En un día bastante caluroso, nos dimos cita cuatro miembros de MaraTI+D con la idea de participar en la XXX edición de la media de Moratalaz. Además de los cuatro del equipo se vino conmigo Emilio, un compañero de entrenamientos.
Salí con Emilio con la idea de aproximarnos a 1h35′, pero aunque salí con un buen ritmo, al final noté que me faltaba fondo y en los últimos kilómetros fui perdiendo fuelle. Las cuestas además tampoco se me dieron nada bien (me falta entrenamiento en la Casa de Campo) y mi compañero tenía que esperarme después de cada una de las cuestas. Curiosamente, al llegar al polideportivo hubo que dar vuelta y media al estadio -cosa que el año pasado no hubo que hacer- por lo que ya me entra la duda de si este año estaba bien medido y el año pasado era menos distancia o si el año pasado estaba medido correctamente y este año nos han obsequiado con 400 m de más. También podría ser que ni éste ni el pasado la distancia fuese la correcta.
El caso es que paré el cronómetro en 1:37:20, cuarenta segundos menos que el año pasado y con 400 m más, por lo que debo considerar como buena la carrera.
La organización falló estrepitosamente en los avituallamientos, ya que se acabó el agua muy pronto y creo que desde el km 10 ya no tuve la oportunidad de volver a beber. Estos fallos no se pueden tener, sobre todo cuando llevas treinta ediciones organizadas. No lo entiendo, la verdad, pero la falta de agua causa un gran perjuicio a los participantes sobre todo cuando hace calor, como hizo ayer. Curioso que ofrecieran, al acabar la carrera, un caldito caliente, ¡¡¡si hacía un calor de muerte!!
Por fin puedo respirar tranquilo. Ya he cumplido mi gran objetivo
-atlético- del año, que no es otro que terminar la maratón de Madrid.
Este año casi se corre en el mes de mayo, ya que el último domingo de
abril fue el 30. Suelo fijarme como meta bajar de 3h30, pero este año
debido a que el mes de enero me lo pasé en blanco por culpa de una
lesión, ese tiempo que parecía muy ambicioso y decidí marcarme otro más
acorde con mi estado físico: bajar de las cuatro horas.
Este año el recorrido era absolutamente novedoso. Tomando como centro
el Paseo de la Castellana, normalmente el recorrido transcurre al oeste
de esta vía; sin embargo en esta edición se tocaba la zona este de
Madrid. La llegada de nuevo era en el parque de El Retiro como años
atrás.
Varios
compañeros habíamos pensado hacer la carrera sobre las cuatro horas,
pero a la hora de la verdad, sólo formamos un pequeño pelotón de cuatro,
aunque uno de ellos ni siquiera tenía pensado terminar. Eso sí, nos
sirvió de gran ayuda cogiendo botellitas de agua en los avituallamientos
y esponjas en los puestos habilitados para tal. La idea era tomarnos
las cosas con mucha tranquilidad en los primeros kilómetros con la idea
de apretar, si fuese posible, al final. En Plaza Castilla (km 6) nos
esperaba otro compañero, éste sin dorsal.
Llegamos al kilómetro 10 con un tiempo cercano a una hora. En ese
punto adelantamos al pelotón de las cuatro horas, guiados por atletas
con un gran globo azul con el tiempo marcado. Mis compañeros decidieron
apretar un poco el ritmo y los fui siguiendo hasta el kilómetro 14. En
ese punto, que comenzaba una larga subida hasta la media maratón decidí
marchar algo más tranquilo que ellos.
Desde ese km 14 hasta la media maratón, el recorrido es ascendente en
su mayor parte y se hace durillo. Yo con mi trote cochinero iba
devorando kilómetros casi sin enterarme, lo cual era buena señal. A la
media llegué con un tiempo de 1:59:31, un minuto por encima de mis
cálculos, pero dentro de lo previsible, aunque durante la carrera no
supe el tiempo porque no había puesto en marcha el cronómetro para no
obsesionarme con el tiempo.
Después de la media el terreno es favorable, pero poco antes de
llegar al Recinto Ferial (km 24), con objeto de salvar la M-40, aparece
un fuerte repecho que no es más que el preludio de los kilómetros que
restan. Porque a partir de entonces, se suceden bastantes subidas y
bajadas que van machacando las piernas sin piedad. Tremendo el repecho
que hay al salir del citado Recinto Ferial (km 27).
