutamente desproporcionada para estar a mediados de abril. Lejos, muy lejos quedan aquellos tiempos que rondaba los cuarenta minutos.

En pleno esfuerzo con la boca más seca que la mojama

Cuando llegué a meta iba a repartir octavillas de la Carrera del Zofío pero ya había unos cuantos compañeros que estaban haciéndolo, por lo que estuve hablando con la gente del Club Atletismo Velilla de San Antonio sobre su participación en dicha carrera y me comentaron que irían bastantes. ¡Bravo por ellos!

Una compañera, la que había participado en la prueba de cinco, y que estaba repartiendo octavillas me comentó que había sido tercera de las chicas en la prueba de cinco y ¡¡¡primera de su categoría!!! Esta chica no se baja del podium. Es por ello que nos esperamos a la ceremonia de premiación donde se llevó una bonita medalla.

En lo más alto del cajón

VI Villaretrail «Museo de los tercios»

Gracias a la legua de Mondéjar, nos enteramos de la existencia de este trail que se celebra en Villarejo de Salvanés. Sinceramente, soy alérgico a este tipo de carreras y no me hubiese apuntado de motu proprio, pero una amiga estaba muy ilusionada por hacer esta carrera y pensamos en apuntarnos, eso sí, antes fuimos a reconocer el terreno para ver a qué nos enfrentábamos. Algunos amigos pradolongueros participaron en 2020 en esta carrera y nos dijeron que era un prueba muy «corrible», todo por caminos, pero sólo con una imponente cuesta al final. De todos modos, decidimos acercarnos por allí por si las moscas. Y menos mal que fuimos porque el circuito no tenía nada que ver con lo que nos habían dicho, pero nada de nada.

Sonó el despertador a las siete y cuarto, me levanté y desayuné y una hora después salimos rumbo a Villarejo de Salvanés. Llegamos poco antes de las nueve, aparcamos junto a la plaza de toros donde estaba situada la meta, ya que la salida estaba tres kilómetros más allá, junto a la fábrica de galletas Cuétara. En la plaza de toros también se recogía los dorsales, así que nos hicimos con los nuestros y en vez de irnos en el autobús de las nueve nos fuimos en el de las nueve y media. Ese autobús se llenó y nos llevó a la salida. Allí calentamos un poco y unos minutos después de las diez dieron la salida.

Salí sin mucha tensión, sólo a ver cómo transcurría la cosa, sin ninguna pretensión, bueno quizás con la única precaución de no lesionarme. El comienzo es favorable, aproximadamente un kilómetro, luego hay una buena subida y todo es por un camino ancho. Luego se abandona ese camino metiéndose por un olivar y se continúa bajando, pero ya por un sendero que pronto se convierte en una especie de cañón muy estrecho donde sólo cabe una persona y en mucho tramos ni se puede ir con los pies en paralelo. Ahí se puede formar un buen embudo, pero como no llevaba prisa fui detrás de una chica bajando con precaución. Después de ese primer «cañón» se llega a una zona, creo que la parte más baja de la carrera, donde comienza una serie de subidas y bajadas cortas por senderos con tramos empinados. Bajaba con más miedo que vergüenza y subía andando.

Sobre el kilómetro cinco, al final de una imponente subida, había un individuo controlando quienes pasaban por allí, poniendo un aparato sobre el chip, que al contrario de cómo se lleva en casi todas las carreras, iba en la muñeca con una goma. Poco después del control se llega a un cruce donde los que participaban en al prueba larga (29 kilómetros) se separaban de los que hacían la corta (13 kilómetros). Yo me había apuntado a la corta por aquello de mi alergia a los trails, así que en ese punto giré hacia la izquierda. Por allí estaba el primer avituallamiento donde paré a beber y comer algo. Estaba muy bien surtido con agua, bebida isotónica, plátanos, dátiles, naranjas y chuches. Bebí un baso de bebida isotónica, comí dos trozos de plátano y dos dátiles y me puse en marcha. Estando allí vi pasar a dos chicas que ni se pararon ya que debían ir picadas la una con la otra.

Trotando por los campos de Villarejo de Salvanés

Después de ese avituallamiento más cañones y más subidas y bajadas y de nuevo sin prisas, casi deseando que llegasen las subidas para ponerme a andar porque sobre el kilómetro seis empezó a dolerme la rodilla izquierda y poco después empecé a notar una ampolla en cada pie que me fastidiaba a cada paso, pero poco se podía hacer en medio del campo, sólo tirar palante.

