I Milla de Carabanchel

Hoy por segunda vez he participado en una milla. Bueno, quizás la primera, porque cuando participé anteriormente en una milla no medía 1609 metros porque si lo hubiese medido, los cuatro primeros habrían batido el récord del mundo. Esto sería a mediados de los ochenta en una milla organizada por el club deportivo de la facultad de Matemáticas de Madrid.

Esta vez la prueba no se realizaba en la Ciudad Universitaria acabando en la pista de ceniza, sino que acababa y comenzaba en el madrileño barrio de Carabanchel junto al pinar de San José.

No tenía ni idea de lo que podía hacer, pero pensé que si lo hacía en 6:15 hubiese sido una buen marca; sin embargo al ver el circuito ya me pareció que esa marca iba a resultar muy complicada ya que el circuito no era llano en absoluto, tampoco es que hubiese que subir el Tourmalet, pero llano no era ni un solo metro, todo ligera subida y ligera bajada con cuatro giros de 180º donde también se pierden segundos, desde luego nada que ver con una milla en pista que aunque hay giros no son tan pronunciados.

Estando en plena preparación para la maratón de Madrid me acerqué por allí más que nada por acompañar a un chaval al que conozco que quería medirse en esa distancia. Había quedado con él y me acercó con su coche hasta una calle próxima a la salida/meta. Aparcó el coche a unos quinientos metros de la salida y fuimos paseando hasta allí en una agradable mañana, fresca pero ni mucho menos fría, ideal para correr.

Había varias categorías, entre ellas Master masculino que era donde yo participaba, mientras que el compañero participaba en Senior masculino. Estuvimos calentando por el pinar y a las diez nos aproximamos a la calle de la Torta para ver la primera de las pruebas, la Master femenina. Había abundancia de participantes del club Triatlón Carabanchel, que organizaban la prueba. También había muchos de un club llamado BreatheSport que creo también es de este barrio.

Un cuarto de hora más tarde que las chicas salieron los de mi categoría, yo algo desanimado por las ligeras cuestas y los giros, aun así salí a toda pastilla, para mi nivel, en esos primeros metros de subida, que pronto fueron favorables, yendo unos segundos por debajo de cuatro en ese terreno. Después de un giro de 180º ese terreno favorable se convierte en ligera cuesta y esos segundillos que había ganado en la bajada se perdieron en la subida. Luego se baja un poquito, otro giro de 180º y se sube hacia la meta para completar la primera vuelta, 800 metros. Como en la primera vuelta, se baja hasta el siguiente giro de 180º y antes de ese tercer giro se cumplió el kilómetro que hice en 3:59. Seguí más o menos al mismo ritmo, ya no daba más de sí, apretando los dientes para llegar a meta en el menor tiempo posible que fue 6:26 según mi cronómetro, algunas décimas menos según la clasificación oficial.

En pleno esfuerzo terminando la milla

A las 10:45 comenzó el compañero que salió un poco retrasado. En la primera vuelta iba el séptimo o el octavo, pero luego fue remontando y acabó tercero. Hizo una gran carrera con un tiempo de 4:53, algo más de minuto y medio más rápido que yo. Mientras esperábamos a que subiera al cajón estuvimos viendo las pruebas de los más pequeños y la verdad es que es reconfortante ver que hay niños y niñas que practican atletismo y que serán los futuros campeones del mañana.

El compañero en el cajón

Estando por allí esperando al podium me crucé con un chico que me sonaba un montón su cara, pero que no le ubicaba, luego gracias a Strava vi que era Alberto, un antiguo compañero de MaraTI+D con el que corrí varias carreras, entre ellas la de su debut con el equipo en los 10 km pedestres de Usera de 1999 donde gracias a su ayuda hice en aquel entonces mi mejor marca en 10 kilómetros marcando 41:39 que me costó un montón de años superar. Después de recoger su trofeo me despedí de mi compañero que tuvo la gentileza de llevarse mi ropa de abrigo y yo me hice 10 millas más para completar un entrenamiento largo de cara a la maratón, ya a un mes vista.

XVII Media maratón de Latina

Sobre las siete me levanté y desayuné un vaso de leche con café y dos tostadas de pan de molde con crema de cacahuete y mermelada de arándano. Tenía pensado levantarme un poco más tarde y desayunar menos, pero al final desayuné lo que las últimas veces pensando que se iba a hacer larga la media.

Poco antes de las ocho y media salimos hacia el punto de encuentro con el coche. Cogimos a mi tocayo de camino y subimos al centro comercial de Aluche, aparcamos y fuimos andando tranquilamente hasta la pista de atletismo. Allí estuvimos haciendo tiempo con la ropa de abrigo puesta, ya que hacía fresquete, y cuando faltaban veinte minutos nos quitamos la ropa dejándola en el guardarropa. Luego fuimos trotando hasta la línea de salida, pero antes nos hicimos una bonita foto.