Sobre el kilómetro 30 adelanté a un buen amigo, Juan Ignacio, que
luchaba por superar su XXIX maratón de Madrid, pero no pudo seguir
nuestro ritmo, comentando que iba un poco justo. Al final nos vimos en
meta y en su cara se reflejaba la satisfacción de haber terminado todas
las maratones de Madrid.
Yo trataba de seguir a una pareja que llevaba un ritmo similar al
mío, pero en la subida de la Avda. de Niza (km 32) ya no pude seguirlos.
Aunque cansando, veía que todavía tenía algo de fuelle, ¡¡todavía no
había llegado el consabido muro!!
Otro punto puñetero llegó en la Avda. Hnos. García Noblejas, sobre el
km 36-37. Esa subidita, que en la carrera de Canillejas es
prácticamente imperceptible, en la maratón se hacía dura de verdad. Allí
me encontré a otro par de compañeros, pero siguieron a su bola. La
verdad es que en esos kilómetros, bastante tiene uno con poder
mantenerse dignamente.
Ahora había kilómetro y medio de una buena bajada. Lo que va desde la
Cruz hasta Ventas por la calle Alcalá. Es en las bajadas donde uno ve
si va o no va. Yo pude comprobar que iba más bien poco, pero
aprovechando que había bastante sombra intenté relajar lo que pude
pensando en la subida a Manuel Becerra. Justo en el puente de Ventas me
adelantaron los de las cuatro horas. Me alegró ver entre los portadores
de los globos a un compañero de entrenamiento que iba como una máquina,
pero me pasaron como una exhalación. No tuve tiempo de ni siquiera
pensar si debía o no seguirles.
Me esforcé todo lo que pude por intentar subir ese último repecho
corriendo y lo conseguí, pero no creo que lo hiciese más deprisa que si
hubiese ido andando. Ya estaba en el km 40. Totalmente fundido, pero con
la sonrisa de oreja a oreja pensando que lo peor había pasado. Con un
trote bastante pobre, me planteé llegar hasta el kilómetro 41, pero o yo
iba ya ciego o este kilómetro no estaba señalizado. El caso es que nos
plantamos en la puerta del Retiro y la meta ya estaba muy cerca. No sé
si mi memoria me juega una mala pasada, pero me pareció ver muchísima
gente agolpada en las vallas animando. Este año mi hijo me acompañó ese
último kilómetro. Fue una experiencia irrepetible la entrada en meta
agarrado de su mano.
El tiempo oficial fue de 4:02:31 y el tiempo neto, lo que verdaderamente me importa, de 3:59:35, por lo que puedo decir que cumplí mi objetivo de bajar de las cuatro horas.
Primera participación en esta San Silvestre después de salir escarmentado de la vallecana. Y es que esta carrera se ha masificado en exceso. Así que este año elegí ésta por recomendación de Carlos, compañero de equipo. Y la verdad es que he acabado bastante contento.
Nos desplazamos unos cuantos maratidianos hasta aquí: Carlos, Manolo, Juan Ignacio y un servidor. Todo un detalle que Juan Ignacio, que viene de vacaciones en esta época navideña se desplazase hasta Vicálvaro a correr.
Foto de equipo, ¡me sale fuego de la cabeza!
Me encontré también allí con Carmelo, vecino del barrio que me hizo unas bonitas fotos, ¡¡¡muchas gracias Carmelo!!!
Corriendo por las calles de Vicálvaro
La carrera me pareció bastante dura, son dos vueltas con unas buenas cuestas, pero con bastante animación en algunos tramos. Hice los 8,2 km en un tiempo de 35:06 @ 4:17 min/km. No está mal dada la dureza de la prueba.
Manolo, compañero de equipo, subió al pódium en la categoría de veteranos. Tremendo lo de este hombre.
La rifa posterior a la carrera es impresionante. Yo pensaba que no acababa hasta que todos los presentes tuviéramos regalos. Tanto Juan Ignacio como yo salimos con un par de ricos salchichones.