Sobre el kilómetro nueve estaba situado el segundo avituallamiento, de nuevo repetí lo mismo que en el primero, parada para beber y comer. Poco después se llega a un punto que ya habíamos transitado al comienzo sólo que ahora era en sentido contrario, ya por el camino ancho. Allí quise olvidarme de las ampollas y apreté el paso. Si durante toda la prueba me habían ido adelantando, en ese último tramo fui yo el que adelantaba ya que iba deprisa aprovechando que el terreno era favorable. Pude adelantar a cinco corredores antes de llegar a meta con un tiempo de 1h20.

Llegando a meta cual morlaco

Cogí un vaso con bebida isotónica y un trozo de plátano y salí a buscar a la compañera, pero fui salir de la plaza de toros y encontrarme con ella, lo cual me alucinó, ya que eso quería decir que había hecho una gran carrera… O yo una birria. Pensemos que fue una gran carrera, ya que se saldó con un segundo puesto en su categoría, cosa que el día anterior veía muy difícil al ver que había una docena de corredoras de su categoría.

La comida que daban después era abundantísima: tortilla, jamón, queso, lomo, salchichón, pavo, saladitos, dátiles, chuches, bizcocho de chocolate, bizcocho de limón, galletitas y barritas. Es muy probable que me falte algo porque había tantas cosas que es imposible recordar.

Nos cambiamos en el coche y luego entramos en la plaza de toros a la ceremonia de premiación donde la compañera se subió al segundo puesto del cajón junto a una primera intratable y una tercera que llegó mucho más tarde. No sólo fue segunda de su categoría, sino que fue octava de las chicas. Yo me tuve que conformar simplemente con un sexto puesto de mi categoría.

La compañera del Club Atletismo Zofío en el segundo puesto del cajón

Volví a casa, donde llegué sobre las dos y media. Me había puesto ciego con la comida que daban en la carrera, así que no me apetecía ni comer, me duché y me fui directamente a la cama a descansar un rato.

IX Carrera mondejana

No sabía de la existencia de esta carrera, pero Juanqui, un compañero del Club Atletismo Zofío sí la conocía y nos convenció para ir, así que unos días antes nos apuntamos una amiga y yo, haciendo de este modo un trío de compañeros de equipo.

Según parece, se trataba de una legua, pero de todos es sabido que la distancia de la legua es elástica, incluso la Wikipedia habla de leguas de diferentes longitudes según el tiempo y lugar. De todos modos, siendo Mondéjar una localidad de Guadalajara, podría pensarse que estamos hablando de una legua castellana, es decir, un pelín más de cinco kilómetros y medio, que es lo que supuestamente se puede andar en una hora. El caso es que yo he corrido en Villarejo de Salvanés su milla Agromad y sí andaba por esa distancia de cinco kilómetros y medio. Tiempo atrás había participado en otra legua en Gerindote, un pequeño pueblo de Toledo. En aquella carrera, la distancia andaba por los cinco kilómetros y cuatrocientos metros, más o menos la distancia de una legua castellana, puede valer. También participé, hace ya once años, en las dos leguas Fuente de la Chopera, en Leganés con una distancia de once kilómetros y cien metros, por lo que también está dentro del rango de la legua; sin embargo en Mondéjar la distancia no tenía mucho que ver con una legua ya que la distancia que tuvimos que recorrer fue de aproximadamente seis kilómetros y cuatrocientos metros, vamos, que se les fue la mano con la cinta métrica. Pero bueno, no tiene la menor importancia porque no son pruebas homologadas, así que cada uno puede llamar a su carrera como quiera, de hecho en algunos sitios hablan de legua y en otros simplemente de carrera mondejana.

Bueno, menuda chapa he dado con la legua y todo para tratar de justificar que se me hizo larga la carrera porque además estaban los kilómetros puestos de aquellas maneras, cosa que tampoco es excusa porque casi todo el mundo corre con su reloj GPS y más o menos sabe lo que tiene entre manos.

Como hasta el último momento no nos decidimos apuntarnos, el viernes estuvimos haciendo una ruta por la sierra, en concreto subimos a Las Machotas, unos picos situados entre El Escorial y Zarzalejo por lo que llegamos algo cansados al domingo. Bueno, otra excusa.