Representantes del Club Atletismo Zofío en la Media de Latina

Estando los cuatro en la línea de salida apareció Simba, el cuarto componente del Club Atletismo Zofío, que no había dado señales de vida hasta ese momento. Dieron la salida y Simba salió como un ciclón. Una de las compañeras, que iba a hacer la carrera de 5 km, nos fue marcando el ritmo el primer kilómetro, pero luego la dejamos atrás y empecé a sufrir para que Ninfa y mi tocayo no me dejaran descolgado. Fui casi toda la carrera detrás de ellos, porque aunque en las cuestas arriba me ponía a su altura, cuando la carrera era más favorable dos, tres metros siempre me metían y sufría para no perder más.

Íbamos picados con una chica que nos precedía unos cincuenta metros, pero aunque la recortábamos en las subidas, nos alejábamos en las bajadas. Yo dije que en la calle Valmojado la íbamos a coger y fue allí, subiendo Valmojado, cuando me sentí mejor. Cogí la cabeza del terceto y puse un buen ritmo, fue en ese momento cuando nos hicieron una bonita foto, casualmente el único rato donde estuve en cabeza del grupo.

Dándolo todo en la calle Valmojado a dos kilómetros de meta

No duró mucho mi euforia porque veía que si apretaba se quedaba la compañera, así que al final la chica a la que tratábamos de coger llegó antes que nosotros a meta. Cruzamos la línea de meta con 1h38 y unos pocos segundos, los tres hermanados como dos semanas antes en Fuencarral.

Nada más acabar nos pasamos por el stand de los fisios porque cada uno acabamos con alguna movida. A mí me dolía la rodilla izquierda, me tumbaron en la camilla, me movieron la rodilla para acá y para allá y llegó a la conclusión que era una sobrecarga.

Ninfa siendo séptima de la carrera quedó tercera de su categoría, siendo esta vez era Veterana C, en una extraña clasificación por edades que hicieron. Como tenía que subir al cajón estuvimos esperando. Yendo hacia el avituallamiento me llamaron y cual fue mi sorpresa que era Josetxu, antiguo compañero maratidiano con el que compartí muchas carreras en el pasado, sobre todo nos acordábamos de la maratón de San Sebastián del 98, de la chupa de agua que nos cayó durante todo el fin de semana y principalmente durante la carrera. Estuvimos un rato hablando, me contó que hacía la maratón de Valencia y la de Madrid todos los años. Nos despedimos, cogí la comida y la bebida y la ropa de abrigo y estuve estirando un poco haciendo tiempo.

Después de esperar a casi todos los premiados por fin subió la compañera al cajón y con su trofeo en la mano y nuestras medallas al cuello nos volvimos al barrio donde en una terraza celebramos convenientemente la carrera tostándonos al sol de invierno.

XXXVIII Media maratón de Fuencarral

Todo empezó a la hora de hacer la inscripción. Si querías camiseta, más tenías que pagar. En mi caso tengo camisetas para aburrir, así que dije que no, aún así no es que la cosa saliera regalada, que tuve que soltar 14,60 € por apuntarme. Ignoro si hubo otros tramos en los que era más barato apuntarse, pero ese precio «a pelo» no es un regalo precisamente. Mucho ha cambiado la cosa desde la primera vez que participé allá por 1997.

Luego siguió con el tema de recoger el dorsal. O bien lo hacías antes del día de la carrera o bien lo recogías el mismo día, pero soltando 3 €. Teniendo en cuenta que la calle Villaamail está bastante lejos de mi casa, si hubiese ido solo habría sido mejor soltar los 3 € porque según está el tema si vas en coche te lo gastas en gasolina. El caso es que el sábado fuimos en un coche a recoger tres dorsales y eso yo creo que sí es más barato que 9 €, que es lo que hubiese supuesto haber recogido el domingo los tres dorsales. Luego hablaremos de las fotos…

Debuté en esta prueba en 1997 y aunque en los primeros años intentaba hacerla todas las veces que podía, ya llevaba una temporada sin participar, once años en concreto.

119971:36:52
219981:38:05
319991:35:01
420001:39:05
520031:45:34
620051:39:30
720071:46:24
820091:42:19
920101:30:23
1020121:30:41

En los últimos días nos enteramos que la salida la habían retrasado a las diez, por lo que no hacía falta madrugar demasiado; sin embargo yo me levanté tres horas antes, a las siete, para desayunar en condiciones mi café con leche y dos tostadas.

Íbamos tres compañeros del Club Atletismo Zofío para participar en esta carrera y habíamos quedado a las ocho y media en el punto de encuentro para llegar con holgura de tiempo. Minuto arriba, minuto abajo, llegamos al sitio y salimos para el barrio de Fuencarral. Después de dar un poco de vuelta, aparcamos el coche junto al polideportivo de Santa Ana, donde acabó esta carrera unas cuantas ediciones, aunque ya llevan pocos años que han vuelto al sitio original en la calle Nuestra Señora de Valverde.