Hay que empezar diciendo que esta maratón ha sido la mejor de los
últimos años, que siempre por unas cosas u otras, he tenido problemas de
lesiones. Unas veces me lesionaba meses antes y otras, como el año
2002, el mismo día de la carrera. Mi tiempo final fue de 3:39:02
lo que supone mi tercera mejor marca en Madrid e infinitamente mejor
que en los últimos maratones que había hecho, pero en mis piernas
estaban las 3:30 y no he sabido hacerlo bien. Pero bueno, de todo se
aprende.
El caso es que salí con un grupito con un compañero de entrenamientos
(Emilio) y con Juan, un compañero del equipo, pero cuando llevábamos 3
km me di cuenta que mi compañero de entrenamientos iba muy deprisa y
decidí, junto a Juan, ir más despacio. En el km 6 nos adelantaron dos
individuos con un globo que marcaba 3h30 y decidimos integrarnos a ese
pelotón, que era bastante abundante. Al menos había cincuenta corredores
siguiendo al globito.
Fueron pasando los kilómetros y yo me sentía bien en el grupo, aunque
Juan iba un poco con el gancho. Sobre el km 15 se fue quedando,
mientras yo seguía cómodamente. En el km 20 se atraviesa la calle
Fuencarral, que es una calle estrecha con mucha gente animando y con la
música de Carros de Fuego a todo volumen. Verdaderamente alucinante, se
te pone carne de gallina cuando hay tanta gente animando. El posterior
paso por la calle Montera, Sol y la calle Mayor, donde está situada la
media maratón, es alucinante por la cantidad de público que hay. Sólo
dejan un estrecho pasillo para que pasen los corredores. En la media
maratón hice 1:43:08. Dentro de lo previsto. Hasta ahí, todo bien.
Sobre el km 24 hay un bonita subida por la calle Princesa y ya empecé
a hacer la goma con el grupo del globito de las 3h30, aunque con un
pequeño esfuerzo volvía a conectar. En el km 26 el tiempo era de
2:07:36, un minutillo por encima de lo previsto, pero seguía
encontrándome bien, aunque en los puestos de avituallamiento (cada
múltiplo de 5 km) hacía la goma y veía que en un momento dado la goma se
iba romper. Estos acelerones por entrar en el grupo, fueron los que al
final me acabaron rompiendo totalmente.
Entramos en la Casa de Campo por un repecho muy duro y luego llegamos
al km 32 por otra subidita donde me dejé casi todas las fuerzas.
Quinientos metros más adelante, el grupo de las 3h30 empieza a irse y
veo que no soy capaz de seguirles, la goma se ha roto del todo. Intento
no perder la compostura y hasta el 33 sigo luchando, no por entrar en el
grupo, sino por no perderles de vista, pero se van, se van y empieza la
crisis. Enchufo el piloto automático y aunque en el km 35 todavía estoy
en tiempo de llegar a las 3h30, ya que llevo 2:49:29, esos últimos
kilómetros, de los cuales muchos son en subida, se me hacen eternos. La
gente empieza a pasarme en manadas y sólo soy capaz de superar a
aquellos que van andando o se paran en los puestos de avituallamiento o
de sanidad. En el km 38 me pasa un corredor vestido de Scooby Doo, pero
ni a ese pedazo de perro soy capaz de seguir. Los kilómetros se me hacen
eternos y no bajo de los 7 minutos por kilómetro, pero la meta está
cerca y sólo hay que pensar en llegar, no pensar en el tiempo.
A falta de kilómetro y medio, me pasó un conocido que me animó y eso
me llevó a aumentar un poco el ritmo cochinero que llevaba. Ya en el
Paseo del Prado, viendo la meta al fondo, conseguí mantenerme dignamente
y entré en la meta sacando pecho, que la ocasión la merecía. Cuando me
paré, después de atravesar la línea de meta, me sentí un poco mareado y a
punto estuve de ir a visitar a las asistencias médicas, pero se me pasó
rápidamente cuando empecé a devorar todo tipo de viandas que encontré a
mi alcance: una chocolatina, un plátano, no sé cuantas rajas de sandía,
etc. A los diez minutos de llegar ya estaba casi repuesto.
En resumen, por un lado contento porque el tiempo realizado no es
malo, pero algo triste porque pienso que ha podido ser mejor. De todas
formas, he obtenido una nueva enseñanza: no se puede ir en los grupos
que se forman de un determinado tiempo porque los corredores que marcan
el ritmo de esos grupos son gente de más nivel y el ritmo que imponen no
tiene porque coincidir con el tuyo. Yo me calenté demasiado por no
perderles, yendo a un ritmo superior al que debía y luego pasó lo que
pasó, que el hombre del mazo no tuvo contemplaciones.