En La Machota baja con El Escorial al fondo

Como la carrera comenzaba a las once tampoco tuvimos que darnos un madrugón excesivo y eso que Mondéjar está a casi setenta kilómetros de mi casa. Fui con una amiga, recogimos a Juanqui y salimos para este pueblo de Guadalajara, aunque pegado a la provincia de Madrid. Llegamos, aparcamos no muy lejos de la plaza donde estaba situada la línea de meta y salida y donde daban los dorsales. Recogimos los dorsales y nos dio tiempo a hacernos alguna foto. Aprovechamos el podium, ya montado, para hacernos una foto los tres compañeros del equipo.

Los tres representantes del Club Atletismo Zofío

A las once dieron la salida, que no era como recordaba Juanqui, era justo al contrario y por eso la salida era cuesta abajo y el primer kilómetro se hizo muy rápido. Luego venía la subida más dura de la jornada aún por las calles del pueblo. Salí detrás de un tipo de Móstoles que antes nos había contado que había corrido el año anterior la carrera del Zofío y que trataría de apuntarse este año también. Ya saliendo del pueblo le cogí y al poco cogimos a un tipo que parecía de nuestra categoría, la de mayores de 55. Estuve un rato con ellos y luego decidí tirar para ver si así los minaba un poco la moral. No funcionó del todo porque debí flojear y me adelantó el tipo de pelo blanco que había adelantado antes y un par de jóvenes.

Traté de que no se me fuera, pero no me daban las piernas y no pude con él. No fue buena idea haber ido a la montaña el viernes y haber entrenado el sábado. Llegué a meta con un tiempo de 29:04 para una distancia de 6,4 kilómetros, casi un kilómetro más que una legua, que era la supuesta distancia a recorrer.

La compañera llegó poco después siendo segunda de la carrera. Juanqui llegó algo más tarde, increíble lo de este hombre, tiene un mérito enorme después de lo que ha pasado. Lo más curioso es que fui segundo de mi categoría después del cano y el de Móstoles quedó tercero, algo totalmente inesperado.

En el segundo escalón del podium

Fue una pena que los premios no fueran acumulables porque la compañera se llevó el de segunda clasificada de la general y no el de primera de su categoría ya que mientras los segundos y terceros eran copas vulgares, el destinado al primero era un bonito trofeo con un monumento del pueblo.

Esperamos por si nos tocaba algo en el sorteo, pero no nos tocó nada, así que nos tuvimos que consolar tomando algo en un bar de la plaza. Después de un par de consumiciones, nos volvimos a casa.

II Milla de Carabanchel

Por segundo año consecutivo me he acercado al madrileño barrio de Carabanchel para participar en la milla que allí celebra el club Triatlón Carabanchel. Después de haber estado entrenando para la media de la semana pasada, no es la prueba más propicia, pero si no tienes ninguna pretensión, todas son buenas. Si el año pasado vine acompañando a un joven conocido, esta vez vine con mi amiga habitual.

Debieron tener algo de lío con las inscripciones o los correos porque a mí me llegó un correo varios días antes dándome información sobre el día de la carrera y sin embargo a mi amiga ni pío. Tuve que escribir para preguntar y me contestaron rápidamente que sí estaba inscrita en tiempo y forma.

La milla se celebra en la calle de la Torta junto al pinar de San José y no queda muy lejos de casa, así que no tuvimos mucha prisa. A las nueve salí de casa y en un cuarto de hora estábamos retirando el dorsal, que fue entregado de manera diligente. Mi amigo aprovechó el servicio químico que habían instalado a la vuelta de la esquina.

Yo ya conocía el circuito del año pasado y se lo estuve enseñando a mi amiga aprovechando para calentar, ya que ella salía en la primera tanda. Me encontré por allí, igual que el año pasado, a mi antiguo compañero de MaraTI+D Alberto, con el que estuve charlando un rato. El circuito no es en absoluto llano. Mirando desde el arco de salida/llegada, existe una ligera bajada hacia un lado y una ligera bajada hacia el otro, así que toca subir y bajar dos veces por vuelta. Eso sí el desnivel es muy pequeño.

Ella estaba muy preocupada porque estando en la línea de salida estaban cuatro y las otras tres tenían pinta de correr mucho, así que decía que iba a llegar la última; sin embargo, según se iban acercando las diez de la mañana empezó a poblarse la línea de salida y ya se tranquilizó un poco. Dieron la salida y las chicas Máster se pusieron en marcha. Mi amiga salió un poco tranquila y luego fue apretando, llegando en una meritoria quinta plaza con un tiempo según su crono de 7:18 y oficial de 7:16. Está bien que te quiten unos segundos.

