I Carrera ProFuturo

Hoy he participado en la séptima edición de la carrera Proniño primera edición de la carrera Profuturo, que es como se llama ahora, aunque todo los demás es igual. Sigue siendo y esto es lo más importante una carrera para recaudar fondos para que los niños puedan acceder a una educación que les permita tener un futuro mejor.

Si hace cinco años, en la segunda edición, nos juntábamos casi veinte compañeros para correr esta prueba, hoy sólo hemos participado tres y encima no hemos estado los tres juntos a la hora establecida. Así que me he hecho una foto con un compañero y otra, con el otro.

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Llegué cerca de las ocho, una hora antes de comenzar la carrera y me asombró encontrarme la línea de salida/meta casi vacía, se podían los corredores con los dedos de una mano. Estuve dando un paseo para que pasara el tiempo y poco antes de las 8:30 estaba junto al metro de Ronda de la Comunicación donde había quedado con los compañeros. Chema llegó a tiempo y después llegó Paco. Sobre menos cuarto pasé por el guardarropa y estaba vacío. También me sorprendió. Se nota que este año había menos gente que los pasados, no sé si debido al cambio de fecha de última hora. Desde luego, por la parte que conozco, una amiga con la que suelo ir a muchas carreras no pudo venir por ese cambio de fecha. Y un compañero, tampoco pudo.

Había hecho en Torrijos un tiempo de 42:51 y la idea era tratar de mejorarlo. A favor tenía que la temperatura era más agradable para correr y que había entrenado algún día más desde aquella carrera. En contra que el circuito es más duro y que tenía que correr con el teléfono encima por motivos laborales. Ese cambio de fecha no me vino nada bien.

Hablé con Chema para ver si íbamos juntos, pero me dijo que 42 no hacía ni de broma. Aún así salimos juntos junto a los portadores de las banderolas de los 45 minutos. Salí a buen ritmo y los tipos de las banderolas iban a mi par. Yo alucinaba un poco porque supuestamente estos tíos deberían ir a 4:30 y pasamos los dos primeros kilómetros al mismo tiempo y bastante deprisa. Ellos decían que era para tener un colchón para los últimos kilómetros, que son más duros que estos dos primeros.

Llevaba una especie de riñonera para el móvil y se me iba cayendo. La apretaba sobre la marcha y se seguía cayendo. La volvía a apretar y lo mismo. Me iba desquiciando poco a poco. Sobre el kilómetro cinco ya iba a la altura del culo y decidí quitármela y correr con el teléfono y la riñonera en la mano, cosa bastante incómoda.

Poco después note que se me desabrochó la zapatilla derecha. Estuve un buen tramo corriendo con la zapatilla desabrochada, pero al final paré porque iba muy incómodo. Ahí perdí unos veinte segundos y el ritmo… y la concentración. Pero lo peor es que no me abroché bien la zapatilla y esos cuatro últimos kilómetros se me iba saliendo el pie a cada zancada, pero no tenía ganas de volver a parar.

Iba yo despotricando contra el mundo cuando en el kilómetro ocho me adelantó una chica con un correr tan bonito que me llevó a pensar que debía haber carreras para l@s que saben correr y para los que no. Yo por supuesto participaría en esta segunda categoría.

Poco después, en la cuesta abajo del Paseo Tierra de Melide me pasó Chema, ese que no iba a hacer 42 minutos ni de broma. Chema es un tipo alto, con unas piernas largas que baja como un poseso. Aunque me invitó a seguirle, sabía que en la cuesta abajo no tenía ninguna posibilidad de ponerme a su «rueda». Así fue, en ese terreno favorable me sacó cincuenta metros sin querer.

Apreté lo que pude en el último kilómetro y medio y cuando llegué a recta de llegado me parecía que el reloj de meta marcaba 42 y algo, por lo que apreté un poco, pero cuando conseguí enfocar el reloj vi que no eran 42 sino 43, así que ya me dejé llevar. De esta forma llegué a meta con un tiempo oficial neto de 43:30. Un tiempo realmente malo, pero lo peor fue que las sensaciones fueron horrorosas.

Tras pasar la línea de meta fui corriendo al guardarropa y desde allí al coche, que tenía que ir a Vicálvaro lo más pronto posible. No me dio tiempo a departir con los amigos.

Una carrera para olvidar.