Ya estoy pensando en el MAPOMA del año que viene. Las 3h30 no se me escapan de ninguna manera, seguro.
Hoy es domingo, 25 de abril, ha llegado el gran día. Se celebra la XXVII edición de la Maratón Popular de Madrid.
6:30 Suena el despertador. Me levanto y desayuno. Hay que llenar el
estómago con tiempo ya que en caso contrario, durante la carrera puedes
tener problemas.
8:30 Llegada al Palacio de Linares en la plaza de Cibeles. Allí nos
encontramos siete de los nueve maratidianos que van a participar en la
carrera. Nos hacemos la foto de rigor e inmediatamente después aparece
uno de los rezagados. Me hago una foto con él para que no salga tan
solo.
9:30 Se ha guardado un minuto de silencio, se han soltado unas
cuantas palomas mensajeras y ¡todos a correr! Hemos tardado más de tres
minutos en cruzar la línea de salida. Pero hay que tomárselo con
tranquilidad, la carrera es muy larga. El cuartero calavera compuesto
por Goyo (maestro espiritual), JuanMa (discípulo aventajado), Ramón
(discípulo por necesidad) y un servidor nos tomamos las cosas con
muuuuucha calma y hacemos los primeros kilómetros -que encima son cuesta
arriba- muy despacito. A estas horas el calor ya se hace notar. Intento
concienciar al grupo y especialmente a mí: el calor es mi aliado, el
calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …
Iñaki nos acompaña unos kilómetros con la bici y nos hace unas fotos para la posteridad.
11:00 – km 16 Ramón se ha ido quejando de la rodilla y al pasar por
la calle Serrano, que es donde tiene aparcado el coche no puede evitar
quedarse. Le echamos de menos. El cuarteto se queda en un trío.
11:15 – km 18 Ramón se ha arrepentido y aunque renqueante, se vuelve a unir al trío, ahora somos de nuevo un cuarteto.
En la Glorieta de Bilbao está mi madre animando. También Jesús Mariño
que corre unos metros con nosotros dándonos ánimos. Se agradecen, de
verdad.
11:35 – km 20 Estamos en la calle Montera, avituallamiento líquido.
El suelo está empapado y el empedrado se pone peligroso, hay que bajar
con precaución. Llegamos a la Puerta del Sol y el gentío es tremendo,
dejan un estrecho pasillo para que pasen los corredores. Tenemos la
media maratón a un paso.
11:41 – Media maratón. Estamos en la calle Mayor y todavía se oyen
algunas bromas. Por experiencia sé que a partir de ahora, bromas, las
justas. El tiempo oficial en la media: 2:11:29
11:45 – km 22,5. Estamos empezando a subir Ventura Rodríguez, una de
las cuestecitas con la que la organización nos obsequia un año sí y otro
también. Empiezo a sentir dolores en la rodilla izquierda. Goyo comenta
que es mejor bajar el ritmo. ¡Cómo se nota que es el maestro!
km 25 Ya no sé ni la hora que es. Llegamos a la Ciudad Universitaria,
junto al metro hay un avituallamiento. Cogemos un poco de agua y…
¡ta-chán! Goyo ha desaparecido. El maestro ha dejado colgado a sus
alumnos. El cuarteto se convierte en trío. La caló sigue apretando.
Mentalmente pienso: el calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …
km 29 Junto a San Antonio de la Florida JuanMa se encuentra con todas
las mujeres de su familia: esposa, hermana y madre. El trío se
convierte en dúo, pero yo voy muy tocado de la rodilla.
km 30,5 El dúo dura bastante poco, en la M-30 Ramón se cansa de ir al
trote cochinero y se marcha hacia delante. Me quedo solo en la parte
más jodida, pero así es la maratón.
km 31 La carrera pasa por un túnel debajo de la M-30. La rampa de
salida es impresionante. Aquí fue donde el año pasado me dejé las
últimas fuerzas que tenía. Así que este año me lo tomo con calma y subo
la rampa andando. Después de la rampa empiezo de nuevo a correr.
km 32 Junto al lago de la Casa de Campo me pasa un quinteto de
corredoras donostiarras. Si mal no recuerdo del equipo EASOARRAK (o algo
así) y me engancho para no ir solo.
km 35 En el puente de Segovia ya ando muy fastidiado de fuerzas.