Cuando llegó a meta me quité la ropa de abrigo, porque la mañana era fresca, hice unos progresivos y me fui hacia la línea de meta. El speaker decía que iba a correr el campeón de Madrid de la milla y el subcampeón de España de 800 metros, pero luego viendo los tiempos no sé si realmente corrieron o no. Dieron la salida y salí a tope, aunque reconozco que en las cuestas abajo no soy capaz de desarrollar toda mi velocidad y en las cuestas arriba, tampoco, porque me cuesta. El que sí iba como un tiro era Alberto, que al poco de empezar me sacaba ya lo suyo.

Había puesto el reloj para que pitara a los 400 metros y había calculado que para ir a un ritmo de 4:00 min/km tenía que hacer los 400 metros en 1:35 y el primer tramo lo clavé. El segundo ya se fue a 1:36 y el tercero a 1:37. En el último cuatrocientos ya apreté lo que pude y lo hice en 1:35. Llegué a meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 6:28.7 que coincide hasta las décimas con el tiempo oficial. Lo hice un par de segundos peor que el año pasado, pero este año hacía algo más de viento y creo que eso ha perjudicado a todo el mundo.

En pleno esfuerzo con el pinar de San José al fondo

Después de la milla estuvimos trotando un poco por el pinar, tratando de esquivar los charcos porque el día anterior había llovido lo suyo. Hicimos cinco kilometrillos por allí para bajar las pulsaciones y hacer algún kilómetro más de entrenamiento. El año que viene, si puedo, volveré a estar en la Milla de Carabanchel.

XVIII Media maratón de Latina

Este año no tenía intención de participar en esta carrera, prefería haber corrido la prueba de cinco kilómetros que también organizan y con la que comparten salida, pero una amiga me animó a que participar y en el último mes estuvimos entrenando cuestas y haciendo tiradas largas los domingos por el Parque Lineal.

A las ocho y media quedamos en el punto de encuentro, se montó Juanqui en nuestro coche y partimos rumbo al Centro Comercial de Aluche donde pudimos aparcar el coche tan ricamente en el parking. Repartimos los dorsales a los compañeros que mi amiga y yo recogimos el viernes por la tarde. Nos fuimos hacia la pista del polideportivo donde está situada la llegada y allí dejamos la ropa en el ropero, aguantando hasta lo últimos minutos porque aunque el día era soleado, el viento era bastante fresco y fuerte. Dejamos la ropa y nos hicimos una foto los cinco compañeros del Club Atletismo Zofío, porque del sexto no sabíamos nada, no había dado señales de vida. Nos hicimos la foto y fuimos trotando hacia la calle Guareña donde está situada la salida, donde llegamos casi con el tiempo justo.

Como decía el compañero, cuatro ases y un comodín.

Esperamos menos y ná y dieron la salida. Una de las compañeras de club, con la que suelo correr bastantes pruebas me dijo que no me preocupara de ella porque estaba enferma. Yo salí a mi ritmo, sin mirar el reloj y en el kilómetro tres o por ahí oí su voz no muy lejos. En el kilómetro siete, después de la cuesta de la Cuña Verde se puso a mi altura y en la bajada me adelantó. Había pasado hacía un rato la vela de 1h35 y dije que si íbamos a ese ritmo podíamos hacer un tiempo como el año anterior. Fuimos juntos hasta la cuesta de Batán donde se quedó porque en la bajada ya no la veía. No tenía claro si se había retirado porque me iba diciendo que no podía respirar.

La vuelta desde Lago se me hizo dura porque hacía mucho aire en contra y es cuesta arriba. Por supuesto, la cuesta Aisa se me hizo dura porque lo es y el tránsito por la calle Valmojado, junto al parque, se me hizo dura también, nada que ver con el año anterior que en esa zona iba como un tiro. En Valmojado me adelantaron unos cuantos y vi que el globo de 1h40 estaba cerca de mí, así que mi propósito era que no me alcanzara. También se me hizo duro el último kilómetro por la calle donde salimos ya que de nuevo pegaba el viento en contra y era frío. Una chica del club Maratonianos de Leganés, con la que había ido muchos kilómetros y que la había dejado atrás, me adelantó en Valmojado y ya no pude alcanzarla. Llegué a meta justo cuando el reloj cambiaba de 1h39 a 1h40, aunque el tiempo neto fue de 1h39:55 con el que me doy con un canto en los dientes. ¡Qué tiempos aquellos en los que hacía diez minutos menos!

