Mucha gente habla de que echarían de menos el sol si viviesen en otro país. Pensando principalmente en el calor del sol. Yo echaría de menos el sol, pero por la luz. Los días con poca luz solar me resultan deprimentes, así que cuando llega diciembre estoy deseoso que llegue el día de Santa Lucía (13 de diciembre) para que se cumpla el refrán que dice: «Por Santa Lucía mengua la noche y crece el día». Sí, ya sé que no es cierto del todo, que hasta el solsticio de invierno esto no se cumple, pero ese día es para mí el comienzo de una carrera imparable a la luz.
Si el 18 de diciembre, poco antes del solsticio, el sol se ponía a las 17:50…
Hoy, algo más de un mes después se ponía a las 18:29…
Cuarenta minutitos más de sol ¡que cómo se agradece! Si ya es casi de día cuando llegamos al punto de encuentro…
El martes, después de casi todo el mes de enero yendo a ritmos tranquilos, le di un poco de caña. Hoy tampoco podía apretar mucho que el domingo voy a ir al Trofeo Marathon de cross (siempre que no llueva mucho el fin de semana). Así que opté por hacer tres kilómetros de calentamiento y siete a un ritmo cercano a 4:30, sin obsesionarme. Y excepto uno que hice a 4:22, el resto fueron por encima del límite que me había fijado.
Al final cada uno se fue por su lado e hice casi todo el entrenamiento solo. Es lo que tiene entrenar con gente que tiene objetivos diferentes. Totalicé 10 km en un tiempo de 48:29 @ 4:51 min/km.