V San Silvestre de Villaverde Alto

Hoy he tenido la fortuna de participar en la San Silvestre de Villaverde Alto. Y digo la fortuna porque es una carrera muy emotiva, con ese sabor a antaño que tanto nos gusta a aquellos que llevamos ya unos cuantos años corriendo.

El año pasado nos presentamos diez pradolongueros en esta prueba y este año uno menos, pero no está mal tampoco. De nuevo, hay que agradecer a Juan Carlos del Herbolario dBambú el que nos hiciera las inscripciones. ¡Muchas gracias Juan Carlos!

También es de bien nacidos agradecer a la Asociación de Vecinos La Incolora sus desvelos para sacar adelante esta carrera, que aunque parezca fácil, no lo es. Para mí, desde luego, la organización fue perfecta.

Habíamos quedado el grupo de pradolongueros en el punto de encuentro habitual del parque a las once en punto de la mañana, justo una hora antes del comienzo. Estuvimos hablando si ir corriendo desde allí o acercarnos en coche, pero al final nos decantamos por el vehículo, debe ser por llevar la contraria a los consejos del ayuntamiento…

En diez minutos estábamos aparcando junto al parque Plata y Castañar, nos dirigimos raudos al auditorio donde estaba montado todo el tinglado y esperamos un poco a juntarnos todos para hacernos esta bonita foto:

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Pradolongueros en la San Silvestre de Villaverde Alto

Después de la foto dejamos la ropa en el guardarropa y nos dimos cuenta que la temperatura era muy buena para correr. Si el año pasado hacía un frío de mil demonios, este año se estaba la mar de bien en camiseta de tirantes.

Este año habían cambiado el circuito, ya no había que dar dos vueltas por el parque Plata y Castañar, sino que se hacía un buen tramo por un camino paralelo a la A42 y se volvía por el carril bici paralelo a la ida. Con este añadido y una vuelta parecida (o igual) a la del año pasado se completaba un recorrido de 3,9 km que como decía la organización: aunque llano, es un pelín durillo dada la variedad de terreno por el que discurre: hierba, tierra, carril-bici.

Estuvimos calentando por ese tramo nuevo y cinco minutos antes de la salida nos pusimos en el pelotón, prestos y dispuestos a correr a todo lo que dieran nuestras piernas. La salida se daba cerca de un campo de fútbol que había que atravesar a lo largo, pero para llegar al terreno de juego antes había que subir un montículo.

Dieron la salida y todos salieron como posesos. Algunos jovenzuelos, ya antes de que acabase el campo de fútbol iban aflojando la marcha. Otros miraban hacia atrás buscando a sus amiguetes, pero otros zumbaban de lo lindo. Yo también salí como un poseso, sin mirar atrás porque había que poner toda la atención en el terreno, que era muy accidentado por los cambios continuos de dirección y de terreno.

Había hablado con Joaquín de ir juntos y tratar de bajar de cuatro minutos todos los kilómetros, por lo que había que salir rápido y mantener ese ritmo hasta el final. Joaquín me adelantó poco antes de llegar al primer kilómetro y se puso en cabeza. Yo iba detrás, a dos metros, tratando de mantener su velocidad. En estas que llegamos al primer giro de ciento ochenta grados, cerca del estanque de tormentas. Allí había un árbol que había que rodear, yo no calculé bien y me di un buen golpe en la cabeza. Menos mal que llevaba gorra y algo debió amortiguar, aunque soy de cabeza dura.

Después del giro se pasa de acera a carril bici y se va rodeando ese estanque de tormentas y se va dejando a mano izquierda un campo de fútbol -no el de la salida-. Allí hay una pequeña cuesta arriba que hace más difícil seguir el ritmo vivo. Fue en esa cuesta donde adelantamos a una chica de rubia y rizada melena que fue al final la segunda clasificada.

Acaba la cuesta arriba, se convierte en bajada y se entra de nuevo en el parque Plata y Castañar donde se abandona el carril bici y comienza la tierra. Allí Joaquín empezó a zumbar de lo lindo y me costaba seguir sus pasos. Enseguida llegamos al kilómetro dos y al rebufo de la primera chica. Estuvimos un rato detrás de ella y de algunos que iban a su alrededor porque no era sencillo adelantar al ser un sendero estrecho, que luego se convirtió en acera y posteriormente, al hacer un giro de noventa grados, en un carril de tierra, pero bien compacta y pavimentada. Allí adelantamos a la chica que fue la ganadora de la carrera y fuimos atravesando el parque llevando una trayectoria más o menos paralela al Paseo de los Ferroviarios, hasta llegar al final del parque y realizar un giro bastante brusco en una ligera bajada donde se cumplía el tercer kilómetro. Hasta ese punto habíamos hecho 3:53, 3:53 y 3:59 por lo que el objetivo de bajar de cuatro en todos los kilómetros estaba casi hecho.

Sin embargo, el último kilómetro es en buena parte cuesta arriba y ahí nos fuimos dejando unos segundillos que luego aunque apretamos en el tramos final no conseguimos rebajar, haciendo esos 900 metros por encima de lo previsto, a 4:02 y totalizando la prueba con un tiempo, según mi cronómetro, de 15:16, aunque la organización me dé un par de segundos menos, pero algo debió fallar en el cronometraje porque entré de la mano con Joaquín y a este le dieron 15:05.

Después de entrar en meta nos obsequiaron con una bolsa de la compra de plástico fuerte y resistente con una banana y una botella de agua, además de otra botella de agua y un refresco. Todo un derroche de generosidad teniendo en cuenta que el precio de la inscripción fue de 1 €.

En la entrega de trofeos, no hubo categorías, dieron una copa a los tres primeros clasificados en categoría masculina y a los tres primeros clasificados en la femenina. Una de las pradolongueras, Ninfa, se hizo con el tercer puesto de la categoría femenina. Pero hubo otros, que aunque no subieron al cajón, obtuvieron puestos de honor en la carrera. Joaquín fue el primero en categoría Master 55. Emilio fue también primero, pero en categoría Master 65 y Marisa fue segunda en Master 45. Yo sólo pude ser cuarto en Master 45 y es que de donde no hay, no se puede sacar 😉

Una magnífica carrera con un sabor a antaño de las que enamoran. El año que viene volveré seguro. Se han ganado mi corazón.