XVII Carrera popular villa de Torrijos

Con esta ya son 17 veces que se celebra esta carrera, que desde mi punto de vista es de las mejores que se celebran en la provincia de Toledo. Y con esta es la 13ª vez que participo en esta carrera que tanto me gusta, no sólo por la organización y el recorrido, sino porque estuve cuatro años estudiando en el instituto de esta localidad y no sólo estudiando, ya que por aquel entonces Torrijos era el epicentro de toda la juventud de los de allí y de todos los pueblos de alrededor.

Me levanté a las siete, desayuné un poco más ligero que lo habitual y poco después de las ocho salí junto a una amiga del Club Atletismo Zofío hacia Torrijos, localidad situada a unos 75 km de mi casa. Sobre las nueve llegamos a nuestro destino, buscamos sitio para aparcar no muy lejos de la salida y meta y encontramos un sitio sin complicarnos mucho la vida. Dejamos el coche, nos llevamos la mochila y fuimos a la Plaza de San Gil, junto a la puerta del ayuntamiento, a recoger el dorsal. Había bastante cola para recoger los dorsales, sobre todo en la de diez. En la de cinco había dos filas, una para los números más bajos, donde tenía que esperar yo (dorsal 385), y otra para números más altos donde tuvo que esperar mi amiga (dorsal 511). Estuvimos un rato esperando, recogimos los dorsales, hicimos nuestras necesidades y estuvimos hablando con mi tocayo del club de Novés y con su mujer. Sobre las nueve y media dejamos la mochila y nos pusimos a calentar yendo por la calle Ancha hacia la Cruz Roja y vuelta y haciendo además unos estiramientos dinámicos. Sobre las nueve menos cinco nos metimos en el pelotón de salida en una posición bastante delantera porque allí nos encontramos con una conocida de la Asociación Atlética Torrijos y estuvimos hablando con ella hasta que dieron la salida.

Representantes del Club Atletismo Zofío en Torrijos

La carrera ha cambiado desde hace unos años. Antes la salida y la llegada estaban situadas en la Plaza de España, donde estaba anteriormente el ayuntamiento, y la verdad es que con mucha gente, se quedaba pequeño aquello y además la salida era por calles estrechas y reviradas que hacía que en los primeros metros hubiese algo más que zancadas. Luego cambiaron la salida y llegada a la Plaza de San Gil, una plaza algo más ancha donde se puede montar mejor toda la parafernalia que conlleva una gran carrera como ésta y evitando esas calles estrechas del comienzo.

También cambió ligeramente el recorrido con el original y como los diez kilómetros eran dos vueltas, optaron por meter también una carrera de 5 km aprovechando para los que quisieran hacer sólo una. Yo siempre había hecho la de 10 km pero este año me apunté a la de 5 km por variar. El recorrido es muy llano, pero hay un tramo del uno al tres que es muy, muy ligeramente cuesta abajo y desde el tres al cuatro y pico muy, muy ligeramente cuesta arriba. Para terminar la vuelta, pasada la Colegiata, faltando unos cien metros para la llegada, es cuesta arriba, pero es una cuesta arriba de muy poca entidad.

Salí a toda pastilla con la idea de hacerlo algo mejor que la semana anterior en Villarejo. Allí hice una media de 4:11 y quería aumentar ese ritmo. La salida se da en la Plaza de San Gil y luego se emboca la Calle Ancha, que está dividida en dos porque luego se vuelve por el otro carril, y esto hace que se forme un embudo en la salida. De todos modos, no salí demasiado mal porque enseguida cogí un buen ritmo. Antes de llega a la Cruz Roja nos cruzamos con la cabeza de carrera en la que vi a David Magán «el coletas» en segunda posición yendo a un ritmo vertiginoso. Cuando di la vuelta a la glorieta no vi a mi amiga, eso quería decir que no iba muy detrás de mí. Pasé por el primer kilómetros miré el reloj y vi que lo hice en 4:09 lo cual me pareció bien porque me veía perfecto estado.

El segundo kilómetro está a la altura de «El Mesón» y vi que el cronómetro marcaba 3:58. Fenomenal, aunque era consciente que ese kilómetro era favorable tanto por el terreno que es ligeramente cuesta abajo y porque además daba el viento a favor. Veía delante de mí a una chica que había visto la semana anterior en Villarejo y que allí me ganó fácil y pensé que a lo mejor podía alcanzarla, pero no iba sola, iba con un chico que la iba marcando el ritmo.

Poco a poco la fui ganando terreno cuando llegó el tercer kilómetro, en la parte más alejada de la salida. Marcaba el cronómetro 4:08 y llegué a pensar que podría bajar de 21 minutos si conseguía mantener ese ritmo, pero enseguida giró la carrera en sentido contrario al que llevábamos y empezó a notarse un fuerte viento en contra y que el terreno era ligeramente cuesta arriba. Llegué incluso a adelantar a la chica que iba con su liebre, pero al poco me volvieron a sobrepasar y vi que la chica aprovechaba bien al rebufo de su compañero en esa zona ventosa. Oí que ella decía que había que acelerar, que se los iba el tiempo, así que ellos aumentaron el ritmo… Y yo lo bajé porque el cuarto kilómetro se me fue a 4:23 y ya iba sufriendo lo mío.

En el último quise apretar para mejorar, pero no pude, hice el mismo tiempo que el anterior. Ya quedaba muy poco para llegar a meta porque el crono marcó ese quinto kilómetro en la pequeña cuesta arriba que hay después de la Colegiata y sabía que sólo quedaban unos cien metros para llegar y es que se notaba que es una carrera homologada porque el GPS pitaba antes que llegara el hito kilométrico. En la meta marcaba mi reloj 21:28, por lo que no conseguí bajar de los 21 que quería. Curiosamente, fiándome sólo de mi GPS hice los cinco kilómetros en 20:59 pero es hacerse trampas al solitario. El que estaba más contento que unas castañuelas fue mi tocayo del club de Novés que quería bajar de veinte minutos e hizo 19:58. Según las clasificaciones oficiales hice un tiempo bruto de 21:29 y un neto de 21:23 siendo 58 de la clasificación general y 17 de mi categoría Máster 40.

Cogí la bolsa más un plátano y una manzana y fui a buscar a mi amiga, que no tardó mucho en llegar. Ella hizo un tiempo oficial bruto de 24:19 y neto de 24:12 siendo 95 de la carrera y sexta de su categoría. Con el dorsal nos dieron un ticket para la bebida y otro para la comida. Fuimos a los mostradores y me tomé una cerveza sin y un plato de migas que estaban realmente buenas, aunque para las migas tuvimos que esperar un poco. Estuvimos viendo la entrega de trofeos y esperamos el sorteo para ver si había suerte. Los agraciados con los premios fueron aquellos que llegaron en las posiciones 50, 100 y 150 de ambas carreras. No nos tocó nada, habrá que esperar al próximo.