Como llegamos con tiempo y con el dorsal ya recogido se nos ocurrió tomar un café por aquello de tener una dosis extra de cafeína. En la misma calle donde está la salida y la llegada vimos un sitio abierto llamado Panadería Patio Baena donde vimos unos dulces que se me iban los ojos, pero me conformé con un café cortado. Los de la mesa de al lado pidieron una tostada de pan y puedo asegurar que es la tostada más grande que he visto nunca.

Hacía fresco, por lo que no apetecía mucho quitarse la ropa de abrigo y estuvimos mareando un poco, de tal modo que cuando fuimos a hacer uso del guardarropa, nos tocó esperar un poco y tuvimos poco tiempo para calentar, pero tuvimos tiempo de colocarnos en la línea de salida, aunque algo atrás ya que nuestras pretensiones no eran muy elevadas, nos conformábamos con no sufrir mucho y llegar los tres juntos a meta.

La última vez que participé fue en 2012, también un 12 de febrero, y en aquel entonces y durante casi toda la vida de esta carrera se hacía en el sentido horario, pero creo que fue el año pasado cuando lo hicieron en sentido antihorario, que a mí a priori me parecía más duro, ya que Herrera Oria es una señora cuesta, pero Jesús, el organizador, me aseguraba que la gente estaba haciendo mejores tiempos yendo en contra de las agujas del reloj. No me convenció mucho cuando me lo dijo, la verdad, y luego vi que de ninguna manera.

Bueno, a lo que íbamos, a las diez en punto dieron la salida y tardamos un rato en pasar la línea de salida, ya que estábamos muy atrás. Ese primer kilómetro, aunque favorable, no fue muy rápido por la gente a la que tuvimos que adelantar. Los siguientes siguen siendo favorables hasta un poco más allá del cuatro que viene una bonita cuesta arriba de unos dos kilómetros que termina en la Tapia del Pardo. Uno tramo más o menos llano y comienza una larga bajada hasta El Pardo adonde se llega aproximadamente en el kilómetro diez.

Por la carretera de El Pardo hacia Madrid hay unos cinco kilómetros más o menos llanos en los que íbamos rodando más o menos a 4:40 hasta que llegamos al quince y ahí se acabaron las tonterías. Hasta ese momento habíamos ido los tres juntos, aunque yo siempre medio descolgado, y pensaba que la subida a Herrera Oria iba a ser un «sálvese el que pueda», pero nos fuimos esperando los unos a los otros, total, tampoco nos jugábamos nada. Ese kilómetro 16, ya todo para arriba se nos fue un poco el tiempo, pero es que el siguiente kilómetro es tremendo y ahí se nos fue el kilómetro a 5:45, un minuto más lento que lo que llevábamos en el llano. El siguiente suaviza un poco porque hay un falso llano, pero el 18 también es de aúpa y también se nos disparó el tiempo. Afortunadamente ya habíamos pasado lo peor y aunque el resto seguía picando para arriba era más llevadero. Curiosamente fue en ese tramo final donde mejor me encontré y estuve tirando de mi compañeros tratando de alcanzar a una chica para que nuestra compañera tuviese alguna oportunidad de subir al cajón; sin embargo aunque la pasamos luego nos volvió a superar, aunque de todos modos llegar antes tampoco hubiera servido para hacer un puesto de honor.

Entramos los tres hermanados aunque a mí me dan un tiempo neto algo mejor al pasar detrás de ellos por la salida. Mi tiempo fue 1:40:38 prácticamente diez minutos más que la vez anterior hace once años. Pero contento por haber llegado los tres juntos y haber sido capaz de aguantar el ritmo.

Está claro que lo de las carreras populares es un negocio porque algunas carreras lo mercantilizan todo. Por ejemplo, esta carrera saca dinero por el precio del dorsal, por la recogida del dorsal el domingo, por si alguno «pica» y compra una camiseta de ediciones antiguas de ésta y otras carreras, ya que en el local de la recogida de dorsales también había una especie de mercadillo. Y por último, también se hace negocio con las fotos, ya que es una empresa la que las hace y las vende por el módico precio de 4,90 €. Eso sí, reconozco que las fotos están muy bien hechas y de gran calidad.

Esta vez no llevé la indumentaria del Club Atletismo Zofío, ya que ese día en Madrid se celebraba una manifestación por la Sanidad Pública, así que aproveché para manifestarme mientras corría.

XLI San Silvestre vicalvareña

Un año más y ya van quince, he acabado el año atlético participando en la San Silvestre vicalvareña. Y no he estado solo, ya que hasta allí nos hemos desplazado unos cuantos compañeros y compañeras del Club Atletismo Zofío. E incluso un bandolero nos ha acompañado…

La carrera de los mayores comenzaba a las 11:45 aunque desde las diez se celebraban carreras para los más pequeños. Este es uno de los detalles que distingue una carrera popular de una carrera $$comercial$$.

