XXXII Media maratón de Villaverde

Crónica dedicada a Pepe, pradolonguero de pro y fan de mis batallitas. Va por ti, campeón.

Algunos se empeñan en llamar a esta carrera la media maratón de Villaverde, pero para todos los pradolongueros, es y será el duelo de la minutada, ya que dos ilustres pradolongueros: Joaquín y Miguel se habían retado en esta carrera, en la que Miguel había amenzado a Joaquín con meterle una minutada.

Lo de la minutada es un concepto difícil de definir no sólo por parte de los contendientes, sino por el resto de los mortales. Unos hablaban de cinco o seis minutos, otros quizás exagerando, proclamaban incluso hasta veinte. En este mismo blog, en una entrada había tratado de «objetivar» en minutos ese etéreo concepto y había llegado a la conclusión que teniendo en cuenta las edades de cada uno, hasta once minutos podría ser una distancia asumible.

Informadas las partes de las ideas de cada uno de esa posible diferencia en meta, se había llegado a un acuerdo tácito de que una diferencia mayor de seis minutos podría ser considerada una minutada, ya que por un día dejábamos de lado el concepto edad y el lastre que supone.

Así las cosas, en un rincón se presentaba Miguel, peso semipesado, edad 41 años y prometiendo hacer 1h24. En el otro rincón, Joaquín, peso wélter, edad 56 y con la idea de acercarse a la hora y media. Ambos prometían una lucha a muerte en un combate a 21 asaltos.

He de decir que en el rincón de Joaquín se encontraba un servidor, tratando de ayudar en lo que fuera posible. Principalmente con la idea de marcar el ritmo para conseguir el objetivo de la hora y media.

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Esperando el pistoletazo de la salida. Foto cortesía de Emilio R

Comenzó la carrera y ya en los primeros metros vimos como Miguel iba con un paso más vivo y que no iba a ser tarea fácil minimizar la diferencia, más bien al contrario. Si no desfallecía, su triunfo era seguro. El primer golpe fue psicológico, pero Joaquín lo encajó sin demasiados problemas y seguía con la defensa alta y con un buen juego de pies.

Entramos en el Parque Lineal y yo iba mirando el cronómetro para no acelerarnos en exceso. Un ritmo demasiado alegre al principio podía convertirse en nuestra tumba al final. Le iba cantando los tiempos cada kilómetro y el plan de la hora y media iba a la perfección, robando segundos en muchos de los kilómetros y teniendo que tirar de la rienda de vez en cuando porque Joaquín se desbocaba. De hecho, cuando pasamos por el primer tercio de la carrera, kilómetro siete, íbamos por debajo de la media hora, cumpliendo perfectamente nuestro plan. En el parque fuimos animados por un montón de pradolongueros que se habían desplazado para animar y presenciar in situ el gran duelo. Muchas gracias por vuestros ánimos. Da gusto tener compañeros como vosotros.

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En pleno Parque Lineal, pasado el km 7. Foto cortesía de @edutri3

Existen dos zonas en el Parque Lineal donde la carrera realiza un giro de ciento ochenta grados y, por lo tanto, se puede apreciar la diferencia entre unos y otros. En el primero de ellos, sobre el kilómetro nueve, vimos que Miguel iba a buen ritmo y que la diferencia entre él y nosotros era notable, algo más de dos minutos. Fue un duro golpe, directamente al hígado, de los que duelen, pero de nuevo Joaquín lo encajó a la perfección y no se vino abajo ni mucho menos.

A dos kilómetros y medio está el otro punto donde se cruzan los unos con los otros. Ahí, a la altura del puente nuevo, nos cruzamos de nuevo con Miguel. Se le veía bien acoplado a un grupillo y seguía llevando un buen ritmo. Miré el cronómetro y después de girar y llegar de nuevo al puente volví a mirar y marcaba justo tres minutos de diferencia. Íbamos por el kilómetro doce y la minutada se dejaba entrever. Iba a depender de quien de los dos iba a aguantar mejor la dureza del último tercio.

Le comuniqué a mi compañero que iban tres minutos de diferencia y eso le espoleó aún más y aumentó el ritmo, dispuesto a vender cara su piel. Ese cambio de ritmo a mí me mató, empecé a ir a un metro de su espalda y sufriendo por no descolgarme.

Se sale del Parque Lineal por un camino que pasa por debajo de la A4. El camino es de tierra y muy bacheado y cuenta con una interesante subida para llegar a la M-301. Desde allí se sigue subiendo para llegar a la calle Estefanita y por esta misma calle se siiiiiiigue subiendo hasta que se corona y se baja hasta la Plaza de los Metales. En ese punto estaba el kilómetro catorce, el segundo tercio, y aunque estos dos últimos kilómetros se nos habían ido a casi 4:30 al mirar el cronómetro vi que llevábamos 59:37 por lo que el objetivo de la hora y media aún era factible, aunque difícil.

En la Plaza de los Metales se gira a mano derecha y comienza una larga subida por la calle Berrocal. Una calle larga y cuesta arriba donde empecé a perder segundos y vi como Joaquín se iba alejando. No quise ser un lastre y le dejé marchar ya que si quería cumplir su objetivo mejor ir sin ninguna rémora.

Llevábamos unos kilómetros con un par de tipos a la chepa donde uno le iba diciendo a otro lo que tenía que hacer: ahora respira, ahora relaja, ahora estira la zancada, ahora sácate un moco, ahora lo tiras al suelo y así dale que te pego, sin parar de dar instrucciones. La verdad es que me estaban poniendo algo nervioso, yo no sé cómo iría el receptor de esas órdenes, pero yo conozco a una que le hubiese mandado bien lejos al emisor.