Decir que la inscripción costaba 12 € pero si no querías camiseta se quedaba en 8 €. Ni qué decir tiene que elegí la modalidad barata porque al final acaban todas las camisetas en los contenedores de ropa. Es muy buena opción lo de poder elegir si quieres o no camiseta y debería de haber muchas carreras que lo hiciesen. Por esos 8 € además de la bebida y las migas nos dieron una bolsa de lo más generosa: una braga de Almudena Seguros, un tetrabrik pequeño de Aneto, un tetrabrik de zumo pequeño, una botellita de vinagre de Módena, una botella de bebida isotónica, una barrita de cereales, una bolsita de chorizo, una bolsita de lomo embuchado, un gel, una bolsa de cereales chocolateados de medio kilo, una manzana, un plátano, un bolígrafo y dos caramelos. La semana anterior en Villarejo también fueron muy generosos, así, así, está la cosa.

XXV Carrera popular Agromadrid – Villarejo de Salvanés

A las siete sonó el despertador, me levanté, desayuné, me preparé con la ropa de corredor, metí la ropa de recambio en la mochila y poco después de las ocho salí de casa. Llegué a las ocho y cuarto al punto de encuentro y allí estaban los compañeros del Club Atletismo Zofío esperando.

Llegamos a Villarejo de Salvanés y nos costó un poco encontrar dónde aparcar y saber dónde estaba el sitio porque preguntamos a un tipo y nos dijo que estaba al otro lado de donde realmente estaba. Por fin aparcamos, fuimos a la plaza donde está la iglesia y la torre y nos tocó hacer una buena cola para recoger los dorsales. Nos dieron una bolsa amarilla grande de AhorraMas con bastantes cosas y fuimos trotando hasta el coche a dejar esas bolsas.

Representantes del Club Atletismo Zofío en Villarejo de Salvanés

Me dijo Pedro, presidente del club de atletismo Running Villarejo que habían tenido que acortar el circuito porque habían mandado menos policías de los que hacían falta y que por lo tanto iban a acortar de 5 km a 4,5 km para tener suficientes voluntarios para los cruces. Así que el circuito quedó bastante simplificado. La salida y la llegada estaba en la Plaza de la Constitución, donde el castilla y la iglesia. Se partía hacia la Plaza de España y se cogía la calle de Samuel Baltés hacia el polígono industrial de Villarejo. En ese tramo había una bajadita al principio y luego picaba un poco hacia arriba. Antes del polígono, en esa larga recta que es la calle de Samuel Baltés estaba el primer kilómetro. Se seguía por esa calle medio kilómetro más y se giraba a la izquierda por la M-316 y poco después a la derecha para ir rodeando el polígono. A mitad de esa calle que rodea el polígono y que transcurre paralela a la A-3 se encuentra el segundo kilómetro. Ese segundo kilómetro también pica un poquito para arriba. Se sigue rodeando el polígono para desembocar de nuevo en la calle Samuel Baltés, que en principio es una curva, pero luego se llega a la larga recta por la que veníamos en un principio y que es ligeramente favorable hasta casi meta. Al poco se llega al tercer kilómetro que está situado en el punto donde al subir se desviaba a la izquierda para rodear el polígono. Se sigue bajando por esa calle y ya bien metidos en el pueblo, en la misma calle por la que transcurre el 90% del recorrido está el cuarto kilómetro. A partir de ahí es un poco cuesta arriba para llegar a la meta situada en el mismo sitio que la salida, en la Plaza de la Constitución. Al final ni siquiera llegó a los cuatro kilómetros y medio, se quedó en cuatro trescientos poco más o menos. De todos modos, hablo mucho de subidas y bajadas y alguien puede pensar que son los últimos kilómetros de la maratón de Madrid, pero hay que tener en cuenta que el circuito son unos 30 metros de desnivel, poca cosa. La anterior vez que participé el circuito era más revirado. No sé si lo habrán simplificado por los voluntarios o ya era parecido al de este año.

Calentamos un rato y ya en el calentamiento se veía que había nivel. Es una carrera que atrae a muchos corredores y corredoras de muy buenas marcas. Después de calentar nos pusimos tras el arco y poco después de las diez dieron la salida.

Salí deprisa, pero más deprisa iba mi compañera. La cogí y estando con ella llegamos al primer kilómetro. Miré el cronómetro y vi que lo había hecho en 4:07 y me pareció un bien tiempo porque no me veía forzado. Siempre me pasa eso en el primer kilómetro, que como acabo de salir cualquier tiempo me parece bien. Luego se quedó por atrás porque cuesta arriba voy yo un poco mejor. Pasé el segundo kilómetro en 4:14 y también lo di por bueno porque era un poco cuesta arriba. En esos momentos iba solo, mi compañera iba algo atrás, pero no debía estar muy lejos. El ritmo del kilómetro tres ya me gustó algo menos porque hice 4:15 y ya era algo favorable. Las piernas ya iban algo cansadas. Sería cuando llevaba tres kilómetros y medio cuando mi compañera de fatigas me alcanzó y en la ligera bajada se me fue y no fui capaz de echarla el guante. Si yo voy un poco mejor en la subida, ella va mejor en la bajada. Traté de que al menos no se despegara mucho de mí y en esas llegué al cuarto kilómetro con un tiempo de 4:13, no había mejorado mucho con los anteriores siendo cuesta abajo ni con la zanahoria de mi compañera poco metros por delante. Eché toda la carne en el asador y aunque ese tramo de trescientos metros fue lo más rápido que hice de la carrera, no hubo manera y llegué a meta cinco segundos después de ella con tiempo, según mi cronómetro de 18:26, que coincide con el tiempo oficial.

Llegando a meta. Foto cortesía de @morantefotografia.

Hicimos cola para coger bebida, unas naranjas, una manzana, unas galletitas, una botella de bebida isotónica y agua a granel en un vaso de plástico que rellenaban de unas enormes garrafas. Además de todas las cosas que nos habían dado antes. Poco después entró la otra compañera y a no mucho tardar entró el compañero.

Miramos las clasificaciones y resultó que la compañera que me precedió sólo pudo ser sexta de su categoría (de 40 a 50) y la otra componente femenina del grupo fue segunda de la suya (de 50 a 60). Así que tuvimos que esperar bastante a que le dieren el trofeo, aunque eso nos permitió ver a los más jóvenes batiéndose el cuero. Me alegró mucho ver una muy buena participación de los más pequeños.

Hubo representación del Club Atletismo Zofío en el cajón. Foto cortesía de @morantefotografia.

La bolsa del corredor fue espectacular entre lo que nos dieron al principio y lo que recibimos al final. Al terminar la carrera nos obsequiaron con una malla de naranjas, una botella de bebida isotónica Eletrolit, un bollito, galletitas a granel y agua. Como curiosidad decir que el agua no venía en botellas, te daban un vaso y se rellenaba de unas garrafas. Además de todo esto, muy interesante para recuperarse del esfuerzo e hidratarse, que hizo un día de bastante calor, la bolsa que nos dieron al principio era espectacular ya que además de una bolsa de plástico fuerte de AhorraMas dentro de ésta había una camiseta, una bolsa de galletitas, una botella de bebida isotónica, una muestra de crema Aliviflex, una muestra de muesli, lágrimas de aceite, caramelos Ricola, un bolígrafo y una cartera para tarjetas. Y seguro que me dejo algo. En dos palabras: ESPECTA-CULAR 😉

Y para terminar, hacer mención de las fotografías de @morantefotografia que hizo un álbum espectacular con un montón de fotos, no sabría decir cuantas pero muchas, de una calidad extraordinaria y gratuitas. Muchas gracias.

