Cuando uno está lesionado no hace más que dar vueltas a la cabeza y una de las cosas que siempre se piensa es si conseguiré recuperarme. Es un pensamiento negativo que ronda una y otra vez tu cabeza. Además trata uno de pensar qué hacer para acabar de una vez por todas con la lesión.
Una solución que se le ocurre a uno es cambiar de zapatillas. La zapatilla, como es lo que está en contacto con el pie y con el suelo es un buen candidato para a quien echar las culpas. Poco antes de la maratón compré unas Saucony pero no estaba muy contento con ellas, ya que al ser una lesión en la planta del pie pensé que me vendrían mejor unas zapatillas más amortiguadas. Así que después de salir el jueves y ver que la cosa estaba más o menos igual, ayer me hice con unas bonitas Asics Cumulus 20 de color amarillo que espero sean las que me saquen del «agujero».
Tampoco ha sido el bálsamo de Fierabrás, ya que sigo con molestias, aunque he conseguido hacer 7 km, por lo que algo mejor estoy; sin embargo, no creo que sea únicamente por las zapatillas. A ver si es verdad que mejoro sea por lo que sea.
Otra cosa que no he comentado es que volví de las vacaciones con 71 kilos y pico. No alcanzaba este peso desde 2009 por lo que es urgente que adelgace. Ayer cuando subí a la báscula marcaba 70,6 kg lo que indica que voy por buen camino. Tengo que quitarme kilos como sea porque eso también es malo para la fascitis.