Recojo una botella de agua en este avituallamiento, miro el reloj y veo
que son las 13:10 y yo había quedado con mi mujer a las 13:30. Me pongo a
andar para dar tiempo a que llegue Al final del puente me encuentro con
mis hijos y con mi mujer. Marisa ha pensado hacer conmigo estos últimos
siete kilómetros. Sigo andando a buen ritmo para recuperar un poco las
piernas.
km 36 Junto al cementerio de San Isidro me pasa un grupo de
corredores con un globo que marca 4h30. Me pongo a correr otra vez, el
ritmo es llevadero. Cada vez hace más calor, pero yo sigo pensando: el
calor es mi aliado, el calor es mi aliado, …
km 37,5 Mi mujer tiene ganas de hacer sus necesidades por lo que me
pongo otra vez a andar esperándola, ¡menuda acompañante me he buscado!
km 38 Después de salvar la cuesta de la calle Segovia me pongo a
correr con la idea de no parar ya hasta meta. La subida del Paseo
Imperial está llena de “cadáveres” que van andando y a los que sobrepaso
con facilidad. Acabo de ver un tipo vestido de novia, ¡a por él! Otro
que cae.
Estos cuatro últimos kilómetros se me hacen eternos, pero la gente
sigue andando y yo les paso sin piedad. Me encuentro a Andrés Padilla
que me anima. Hay que seguir, hay que seguir, pero ¿qué oyen mis oidos?
Una orquesta tocando a buen ritmo. ¡No puede ser! Mis piernas se han
vuelto locas, ¡quieren ir más deprisa!
km 41 Llego a Atocha por un estrecho pasillo de gente. Me acuerdo de
mi compañero de entrenamientos Gonzalo, excelente corredor y ahora
convaleciente por el brutal y cobarde atentado del 11 de Marzo. Esto va
por ti, campeón, sé que es poco lo que puedo ofrecerte, pero va por ti.
Tienes que recuperarte y el año que viene estar corriendo aquí. Tú
puedes.
Al poco llego a la zona vallada y Marisa tiene que dejar de
acompañarme. Aprieto un poco más, que ya se divisa la meta a lo lejos.
En los últimos metros la emoción me desborda y entro gritando como un
poseso en la meta. Paro el cronómetro y miro mi tiempo: 4:33:05. No está mal para haber entrenado tan poco. El tiempo oficial final: 4:36:38.
Sorprendente, no me encuentro demasiado mal. Bebo, como y hago unos
estiramientos. Otra maratón más en mis piernas. Ya estoy pensando en la
del año que viene y en entrenar más.
Muchas gracias a todos aquellos que estuvisteis animando durante la
carrera. Un buen grito de ánimo se agradece en cualquier momento de la
carrera.
Sobre la organización, como comentó Goyo, falló un poco en el tema
del agua. Creo recordar que el año pasado había más agua en más puntos.
Desde mi punto de vista, algo peor que el año pasado. Por cierto, la
cola de los dorsales acabados en cero, ¡impresionante! Parecía como si
hubiese más gente con el dorsal acabado en cero que el resto. Creo que
estuve casi 20 minutos para poder entregar la bolsa de ropa.
El domingo 27 de abril de 2003 se celebró la XXVI edición de la maratón popular de Madrid. Un mes antes, en concreto el 23 de marzo, en la celebración de la media de Fuenlabrada mi compañero de entrenamientos Antonio sufrió un infarto y aunque en un principio parecía que no salía, hoy, dos años después puedo decir que está bien, pero que muy bien. La única secuela es un problema en las cuerdas vocales que le impiden hacer ejercicio porque se asfixia enseguida. Ahora no corre, pero se mete buenas caminatas. Antes de la salida de la maratón, sus compañeros del Gran Grupo Garabitas le hicieron un homenaje en las puertas del Palacio de Telecomunicaciones, con el lema Va por ti Antonio.
Escamado con lo ocurrido el año pasado, decido ir a mi bola, sin ir con nadie. Además voy a intentar ir despacio en la primera parte para apretar en la segunda.