Habíamos quedado a las diez en el punto de encuentro. Llegamos a la hora y al poco salimos. Aparcamos sin demasiadas dificultades no muy lejos del polideportivo Margot Moles, donde está ubicado todo el tinglado. Retiramos el dorsal rápidamente y nos dio tiempo a hacer nuestras necesidades antes de dejar la ropa en el ropero y hacernos la foto de rigor.

Club Atletismo Zofío con bandolero incorporado

Con la referencia de la Carrera del mazapán en la que participé una semana antes sabía que podría llevar un ritmo de carrera de 4:15, pero me conformaba con ir incluso más despacio. Siendo la última del año tampoco es cuestión de ir a muerte.

Dieron la salida y traté de tomármelo con calma, pero al ser favorable ese primer tramo se te van las piernas casi sin querer, son 750 metros que se hacen a toda pastilla. En ese primer giro de noventa grados a derechas vi a mi compañera Ninfa que ya me sacaba un buen tramo y que me iba a resultar muy difícil alcanzarla.

Poco después se vuelve a girar a derechas y se llega al primer kilómetro, que ni miré, ni ese ni el resto. Ahí comienza el tránsito por la calle Villablanca de poco más de un kilómetro y todo para arriba. Imaginé que ese kilómetro lo había hecho más lento que el anterior, cosa lógica por otra parte.

Se llega a la plaza de la Vicalvarada y se coge la calle Casalarreina en un tramo más o menos llano buscando el barrio de Valdebernardo. Dentro de ese barrio se baja por el bulevar de Indalecio Prieto y se sube por el otro lado del mismo bulevar. O sea, lo que se gana por un lado se pierde por otro. Se sale de Valdebernardo y muy poco después se llega al kilómetro cinco.

El sexto kilómetro casi en su totalidad por el Camino Viejo de Vicálvaro es ligeramente favorable hasta llegar a la estación de metro que toma nombre del barrio. A partir de ahí comienza otro tramo favorable por la calle San Cipriano hasta llegar a la calle Minerva. En estos últimos kilómetros iba algo detrás de un tipo que llevaba una camiseta del Einstein Marathon, que imaginé se celebrará en algún lugar de Alemania. Me hizo pensar que quizás los organizadores harían alguna broma diciendo aquello de se descalificará a cualquier corredor que vaya más rápido que la velocidad de la luz.

Son 200 metros los que se sube por la calle Minerva, pero es probablemente el tramo más empinado. La cuesta desemboca en el punto kilométrico uno, por lo que al hacer el camino a la inversa, tocaba un corto tramo favorable y subir esos 750 metros que al inicio bajamos tan alegremente. De nuevo acorté la zancada y traté de dar zancadas más rápidas, pero ya se notaba la fatiga.

Ya en la pista del polideportivo aceleré lo que pude para tratar de llegar a meta lo más dignamente posible. Miré el cronómetro de meta y vi que marcaba algo más de treinta y cinco minutos por lo que aquellos 4:15 que me «auguraba» la Carrera del mazapán se fueron al garete. Llegué a meta con un tiempo oficial neto de 35:25 que son nueve segundos más que la vez anterior en 2019 así que mucho no me puedo quejar.

De nuevo fueron las féminas del equipo las que consiguieron subirse al cajón, ambas como terceras de su categoría. Sin lugar a dudas son ellas las más fuertes. Ambas recibieron una medalla ya que en esta carrera no había trofeos. Fueron rápidos en la entrega de trofeos porque nos dio tiempo a ducharnos y poco más.

Las dos premiadas mostrando sus trofeos

Y de este modo acabo el año 2022 como me gusta, corriendo.

¡Feliz Año Nuevo 2023!

XIX Carrera del aceite

Dos días después de la Carrera del mazapán me acerqué a mi pueblo, Los Navalmorales, para participar en la Carrera del aceite. La carrera de los mayores comenzaba a las once por lo que no hubo que darse un madrugón. Convencí a una compañera del Club Atletismo Zofío y sobre las diez y cuarto aparcábamos el coche cerca de la iglesia para acercarnos a la fuente de los seis caños donde estaba ubicada la salida y la meta.

Saludamos a Aarón, alma máter de Evedeport, y nos comentó que había un nivel altísimo en esta prueba, lo que no es de extrañar ya que el precio del aceite está por las nubes y el premio, por lo tanto, es muy goloso. A 4,90 € el litro estaba el litro de aceite, casi nada.

Recogimos el dorsal en un periquete y vimos que en la bolsa del corredor había una camiseta, unos bonitos guantes y un gorro de Papá Noel. Esperaba una camiseta de manga larga, pero es lo que hay. Aprovechamos el bar de al lado para tomar un café y soltar lastre. Volvimos al coche, nos prendimos el dorsal en el pecho, dejamos la ropa y nos dio tiempo a hacernos una foto para inmortalizar el momento.