Entré en meta y fui directamente a recoger la ropa para no quedarme frío. La compañera cono la que había compartido unos kilómetros y que estaba enferma no tardó mucho en llegar y mi amiga apareció justo detrás de la vela de 1h50 aunque su tiempo fue de 1h52:06. Vi que venía cojeando y me emocioné al pensar que había llegado a meta con el pie dolorido. Nos vestimos, esperamos a que llegara Juanqui y nos fuimos al centro comercial a tomar un café porque decía la compañera que necesitaba algo caliente y seguro que lo necesitaba porque tenía los labios morados de frío.

XXXVIII Cross de Leganés

Tengo que decir, sin temor a equivocarme, que nunca he corrido una prueba con menos motivación que ésta. Y es que se juntaron varias cosas que provocaron esa falta de motivación: es un cross, tiene subidas y bajadas duras, el terreno estaba muy blando, no estoy en forma, me sobra algún kilo y además me iba de viaje al día siguiente y debería estar en casa haciendo la maleta y no pisando barro.

Sonó el despertador a las siete y media. Me levanté y desayuné. A las nueve y cuarto salimos para el Parque de Polvoranca y como un cuarto de hora después estábamos allí. Aparcamos y justo llegó la otra compañera del Club Atletismo Zofío que estaba apuntada. Fuimos andando hasta donde estaba el ropero y daban los dorsales. Allí nos encontramos con un chico conocido, muy joven él, que iba a correr. Estuvimos un rato hablando y como a las diez y media corría yo, me puse a calentar un rato y lo que vi no me gustó nada.

En el Cross de Leganés con las compañeras

Dieron la salida y mi objetivo era que el chavalín no se me fuera, pero salió como alma que lleva el diablo. El terreno era casi todo el rato por hierba con barro donde te hundías a cada pisada. Además había unas cuantas cuestas, sobre todo aquellas zetas matadoras que ya conocía de otros años y que era lo poco que se mantenía del circuito que yo había corrido unos años antes. Sufrí como un perro por mil razones: porque estoy en mala forma, porque estoy pasado de peso, porque tenía motivación cero, porque me dolía el callo del pie derecho y porque no me gustaba nada el terreno aunque estaba corriendo con zapatillas de trail.

Por fin se acabó después de 6,8 km, mucho sufrimiento y poco más de treinta y cuatro minutos a un paupérrimo ritmo de 5:01, absolutamente lamentable. Luego corrieron las dos compañeras de club junto a unas poquitas corredoras. Una de ellas llegó cuarta de la carrera y tercera de su categoría y la otra fue novena, aunque primera de su categoría. Subieron las dos al cajón, nos despedimos de la gente conocida, sobre todo de la gente del Club Atletismo Leganés, los organizadores y nos volvimos a casa, yo con el rabo entre las piernas y ellas más contentas que unas castañuelas.

Las compañeras con sus trofeos

XVI Carrera de Reyes de Yuncler

Hoy llegó una de mis carreras preferidas, la Carrera de Reyes de Yuncler. Como en años anteriores, nos juntamos unos pocos compañeros del Club Atletismo Zofío para participar en esta bonita carrera.

Poco antes de las ocho y media estaba en el punto de encuentro. Esperamos un poco a Emilio R. y con el coche de Emilio el incombustible nos fuimos hacia Yuncler. Hacía frío por allí, pero algo menos que otras veces. Aún así, estuvimos con ropa de abrigo todo lo que pudimos. Cuando ya quedaban diez minutos dejamos en el coche la ropa y me quedé con mi camiseta de tirantes, la más apropiada para la práctica del atletismo.

Hice la carrera con una compañera que en la primera vuelta anduvo un poco detrás de mí y en la segunda fui yo el que iba viendo su espalda. Íbamos un poco picados con una chica que recortaba todo lo que podía, así que se daba el caso que conseguíamos sobrepasarla y luego nos adelantaba en alguna esquina. A mí me estaba dando muy mal rollo la situación. Al final conseguimos por fin dejarla atrás y nos lanzamos decidimos hacia la meta, llegando juntos y según mi reloj con un tiempo de 34:20, lejos de los 31 minutos de antaño.