Después de esa larga calle comienza el tramo más feo de la carrera. La prueba se adentra en la parte antigua de Villaverde Bajo y comienza el slalom. Subir, bajar, curva a la derecha, curva a la izquierda, un túnel por aquí, un puente por allá, un parque, una acera y yo no sé cuántas cosas más. Imagino que si vas sobrado, es entretenido, pero si vas mal, cada accidente que te encuentras que te saca de la rutina es un obstáculo más.

En esos primeros tramos de slalom con curvas a derecha y curvas a izquierda fui atropellado por la pareja emisor receptor, ya que ellos consideraban que la raya blanca que estaba pintada en el suelo era un mero adorno, que el circuito va realmente por encima de las aceras. Cuando me arrollaron, de muy malos modos les indiqué que no está bien acortar y menos, atropellar a un tipo que va por donde debe ir.

De todos modos, esta parejita no eran los únicos «asaltaaceras», prácticamente a todos los que vi en estos tramos iban haciendo lo mismo. Se trata, sin lugar a dudas, de una fea práctica que para lo único que sirve es para engañarse a uno mismo haciendo menos distancia de la que debieran.

En esos tramos por el Parque de San Cristóbal, la subida a la Gran Vía de Villaverde, ya me iban cayendo los segundos como losas. En la Gran Vía, donde hay otro giro de ciento ochenta grados, me crucé con Joaquín al que vi que seguía a buen ritmo, lo cual me alegró considerablemente. Fue en ese punto donde me adelantó la chica que iba en cuarta posición. Traté de engancharme a su ritmo, pero ella iba muy bien y yo, muy mal, así que seguí remando en solitario.

Unos kilómetros antes, cuando pasé por debajo de la estación de cercanías de Villaverde Bajo al GPS se le fue la pelota totalmente y me marcó un kilómetro a 3:53 porque se comió un buen trozo, así que iba ya bastante descompensado los hitos kilométricos con los pitidos del GPS y eso, aunque es una tontada, incomoda un tanto.

Fui penando en esos últimos kilómetros utilizando la técnica maratoniana de no pensar en lo que queda sino únicamente en el siguiente kilómetro. Me iba animando mentalmente, venga que ya llegamos al 16, venga, que el 17 está cerca, vamos, vamos, que tenemos el 18 ahí mismo. Vamos, venga, que el 18 está ahí, a la vuelta de la esquina. ¿Pero qué 18 si ya estamos en el 19? Iba ya tan mal que me había «comido» un kilómetro. Así que cuando vi que era el 19 y que me había encontrado un kilómetro menos, me alegré y me animó. Además ahora el tramo era más llevadero en espera de la traca final, ese tramo de algo más de quinientos metros, todo cuesta arriba, que te lleva hasta el kilómetro 21.

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En el kilómetro 20. Foto cortesía de @edutri3

Iba ya muy escaso de fuerzas cuando empezó la subida, así que el único objetivo era no tener que reptar en ese largo tramo. Emilio II me animó a la mitad de la cuesta y el resto de amigos pradolongueros que estaban por allí ubicados, también. Eso hizo que pudiera subir algo mejor de lo que pensaba ese tramo, aunque sufrí como un c…

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En la cuesta final, sufriendo a tope. Foto cortesía del admin de forofosdelrunning.com

Llegué arriba y al entrar en el recinto donde está instalada la meta aceleré lo poco que pude, ya que venía gente por detrás con intenciones aviesas. No consiguieron pasarme por los pelos y me presenté en meta con un tiempo oficial de 1:32:23. Bastante lejos del objetivo, pero cuando no se puede, no se puede.

Nada más pasar la línea de meta me encontré con Joaquín, que como buen compañero me estaba esperando. Su tiempo en meta oficial fue de 1:30:55. Un excelente tiempo aunque se quedó un poco con la miel en los labios de no haber bajado de la hora y media, pero está muy, pero que muy bien.

Recogimos la bolsa del corredor y estuvimos buscando al otro contendiente para ver en cuanto había consistido la minutada, pero no aparecía por ningún sitio. La tierra se lo había tragado. Fuimos a ver a los compañeros pradolongueros que nos habían animado y Pepe nos indicó que había visto pasar a ambos y que la diferencia andaría por los cinco minutos o menos.

Después de cambiarnos llegó Miguel y nos dijo que su tiempo en meta era de 1h26. Comprobando las clasificaciones, se puede ver que el tiempo oficial es de 1:26:08 por lo que la diferencia entre ambos es de 4:47. Ni mucho menos una minutada. Queda claro, por lo tanto, que el campeón ha sido Joaquín. ¿Podría ser Villarrobledo la próxima ocasión donde se midan los contendientes?

Miguel no andaba muy contento porque quería bajar de 1h26, pero estuvo muy cerca y no es ésta una carrera para tratar de conseguir una buena marca. Con su estado de forma en el día de hoy hubiese hecho 1h24 (o menos) en Getafe o en Villarrobledo. O sea, que es para estar muy contento.

Joaquín tenía sentimientos encontrados. Por un lado feliz porque se había proclamado campeón del duelo, pero por otro lado le dolía no haber bajado de la hora y media. Pero igualmente aplicable lo de Miguel, esta no es carrera para marcas y debe sentirse más que orgulloso del tiempo conseguido.

Al cambiarnos, Joaquín se dio cuenta que no estaba su móvil en la mochila. Preguntamos en el ropero y nada, no sabían nada. Fueron al coche y allí estaba, afortunadamente. Nosotros nos quedamos en espera de que sacaran las clasificaciones, pero después de un buen rato esperando nos fuimos a casa pensando que no había ningún compañero en puestos de honor. Craso error, por la noche, consultando las clasificaciones vimos que Joaquín había sido tercero de su categoría.

¡¡¡Enhorabuena campeón!!!

Un día tan indicado como éste no podía acabar así. Era el día señalado para juntarnos todos los pradolongueros y celebrar la llegada de la Navidad de la mejor manera posible, que no puede ser otra que comiendo. Así que a las dos nos fuimos a un restaurante no muy lejos de nuestro querido Parque de Pradolongo y allí dimos cuenta de cuantas viandas nos pusieron por delante. Una velada muy agradable con una compañía inmejorable.