Con la iglesia a nuestras espaldas

Fuimos trotando hacia la línea de salida siguiendo una línea blanca de cal en el suelo que supusimos era la que marcaba el trazado de la carrera. Este año habían modificado el circuito y en vez de dar tres vueltas como en años anteriores, esta vez era una única vuelta pero también en su mayor parte por caminos y ya nos advirtió Aarón que un trozo de unos 800 metros en muy mal estado, como luego pudimos comprobar. También habían cambiado el lugar de la salida y la meta, que en años pasados estaba junto a la gasolinera y éste junto a la plaza de los seis caños. La idea era hacer una única vuelta de cinco kilómetros, pero al acabar mi GPS no llegaba a esa distancia, así que la vuelta tampoco era de cinco, faltarían unos 150 metros o cosa así.

Estando esperando a que dieran la salida comentó el speaker que el nivel era altísimo tanto en chicos como en chicas y vaya si lo era. A las once en punto dieron la salida y como dos días antes me lo tomé con calma aunque ese primer kilómetro, en dirección hacia el cementerio era cuesta abajo. Poco antes del cementerio se coge la carretera que va a Villarejo pero pronto se gira a la derecha y comienza el tramo que estaba en peores condiciones, principalmente por las rodadas de los tractores y el barro. Aunque era un tramo ancho, íbamos todos en fila india porque había poco terreno donde poder pisar sin miedo.

Una vez acabado ese terreno se giraba hacia la derecha y comenzaba una cuesta arriba bastante larga, o al menos eso me pareció, ya que se me atragantó. Un poco antes había adelantado a una chica y en esta cuesta me adelantó ella y ya sólo la pude ver su espalda desde entonces, además esa cuesta me quitó las pocas ganas de sufrir que me quedaban. También allí me adelantó un chavalín muy jovencito, no creo que fuese ni cadete, que ya me había pasado por la piedra en Polán.

Una vez coronada la cuesta iba viendo mi pueblo a la derecha, destacando entre todos los edificios la torre de la iglesia, conocida como la buena moza. Iba más pendiente del paisaje que de la carrera, no estaba nada motivado.

En un momento dado el recorrido nuevo confluye con el antiguo, pero donde antes era subida esta vez era bajada. Este recorrido nuevo a la inversa se separa del antiguo al cruzar el arroyo donde se sigue paralelo a su cauce hasta llegar a la meta. Por allí, a la altura donde en mi infancia estaba el campo de fútbol y los lavaderos me adelantaron dos individuos que iban a una velocidad endiablada y una chica no tan rápida, pero a la que tampoco pude seguir.

Pocos metros más adelante cruzamos el arroyo por donde está la capillita del Cristo de las Maravillas y allí mismo estaba situada la meta, la cual crucé con un tiempo oficial de 21:45 siendo noveno de mi categoría. Mi compañera llegó al ratito parando el crono en 24:29 lo que la llevó a ser octava de su categoría. Este año no se llevó ni una gota de aceite, se tuvo que gastar los cuartos en la tienda de Inmaculada Murga.

Nos resultó súper útil la app de Evedeport porque enseguida vimos las clasificaciones y no hubo que esperar como antaño a que colgaran en un tablón los listados con los tiempos. Como llevábamos mucha prisa nos fuimos prácticamente sin decir adiós.

De camino de vuelta íbamos elucubrando si este nuevo circuito es más favorable que el anterior y no llegamos a una conclusión clara, a mí desde luego me han parecido duros los dos.

XVIII Carrera del mazapán

Cinco años después de mi primera participación en esta carrera he vuelto a repetir experiencia y salí tan contento como aquella primera vez. En el día de Nochebuena nos acercamos hasta Polán, pueblo cercano a Toledo, tres compañeros del Club Atletismo Zofío. Cuando llegamos a la localidad, como ya habían empezado las carreras de los niños, tuvimos que aparcar el coche algo lejos del «meollo» de la carrera. Aparcamos el coche y fuimos andando a recoger el dorsal a la plaza del ayuntamiento. La recogida fue rápida y viendo que no teníamos demasiado tiempo volvimos trotando al coche a dejar la ropa porque no había guardarropa en esta carrera, cosa que no me pareció ni medio bien.

Preparados para la carrera del mazapán

Volvimos de nuevo a la plaza y comenzamos a recorrer el circuito señalizado con flechas en el suelo. La salida era idéntica a la otra vez que vine, pero luego vi que el circuito giraba a la derecha en vez de seguir recto como recordaba, algo habían cambiado y no sabía si para bien o para mal porque un lustro atrás era una recta de ida, giro de ciento ochenta grados, otra de vuelta, otro giro de ciento ochenta grados y rodear la plaza. Sencillo y rápido

La idea era no salir demasiado rápido para no atufarme en el primer kilómetro y luego ir penando, como me pasó en la San Silvestre de Villaverde, por lo que cuando dieron la salida iba pendiente del cronómetro para no acelerarme. El compañero más joven del equipo sí salió como alma que lleva el diablo y cuando me crucé con él, pasado ya el primer kilómetro, ya me sacaba una ventaja interesante. La otra compañera iba detrás de mí muy concentrada. Aún así hice ese primer kilómetro en 4:03 pero he de decir que era un poco cuesta abajo.

