La planificación para el Camino es fundamental, no conviene dejarlo todo al azar, aunque tampoco es bueno dejarlo todo cerrado para tener cierto margen de maniobra. Reconozco que soy poco organizado y fui dejando para los últimos días algunos detalles. Eso sí, semanas antes había comprado un transportín y un par de alforjas y había estrenado una de ellas en una buena tirada de 88 kilómetros por caminos que suponía serían similares a lo que nos íbamos a encontrar… Pero me equivoqué porque estos caminos por donde ensayé, eran una autopista comparados con algunos tramos con los que nos tuvimos que enfrentar. También es una buena idea llevar la bici al taller para una puesta a punto. En mi caso, tenía un problema para cambiar al plato mediano y por eso unos días antes llevé la bici al taller, de tal manera que cuando comencé el Camino la bici estaba como nueva.
El día antes de salir fuimos a por nuestra credencial a la Real Iglesia Parroquial de Santiago y San Juan Bautista, muy cerca del Teatro Real de Madrid. En la sacristía nos entregaron las credenciales y echamos un par de monedas al Santo para que nos protegiese durante el Camino.
Luego fuimos al Decartón a comprar un poncho por si nos llovía, una toalla y otra cámara más por si pinchábamos. Con esto fuimos demasiado precavidos porque llevábamos tres cámaras de repuesto además de parches.
La amiga con la que iba a emprender la aventura no se veía en condición de llevar peso adicional por lo que tuve que meter lo suyo y lo mío en mis dos alforjas. Esto fue lo que metí en mi alforja: un culote, un maillot, un par de calzoncillos, un par de calcetines, un par de camisetas, un pantalón de deporte, un pantalón largo de montaña de los que se pueden quitar la pata y dejarlos cortos, una toalla, dos cámaras, algunas herramientas, parches, una navaja suiza, cargador para el móvil, batería portátil (absolutamente prescindible), cuerda para colgar la ropa, pinzas, bolsa de aseo, barritas energéticas de Ahorramas con sabor a plátano, un cuaderno, un boli y una cadena para atar la bici. En la otra alforja algo similar, aunque me costó pelear duro para no llevar más cosas.
Como la primera etapa acababa en Manzanares el Real estuve buscando alojamiento allí, pero lo que vi era muy caro y me puse a buscar algo cercano, encontrando el Hotel Las Gacelas en Becerril de la Sierra. Esto obligaba a desviarse un poco de la ruta, pero no demasiado. También busqué alojamiento en Segovia, final de la segunda etapa, y encontré en el Hostal Natura, del que me habían hablado bien.