I Carrera popular villa de Gerindote

Hoy se ha celebrado la primera edición de la que han llamado «carrera popular villa de Gerindote». El año pasado y el anterior se celebró la segunda y primera edición de la «legua urbana de Gerindote», pero este año lo han cambiado de nombre -imagino- como una manera de cortar con el pasado.

Llegamos al pueblo y nos acercamos a por el dorsal. Nos dieron el dorsal, una bonita camiseta técnica y una riñonera azul muy atractiva. Vimos que no había mucha gente por los alrededores de la plaza donde estaba instalada la meta y la salida. Un paisano me comentó que había varias carreras ese mismo día en la provincia de Toledo y que los corredores se habían repartido. El año pasado había una cantidad ingente de corredores del equipo Training Rey capitaneados por el mismo Julio Rey y su esposa Vanessa Veiga, pero este año no sé si había alguno por ahí desperdigado y desde luego a los que no vi fue al matrimonio maratoniano.

Antes de dar la salida nos hicimos una foto frente al ayuntamiento para inmortalizar el momento:

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Antes del comienzo de la carrera

Además de cambiar el nombre de la carrera, también ha cambiado el circuito y el kilometraje. Si la legua del año pasado era de dos vueltas para completar 5,5 km poco más o menos, hoy había que dar tres vueltas y hacer 6,3 km. Como el martes es la media maratón de Villaverde, a la que estoy inscrito, y no quería machacarme mucho, que luego podrían faltarme fuerzas para la media, decidí acompañar a la amiga con la que había venido hasta este pueblo.

Había muy pocos corredores, así que cuando dieron la salida nos quedamos prácticamente solos. Unos cuantos salieron como galgos hacia delante y otros pocos se quedaron por detrás. Hicimos un primer kilómetro bastante rápido y luego ya fuimos cogiendo velocidad de crucero, aunque la segunda vuelta fue algo más lenta. Ya en la tercera, mi amiga apretó de lo lindo y la hicimos a buen ritmo. Llegamos a meta con un tiempo, según el cronómetro, de 28:44 y una distancia, según el GPS, de 6,2 km.

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A punto de finalizar la segunda vuelta

Después de la carrera la organización, bastante buena, por cierto, nos obsequió con unas ricas migas y un bote de refresco o agua. Pero lo mejor es que mi amiga no sólo consiguió quedar segunda en su categoría, sino que fue la primera de las locales, por lo que fue obsequiada con un buen jamón serrano.

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Pódium de las locales

VI Pachanga de las aficiones

Tras mi segunda participación en esta carrera pensé que sería la última; sin embargo, hoy he corrido esta prueba por cuarta vez. El año pasado participé porque me encontraba muy bien y quería ver hasta donde podía llegar. Y este año he participado para acompañar a Joaquín, que quería bajar de cuarenta minutos.

Tenía plena confianza en que pudiera cumplir su objetivo, aunque él se mostraba algo escéptico porque decía que llevaba muchos años sin bajar de esa mítica barrera. De hecho, estaba casi seguro de que él lo iba a hacer, lo que no tenía nada claro es si yo podría.

El año pasado descubrimos que la manera más rápida de llegar hasta la salida es utilizando el cercanías, así que este año decidimos hacer los mismo, aunque esta vez quedamos en la estación 12 de octubre. A las 7:30 habíamos quedado, pero como siempre que vamos a alguna carrera mi amiga y yo llegamos tarde unos cinco minutos. Y tuvimos suerte, porque cuando llegamos al andén, el tren ya había cerrado las puertas, pero al ver que nos quedábamos solos en el andén, decidió abrir las puertas de nuevo y pudimos entrar.

En algo menos de media hora estábamos en Nuevos Ministerios y diez minutos más tarde junto a los camiones donde se dejaba la ropa. Allí nos encontramos con unos cuantos pradolongueros y nos hicimos una bonita foto de recuerdo.

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Equipo pradolonguero casi con completa uniformidad

Entre quitarnos la ropa y hacernos la foto, se fue haciendo una cola enorme para dejar las pertenencias. Igual que el año anterior, la entrega era algo tediosa, ya que había que meter las pertenencias en una bolsa de basura, poner en ésta una pulsera de papel resistente y daban otra pulsera con el mismo número en la muñeca de cada corredor, mientras otro enhebraba cada bolsa a una cuerda. Total para que a la hora de recoger la bolsa tardaran lo suyo.

Estuvimos calentando en la calle San Juan de la Salle un buen rato y estirando también y cuando faltaban diez minutos hicimos el viejo truco de ponernos lo más cerca posible de la salida metiéndonos por un hueco que había en una valla.

El tiempo pasaba lentamente mientras esperábamos y en un momento dado, ya pasadas las nueve de la mañana se empezó a oír la cuenta atrás. Cuando llegó a cero empezamos a correr como es menester, pero no llevábamos ni veinte metros cuando tuvimos que parar porque nos dimos cuenta que el coche que abría la carrera estaba parado. ¡¡¡Salida nula en un diez mil!!!

Ahora empezaba la ardua tarea de que todo el pelotón retrocediese para poder ubicar a todo el mundo que ya había pasado la línea de salida. Así que allí estuvimos unos cuantos minutos empujando a los corredores. Al final dieron la salida y más de uno estaba adelantado de esa línea.

El primer kilómetro es casi todo cuesta arriba y el pelotón es muy numeroso, así que es fácil que se vayan escapando segundos. En nuestro caso, la referencia es cuatro minutos por kilómetro, así que todo lo que pase por encima hay que recuperarlo. Ese primer kilómetro lo hicimos en 4:19 algo más lento de lo previsto, por lo que ya teníamos casi veinte segundos que recuperar.