Entrando en meta, foto cortesía de Juan Iniesto

Ya en el polideportivo comiendo migas vimos las clasificaciones en la web y la compañera estaba algo mosca porque aparecía la cuarta de su categoría, pero luego la llamaron y subió primera. Debió ser que las absolutas no contaban en las categorías. Como fue inesperado, se puso más contenta que unas castañuelas.

En el polideportivo, aparte de esperar a los premiados, nos comimos unas muy ricas migas con huevo frito, el verdadero motivo por el cual estábamos allí. 😉

A las ricas migas con huevos fritos

Si lo de la compañera fue una sorpresa, también lo fue lo de Emilio, que subió a lo más alto del podium ya que era el más veterano de la carrera. Todo un campeón que con sus 78 añazos sigue dándole a la zapatilla.

Nuestro campeón Emilio junto a otro ilustre campeón

XLII San Silvestre vicalvareña

Me levanté, desayuné tranquilamente y a las diez y cuarto estábamos en el punto de encuentro. Se montaron Emilio el incombustible y Juanqui en el coche y el resto del equipo en el otro y partimos rumbo al barrio de Vicálvaro.

Tuvimos suerte y aparcamos cerca del polideportivo, nos fuimos hasta allí andando, recogimos los dorsales, dejamos la ropa en el guardarropa y un chico se nos acercó preguntando si alguno tenía un blog, le dijeron que era yo y estuvimos un rato hablando. Me dijo que era su primera carrera y que buscando información sobre la carrera llegó al blog. Nos reconoció por nuestras camisetas del club. Le deseé buena suerte en su debut en el atletismo popular.

En la San Silvestre de Vicálvaro con algunos amigos

Calentamos un rato y en el calentamiento más de uno le pidió a Emilio R. hacerse una foto ya que iba vestido de bandolero. A las 11:45 nos pusimos en marcha. Mi idea era ir a un ritmo de 4:30 siempre que el gemelo me dejara. Una de las compañeras dijo que era muy deprisa, pero luego llegó 10 segundos antes que yo.

Pensé que podría bajar de 36 minutos porque veía que más o menos podía ir a 4:30 perdiendo algunos segundos en los kilómetros más duros y ganando algunos en las bajadas, pero al final hice 36:19. Al terminar saludé a Carlos, antiguo compañero de Telefónica Investigación y Desarrollo, que hace ya un montón de años se fue a trabajar a Alemania, pero que nunca se pierde la San Silvestre de su barrio. Él me ganó, ya le había visto fino. Al rato llegó otra de las compañeras con un tiempo de 39 minutos y algo.

Recogimos la ropa y nos duchamos y al salir creyó mi amiga que había oído su nombre por lo que fuimos hacia la zona donde estaban dando los trofeos y allí esperamos con incertidumbre a que llegaran las súper veteranas, que tardaron, ya que había un montón de clasificaciones de niños. Al final quedó primera de su categoría y le dieron una medalla bien grande. Nos volvimos al barrio y fuimos al Salem a tomar una sidra para celebrar ese primer puesto y, por supuesto, la Nochevieja.

XII San Silvestre de Villaverde Alto

En un día fresco pero soleado se celebró una de las sansilvestres más madrugadoras, ya que se celebró un 17 de diciembre, justo dos semanas antes que el día de Nochevieja. La carrera comenzaba a las once, por lo que quedamos una hora antes en el punto de encuentro habitual, en una de las entradas del parque de Pradolongo. Llegamos tarde como siempre y, por supuesto, ya estaba Emilo esperándonos. Nos montamos en su coche y en diez minutos estábamos aparcando junto al parque de Plata y Castañar. Fuimos andando hasta la zona de meta donde tenían instaladas varias carpas con el ropero, la entrega de bolsas, etc. Estuvimos esperando a que llegara Juan Carlos, el compañero que había retirado los dorsales de todos los compañeros del Club Atletismo Zofío. No tardó mucho en llegar y nos entregó los dorsales junto a un regalito cortesía de la organización, que consistió en una braga para el cuello. Decir que la organización del evento corrió a cargo de la Asociación de Vecinos la Incolora, que de nuevo hizo un trabajo sobresaliente.