En resumen, una carrera que merece mucho la pena. Absolutamente recomendable. Y todo por 8,60 €. Una pasada.

XLVI Carrera popular fiestas de la Elipa

Me desperté a las siete y me levanté para desayunar con tiempo. Para esta carrera habíamos quedado cuatro componentes del Club Atletismo Zofío con el objeto de participar en ella y conseguir puntos para el circuito de la Unión de Carreras de Barrio. Otras veces quedamos en el punto de encuentro y vamos todos hacia la salida, pero esta vez fuimos en dos coches y cada uno por un lado. La carrera era a las once por lo que habíamos pensado salir a las diez menos cuarto, pero se nos hizo tarde y salimos casi a las diez cuando la compañera, que iba en el otro vehículo, ya estaba allí desde hacía un rato. Así que de camino la envié los códigos QR y nos recogió el dorsal. Aparcamos junto al pinar de la Elipa y fuimos hacia el dragón de la Elipa donde estaba situada la línea de salida/llegada dando un paseo ya que la temperatura era muy agradable.

Estaba la compañera con los dorsales junto al dragón, nos los pusimos en la camiseta, dejamos las mochilas en el ropero y fuimos a reconocer el circuito ya que el joven que había venido con nosotros no lo conocía y es un circuito para conocerlo porque tiene unas bonitas subidas que es mejor saber dónde están y cómo son para no quedarte clavado..

El circuito consta de dos vueltas idénticas, cada una de ellas de algo menos de cinco kilómetros. La salida es cuesta abajo, pero no se han recorrido ni cien metros cuando se gira a la derecha y comienza la primera cuesta de la jornada por la calle Ricardo Ortiz. Pronto suaviza y se sigue por un falso llano por esa calle hasta a una iglesia muy moderna donde se gira a la derecha y comienza una subida más larga que la anterior, aunque quizás menos dura, por la Avenida Daroca. Es una subida irregular porque también hay algún falso llano que permite recuperar un poco el resuello. Por esa avenida se llega a la plaza Agustín González, en honor del famoso actor español enterrado no muy lejos de allí. Pasando la plaza comienza otra cuesta a lo largo de la Avenida de las Trece Rosas, que no es muy larga ni muy empinada y que transcurre paralela a la tapia del cementerio de la Almudena. La cuesta suaviza hasta que se gira a la derecha por la calle de Santa Irene que vuelve a empinarse, pero de poca longitud, para empezar a bajar hasta la calle Poeta Blas de Otero, que es más o menos llana empalmando con la calle Santa Felicidad y llegando por fin a la Avenida Marqués de Corbera donde comienza una fuerte bajada de unos 600 metros para completar la vuelta. Y luego otra vuelta.

Representantes del Club Atletismo Zofío junto al dragón de la Elipa

Fuimos calentando hasta la plaza de Agustín González donde comienza la cuesta del cementerio, viendo las diferentes cuestas que nos esperaban. Nos volvimos por otro lado porque se nos iba echando el tiempo encima. Al llegar a la línea de salida vimos a la amiga que había venido con nosotros bailando con los amigos de Parque Sur a ritmo de charanga. A todos nos pareció buena idea lo de la charanga.

Me puse junto a la compañera algo lejos de la línea y al salir tan atrás nos costó trabajo comenzar a correr de manera fluida. Fue un fallo ponernos tan alejados de la línea de salida. Me costó trabajo ponerme a la altura de mi compañera porque me quedé más rezagado en la salida. Luego pude alcanzarla y al poco llegamos a la altura de Antonio y Javi, nuestros vecinos de Parque Sur y ya hicimos el resto de la primera vuelta juntos, aunque mi compañera, demostrando lo bien que se le da bajar, se nos fue un poco en la bajada de meta. En la segunda vuelta ya puso el turbo y no hubo manera de seguirla, yo notaba las piernas cansadas del día antes y me costaba un poco. Antonio se fue a por ella y Javi se quedó detrás de mí. Poco a poco se fueron yendo pero Antonio no consiguió coger a la compañera y ella no consiguió coger a una chica toda tatuada que iba un poco delante de ella y que casi la alcanza en los metros finales.

En la primera vuelta corriendo por la Avenida de las Trece Rosas

En la bajada final vi a Javi parado y me dijo que lo había dejado en el siete porque se vio mal, pero estoy seguro de que podía haber seguido bajando un poco el ritmo. Llegué a meta cuando el reloj de la llegada pasaba al minuto 44. En la clasificación oficial aparezco con un tiempo bruto de 44:02 y neto de 43:49, una diferencia de trece segundos que indica lo mal que salimos. Lo más curioso es que mi reloj marca 43:54 ni pá ti, ni pá mí. Mi compañera hizo una muy buena carrera porque me sacó casi un minuto en meta y de esa manera consiguió auparse al tercer puesto del pódium en su categoría de veteranas.

Cogí la bolsa y el agua y subí la cuesta para animar a la otra amiga que ya la vi bajando a su ritmo acabando con un tiempo oficial de 50:24 (neto de 50:12) siendo cuarta de su categoría y el joven compañero de club acabó con un tiempo de 36:34 (neto 36:31) siendo decimoquinto de la carrera y noveno de su categoría. Como una de las compañeras llegó tercera de su categoría estuvimos un buen rato esperando hasta que subió al cajón.

La compañera del Club Atletismo Zofío en el tercer puesto del cajón… Y muy cerca del segundo.

VI Carrera de San Mateo (Gerindote)

Me acerqué a Gerindote con una amiga del Club Atletismo Zofío, llegando a esta localidad sobre las ocho menos diez. Aparcamos en una calle cercana a la plaza del pueblo y nos acercamos a recoger el dorsal y la camiseta. La camiseta era de 42K de color azul, bastante bonita. Mientras estábamos por allí vimos algunas carreras donde los más pequeños iban a toda pastilla buscando la meta. Siempre es un placer ver correr a los más jóvenes, semillero de los atletas de mañana.

Volvimos a dejar las cosas, nos vestimos de corredores y salimos a calentar porque ya quedaba media hora para la carrera. Cuando quedaban menos de cinco minutos para las nueve nos colocamos para salir. Se veía poca gente detrás del arco y nos comentó una chica del pueblo, que también corría, que había dos bodas en el pueblo y que quizás eso había mermado la participación.