Los dos siguientes kilómetros los hicimos en 3:51 cada uno, por lo que ya estábamos casi «empate» a cuatro. En esos primeros kilómetros me llamó la atención una chica que parecía iba corriendo a sprint y lanzaba unos suspiros que parecía que le iban dando puñaladas. Daba casi miedo escucharla.

El cuarto kilómetro se nos fue a 3:57 y ahí me di cuenta de que era muy probable que hiciésemos el tiempo previsto, pero que la cosa iba a andar justa. Y tanto, porque en el quinto también hicimos 3:57 y aunque ya llevásemos unos segundillos ganados al crono, para poder cumplirlo no había que flaquear en ninguno y apretar en los dos últimos en los tramos más favorables.

El kilómetro seis está justo enfrente del Congreso, en la Carrera de San Jerónimo y aunque es cuesta arriba, se compensa un poco con la bajada hasta Neptuno. Ahí se nos fue a 4:01, pero la cosa marchaba. Es el siguiente kilómetro el más complicado porque se sigue subiendo la Carrera de San Jerónimo, se llega a un llano hasta Sol y luego sigue el perfil ascendente hasta la Plaza de San Miguel. Antes de llegar a esa plaza está el kilómetro siete y ahí el cronómetro marcó 4:11.

Habíamos pasado el tramo más complicado y aunque llevábamos unos cuantos segundos perdidos, ya sí tenía claro que bajábamos, porque nos quedaba una pequeña bajada hasta Bailén, luego un tramo más o menos llano hasta la Puerta de Toledo y luego una buena bajada para recuperar esos segundos. Hicimos el octavo kilómetro en 3:54 y el siguiente, ya bajando Pontones, por el tramo más favorable se nos fue el noveno a 3:46. Fue en ese punto donde Joaquín puso pies en polvorosa. El metro que le había concedido de cortesía empezó a alargarse y me resultaba imposible acercarme a su espalda. No era capaz de alargar la zancada lo suficiente o mover las piernas más deprisa.

A falta de quinientos metros, la carrera se mete por Alejandro Dumas en vez de seguir por Paseo de Melancólicos, que es el camino más rápido para llegar al Vicente Calderón. Si no has corrido nunca la prueba, puede ser algo desconcertante, pero ya conocía este desvío con su «guinda» final. Y es que al final de Alejandro Dumas hay una bonita cuesta que si vas al límite se te puede hacer dura. Y eso le pasó a Joaquín, porque fue en este punto donde conseguí de nuevo llegar a su altura; sin embargo, en la posterior bajada se me fue un poco y llegó a meta un segundo antes que yo con la satisfacción de haber bajado de los cuarenta minutos.

Llegué a meta con un tiempo bruto oficial de 39:51 (por 39:50 de Joaquín) aunque ambos hicimos un tiempo neto idéntico de 39:46 ya que él salió un poco antes que yo.

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Tiempos por kilómetro

XVI Carrera cívico-militar contra la droga

Hoy he participado por segunda vez en esta carrera y debe ser de las pocas que no recordaba el recorrido. Me sonaba lo de la vuelta al lago, pero poco más.

Rezaba la información de que se trataba de una carrera de 6,5 km por lo que pensamos en ir corriendo desde el Pradolongo hasta la Casa de Campo, en concreto hasta el Urogallo, donde esperaban los otros pradolongueros que habían optado por llegar a la CdC por otros medios.

A las 9:00 salimos del punto de encuentro con la intención de llegar a las 9:45 al Urogallo, que era el lugar y la hora fijada para la foto de equipo. Salimos tres pradolongueros y poco después de unió al grupo un cuarto. Ya en Madrid Río apareció el quinto en discordia y aunque llegamos al Urogallo unos minutos tarde, nos dio tiempo salir en la foto…

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Un montón de pradolongueros dispuestos a correr contra la droga

Y poco más hicimos por allí porque enseguida se dio la salida. Estaba colocado junto a Joaquín no muy lejos de la pancarta de salida, pero no veíamos a Miguel que tenía intenciones de disputar un ensayo del duelo que protagonizarán en Villaverde. Hoy era sólo con balas de fogueo.

Joaquín y un servidor salimos a toda pastilla en cuanto dieron la orden de salida. Nada más salir hay un pequeño repecho y luego una bajada. En la bajada nos adelantó Miguel que iba aún más deprisa. Tratamos de no perderle de vista, que no se alejase demasiado y después de que nos sacara un buen trecho al comienzo, luego le íbamos viendo no muy lejos.

El primer kilómetro a 4:08 que dimos por bueno porque un tramo es en subida. El segundo kilómetro en 4:04, lo cual nos pareció bastante bien porque el terreno era ascendente. Pero en el tercer kilómetro flojeamos un poco y se nos fue a 4:13. En ese punto le comuniqué a Joaquín, que siempre iba un metro delante de mí, el parcial que habíamos hecho y comentó que era algo flojo, que había que aumentar el ritmo. Yo iba algo justo, notaba que las piernas no daban más de sí, por lo que Joaquín empezó a alejarse poco a poco a partir de entonces.

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Aquí ya me había quedado solo

Cuarto kilómetro en 4:12 y en ese punto el terreno dejaba, por fin, de ser ascendente para comenzar a ser más favorable. Pude aumentar un poco el ritmo y el quinto kilómetro cayó en 4:05, pero también aumentaron el ritmo los pradolongueros que iban por delante, porque la camiseta anaranjada de Joaquín empecé a dejar de verla. En el sexto kilómetro hice el mismo tiempo que en el anterior y ya me preparaba para aumentar el ritmo en los últimos quinientos metros. Cual fue mi sorpresa cuando me di cuenta que la gente se paraba poco después. Yo también me paré y lo mismo hice con el cronómetro que marcó 6,2 km y un tiempo de 25:35 @ 4:08 min/km. Un ritmo peor que el domingo anterior en Portillo.

