Cuatro días seguidos entrenando es mucha tela para mí, para mi rodilla y para mis tendones de aquiles; pero hoy martes no iba a dejar solo a Joaquín, que últimamente sólo bajamos los dos.
Y la verdad es que se notaba esos tres días anteriores porque además de cansado me veía con molestias por todos sitios. Menos mal que ninguno de los dos teníamos ganas de apretar y vaya si se notó, que hicimos una media de casi seis minutos en los poco más de diez kilómetros de entrenamiento.
Nunca viene mal un día de este tipo, donde cansar no te cansas mucho, pero hablas de lo lindo y eso también es bueno. Hoy el tema estrella era la carrera del domingo, en la que Joaquín quiere bajar de cuarenta minutos. Él decía que en esta semana no había que forzar lo más mínimo, que había que llegar el domingo con las piernas frescas. Totalmente de acuerdo.
Entre charla y charla, fueron pasando los kilómetros y completé 10,4 km en un tiempo de 1:01:40 a un ritmo brutal de 5:55 min/km. Que no es un ritmo muy rápido, pero bonito sí lo es con tanto cinco.