El más joven del equipo en plena acción

A la vuelta de ese primer giro de ciento ochenta grados volvimos hacia la plaza, pero sin entrar y siguiendo por la CM-401a, se pasaba por una zona llena de gente que no estaban precisamente corriendo, aunque al menos animaban botellín en mano. Ese tramo era cuesta arriba hasta la glorieta de Adolfo Suárez donde se giraba hacia la derecha buscando el segundo giro de ciento ochenta grados, junto a una torre, no sé si el depósito de agua. Lo subido se torna favorable y se vuelve de nuevo por la CM-401a pasando otra vez por el jolgorio juvenil, que seguían animando de manera jocosa, aunque así también se agradece.

La compañera del Club Atletismo Zofío a tope

Marcó mi GPS el tercer kilómetro un poco antes de pasar por la línea de meta por lo que esta vez sí parecía que iban a ser seis kilómetros ya que la segunda vuelta era idéntica a la primera.

El cuarto kilómetro también fue rápido, pero en el quinto, que era cuesta arriba, no conseguí el objetivo de andar por 4:15 y se me fueron unos segundos, se hacían duros esos mil metros ligeramente cuesta arriba.

Pateando las calles de Polán

El último kilómetro fue rápido, ya que era favorable y se olía la meta. Aceleré lo que pude y conseguí adelantar a un corredor que me precedía. Llegué a meta con un tiempo oficial de 25:43 siendo undécimo de mi categoría. El compañero más joven llegó el decimotercero de la carrera con un gran tiempo de 21:43, justo cuatro minutos antes que yo. Por último, la compañera fue segunda de su categoría con un tiempo de 29:18. Ese segundo puesto le dio una buena cantidad de mazapán, que no va a haber días en el año para acabar con tanta figurita.

En el podium con la copa, los mazapanes y el gorrito de Papá Noel

Sin lugar a dudas, una buena manera de pasar la tarde de Nochebuena, ya que de esta manera tiene uno menos remordimientos a la hora de comerse los turrones.

Agradecer a Lucian Agaleanu las fotos que hizo de los corredores, que son de una calidad exquisita. ¡Gracias Lucian!

XI San Silvestre de Villaverde Alto

El miércoles, cuatro días antes de la carrera, nos pasamos por la sede de la Asociación Vecinal la Incolora a recoger los dorsales de todos los compañeros del Club Atletismo Zofío que iban a participar en la carrera. La sede de la asociación está en la calle Acebes y cuando llegamos vimos mucho jaleo, como si estuviesen grabando una película o una serie. Efectivamente, cuando entramos en la sede de la Asociación nos confirmaron que estaban grabando una serie y que utilizan su local para temas relacionados con la grabación. Nos llamó la atención ver a un tipo planchando unos pantalones vaqueros.

Recogimos los dorsales y un par de calcetines por cada inscripción, volvimos al coche tratando de refugiarnos de la lluvia y pasamos de nuevo por la calle Acebes para desembocar en el Paseo Talleres y en esa esquina fue donde vi el bar la Muralla. En ese momento me di cuenta de qué iba el tema, ya que muchas escenas de la serie Entrevías se graban en ese bar donde se reúne Tirso Abantos (José Coronado) con su amigo Pepe y Sanchís. Curiosidades de la vida, la serie Entrevías se graba en Villaverde Alto. Y comencé a sospechar que los pantalones vaqueros que planchaban en el local de la Asociación eran los sempiternos pantalones que utiliza Coronado en la serie. No me extrañaría.

Decir que el precio de la inscripción fue de únicamente 5 € de los cuales 2 € iban destinados al proyecto Incofarmacia consistente en comprar medicamentos para los más vulnerables, aquellos que ni siquiera pueden permitírselo. Además en la zona de meta había varias huchas donde poder aportar más dinero para esta iniciativa.

Bueno, centrándonos en la carrera, indicar que la San Silvestre de Villaverde se celebraba el domingo 18 a las once, por lo que habíamos quedado a las diez en el punto de encuentro para irnos desde allí y poder entregar a los compañeros los dorsales. Me levanté a las ocho para desayunar y poder hacer la digestión, pero entre pitos y flautas llegué tarde al punto de encuentro. Menos mal que tenía los dorsales, sino me hubieran dejado tirado, que me lo merecía.

Al contrario que el año pasado, esta vez no llovió y fue raro porque llevamos unas semanas de mucha agua, pero mejor así. Además estaba nublado y no hacía mucho frío, así que era un día inmejorable para correr. Nos juntamos todos los compañeros del Club Atletismo Zofío y nos hicieron una bonita foto.

Fue un placer encontrarnos con Juan Carlos que el hombre anda últimamente con algunos problemas de salud. Eso no fue óbice para que el bueno de Juan Carlos participara en la carrera en su barrio. Bravo por él.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío

Estuvimos calentando por la zona de tierra donde había varios charcos de tamaño considerable, pensando si era mejor ir por la izquierda o por la derecha para sortear el agua y el barro. Tanto nos entretuvimos con el tema que al final se nos fue el santo al cielo y tuvimos que espabilarnos para llegar a la línea de salida a tiempo.