La carrera consta de dos vueltas de aproximadamente dos kilómetros y medio, quizás un pelín más larga, pero poca cosa. En cada vuelta hay dos cuestas arriba y sus correspondientes bajadas, pero no son de mucha entidad, hay que tener en cuenta que el desnivel sumando las dos vueltas son 23 metros. Lo que sí hay son bastantes giros de noventa grados que cortan un poco el ritmo.

Estaba casi atrás del pelotón cuando dieron la señal de salida. Salí un poco relajado pero pronto empecé a apretar, pero sin ir a tope ya que doce horas después tenía otra carrera. Por eso iba sin mirar el reloj, sólo viendo la gente que iba por delante de mí y si podía cogerlos o no. Cuando pasé por la línea de meta en la primera vuelta ni siquiera miré el reloj de meta. Y la verdad es que al haber salido tan atrás fui adelantando gente casi todo el rato y eso anima. Eso sí, en la subida final me adelantó un tipo muy alto y con buena zancada.

Llegué a meta y al igual que en la primera no miré el reloj que allí tenían instalado. Cogí una botella de agua y recorté parte del circuito para ir a animar a mi compañera. No tardó mucho en pasar, la animé y corrí un rato con ella diciendo que fuera tranquila, que no había nadie que la persiguiera.

Fui a la meta. Allí me encontré con mi tocayo del Club Atletismo Novés, que últimamente está muy bien, y me dijo que había hecho 21 minutos pelaos. Yo miré al rato mi reloj y vi que marcaba 22:25 a un ritmo de 4:23 min/km que lo di por bueno después de haber estado una semana parado por la ciática y que tampoco fui a muerte. Lo mejor es que mi amiga aunque fue la sexta de la categoría de veteranas, fue la primera local y se llevó un rico jamón cortesía de Embutidos España.

En la Carrera de San Mateo (Gerindote)

XLIII Trofeo San Lorenzo

Había puesto el despertador a las siete en punto, sonó, me levanté y desayuné como un día normal. Habitualmente me levanto tres horas antes de la carrera para desayunar y hacer la digestión, pero esta vez probé a hacerlo con sólo dos horas y yo creo que no me ha sentado bien porque luego en carrera no iba cómodo.

Me preparé con mis nuevas zapatillas Asics Nimbus 25 ya que había perdido las que tenía. Y no sólo las zapatillas, también las plantillas que utilizo para correr, por lo que iba a ser mi primera carrera sin plantillas ¡desde octubre de 2009! Un poco antes de las ocho salimos con el coche al punto de encuentro donde ya estaban casi todos los compañeros del Club Atletismo Zofío. Esta vez no fui el último. Se montaron un par de compañeros en el coche y salimos rumbo al populoso barrio de Lavapiés. Conseguimos aparcar no muy lejos de la salida, fuimos andando hasta la zona de meta, dejamos la ropa en el guardarropa, nos hicimos una foto y fuimos al trote, calentando, hacia la salida.

El Trofeo San Lorenzo es una de las carreras más longevas, ya llevan 43 ediciones, cuatro menos que la Maratón de Madrid, y además transcurre por el centro de Madrid, pasando por las zonas más bonitas de la ciudad: Puerta de Toledo, Palacio Real, Catedral de la Almudena, Puerta del Sol, Congreso de los diputados (dentro de poco sólo Congreso), Glorieta de Atocha. Para mí, la carrera más bonita de cuantas se celebran en la capital.

Dieron la salida a las nueve en punto y salí junto a una compañera a buen ritmo aprovechando que era favorable, de hecho hicimos ese primer kilómetro en 4:28. El segundo kilómetro tiene una subida desde la zona del Rastro hasta la Puerta de Toledo, pero el resto es favorable bajando por la Ronda de Segovia. En ese segundo kilómetro hicimos 4:31 llevando un ritmo que no parecía exigir un esfuerzo excesivo. El tercer kilómetro es aún más favorable porque aunque Ronda de Segovia ya no es de bajada, es más bien llana, luego se baja la Calle de Segovia, sí, esa que se sube en la Maratón de Madrid y que a todo el mundo le cuesta un mundo subir. Se baja esa cuesta y se gira a la derecha para encarar el Paseo de la Virgen del Puerto, donde estaba el kilómetro tres. No es casualidad que ese fuera el kilómetro más rápido, ya que lo hicimos en 4:20 pero empecé a notar que las piernas no iban muy finas. Se sigue por Virgen del Puerto hasta la Glorieta de San Vicente y empieza la cuesta más dura de la carrera, aunque la subí decentemente, incluso esperando un poco a la compañera. Ese cuarto kilómetro, justo antes de afrontar un tramo de escaleras, se nos fue un poco porque la subida se las trae. Hicimos 4:59. Después de subir los escalones y pasar por el Palacio Real empecé a no encontrarme nada bien y ya la cosa iba a peor cada metro que pasaba. No es casualidad que ese quinto kilómetro, situado nada más pasar la catedral de la Almudena, se nos fuera por encima de cinco, yo ya iba penando. Llegamos de nuevo a la Puerta de Toledo, subimos esa cuestecilla por la calle Toledo y allí estaba el kilómetro seis, que se nos fue a 4:42. Mejor que los dos anteriores, pero ya lejos del ritmo pretendido. Cogimos agua y poco después, subiendo la calle Mayor le dije a la compañera que se fuera porque me veía peor que ella, que iba encendida viendo a una chica que iba por delante. Me quedé solo y fui mal, muy mal, siendo adelantado por mucha gente. Ni siquiera en el tramo más favorable, desde la Plaza de Canalejas hasta la Glorieta de Atocha pude mejorar, aunque apreté un poco al final viendo que el reloj se acercaba a los 47 minutos. Acabé con un tiempo oficial de 46:56, dos segundos menos de lo marcado por mi cronómetro. Curiosamente mejor tiempo que el año pasado pero las sensaciones han sido mucho peores.

Cogí la botella de agua y la bolsa y fui a buscar a la compañera más joven del club y que debutaba en la distancia. Para afrontar este desafío iba a correr con Emilio «el incombustible» toda la carrera. Tuve que recorrer más de un kilómetro para encontrarlos. Me puse a correr con ellos y en Atocha nos encontramos con otra compañera que también nos esperaba y que también nos acompañó hasta la meta. Detrás de nosotros venía un tipo con una bandera y un megáfono diciendo cosas como «El chatarreeeero» o «Vendo melones», así que iban entretenidos. El tiempo que hicieron fue lo de menos, lo importante es que la compañera llegó muy contenta a la meta.

La compañera con la que compartí algo más de la mitad de la carrera quedó segunda de su categoría, así que hizo bien en marcharse por delante. Estuvimos esperando a la espera de premios y al acabar volvimos al barrio y lo celebramos convenientemente.

XXXIX Carrera del Árbol

Habíamos quedado a las nueve y media con los compañeros del Club Atletismo Zofío y por eso puse el despertador a las ocho, pero me desperté a las siete y media, me levanté y desayuné como un día normal. Esperé a que se fuera acercando la hora y a la hora fijada estaba en el punto de encuentro. Allí repartió Emilio las camisetas de la carrera, ya que él se había ofrecido a recogerlas para todos los compañeros. Nos montamos todos en dos coches y partimos para el barrio de Vallecas. Aparcamos junto a la boca de metro de Alto del Arenal y bajamos andando hasta la Avenida de Buenos Aires donde estaba situada la salida y donde estuvimos casi una hora esperando a que dieran la salida.