Durante la carrera veo a Elena varias veces y me comenta que Juan
Ignacio me saca unos minutos, por lo que me pongo como objetivo
alcanzarle.
En el tramo más desagradable de todos, cuando se pasa por el arcén de
la M-30 doy alcance a Juan Ignacio que me comenta que va bastante mal,
que siga yo a mi ritmo. Eso hago, voy bien en esos momentos, pero unos
pocos kilómetros más tarde sufro la visita del hombre del mazo, aunque
no desisto. La rampa que hay al pasar por debajo de la M-30 me deja
bastante tocado y ese es el principio del calvario.
El objetivo de hacer 3h45 ya lo veo difícil y por lo tanto, ahora lo
fijo en bajar de cuatro horas como en mis principios maratonianos.
Llego al puente de Segovia y allí está una buena amiga con sus niños y su hermana y su cuñado, que me animan a tope. Sólo quedan siete kilómetros para la meta y mi amiga decide acompañarme hasta el final, como el año pasado. No hay problema, el ritmo que llevo es patético, no creo que tenga ninguna dificultad para ir a mi vera.
Otro año más que llego a la meta, no me puedo quejar. Al final el tiempo es malo, pero he bajado de las cuatro horas: 3:55:07.
Poco después llegó Juan Ignacio haciendo un tiempo de 4:04:04, ¡menudo
montón de cuatros! Otra maratón más que hemos terminado y él ya lleva
26.
En la XXV edición de la maratón de Madrid, un escaso número de
miembros del equipo MaraTI+D nos dimos cita en el Paseo de la Castellana
para intentar la hazaña de recorrer 42.195 m. Para mi gusto el día fue
muy caluroso, lo que hacía presagiar una carrera dura. Esta vez la
organización por esperar al último domingo de abril casi celebra la
prueba en el mes de mayo, ya que el día elegido fue el 28.
Tenía pensado correr con Juan Ignacio toda la carrera, pero en el
kilómetro 6 tuve un problema en el gemelo de la pierna derecha que me
“invitó” a correr más suavemente. Este problema ha conseguido que haya
sido la maratón más dura en la cual he participado, ya que cada cinco
kilómetros tenía que parar en los puestos de sanidad y realizar algunos
estiramientos. Pero bueno, al tran, tran, he conseguido finalizar una
maratón más, aunque el tiempo realizado se ha disparado un poco de lo
que tenía pensado en un principio: 4:16:07, aunque no me puedo quejar porque correr lesionado casi toda la carrera tiene tela.
Me ha parecido que la organización ha rayado a gran altura, aunque puestos a poner un pero, comentaría el tema del guardarropa que se ha quedado un poco escaso para tantos participantes. Sin embargo, como descargo, la idea de dar agua cada 2,5 km ha sido excelente con el día tan caluroso que hizo.
Espero que el resto, no haya sufrido tanto como yo. Enhorabuena para
Carlos, que en su primera maratón llegó a meta bastante bien (o eso me
pareció). También hay que dar la enhorabuena a Andrés que en su primera
maratón hizo un tiempo de 3h04. Impresionante.
Dado que me había lesionado en enero y que hasta finales de febrero
no había empezado a entrenar, decidí correr en Laredo. La cosa parecía
sencilla ya que se trata de una maratón prácticamente llana y mi
objetivo, dado que el entrenamiento no había sido bueno, era realizar
tres horas y cuarenta y cinco minutos. Era el 27 de mayo de 2001 y se
celebraba la X edición de esta carrera.
La maratón transcurre en un circuito urbano de algo menos de 14 km
por las calles de la ciudad al que hay que dar tres vueltas. Como todas
las ciudades costeras modernas, la población está distribuida a lo largo
de la costa, por lo que las calles son muy largas, esto hace que la
carrera sea sosa, insípida y monótona en todo su recorrido.
Se trata ésta de una carrera bastante familiar en todos los detalles,
incluso en la participación que no llegó a superar los 300 atletas,
algunos de los cuales tenían intención de correr sólo la media maratón.
El día amaneció ya bastante caluroso y este calor castigó a todos los
participantes durante la carrera, ya que no había prácticamente una sola
sombra en todo el recorrido. Aunque hay que decir que los puestos de
agua y esponjas funcionaron a la perfección.