En meta, comentando la jugada y comparando tiempos, parece ser que llegó Miguel con un minuto menos que yo y Joaquín intercalados entre ambos en un tiempo entre veinte y treinta segundos peor que su rival. Demostró Joaquín lo que estoy viendo todos los martes y jueves, que está muy fuerte.

Después de la carrera, una botella de agua o bote de refresco y una mochila de cuerdas con una bonita camiseta conmemorativa. Pude además comprobar la eficiencia del ropero: entrega rapidísima sin tener ni siquiera que decir el número de dorsal porque la persona que se encargaba de ello ya lo había visto según nos acercábamos y raudo había la bolsa del camión. Y todo por cero euros.

Ayer me pesé y la báscula marcaba 69,4 kg que son 200 g más que la semana pasada. Se ha cortado la progresión que llevaba desde que empezamos con el reto un mes, un kilo. Voy a andar justo este primer mes.

Según el GPS: 6,2 km en 25:35 @ 4:08 min/km # VDOT = 48,7 # T = 4:21 # M = 4:37

XVII Carrera popular de Portillo de Toledo

Hoy he participado por segunda vez en esta carrera popular cuyo principal rasgo de identidad es el patrocinio de Joma y la generosa bolsa del corredor. Eso provoca que sea una carrera con mucha participación. El speaker hablaba de unos mil participantes entre niños y adultos, lo cual es todo un récord en un pueblo que tiene poco más de dos mil habitantes.

El día anterior miré las previsiones meteorológicas y daban lluvia a partir de las tres de la tarde; sin embargo, yendo de camino volvimos a mirar y daban lluvia prácticamente toda la mañana. Y así fue, empezó a llover poco antes de las doce, es decir, minutos antes de que comenzase la carrera. Y estuvo lloviendo toda la carrera y bastante agua además.

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Posando antes de la carrera, con la fábrica original de Joma a la espalda

Era mi segunda participación y la idea era hacer un tiempo similar al del año pasado (27:39), aunque tenía la sensación de que estaba algo peor que entonces, por lo que me daba con un canto en los dientes si hacía un tiempo que se acercase.

Se trata de una carrera de 6,6 km que consta de dos vueltas. Es un terreno rompepiernas con constantes subidas y bajadas y mucho callejeo con bastantes giros a izquierda y derecha. Pero quizás por eso la carrera se hace más amena.

Salí a buen ritmo, aunque tampoco a tope sabiendo que la carrera es durilla. Traté de mantener un esfuerzo constante, lo que implicaba perder tiempo en las cuestas arriba y ganar algunos segundillos en las cuestas abajo. Y así fueron pasando los kilómetros hasta llegar por primera vez a la plaza de España (conocida por los lugareños como la plaza grande) donde estaba ubicada la línea de meta. Miré de reojo el reloj de meta y vi que marcaba trece minutos y treinta y tantos segundos, que me sonaba era más o menos semejante al tiempo del año pasado (luego me he dado cuenta que era un tiempo inferior).

Tuve la mala suerte de que se desabrochara la zapatilla derecha cuando estaba terminando esa primera vuelta, aunque tenía la seguridad de que hice un doble nudo, debió ser que quizás no lo apretase como debiera. Aún así, no iba a parar a abrochar la zapatilla cuando quedaban poco más de tres kilómetros, así que seguí la carrera con la misma filosofía de no darlo todo en las cuestas arriba y tratar de aumentar, si podía, el ritmo en el terreno más favorable, tratando de que no se saliese la zapatilla en ningún lance.

Me sorprendió que en esa subida que «adorna» el comienzo de cada una de las vueltas fuese capaz de adelantar a dos o tres corredores. La lluvia seguía cayendo con ganas, el terreno estaba muy mojado, con algunos regueros de buen caudal en algunos tramos de la carrera y algún que otro charco más que interesante que provocaba algunos corredores fuesen de izquierda a derecha o viceversa para tratar de esquivarlos.

Sobre el kilómetro cinco me adelantó un corredor y muy amablemente me dijo algo así como «ten cuidado que llevas desabrochada la trencilla». Le agradecí su observación y se me puso una sonrisa de oreja a oreja al escuchar una palabra que hacía tiempo no escuchaba y que me recordó mis años pasados por aquellas tierras donde esa palabra era de uso habitual y que por otros sitios no escuchas.

Llegados a la calle Paz donde a lo lejos se veían algunos arcos, el corredor que iba junto a mí me preguntó si sabía donde estaba la meta. Le indiqué que cerca del arco azul que se veía a lo lejos y el individuo aumentó el ritmo como si le hubiesen puesto una guindilla en el culo. Fui incapaz de seguir su paso y tampoco el de otro que me pasó por la izquierda a un velocidad endemoniada.

Viéndome sobrepasado por dos auténticas flechas, llegué a meta con un tiempo oficial de 27:29, bastante pasado por agua, pero contento ya que había mejorado el tiempo del año anterior en diez segundillos. Al final resulta que no estaba tan mal como pensaba.

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Entrando en meta algo mojado. Foto cortesía de Juan Carlos Iniesto

Después de llegar a meta, había que hacer cola para recibir el avituallamiento que consistió en un plátano una manzana y una bebida a elegir entre Coca Cola, Aquarius y una botellita de agua. Me incliné por el agua y estuve esperando bajo la carpa que tapaba la Plaza de España a que llegaran mis acompañantes. José Luis llegó poco después y la amiga que nos había acompañado tampoco tardó mucho. Me acerqué a por el coche y a por la ropa seca mientras ellos esperaban las clasificaciones ya que son excelentes corredores que suelen subir al cajón en bastantes carreras.

Y efectivamente, José Luis subió al segundo escalón del podio en su categoría y la chica se quedó no muy lejos haciendo sexta de su categoría, pero muy contenta de haber hecho un tiempo bastante mejor que el año pasado.

Me sorprendió el modo de ver la clasificación. Tenían un monitor donde podías ver tu tiempo indicando a la persona al cargo el número de dorsal. Se veía algo así como…

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¿Las clasificaciones en papel son ya historia?