Los demás habían aparcado cerca de la llegada, por lo que tardaron un poco en llegar a la salida. Nos hicimos unas fotos, nos movimos a ritmo de zumba, tratamos de escuchar lo que decían por los altavoces y como un cuarto de hora más tarde de la hora dieron la salida.

Salí con una compañera algo atrás y nos costó lo suyo ir adelantando gente en los primeros metros. Yo salí sin mirar atrás en un principio y la compañera se quedó un poco en la cuesta de la calle Pío Felipe, por ello aflojé un poco el ritmo para ver si venía la compañera, que me cogió al poco; sin embargo no iba muy fina y le costaba seguir mi ritmo y tenía que contemporizar para que no se descolgara. Al llegar al polideportivo de Palomeras, donde está situada la meta, agarró la mano de su nieto y yo los esperé, entrando los tres al mismo tiempo y abuela y nieto cogidos de la mano. Hicimos un tiempo de 24:04 en un recorrido de aproximadamente 5,3 km a un ritmo de 4:31 min/km. Acabé contento porque llevé un buen ritmo aún aflojando un poco esperando a la compañera y encima haciendo trescientos metros ya en el polideportivo con un niño de la mano. Cogimos los regalos y el arbolito y salimos del polideportivo para ver llegar a los compañeros y animar a los que pasaban por allí. Cuando nos juntamos todos nos despedimos quedando en el barrio a tomar algo. A nosotros nos tocó andar más que a los demás por haber dejado el coche algo lejos de la meta.

Media maratón de Villaverde

Me apunté a esta media maratón como un entrenamiento de cara a la maratón de Madrid, ya que se iba a celebrar el 23 de marzo y me venía de perillas para realizar el entrenamiento largo yendo corriendo desde casa a la salida de la media, haciendo la media y vuelta a casa. En esta fecha tuvieron que suspenderla porque había un tramo que transcurría paralelo al río Manzanares, en el Parque Lineal, y temían que se pudiera desbordar por ahí. Anteriormente ya se había suspendido en 2017 y en 2018 por un informe negativo del Samur. El caso es que esta vez en vez de suspenderla del todo la aplazaron al 25 de mayo, cuando ya, en mi caso, no tenía sentido realizar una media. Cierto es que ofrecieron la posibilidad de cambiarse al 10 k que iban a celebrar junto a la media o incluso de que te devolviesen la inscripción, pero lo dejé tal cual.

Cambiaron de fecha y de recorrido convirtiendo la prueba en una carrera insulsa y fea que además se vio afectada por el inmenso calor que hizo. La prueba de 10 k tenía prevista la salida a las 9:30 y la media diez minutos después, pero por algún motivo que desconozco la prueba de la decena de kilómetros se postergó hasta las diez menos cuarto y la media diez minutos más tarde hasta las diez menos cinco. Ya hacía bastante calor antes de que comenzase la primera prueba.

Algunos de los compañeros del Club Atletismo Zofío se apuntaron a la prueba más corta (dorsales azules) y otros nos apuntamos a la media (dorsales amarillos). Salieron los primeros, los dimos unos gritos de ánimo y calentamos un poco más antes de ponernos detrás del arco de salida. La verdad es que se veía bastante gente esperando la señal de partida, cosa que me extrañó siendo una fecha tan poco apropiada para una media maratón, pero bueno, no todo el mundo corre medias para preparar una maratón, algunos lo hacen como un fin en sí. De hecho yo había corrido en Jadraque y en Ávila por estas fechas y no tenía ninguna maratón que preparar. Sólo por vicio. 😉

Salí con una compañera a un ritmo de 4:35 más o menos y ella ya antes de comenzar decía que no se encontraba bien, que no podía respirar bien. Yo iba mirando hacía atrás porque se iba quedando y aflojaba el ritmo para que no se me perdiera. El día anterior puse que me pitara el reloj cada 400 metros y olvidé cambiarlo, así que no me iba pitando los kilómetros y eso me hizo un poco de lío. Tanto que una de las veces que miré el reloj vi que marcaba cuatro kilómetros y yo pensaba que llevaríamos seis o siete. Fue la compañera detrás de mí hasta el kilómetro seis o siete que la perdí de vista, por más que miraba hacia atrás no la veía, así que ya me desentendí de ella. Yo seguía a mi ritmo, pero no me veía nada fino, sobre todo de cabeza.

La media maratón eran dos vueltas. Una de diez kilómetros compartida con los que hacían 10 y una segunda prácticamente igual con un añadido para hacer once. Muchas kilómetros se hacían por el Parque Forestal, camino arriba, camino abajo, bastante feo. Luego se iba por Villaverde Alto, no se tocaba el barrio de abajo. En la segunda parte del recorrido aflojé el ritmo y me adelantaron como una docena de personas, uno de ellos llamado Miguel que me adelantó justo cuando pasábamos por su «club de fans» y le animaban por su nombre, pensando yo que me animaban a mí. Faltando unos tres kilómetros me adelantó una chica que iba con un chico que la guiaba y marchaban a buen ritmo. Esa chica fue tercera de su categoría aunque luego hablamos con ella y pensábamos que había sido cuarta. No sé si al final se enteraría de que tenía que haber subido al cajón. Lo curioso de esta chica es que se apellido Villaverde, como la carrera.

Al final llegué a meta con un tiempo oficial de 1:37:42 bastante cansado no sólo físicamente, quizás más de cabeza porque se me hizo larguísimo el recorrido y encima hizo un calor exagerado. Cuando entré en meta el reloj marcaba 1h47 y pensé qué mal tiempo he hecho, iba peor de lo que pensaba, pero el reloj marcaba diez minutos de más que llevábamos los de la media con respecto a los del 10, así que me alegré cuando miré el reloj y vi esos diez minutos menos. No parece mal tiempo pensando que en la media de Latina hice también 1h37, pero el truco está en que esta carrera no llegaba a la distancia de 21097 metros, faltaba por lo menos medio kilómetro, cosa que agradecí porque llegué harto de correr. Al llegar lo único que quería era beber y para llegar a tan preciado líquido había que darse un buen paseo. Menos mal que una amiga me dio una botella antes de llegar al mostrador. Allí me bebí una botella y comí cinco o seis trozos de naranja y un par de trozos de plátanos y más agua y más agua. Luego fuimos a buscar a los compañeros, cogimos la ropa del coche y fuimos a por nuestro plato de paella, que estaba realmente rica. Nos tomamos el arroz sentados en el suelo, en la hierba, esperamos el sorteo y nos fuimos, no nos quedamos a escuchar a la banda de rock porque empezaron muy mal, ya que la segunda canción que interpretaron fue «Voy a pasármelo bien» del grupo Hombres G que ya me contaréis que relación hay entre este grupo y el rock. No me extraña que en los resultados aparezca el nombre de la carrera como «Media Roquera de Villaverde».