Tenía la idea de realizar un tiempo cercano a las 3h45, pero comencé a
un ritmo superior al previsto, empeñado en formar un grupo con un pibe
con el que anduve los primeros ocho kilómetros. A partir de entonces,
bajé algo el ritmo y llegué a la media maratón en 1:45:40, ¡demasiado
deprisa para mí! Cuando iba por el km 26 tuve el dudoso honor de ser
doblado por el primer clasificado, el marroquí Mohamed Aoulhab, que ya
había ganado el pasado año y que este año volvió a repetir.
Todavía me mantuve a un ritmo aceptable hasta el km 27 ó 28, pero a
partir de entonces, empecé mi calvario particular. Tuve suerte de
encontrar un compañero de viaje en el km 33, un fondista barcelonés de
62 años que este año ya se había metido la maratón de Barcelona y la de
Madrid. Juntos nos peleamos por atravesar la jungla de coches que
invadía el circuito en esta última vuelta y le agradezco sinceramente su
ayuda ya que él tiró de mi e incluso me esperó en una zona donde
naufragué estrepitosamente (km 36). Llegamos juntos hasta las puertas
del estadio de atletismo donde estaba instalada la línea de meta y en
esos 300 últimos metros, me sacó 200, tan lamentable era mi estado
físico.
Al final, con más pena que gloria llegué a la meta con un tiempo, según mi reloj, de 3:58:24. Bueno, al menos conseguí bajar de las cuatro horas. Después de una ducha en los vestuarios del estadio de atletismo llegó el mejor detalle de la organización: fruta en abundancia para todos. Había plátanos, fresas, cerezas, melón, naranja y alguna cosa más que seguro olvido, todo en perfecto estado para ser consumido en ese mismo instante.
En resumen, me pareció una carrera fea e insulsa, además con el
agravante (no sé si es normal en esos lares y esas fechas) de un calor
atroz durante todo el recorrido. Los ánimos de la gente eran
prácticamente inexistentes y solamente la gente de la organización en
los puestos de agua y esponjas animaban a los corredores. El hecho de
que hubiese bastantes calles abiertas al tráfico (aunque utilizando
vallas para separar a unos de otros) también me pareció una cosa fea y,
además, peligrosa. El tema de los coches se agravó al final ya que se
saltaban alegremente los controles que ejercía la Policía Municipal e
invadían el circuito en puntos donde se suponía no debería de haber
vehículos. Para rematar, lo peor de todo es que con tanto sol, me
achicharré la espalda y los hombros ya que no tuve la precaución de
protegerlos con crema protectora y ésto no se lo puedo achacar a la
organización.
En fin, una experiencia más que espero me sirva para poder hacerlo mejor las siguientes veces. Está claro que aunque la carrera sea llana, hay que estar bien entrenado para poder hacer una marca en condiciones y yo quizás me confié demasiado después de la disputa de la maratón de Madrid. Eso sí, la zona antigua de Laredo es un sitio precioso. Me gustó mucho. Como curiosidad histórica decir que el rey Carlos I de España y V de Alemania desembarcó en Laredo para realizar su último viaje hasta el monasterio de Yuste donde permaneció los últimos años de su vida.
Después de que 1999 fuese una temporada extraordinaria, el año 2000
fue una catástrofe. Después de la media de Fuencarral me lesioné y
estuve casi dos meses lesionado, yendo a rehabilitación. De nuevo el
tendón de aquiles me hizo una mala pasada.
Este año también empecé con mal pie ya que me lesioné en el mes de enero. Estuve yendo al fisio y a finales de febrero pude empezar a entrenar desde cero. En vista de que no iba a llegar al último domingo de abril con un entrenamiento adecuado, decidí prepararme para el maratón de Laredo que se celebraba el último domingo de mayo.
Utilicé, por lo tanto, el MAPOMA como un entrenamiento largo, con la
idea de hacer 30 km corriendo y el resto, andando. Al final Juanma no
iba muy fino y entre el uno y el otro llegamos a meta como pudimos.
Esta era la XXIV edición de la Maratón de Madrid y salió un día
bastante desagradable para correr, sobre todo por la lluvia. El ganador,
José Ramón Rey, calificó la prueba como un infierno.