Según el GPS: 6,73 km en 27:31 @ 4:05 min/km # VDOT = 49,4 # T = 4:18 # M = 4:34

XXVII Carrera popular ciudad de Getafe

Hoy he participado por primera vez en esta carrera que se celebra no muy lejos de casa, ya que viviendo en el sur de Madrid las carreras de Getafe pillan más cerca que muchas de las que se celebran en la capital.

La carrera comenzaba a las 9:30 y habíamos quedado a las 8:00 en el punto de encuentro habitual pradolonguero para acercarnos hasta allí en el coche de Emilio que se había prestado solícito a llevarnos. Al estar tan cerca, enseguida estábamos cerca de la zona de salida/meta y encontramos sitio para aparcar con facilidad. Total que cuando entramos en el polideportivo, estaban todavía casi empezando a organizar los diversos apartados de la carrera.

Retiramos dorsal, nos hicimos una bonita foto, dejamos la bolsa en el ropero e hicimos algo de calentamiento antes de salir a la avenida don Juan de Borbón donde se daba la salida.

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Cuatro pradolongueros antes del comienzo de la carrera

Para quien haya corrido la versión tradicional de la media de Getefe, donde se daban dos vueltas, esta carrera es prácticamente idéntica a una de las vueltas de esa media, ya que empieza en el mismo sitio, acaba en la misma pista de atletismo y pasa por las mismas calles, con alguna mínima diferencia.

Salí con Joaquín con la idea de acercarme a 41:20, que supone un ritmo de 4:10 min/km, pero ya incluso antes de empezar me parecía algo ambicioso. Dieron la salida y Joaquín salió como un poseso, yo iba instalado a un par de metros más atrás. Pasamos el primero kilómetro y el crono marcó 4:00, muy rápido pensé, a ver si baja un poco el ritmo, pero Joaquín seguía erre que erre y aunque el segundo kilómetro es un poco para arriba, el crono marcó 4:05. Me seguía pareciendo muy rápido, pero mi compañero es así: salir a tope hasta reventar.

Aguanté como pude esos dos metros por detrás de él hasta el kilómetro cinco donde estaba situado el avituallamiento. El cronómetro marcaba 20:52, un tiempo peor que un par de semanas antes en Torrijos, pero ya notaba que las piernas no eran las de aquel día y que el plan B de tratar de mejorar la marca en esa carrera iba a ser también complicado.

A partir del meridiano de la carrera, Joaquín empezó a irse metro a metro. El seguía a buen ritmo y yo cada vez peor, tratando de no perderle de vista… pero se alejaba sin remedio. Yo no iba nada fino, así que ya empecé a pensar en un plan C donde el objetivo era hacer sobre 42:30 a un ritmo de 4:15.

Según transcurrían los kilómetros más lejos le veía y así, con esa tónica, nos fuimos acercando a la meta. Volví a ver al pradolonguero volador mientras yo bajaba por la avenida don Juan de Borbón y él subía ya dentro del recinto del polideportivo buscando la pista del cien.

Aceleré lo que pude en ese último kilómetro y algo de fuerza me quedaba porque fue el tercer mejor tiempo de los diez kilómetros. Llegué a meta con un tiempo oficial de 42:38 un poquito más de lo esperado en el plan C.

Joaquín hizo un carrerón y acabó con una marca de 41:44, por lo que me metió casi un minuto en cinco kilómetros. De todas formas, no estaba contento del todo. La otra pareja pradolonguera acabó con 48:14.

Después del paso por la línea de meta fuimos obsequiados con una camiseta técnica, muy bonita, por cierto, un plátano, una botella de agua y un bote de Aquarius. El precio de inscripción es de 10 € en un primer plazo y 12 € en un segundo. Desde mi punto de vista, un poco caro, pero la organización estuvo muy bien, la camiseta es de muy buena calidad y se trata de una carrera homologada, que ahí también la Federación se lleva tajada.

Al igual que Joaquín, tampoco acabé muy contento con la carrera, ya que hice más tiempo que en Torrijos dos semanas antes… aunque empiezo a pensar que a la carrera toledana le faltaba algún metro para llegar al diez mil. De todos modos, aunque en carrera no me molestó en absoluto la lumbalgia, no he entrenado bien por su culpa y además estoy pasado de peso. Ayer marcaba la báscula 70,1 kg que es menos que la pesada anterior, pero todavía lejos de lo que debería.

Según el GPS: 10,09 km en 42:41 @ 4:14 min/km # VDOT = 48,7 # T = 4:21 # M = 4:37

VIII Carrera popular villa de Torrijos

Un año más me he acercado a esta localidad toledana a participar en su carrera popular y otro año más que he acabado más contento que unas castañuelas de la experiencia.

Ya lo he dicho por activa y por pasiva que me parece una de las mejores carreras de cuantas conozco y año a año lo siguen demostrando los miembros de la Asociación Atlética Torrijos.

No tenía muy claro cuanto podía dar de sí, ya que la última carrera en la que me «exprimí» fue la Carrera Proniño, así que me fijé la meta de hacer sobre 42 minutos. Y si pudiera bajar de esta marca, miel sobre hojuelas.

Traté de salir controlando el ritmo, pero me fui animando y picando con otros corredores, sobre todo con un individuo vestido de color naranja que me adelantaba una y otra vez acortando por las aceras. La verdad es que da igual llegar un puesto antes que después… pero jode este tipo de acciones.

La carrera consta de dos vueltas idénticas y en la primera pasé bajo el arco de meta con 20:38. Así que vi factible hacer los 42 minutos previstos e incluso bajar. Muy mal se me tenía que dar la segunda vuelta.

Y peor se me dio, porque notaba que me flojeaban uno poco las fuerzas y veía en el reloj que los kilómetros iban cayendo con tiempos peores de los que me hubiese gustado.