A las once dieron la salida y me fijé como objetivo que Ninfa, una de las compañeras de equipo, no me sacara mucho tiempo, eso hizo que saliera muy acelerado pasando el primer kilómetro en 3:59 que es un ritmo muy exigente para mí en estos momentos. Creo que esa salida tan rápida me «atufó» y ya fui los siguientes kilómetros cada vez un poquito peor, alejándome más y más de mi compañera, aunque no se me iba demasiado. En la foto, más o menos por el cuarto kilómetro, se puede apreciar que iba ya cascado, cascado.

Sufriendo de lo lindo por el parque Plata y Castañar

El quinto kilómetro fue el peor de todos porque es ligeramente cuesta arriba y ahí noté las piernas muy cansadas, más de lo que deberían. Traté de esprintar en la campo de fútbol, ya llegando a meta, para que no me adelantara un corredor que llevaba a rebufo, pero no pudo ser, las piernas no iban. Llegué a meta con un tiempo oficial de 21:41 que coincide con lo marcado por mi cronómetro. Lo más curioso es que en 2019 hice 21:46, en 2021 21:50 y este año un poquito menos, así que me tengo que dar por satisfecho porque han pasado unos años y ahí sigo.

Como suele ser habitual, fueron las féminas del equipo las que hicieron un mejor papel. Ninfa fue tercera de la carrera y tercera de su categoría y la otra compañera fue tercera de la otra categoría. Ambas recogieron un original trofeo.

Las compañeras con sus trofeos

Después de la recogida de trofeos estuvimos esperando el sorteo, pero no nos tocó nada, así que nos fuimos a un bar del barrio a celebrar la llegada de la Navidad que ya está próxima.

Y con ésta son seis participaciones en el segundo circuito de la Unión de Carreras de Barrio. Si consigo terminar la San Silvestre vicalvareña tendré derecho a un trofeillo por haber alcanzado siete participaciones.

XX Cross popular Salvemos el pinar de la Elipa

El grueso del Club Atletismo Zofío se acercó al barrio de la Elipa para participar en el cross organizado por la Asociación Vecinal La Nueva Elipa. Se trata de una prueba que forma parte del circuito de la Unión de Carreras de Barrio y este por circunstancias coincidió con otra prueba del circuito, la de Canillejas, por lo que no todos los del club que corrimos ese día participamos en la misma prueba.

Como la carrera comenzaba a las doce, no hizo falta madrugar. Me levanté a las nueve, desayuné como un día normal y a las once estábamos en el punto de encuentro donde ya nos esperaba Emilio con su coche, el cual nos acercó hasta casi la línea de salida donde aparcamos y desde allí fuimos a recoger el dorsal dando un agradable paseo bajo un muy agradable sol de invierno que calentaba lo suyo. No podía faltar la foto con el Pirulí al fondo.

Los compañeros del Club Atletismo Zofío con el Pirulí al fondo

Este año se pudo hacer la inscripción por internet por lo que sólo tuvimos que recoger el dorsal y creo que eso agilizó la entregar de dorsales y minimizó el número de corredores que se apuntaron el mismo día. Es por eso que la salida se dio puntualmente minuto arriba, minuto abajo.

Salí con la idea de no perder de vista al compañero Simba, que está siempre a un gran nivel, pero sólo le pude aguantar un kilómetro porque en cuanto llegó la bajada se fue sin que yo pudiera hacer nada por remediarlo. Seguí a mi ritmo sufriendo de lo lindo en las cuestas arriba y bajando fatalmente lo subido, pensando en quien me manda a mí apuntarme a esta carrera tan dura.

Se acercó Juan Carlos, otro compañero del club ahora en standby, a saludarnos y me alegró sobremanera verle después de lo que ha pasado. Además tuvo el detalle de hacernos unas bonitas fotos como se puede ver

En pleno esfuerzo, foto cortesía de Juan Carlos

Tenía en la cabeza, tratando de recordar la del año pasado que eran dos vueltas y un poquito, pero me equivoqué porque eran tres y un poquito, pero como sí recordaba que eran unos cinco y medio kilómetros, no me pilló de sorpresa dar una vuelta más, aunque mis piernas no estuvieran muy de acuerdo.

Por supuesto que no conseguí alcanzar a Simba, de hecho, me fue sacando cada vez más. Llegué a meta según mi cronómetro de 26:45 para un distancia aproximada de cinco kilómetros y medio, un tiempo un poco mejor que el del año pasado aunque el circuito era ligeramente distinto.

Hubo premio para una de las compañeras del Club Atletismo Zofío ya que llegó segunda de su categoría y también para el incombustible Emilio que con sus 77 añazos se llevó el trofeo al más veterano. Emilio es sin duda todo un ejemplo para todos.