Este año el último domingo de abril fue el día 29 y ese día se
celebró la prueba. Como últimamente me ocurre, empecé con mal pie el
día. Después de levantarme con tiempo (tres horas antes) para ir
tranquilo, al final llegué tarde a la foto debido al desacuerdo entre
organizador y EMT para que ese día los corredores pudieran ir gratis en
transporte público. Empecé a ponerme nervioso ya que tuve que volver a
casa a por dinero. Otro fallo fue beberme casi 1,5 litros de agua antes
de la prueba, lo cual me obligó a parar 3 veces durante la carrera a
vaciar la vejiga. Al final, aunque tarde, contacté con algunos
compañeros de MaraTI+D que todavía andaban pululando
por el punto de encuentro. Los rezagados nos hicimos una segunda foto y
al poco nos acercamos a la línea de salida donde supuestamente 10.000
corredores esperaban el pistoletazo de salida.
Goyo, JuanMa, Antonio (un nuevo fichaje para el equipo) y un servidor
planeamos ir juntos hasta donde fuese posible, siguiendo un ritmo de,
aproximadamente, 6 min/km y con esa intención salimos. Tras pasar la
glorieta de Cuatroca, Antonio aumentó el ritmo y el grupo expedicionario
se redujo en una unidad. El resto del grupo siguió unido hasta el km 25
donde la mayor fortaleza de Goyo se puso de manifiesto y el grupo quedó
reducido solamente a dos. A partir del km 27 empezaron los problema
para el G.E. y solamente conseguimos proseguir juntos bajando el ritmo y
manteniendo la entereza en los peores momentos. Al final llegamos a la
línea de meta juntos y hermanados (como buen G.E.) en un tiempo de 4:43:39.
Aunque es mi peor marca de siempre, esta maratón ha sido una de las
más gozosas para mi, ya que después de no poder correr el año pasado y
sufir tres lesiones jodidas en menos de un año, pensaba que lo de correr
(y más una maratón) era cosa de otros. Además, por la última lesión, el
entrenamiento había sido escaso. Sin embargo, no he tenido problemas
con las lesiones y he cumplido mis objetivos marcados: llegar en
condiciones al km 30 y terminar la maratón de cualquier manera. Otro
motivo de gozo ha sido realizar toda la carrera con un compañero de
MaraTI+D (JuanMa) ya que entre uno y otro, nos hemos ayudado a alcanzar
la meta.
La organización me ha parecido brillante, el único pero que puedo
indicar, ha sido el desconcierto que me ha provocado el hecho de indicar
en el folleto que el transporte sería gratuito cuando al final no lo ha
sido, pero en su disculpa, diré que parece ser que había un cartelote
en la feria del corredor que indica esta circunstancia, que
desgraciadamente no vi.
Para terminar, dar gracias a todos los compañeros de la empresa y de MaraTI+D
que han animado al equipo durante la carrera. Si otras veces, se han
merecido un 10 por su comportamiento ejemplar, esta vez, ni siquiera un
11 haría justicia. Y esto mismo es extensible al público en general que
ha animado de manera impresionante en un día de perros y en medio de un
puente salvaje, ¿dónde demonios ha salido tanta gente?
Como otras tantas veces, también participé en la carrera de Usera. Al contrario que otros años que me pareció que la organización rallaba el sobresaliente, esta vez estuvo algo peor. Dos puntos en su contra: la salida se dio, al menos, minuto y medio antes de la hora, por lo que me pilló donde no debía y, lo más importante y peor, en algunos tramos el trayecto estaba abierto al tráfico, aunque perfectamente delimitado con conos. Terminé con un tiempo de 46:01 que refleja el lamentable estado de forma en el que me encuentro.
Este circuito de ida y vuelta me gusta menos que el otro que recorría gran parte del distrito que da nombre a la carrera, pero según me comentó el organizador tuvieron que inventarse este recorrido en el último momento porque la Policía Municipal les dijo que no tenían efectivos para cubrir todos los cruces del recorrido original y de este modo, haciendo de ida y vuelta los cruces a cubrir son menos. Salvaron la papeleta en el último momentos.
La hora de encuentro con los compañeros de equipo se respetó más o menos bien, a eso de las 10:15 pasadas, nos encontramos la mayor parte de los miembros de MaraTI+D en el punto de encuentro más el amigo Liborio que siempre se acerca a saludar.