Después de colocarnos el dorsal y dejar la ropa en el ropero estuvimos calentando un poco, tratando de ver el nuevo trazado porque este año han tenido que modificar el circuito ya que están de obras justo al lado y el tramo de tierra que siempre se hacía estaba impracticable. Por problemas con un generador que iban a utilizar para el arco de meta, tuvieron que retrasar la salida casi un cuarto de hora, aunque eso son menudencias que no empañan la organización de la carrera. Faltando unos minutillos nos colocamos en el pelotón como en la quinta o sexta fila. Me pareció que este año había más gente que otras veces, pero no lo puedo asegurar porque mi memoria es deficiente.

En las fotos que salgo sin gorra soy clavadito a Vizzini, el de la Princesa Prometida

Dieron la salida y mi objetivo era que no me ganase un chico que había visto en otras carreras de barrio, quizás disputando el Tercer Circuito de Carreras de Barrio. El chico salió a toda pastilla y por ende, yo también, haciendo ese primer kilómetro en 4:01, un ritmo bastante rápido para mí en estos momentos que estoy entrenando poco, así que viendo que le iba recortando a mi «objetivo» bajé un poco el ritmo pensando que podía bajar de 21 minutos si me esforzaba un poco, pero sin pasarme y eso suponía ir a 4:15 los restantes cuatro kilómetros. Hice el siguiente a 4:10 algo más calmado ya y los otros se fueron a 4:15 así que pensé que ya lo tenía, sólo no debía desfallecer en el último kilómetro… Y no lo hice porque me salieron a 4:10 esos últimos mil metros.

De nuevo fue la parte femenina del Club Atletismo Zofío la que dio el do de pecho, ya que mi amiga y compañera de club se hizo con el tercer puesto de su categoría desquitándose de no haber subido al cajón el año pasado.

En el tercer puesto del no cajón

Después de la carrera estuvimos tomando algo por el barrio de Villaverde para celebrar la inminente llegada de la Navidad.

XXI Cross popular Salvemos el pinar de la Elipa

Tercer año consecutivo que participo en esta carrera y no sé si será una apreciación mía, pero esta vez me ha parecido que había más participantes que las otras dos veces. Nos presentamos entre el pinar de la Elipa cuatro compañeros del Club Atletismo Zofío en un día bastante fresco porque había neblina y no dejaba pasar los rayos de sol.

Fuimos en el coche de Emilio hasta allí, pero no encontramos sitio cerca del pinar, así que tuvimos que ir hasta el cementerio de la Almudena a aparcar. Desde allí, atrochando, llegamos al lugar donde está situada la salida y la llegada. Retiramos los dorsales en un momento, hicimos algo de tiempo, dejamos la ropa de abrigo en el guardarropa y ya vestidos de romanos nos hicimos la foto. Esa foto tan bonita con el Pirulí envuelto en niebla.

El Club Atletismo Zofío en el Cross Salvemos el pinar de la Elipa

Estuvimos calentando un poco porque como ya he comentado el día era frío y a las doce en punto dieron la salida. Mi objetivo no era otro que terminar sin tener que parar porque me doliese la rodilla ya que de nuevo en los entrenamientos previos a esta carrera me había tocado parar por la puñetera rodilla izquierda.

Así que salí a un ritmo normal, que no podía ser muy rápido porque estoy entrenando poco y mal y así fui sufriendo en las subidas y sufriendo aún más en las bajadas porque aunque no había barro las bajadas estaban muy mal porque tenían muchas piedras, el terreno era muy irregular y además en algunos tramos con algunas grietas y en otros muchas raíces.

Iba dando vueltas a la cabeza de por qué me había metido en estos berenjenales porque en estas carreras hay más que perder que ganar. Pensaba que dos meses antes me caí entrenando y todavía me duele el hombro derecho, tanto que me despierto todas las noches por el puñetero hombro. Pues eso, pasándolo mal en las subidas y con cincuenta ojos en las bajadas fueron transcurriendo las tres vueltas y pico. Llegué a meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 27:16 con el que me puedo dar con un canto en los dientes ya que no estoy para más, de hecho me conformaba con terminar y el tiempo me daba exactamente igual.

Tuve suerte de no caerme, pero no la tuvo Emilio que se cayó en la primera vuelta. Menos mal que este hombre es más duro que el pedernal y siguió hasta completar el recorrido como si tal cosa. Teniendo en cuenta que 78 años le contemplan, el tío siguió sin despeinarse y sólo una vez llegado a meta se limpió un poco la herida de la rodilla derecha y como nuevo. Yo de mayor quiero ser como él.