Posando con sus trofeos y la plantita que nos regalaron al llegar a meta

XXI Carrera cívico-militar contra la droga

Al igual que estos últimos años, nuestro buen compañero pradolonguero Pepe tuvo a bien apuntarnos a unos cuantos a esta carrera. En un principio no tenía pensado ir porque tenía otros compromisos, pero al final los planes iniciales se deshicieron y fui gustoso a esta carrera.

Otros años hemos ido trotando desde el parque de Pradolongo, pero esta vez debido a la falta de entrenamiento decidimos ir en coche y mi tocayo se ofreció a llevarnos. No fue fácil encontrar aparcamiento, pero encontramos un sitio y a la hora fijada estábamos ya preparados para la foto, que este año no fue tan numerosa como otras veces.

Miembros del Club Atletismo Zofío en la Carrera Cívico-Militar contra la droga

Llevo unas semanas fastidiado y aunque ya estoy algo mejor no quise forzar, así que salí tranquilo con la idea de no perder de vista a una de las compañeras del club y afortunadamente pude seguir su ritmo y sin demasiadas molestias, lo cual es una gran noticia.

Fuimos a un ritmo cercano a los cinco minutos en la primera parte que es con tendencia ascendente y mejorando esos tiempos en la segunda parte, más favorable. De esta manera completamos los poco más de seis kilómetros en un tiempo de 30:41 según mi cronómetro ignorando si coincide con el tiempo oficial.

Ninfa, compañera del Club Atletismo Zofío subió al cajón como segunda clasificada. Y es que a esta chica no hay quien la baje del cajón.

Ninfa recibiendo su trofeo como segunda clasificada de la carrera

V Carrera Popular de La Mata

Por primera vez he participado en esta carrera popular celebrada en la toledana localidad de La Mata. Viví en este pueblo hace ya mucho tiempo durante un periodo de seis años y desde entonces sólo había vuelto cuatro o cinco veces y aunque sabía de la existencia de esta carrera nunca se me había pasado por la cabeza participar… Hasta este año, que por algún extraño motivo algo me impulsó a participar. Así que convencí a una amiga y ambos nos apuntamos prácticamente el último día.

Poco antes de las diez y media estábamos en el pueblo y recogimos el dorsal rápidamente porque no había nadie en esos momentos. Nos comentaron que habría unos ochenta inscritos, pero la verdad es que mucha gente no se veía. Dejamos la ropa y nos pusimos a calentar un rato. Mientras nosotros trotábamos de un lado para otro, veíamos a David de la Cruz que calentaba a sprint como si en ello le fuese la vida. Llegué a pensar que se iba a cansar antes de empezar, pero nada más lejos de la realidad porque ganó la carrera con holgura y con un magnífico tiempo.

El Club Atletismo Zofío presentes en la carrera de La Mata

Dieron la salida y como aún sigo con molestias en el tendón salí muy despacio junto a mi amiga, pero pronto me di cuenta que el ir a su lado suponía un lastre para ella y aceleré el paso antes de terminar el primer kilómetro.

Como había salido muy atrás, fui durante toda la carrera adelantado a gente, lo cual me motivaba bastante, pero por mucha motivación, ir por debajo de 4:30 me costaba horrores. Iba pensando que no hace mucho había hecho medias maratones por debajo de 4:15 tan tranquilo y hoy yendo más despacio iba con el corazón desbocado. Todo gracias a mi mal estado de forma. Ya me dijo una vez un corredor que para que un corredor veterano mejorase lo único que importaba era no lesionarse, pero yo estoy casi más tiempo lesionado que sano.

Pasé por la línea de meta, al finalizar la primera vuelta, y vi que el reloj marcaba poco más de tres kilómetros, por lo que me di cuenta que no íbamos a correr los siete previstos, lo cual me alegró porque antes acabaría el sufrimiento. Bueno, que no se me malinterprete, sufrimiento gustoso, que cada uno se toma la carrera como quiere, no es obligatorio ir a muerte.

En esa segunda vuelta idéntica a la primera pude adelantar también a alguno, aunque un joven al que adelanté hizo lo propio en la línea de meta, relegándome a la 36ª posición a la que llegué con un tiempo oficial de 27:52 que coincide con el registrado por mi cronómetro. Lo mejor es que la lesión aunque sigue ahí, no me molestó más por ir más deprisa. A ver si de una vez consigo desembarazarme de estas molestias, aunque si sigo corriendo no lo voy a lograr, me parece.

Mi amiga tuvo mejor suerte ya que quedó primera de su categoría y quinta de la general por lo que consiguió una bonita copa y una caja de cortadillos de los que doy fe que están buenísimos. Muchas gracias a los patrocinadores por el detalle de los dulces.

Mi compañera de club posando con su trofeo y su regalo

Como curiosidad decir que a principios de los ochenta, cuando viví en este pueblo, había fácil una veintena de fábricas de dulces, de las que ya no quedan más que dos o tres, así que más agradecido aún a esos pocos fabricantes que aún quedan y tienen ese bonito detalle.