Hoy se ha celebrado la segunda edición de la Carrera ProFuturo que se celebra en beneficio de la fundación ProFuturo. Esta fundación nació con la misión de contribuir al desarrollo social y económico de países con niños y niñas en entornos de vulnerabilidad para lograr la igualdad de oportunidades a través de una educación inclusiva y equitativa de calidad en África Subsahariana, América Latina y Sudeste Asiático.
En esta carrera, otrora de buen gran asistencia entre los compañeros maratidianos, hoy sólo nos hemos juntado tres, bueno cuatro, que encontramos a unos de ellos al final de la carrera, pero a la hora de la foto sólo éramos tres. Nos dio tiempo a hacernos una bonita foto antes del comienzo de la carrera.
Posando ante la boca de metro de Ronda de la Comunicación, justo al lado de la salida
En lo que respecta a la carrera, se me dio peor de lo que esperaba y eso que hacía un día ideal para correr. La temperatura era fresquita, los cordones que nos regalaron para lucirlos en la carrera me ajustaban las zapatillas perfectamente, los clavos de los dedos estaban recién eliminados, físicamente no me molestaba nada y lo más importante… Mi dorsal era capicúa. Además en el calentamiento me encontré con un amigo que supuestamente iba a ir a un ritmo parecido al mío.
El caso es que comenzó la carrera y mi amigo salió como un poseso y me adelantó en los primeros metros. No quise apretar mucho al comienzo para no ir luego demasiado forzado, pero aún así le tuve como a cincuenta metros casi toda la carrera. El primer objetivo era no perderle de vista.
El segundo objetivo era tratar de pasar al que portaba la banderola de 45 minutos que también salió deprisa. Eso lo conseguí cuando me acercaba al cuarto kilómetro. La verdad es que me encontraba francamente bien. Iba pensando en el año anterior y lo que iba sufriendo con el teléfono a la cintura y eso me animaba aún más.
Veía a lo lejos otro individuo portando otra banderola. Pensé que llevaría una de 42 ó 43 minutos, aunque me parecía algo extraño esos tiempos. Aproximadamente en el kilómetro seis se llega a una recta cuya longitud es superior al kilómetro. Veía que me iba acercando poco a poco al de la banderola, pero antes de llegar a él, sobre el kilómetro seis y medio me adelantó una chica a toda pastilla. Después llegué al de la banderola y vi que ponía 45 minutos. Me dejó algo perplejo que fuese tan adelantado porque yo iba haciendo kilómetros a un poco más de 4:15 y él debería haberlos hecho a 4:30. Pensé en los pobres corredores que trataron de seguirlo y que andarían por ahí fundidos. Cuando le adelanté, el hombre estaba parado animando al personal. Decía que íbamos a pasar el kilómetro siete en 31 minutos y eso me hizo recordar aquello buenos tiempos en que dividía las medias maratones en tres tramos y pasaba cada uno de ellos en menos de treinta para bajar de la hora y media y hoy yendo a tope iba más despacio.
Nada más pasar el kilómetro siete hay un pequeña subida. Me costó subir la susodicha y lo peor es que en esos últimos tres kilómetros donde pensaba que me podía acercar al amigo que salió conmigo, ocurrió lo contrario, que se me fue un poco más. El caso es que no me veía mal del todo, pero no podía ir más deprisa.
Llegué a meta con un tiempo oficial de 43:46 aunque neto de 43:26, peor incluso que el último diez mil, aunque me consuela un poco que esta carrera es un poco más dura. Está claro que hay que entrenar más y, sobre todo, perder peso, que me sobran unos cuantos kilos.
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