Este año han cambiado el circuito para evitar ciertas revueltas que se hacían en el último kilómetro. Además con el cambio, hay un tramo que vas por la sombra de los árboles del paseo. Lo que se gana por un lado, se pierde por otro, porque el tramo por el paseo es sobre tierra, con la consiguiente pérdida de algunos segundos y después de acabar el paseo y girar 180º el camino es ligeramente ascendente. Muy ligeramente, pero se nota.

El espécimen recortador de aceras me había sacado bastante en esa segunda vuelta, pero ya cerca de meta vi que le iba recortando el terreno, así que traté de acercarme a él para darle matarile en los últimos metros. Y la verdad es que llegamos juntos a meta, aunque habría que ver la foto finish para determinar si conseguí sobrepasarlo o no.

El tiempo oficial fue de 41:54 lo que indica que la segunda vuelta (21:16) fue bastante peor que la primera (20:38), pero es que últimamente no soy capaz de controlarme al principio y voy demasiado deprisa en los primeros kilómetros. Llegué el 87º de la general y el 32º de mi categoría. Ni bien ni mal, sino todo lo contrario.

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Llegando a meta, apretando los dientes para adelantar al recortador (foto cortesía de la organización)

Al llegar a meta fuimos obsequiados con una medalla y una toalla. Algunos metros más allá había diversos tenderetes con melón, bocadillo, refresco, agua y cerveza con patatas fritas a discreción. Antes de comenzar la carrera nos habían regalado una bonita camiseta técnica de manga larga. Y todo por 6 €. No está nada mal. Una magnífica carrera que hay que agradecer al buen hacer de la Asociación Atlética Torrijos.

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Después de llegar a meta, con nuestras flamantes toallas

Según el GPS: 9,88 km en 41:56 @ 4:15 min/km # VDOT = 48,4 # T = 4:22 # M = 4:39

VIII Cross de Bajamar

Resulta curioso, pero a veces parece que le siguen a uno las carreras. Vamos de vacaciones a Bajamar, Tenerife, aparcamos el coche para bajar las maletas y veo que hay unas señales de prohibido aparcar porque al día siguiente se va a celebrar el Cross de Bajamar. Y además puede uno apuntarse el mismo día de la carrera. ¿No es esto una invitación a participar?

Llevaba dos semanas sin correr por la picadura de un bicho y no tenía muy claro si iba a poder hacerlo, pero me levanté, probé a trotar y no me dolía más que si no trotase, así que no había ninguna excusa. No encuentra uno todos los días una carrera a cien metros de su residencia. De todas formas, la idea era tomarse la carrera con tranquilidad, que no estaba el horno para bollos.

Según pude ver por internet las carreras comenzaban a las diez de la mañana, por lo que a las nueve habíamos quedado para hacer la inscripción. Por hacerlo el mismo día costaba 4 €, sólo 1 € más que en plazo, así que nos apuntamos y nos dijeron que la carrera de los mayores empezaba a las doce. Así que, vuelta al apartamento.

Sobre las once y cuarto salimos hacia donde estaba situada la salida y meta de la prueba. Estuvimos estirando, calentando un poco y escuchando al speaker que nos decía cómo eran las vueltas que debíamos dar. Según ponía el cartel la carrera era de 6,3 km aunque decían que cada vuelta era de 2,8 km. Algo no cuadraba, pero eso era lo de menos.

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Esperando a que den la salida

No tenía reloj, así que imagino que darían la salida a la hora prevista. Se salía pegados al mar por un paseo marítimo y se continuaba por allí hasta donde acababa, que se daba la vuelta y se volvía sobre nuestros pasos para salir a las calles de Bajamar por una interesante rampa. Desde ahí hasta «las canchas» era todo cuesta arriba. Desde las canchas se volvía por el mismo camino hasta alcanzar la calle donde estaba instalada la meta que había que subir para luego bajar. Desde el arco de meta se bajaba por la rampa por donde habíamos salido para afrontar la segunda vuelta.

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Salida de la prueba junto al mar

Lo llaman cross aunque no se toca ni un poco de barro ni tierra en ningún momento. O bien vas por las piedras del pavimento del paseo marítimo o bien vas por las calles de Bajamar. Yo más bien lo llamaría, si acaso, cross urbano. Eso sí, cross o no cross, el caso es que la carrera es dura.

Después de dos semanas sin correr nada y algo temeroso de no poder hacerlo por la picadura, salí con la única intención de ir al ritmo que me pidiese el cuerpo… que no era nada del otro mundo. Así que sufría en las cuestas arriba -no mucho- y me soltaba en las cuestas abajo, tampoco mucho.

Y así fueron pasando los kilómetros que se me hicieron muy cortos. Tan cortos, que no me parecía que fuesen más de seis kilómetros como indicaban. De hecho, luego pude mirar el GPS de uno de los participantes y vi que ni cinco kilómetros tenía, ya que dicho aparato marcaba poco más de 4,8 km.

Apreté un poco en la última subida y en la última bajada para tratar de adelantar a un individuo que me había adelantado y lo conseguí, por lo que llegué a meta en una posición menos. Lo cual no tiene la menor importancia, pero por aquello de que parezca que está uno compitiendo. Lo realmente importante es que la picadura aunque todavía me sigue doliendo no me ha molestado más por el hecho de haber corrido ni he notado molestia alguna durante la carrera. Así que muy contento. El tiempo oficial según he visto en la web de la organización ha sido de 21:47.

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Entrando en meta

Después de entrar en meta: bebida isotónica, agua, sandía y plátano para recuperarse. Además de una bonita camiseta de algodón de un color azul bastante atractivo. Todo por 3 €, uno más si te apuntabas a última hora como hice yo.

Una carrera muy recomendable para aquellos corredores que vivan en Tenerife o como mucho, en alguna isla vecina.