Sinceramente prefiero que se celebre a finales de noviembre o principios de diciembre como en anteriores ediciones, pero no sé qué harán los organizadores y también prefiero el recorrido antiguo, pero sí es verdad que el otro recorrido ha dado más problemas que otra cosa.

IV Milla nocturna de Usera

Por segunda vez participé en esta carrera cuya salida y meta se encuentran a trescientos metros de mi casa y por segunda vi que la distancia no eran los 1609 metros sino 200 metros más. Una pena que no estuviera bien medida para comparar con otras millas en las que he participado.

Sobre las cinco y media fuimos a recoger el dorsal y me dio dolió ver que aún había muchos por repartir. Es lo que tiene las carreras gratuitas, que mucha gente se apunta y luego no va. Allí nos encontramos con una amiga a la que llevábamos tiempo sin ver. Nos dijo que llevaba mucho tiempo sin correr y que se había animado con esta carrera porque era corta. Se quejaba de que no hubiese ropero, por lo que le dije que me diera su mochila y la dejaba en casa. Con su mochila a cuestas volví a casa y cogí una cámara pequeña que tenía por ahí sin usar desde hacía tiempo. Como a las siete menos cuarto daban la salida a los más pequeños me fui con la cámara a probar qué tal salían las fotos. Dieron la salida algo más tarde y la carrera quedó algo deslucida porque habría solo una docena de niños y niñas compitiendo, una pena. Hice unas fotos y al rato me fui a casa a ponerme la camiseta con el dorsal y las medias largas. Volví a tiempo para ver la prueba de seniors masculina en la que el chico que ganó lo hizo con una facilidad pasmosa. Al poco le vi por allí, le di la enhorabuena y dijo que gracias, aunque quitó importancia a su victoria diciendo que se dedicaba a eso. En la tanda de las másters salió una amiga, a eso de las siete y media, y no lo hizo mal, porque llegó la novena en una carrera en la que había bastante nivel por delante y muy poco nivel por detrás.

Cuando acabó la amiga me fui para la pista de atletismo del polideportivo de Orcasitas y estuve calentando un rato más, aunque ya me había dado unos cuantos trotes Ricardo Beltrán arriba, Ricardo Beltrán abajo. Un par de minutos más tarde de las 19:45 dieron la salida y salí con un poco de calma, que luego la milla se puede hacer muy larga. Ya fui adelantando gente en la pista de atletismo donde se hacen los primeros quinientos metros. Luego se sale a Ricardo Beltán, dirección hacia la A-42 para realizar una curva de noventa grados y un poco más adelante, a la altura de la calle Arenaria, hacer un giro de 180º y volver por donde habíamos venido hasta llegar a Rafaela Ybarra y allí otro giro de ciento ochenta grados, se entra en el polideportivo y ya están ahí los últimos cien metros. Salí con la idea de ir a cuatro, más o menos, para ello había calculado que tenía que hacer cada 400 metros en 1:36, pero al final ni miré el cronómetro, sólo al pasar por debajo del arco de salida, cuando llevaba los primeros 400 metros y vi que la cosa iba ahí, ahí. Cuando se sale del poli y se coge Ricardo Beltrán hacia Avena, se hace duro por la subida de la salida del polideportivo y porque esa calle es ascendente, ahí se me fueron segundos, no tuve ni que mirar para saberlo. Luego pasando Avena la calle es más llana y se aceleran los pies. Ya íbamos todos más o menos en nuestro sitio, pero un poco antes del giro de Arenaria me adelantó un tipo al que luego adelanté y a otro también. Acabé bastante fuerte y pensé que a lo mejor podía haber ido más rápido al principio, pero me machaqué bastante porque tenía la garganta como si me la hubieran lijado. Hice un tiempo de 7:07 en una distancia de más o menos 1800 metros y me sorprendió porque me salió una media de 3:54 y pensaba que me iba a costar incluso ir a cuatro. Además lo hice más rápido que en 2023 cuando participé la otra vez que hice tres segundos más. Acabé contento aunque acabase en el vigésimo puesto o por ahí.

XLVII Maratón de Madrid

En Sevilla 2020, poco antes de la pandemia, acabé mi 29º maratón y desde entonces estaba tratando de acabar el trigésimo para abandonar de una vez por todas esta distancia y pensé que la Maratón de Madrid de 2025 podía ser ese trigésimo. Lo pensé un poco tarde porque cuando fui a inscribirme, para hacerme un regalo de Reyes, tuve que soltar 102,42 € que me pareció una auténtica burrada.

El viernes por la mañana me pasé por IFEMA a recoger el dorsal. Tuve que recorrer unos cuantos kilómetros desde el aparcamiento al pabellón donde repartían los dorsales, ya que estaba todo muy mal indicado. Después de hacer unas cuantas colas recogí el dorsal, la camiseta, una bolsa para el ropero y no sé cuántos botes de no sé qué bebidas . Traté de hacerlo lo más rápido posible para irme de allí cuanto antes, ya que no me gustan nada estas «ferias del corredor». Eché de manos un atajo tipo Ikea para no tener que pasar por todos los stands, pero me los tuve que recorrer todos cargado como un burro con tanto bote de bebida porque cogí mi dorsal y el de mi amigo y tocayo que viendo lo que era esto, le dije que se lo recogía. Al final me arrepentí porque las bolsas pesaban lo suyo y hacía mucho calor. Salí renegando de allí.

En la recogida del dorsal, sonriendo sólo por la foto

El día de la carrera había puesto el despertador a las seis y veinte pero me desperté a eso de las cuatro. Menos mal que me pude dormir al poco. De nuevo me desperté a las cinco y también me conseguí dormir. Al final me desperté cuando se encendió el móvil cinco minutos antes de la alarma. Me levanté, desayuné como un día normal y luego empecé a preparar todo lo de la carrera, aunque ya lo había dejado casi todo en la mesa del salón. Había quedado con mi tocayo a las siete y cuarto en la puerta de mi casa para irnos al metro y cuando bajé ya estaba allí. Fuimos andando hacia el metro y poco antes de llegar a la boca de metro nos encontramos con la compañera que iba a venir con nosotros. Con ella y algunos acompañantes fuimos en metro hasta Alonso Martínez. En esa estación, después de subir unos cuantos tramos de escaleras salimos al exterior y bajamos por Génova hasta Colón y subiendo por la Castellana llegamos al punto de encuentro donde no vi a nadie de los antiguos compañeros maratidianos. Me empecé a mover por allí y al rato me encontré con mis antiguos compañeros con los que tantas carreras compartí. Los saludé y nos juntamos ellos y nosotros y nos hicimos una bonita foto.

Con los antiguos compañeros de MaraTI+D y los actuales compañeros del Club Atletismo Zofío

Después de la foto nos dispersamos, dejamos la ropa en el guardarropa y fui trotando con los compañeros hacia el cajón cinco. Entramos y nos pareció que estaba bastante vacío, pero no es que estuviera vacío es que estaba todo el mundo en la parte delantera del cajón porque luego tardamos lo suyo en pasar la línea de salida.

Dieron la salida de nuestro cajón a las 9:15 y tardamos tres minutos en pasar la línea de salida. Uno de los compañeros enseguida puso pies en polvorosa y nosotros salimos a un ritmo tranquilo sabiendo que el comienzo es cuesta arriba. Como siempre, el primer kilómetro se me hizo eterno. Había mucha gente a nuestro alrededor por eso cuando se estrechaba un poco la calzada se formaba un buen atasco que impedía seguir con el ritmo que llevábamos. Tampoco ayudó a que la cosa fuera más despejada que hubiese un carril para el autobús una vez sobrepasamos Plaza Castilla y a la vuelta hacia esta plaza. Iba pensando qué tipo de organización era esta que metía a los autobuses junto a los corredores. El tapón se aclaró un poco cuando comenzamos a bajar Bravo Murillo donde ya aumentamos un poco el ritmo, aunque mi tocayo nos decía que no nos emocionáramos mucho. Al llegar a Cuatro Caminos y bajar por Raimundo Fernández Villaverde se llega al puente sobre la Castellana donde también se estrecha el camino, pero se compensa con la cantidad de gente que hay animando. Al pasar este puente nos encontramos con el primer túnel. Otras veces hemos pasado por arriba, por la plaza de la República Argentina, pero esta vez nos metieron por el túnel, cosa que no me gusta por dos motivos: el primero porque en todos los túneles hay que subir una cuesta y segundo porque al GPS se le va un poco la pinza. La carrera sigue por Francisco Silvela hasta Manuel Becerra habiendo atravesado un par de túneles más. A eso tengo que añadir que a la altura de Diego de León se me desabrochó la zapatilla, lo cual me fastidió bastante porque había hecho doble nudo, debe ser que los cordones son muy suaves. Dije a mis compañeros que no me esperaran, que siguieran a su ritmo, que ya les alcanzaba, pero algo debieron aflojar porque enseguida los cogí.

Iba observando que había mucha gente con camiseta azul de la media y mucha gente que no llevaba esa camiseta y que también sería de la media y estaba deseando que llegáramos a Sol y que se fueran ellos por otro camino y nos dejaran tranquilos al resto. También me di cuenta que las tallas eran pequeñas, no sólo era a mí al que le pasaba, porque mucha gente iba embutida en su camiseta. Tengo camisetas tallas M de Adidas que me están grandes y la de este año me está pequeña. Incomprensible. En Manuel Becerra cogimos Doctor Esquerdo hasta O’Donell donde cogimos esa calle, por la que he pasado en coche multitud de veces, y nunca me había fijado que era cuesta arriba hasta que pasé hoy corriendo, pero bueno, tampoco es de una pendiente exagerada. Por O’Donell se llega al Retiro y se callejea un poco por el barrio de Salamanca para cruzar al otro lado de la Castellana por el puente de Rubén Darío. Cruzamos por el puente y un poco más delante, por el kilómetro 18, pasamos por la calle Carranza y allí estuve mirando por si veía a mi hermana como hace dos años, pero no la vi. Embocamos San Bernardo hasta Gran Vía y nos lanzamos por la calle Preciados hasta Sol. Allí se fueron los de la media y seguimos los demás. Pensaba que nos íbamos a quedar más solos, pero seguimos bastante gente el vía crucis, pero más holgados desde luego. Estábamos cerca del kilómetro veinte y los últimos se habían pasado casi sin querer. Llegamos al Palacio Real y poco después atravesamos la media maratón, pero como el GPS de mi reloj ya iba un poco desajustado no vi bien cuando pasamos la media, pero había calculado el día antes que teníamos que pasar en 1h48 y por ahí andaría la cosa. Cruzamos Plaza España, subimos Princesa, que tiene su tela, y bajamos por Marqués de Urquijo. Yo iba algo temeroso al llegar a ese punto porque la vez anterior fue allí donde había empezado a subirme los dolores que ya llevaba y que me hicieron retirarme un poco más allá, pero esta vez lo pasé sin problemas. Bajamos esa calle, el Paseo de Camoens y llegamos al Puente de los Franceses, todo cuesta abajo y allí se me fueron un poco, pero más por bajar yo el ritmo que porque ellos tiraran; sin embargo en la Avenida de Valladolid cambiaron las tornas porque allí fue mi tocayo el que se fue quedando y ya no levantó cabeza. Pasamos esa larga avenida de dos kilómetros, bajamos al Puente del Rey y allí estaba tenía un «club de fans» animando, lo que me dio mucha energía para afrontar el pulmón verde de la ciudad.

El tránsito por la Casa de Campo no fue bueno para mi tocayo que se iba quedando metro a metro. Subimos hasta casi el zoo y bajamos buscando el metro de Lago con esa imponente subida. Antes había ido unos kilómetros hablando con un argentino que dijo llamarse Matías, que tampoco iba muy fino del todo, pero algo mejor que mi compañero. Yo iba continuamente mirando hacia atrás porque en cuanto me descuidaba se quedaba el compañero que en ese tramo iba con la otra compañera; sin embargo ella poco a poco se fue marchando y yo decidí quedarme con mi tocayo. Después de haber hecho con él un montón de entrenamientos no le iba a dejar tirado. La subida a Marqués de Monistrol también es dura y también le tuve que esperar. Al coronar esa calle estaba de nuevo mi «club de fans» animando a tope. Tiramos por el Paseo de la Ermita del Santo hasta el Puente de San Isidro desde donde antes se divisaba el Vicente Calderón. Casi me dieron ganas de llorar al no ver tan bonito estadio.