VI Carrera Proniño

Se trata la Carrera Proniño de una carrera significativa para el equipo; no obstante llevamos el nombre de la fundación en la camiseta. Es por eso que esperaba una buena participación maratidiana, pero hoy nos hemos dado cita junto a la boca de metro de Ronda de la Comunicación un nutrido grupo… tantos como cinco. Está claro que somos un equipo de chichinabo.

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Preparándonos para la foto

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Foto del equipo. Gracias a Iñaki por ambas fotos

Al contrario que en la Ciudad de los Ángeles, hoy hemos tenido suerte con la climatología porque aunque hacía sol, corría una brisa fresquita que hacía que la temperatura fuese más agradable. Eso ha hecho que se pudiera correr mejor que hace dos semanas.

Salí con la idea de hacer sobre 42:30, lo que implica llevar un ritmo de 4:15 durante toda la carrera, pero se trata de una prueba donde el terreno es ondulado, por lo que conviene recortar segundos en las zonas más favorables para tratar de compensar la pérdidas en las subidas. Así, salí algo fuerte e hice los dos primeros kilómetros bastante rápidos, a 4:00 y a 3:58, pero enseguida vi que no tenía piernas para muchas alegrías, las notaba cansadas, por lo que el ritmo fue decayendo poco a poco.

Suele ocurrirme en las carreras de diez kilómetros que donde peor lo paso es en el sexto y séptimo kilómetro y esta vez no fue una excepción, además se juntó que esos kilómetros transcurren por la zona que quizás sea la más dura. Estaba deseando pasar el kilómetro ocho porque sabía que pasado ese punto hay una cuesta abajo que ayuda un poco a recuperar.

Del ocho y medio hasta el nueve es hacia arriba, pero no se me dio tan mal como temía, quizás porque ya veía la meta cerca. Sabía que un poco más de ese hito kilométrico el perfil es más llano e incluso favorable en la última recta de meta. Lo peor de la recta de meta es que se hace muy larga. Son cuatrocientos metros, pero parece que no terminan nunca. Según que iba acercando a meta veía que el cronómetro se iba acercando peligrosamente a los cuarenta y tres minutos, por lo que apreté los dientes todo lo que pude, de esta forma conseguí pasar por debajo del arco de meta cuando el reloj marcaba 42 minutos y 56 segundos, aunque descontando el tiempo que tardé en pasar la línea de salida se queda en 42:43 haciendo algunos segundos más del objetivo previsto, pero tengo que darme por satisfecho ya que mi estado de forma dista bastante de lo que quisiera.

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Entrando en meta por la tangente. Foto cortesía de Sport Life

Después de entrar en meta, sprint hasta el guardarropa para coger las octavillas que debía repartir para promocionar la Carrera Popular Barrio del Zofío, carrera de mi barrio que se celebrará el domingo que viene y a la que os animo a todos a participar. Una magnífica carrera organizada por corredores para corredores. No os sentiréis defraudados.

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Cartel de la Carrera Popular Barrio del Zofío

XXX Carrera del Árbol

Se celebra en Vallecas todos los años una carrera no competitiva organizada por el Club Deportivo el Árbol. El distintivo de esta carrera es que todos los llegados a meta son obsequiados con un árbol, bueno más concretamente, un esqueje de árbol.

A punto estuve de no poder participar, porque hice la inscripción el 15 de mayo y ya ni me acordaba que los días de recogida de la camiseta dorsal eran el martes, miércoles y jueves. Tenía la creencia de que al igual que todas, el dorsal se debería recoger el viernes y el sábado. Todo ufano, el viernes por la mañana entré en la página web de la carrera para ver el lugar de recogida de la camiseta y descubrí, para mi desgracia, que ya se había acabado el plazo. Busqué un número de contacto en la web y llamé al presidente del club que organiza el evento para ver si había manera de conseguir la camiseta. Le estuve llorando un poco y accedió a permitirme que fuese el sábado al polideportivo de Palomeras a por las camisetas de marras.

Así que el sábado a las tres en punto estaba en el polideportivo de Palomeras. La actividad allí era frenética. Estaban preparando las bolsas que iban a regalar a los corredores y había multitud de voluntarios introduciendo productos diversos en las bolsas. Gracias a la amabilidad de esta gente nos hicimos con nuestras bonitas camisetas que al día siguiente lucían esplendorosas 😉

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Con nuestras bonitas y llamativas camisetas

Este año habían decidido aumentar el kilometraje de cuatro a cinco kilómetros, no sé muy bien por qué, así que tocaba meterse un kilómetro extra entre pecho y espalda. Al tratarse de una prueba no competitiva decidimos salir los cuatro componentes de la foto al ritmo del más lento, por lo que empezamos muy tranquilos y muy tranquilos seguimos hasta el final, excepto uno de los componentes del grupo, que ya cansado de ir a ritmos sobre los seis minutos decidió cuando faltaba algo menos de dos kilómetros acelerar el paso. Así que nos quedamos sólo tres que llegamos a meta en buena comunión.

Una vez traspasada la línea de meta, fuimos obsequiados con una botella de agua, un Aquarius y una bolsa de deporte muy mona donde había diversos regalos: un tetrabrik de caldo Aneto, unos balón de baloncesto deshinchado, un zumo, un batido y un contenedor de basura de los amarillos, para envases, en miniatura muy útil para utilizarlo como contenedor de lapiceros y bolígrafos. Todo por el precio de 6 € más 20 céntimos de comisión.

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Contenedor amarillo miniatura

El burrito no venía en la bolsa del corredor ni dentro del contenedor. Lo adquirí en la tienda solidaria del Refugio del Burrito. Y ya aprovecho a publicitarlos, por si alguno quiere ayudar a esta organización que se encarga del cuidado y protección de estos animales frente a una vida de abandono y sufrimiento, mientras otros aún juegan un papel vital en la vida y felicidad de muchas personas. Ellos son el alma de todo lo que hacemos aquí en El Refugio del Burrito.