Por Paseo de Melancólicos me preguntó el compañero si la compañera se había quedado atrás, pero le dije que no, que había tirado hacia delante como no podía ser de otra manera. Volvimos por Virgen del Puerto hasta la calle Segovia y antes de llegar ya iba diciendo el compañero que lo iba a subir andando porque ya estaban los gemelos protestando. Y eso fue lo que hicimos, subimos un tramo andando y nos pusimos de nuevo a correr al coronar, en Ronda Segovia. Curiosamente el Paseo Imperial, aunque es cuesta arriba no lo pasamos mal. Mi compañero iba pensando en su familia, que quizás estuvieran en Embajadores y eso le motivaba. Yendo por el Paseo de las Acacias se veía a lo lejos una ambulancia y me preguntó si eso era Embajadores y le dije que sí sin tener la certeza de que lo fuese, sólo para que no desfalleciera. Fue por allí cuando nos encontramos con otro compañero, que no había participado, pero que se había acercado para hacer los últimos kilómetros con nosotros. Nos dijo que la compañera había pasado no hacía mucho. Nos acompañó y no se le ocurrió otra cosa que echar agua encima de mi tocayo. Este se lo recriminó, pero dijo que había que bajar la temperatura del cuerpo, pero a mi tocayo, igual que a mí, no le gusta que le caiga agua en la camiseta. Se tuvo que parar porque el gemelo se le subía y estiró un poco. Enseguida llegamos a Atocha donde supuestamente estaba mi hermana y mi sobrino, pero no los vimos. Seguimos un poco más y a la altura del Museo del Prado nos encontramos con toda la familia del compañero. Nos paramos, estuvo saludando a todos e incluso posamos para una foto donde estaba toda su familia… y yo. Volvimos a arrancar, ya quedaba poco más de un kilómetro y de nuevo se paró Miguel por su gemelo. A este hombre los calambres le matan en la maratón. De nuevo le esperé, nos pusimos en marcha de nuevo y ya conseguimos llegar a la meta con un tiempo oficial de 3:54:26. Al traspasar la línea nos abrazamos los dos muy emocionados. Después de unas lagrimitas seguimos avanzando y nos encontramos con la compañera, más fresca que una lechuga. Más adelante estaba el otro compañero, el que salió a toda pastilla en el kilómetro cero, tirado en el suelo hecho un trapo, muy cansado, diciendo que había pegado un petardazo brutal. Cogimos nuestra medalla, luego un plátano y una bolsa con agua, isotónico y algún producto más de Alcampo.

Felices con nuestras medallas

Al final contento con el resultado aunque el tiempo no haya sido muy allá, pero llega un momento en la vida en que da igual hacer tres horas y media que cuatro, lo importante es disfrutar de correr y yo lo disfruté, aunque con la espinita de ver sufrir a mi compañero con sus calambres. En 1987 hice mi primera maratón y fue en Madrid y en 2025 he hecho mi trigésima maratón. La idea es que sea la última, ¿pero será realmente la última?

XIX Media maratón de Latina

Aunque había puesto el despertador a las siete, me desperté a menos veinte. Me levanté, desayuné, esperé porque aún era pronto, hice mis necesidades, me vestí de corredor, cogí los dorsales de los compañeros del Club Atletismo Zofío a los que había recogido los dorsales y me fui hacia al punto de encuentro porque era casi la hora fijada.

En el punto de encuentro estaban casi todos esperando. Entregué a cada uno su dorsal y su camiseta. Estuvimos charlando esperando que apareciesen los compañeros que quedaban. Como éramos bastantes entres corredores y acompañantes fuimos en tres coches. En un santiamén estábamos aparcando en el centro comercial de Aluche y en la plaza del mismo centro comercial nos juntamos todos.

Fuimos hacia el polideportivo donde tenían instalado el ropero y la meta y allí estuvimos un rato hasta que decidimos dejar las pertenencias en el ropero, cuando ya quedaba poco tiempo, pero nos dio tiempo a hacernos una bonita foto todos los compañeros. Decir que algunos íbamos a hacer la media (dorsal azulado) y otros la de cinco kilómetros (dorsal anaranjado).

Con la tontería, nos dimos cuenta que íbamos justos de tiempo, por lo que fuimos trotando hacia la salida. Al ir a meterme en el pelotón me encontré con una antigua compañera de trabajo, la mujer de un compañero del antiguo equipo MaraTI+D en el que estuvimos los dos, que me dijo que él iba a correr. Me introduje en el lote y me encontré al excompañero al que saludé. Estuvimos un rato charlando porque me dijo que iba a correr la maratón de Barcelona y esta carrera la iba a hacer de entrenamiento y eso que nunca la había corrido. Le dije que era durilla, que tuviera precaución.

Dieron la salida y mi idea era ir a 4:30, pero sabía que era imposible con las cuestas que había. Antes del kilómetro dos me adelantó la vela de 1h35 y pensé que no iba a ir al ritmo previsto ni de broma porque aunque hice el primer kilómetro en 4:23, el segundo se fue a 4:34 y eso que esa primera parte, dando una vuelta por aquella zona cercana al polideportivo es más o menos llana. Seguí en esa tónica de hacer kilómetros por debajo de 4:30 y otros por encima hasta que llegó la cuesta más empinada de la jornada, aquella que sube al metro de Batán. Ese kilómetro lo hice a cinco y casi me tuve que dar con un canto en los dientes porque la cuesta se las trae. Traté de acelerar un poco bajando hacia Lago porque sabía que era de lo poco que quedaba favorable e hice tres kilómetros a 4:26, 4:32 y 4:33. Ese era el kilómetro 12 que está situado en la cuestecilla que hay junto al lago de la Casa de Campo. Se rodea el lago y comienza un tramo duro porque hay que subir por una pista de tierra hacia las pistas de tenis y luego un fuerte repechón para luego bajar al Paseo de los Plátanos buscando el kilómetro catorce, o lo que es lo mismo, el segundo tercio de la carrera. Miré el reloj y vi que llevaba 1h03 por lo que pensé que si hacía a cinco el resto que me quedaba lo haría en 1h38 que es el tiempo que hicimos un par de años antes, pero que lo bajaría porque iba más rápido. Fue llegando al catorce cuando empecé a notar el cuádriceps de la pierna izquierda bastante cargado.

Todo ese tramo por la Casa de Campo va picando hacia arriba y allí ya iba adelantando gente que había salido con mucha alegría, aunque algunos poquitos me adelantaban a mí. pero eran más los que caían que los que me adelantaban. Cogí agua en el quince, como había hecho en el cinco y en el diez, eché un par de tragos y un poco más arriba me crucé con la vela de 1h35 que ya bajaba. Ese tramo siempre se me hace un poco largo porque nunca sé cuando hay que hacer el giro de 360 grados y es cuesta arriba, con algo más pendiente de lo que llevábamos. Por fin llegué, hice el giro y traté de relajar un poco en esa bajada porque quedaba subir la cuesta Aísa que aunque no es tan dura como la de Batán, también se las trae. Traté de subir lo mejor que pude, que fue casi arrastrándome, pero la gente no iba mucho mejor que yo. Bajé hacia la calle Valmojado y de nuevo en las bajadas vi que iba mal porque se me cargaba mucho la rodilla. Es imposible ir deprisa por la maldita rodilla y por eso mucha gente me adelanta. En Valmojado, subiendo paralelo al parque no me vi mal del todo ya que cayó ese kilómetro 19 en 4:34 y los otros aunque fueron más lentos, me defendí. Hice el 20 en 4:43 y el último se me hizo largo y lo completé en 4:45. Apreté a tope al entrar en la pista de atletismo y paré mi cronómetro en 1:37:36 que es un minuto más que en Getafe, pero la carrera es mucho más dura. El compañero que me acompañó a Getafe, que salió con muchas dudas hizo 1h26, cuatro minutos más que en aquella media, pero corrió con algunas molestias y luego poco a poco fueron llegando el resto de compañeros. Nos hicimos otra foto todos juntos y nos volvimos al barrio donde fuimos al bar habitual a celebrar que habíamos salido vivos de la carrera.

En el mes de marzo correré la media maratón de Villaverde y con esa prueba ya veré que tal ando de cara a la maratón.