Viví en Fuensalida, a un kilómetro de Portillo, a finales de los setenta. En aquel entonces, estas dos poblaciones vecinas contaban con un buen número de fábricas de zapatos que hacían la competencia a las fábricas de Elche y alrededores. Multitud de trabajadores llegaban todos los días de los pueblos de los alrededores para trabajar en las fábricas. Después, como todo el tejido industrial de este país, se fue al garete. Ahora poca cosa queda ya de aquel entonces.
Pero una de las fábricas que ya existían en aquel entonces y que todavía subsiste es Joma, que pasó de ser un negocio pequeño a una gran multinacional con filiales propias en Estados Unidos, Cuba, México, Panamá, Hong Kong, Italia, Alemania y en Reino Unido y una red de distribución que la hace estar presente en más de setenta países de los cinco continentes.
Pues bien, con estos antecedentes, la carrera de Portillo no podría estar patrocinada por otro que no fuese Joma y la verdad es que la empresa se vuelca con la carrera. Cada año esta carrera es de las más atractivas desde el punto de vista de la bolsa del corredor. Este año nos han agasajado con una camiseta, una sudadera y unos calcetines. ¡No está nada mal!
La prueba consta de diversas categorías. Los más pequeños comenzaban a las diez de la mañana y la carrera de los adultos a las doce. Teniendo en cuenta que habían cambiado la hora esta noche, la carrera empezaba realmente a la una. Una hora bastante tardía para ponerse a correr, teniendo en cuenta que en Madrid las carreras comienzan a las nueve.
A las ocho de la mañana arriba, desayuno y en vez de salir pitando… a esperar a que fuese algo más tarde para salir de casa. Raro, extrañas sensaciones, no estoy acostumbrado a estar esperando para ir a una carrera.
A las diez y media por fin salimos y a las once y cuarto llegamos a Portillo. No sabía dónde estaba la salida, ni la llegada ni donde había que recoger los chips. Pero se trata de una carrera multitudinaria (700 inscritos) para las cifras que se mueven por las carreras de Toledo, que excepto en la capital y en Talavera, son de cifras más bien modestas. Seguimos a la gente que íbamos viendo y llegamos a un parque infantil junto al Hogar del Jubilado. En el parque infantil recogimos el dorsal y la bolsa del corredor. En el Hogar nos aliviamos. Dejamos los chismes en el coche, nos pusimos el dorsal en el pecho, nos hicimos una foto y a calentar, que ya quedaba poco más de veinte minutos.
Posando antes de la carrera
No sé a que fue debido, pero la salida se retrasó siete minutos. Detrás del arco de salida nos agolpábamos un mogollón, pero es que por delante, había también bastante gente… los buenos.
Dieron por fin la salida y nos pusimos a correr. No tenía ni idea de cómo era el circuito. Lo único, que constaba de siete kilómetros y que había que dar dos vueltas. No sabía si había cuestas, ni si había curvas. Nada de nada.
Al poco de salir, se llega a una glorieta con un monumento al galgo, allí la carrera gira a la derecha y comienza la primera subida. Hay que tomárselo con calma, pero sin perder mucho el ritmo. Acaba la subida, que no es muy larga, giro a la izquierda y nos encontramos con una pequeña cuesta abajo para recuperar un poco la respiración y las piernas. Ya se va estirando el pelotón y vamos ocupando cada uno nuestro sitio. Veo a dos chicas que están una veintena de metros por delante. Trato de no perder su rastro.
Después de la bajada giro a la derecha, hay una pequeña cuesta, pero casi ni se nota. Por lo que puedo comprobar, el circuito es muy revirado. Continuos giros de noventa grados tanto a izquierda como a la derecha. No hay una recta en condiciones donde se pueda mantener un ritmo constante. Hay también alguna que otra cuestecilla, pero no son de mucha entidad.
Después de vueltas y revueltas, llegamos a una calle más o menos recta con un montón de arcos inflables, imagino que salidas de otras categorías. Poco después llegamos a una plaza donde está situada la meta. Pero aún nos queda dar una vuelta más. Veo que el reloj situado sobre la línea de meta marca 14:08. Mi idea era tratar de hacer veintiocho minutos en los siete kilómetros y viendo ese tiempo creo que lo puedo conseguir, ya que esa segunda vuelta es algo más corta. Al menos eso creo.
En esta primera vuelta he adelantando a una de las chicas que me precedían y a un tipo que tiene un correr que me resulta conocido. Creo que es el vecino de Joaquín, pero no tengo la certeza al no ver su cara.
Después de pasar por la línea de meta, hay una cuesta abajo que nos lleva de nuevo a la glorieta del galgo y desde ahí se vuelve a repetir el recorrido, empezando por la cuesta más larga del circuito. En esa cuesta consigo sobrepasar a la chica de Clínicas Menorca que iba por delante de mí. Ahora conozco el recorrido y lo que tengo que hacer es no disminuir el ritmo, porque no me veo con fuerzas de aumentarlo.
Subiendo la cuesta del comienzo de la segunda vuelta. Foto cortesía de Aurelio Gómez Castro
Giro a la izquierda, giro a la derecha, otra vez a la derecha, otra vez a la izquierda. Es la constante de esta carrera, los múltiples giros. Sobre el cinco, calculo a ojo, me da un pequeño bajón. El ácido láctico ya castiga mis piernas, pienso para mí. Ahora tengo que tirar de cabeza y apretar los dientes más si cabe.
Siguen pasando los metros y las curvas y llego a la recta final. En ese momento noto que me adelantan dos corredores. Y uno de ellos es el «posible» vecino de Joaquín. ¡Esto no puede ser! Menos mal que me quedan unas pocas fuerzas. Dejo que se vaya unos metros y empiezo a alargar la zancada y a acelerar. Consigo sobrepasarlo y aprieto más todavía para que no me alcance. Lo conseguí, llego a meta por debajo de veintiocho y por delante del vecino, muy contento.
Atravesando la línea de meta
Después de llegar a meta, un bote de refresco y una bolsa con una manzana y un plátano. Eché en falta una botella de agua, pero bueno, habrá que conformarse con el bote. Esperé a la amiga con la que me había desplazado hasta allí y fuimos al coche a cambiarnos la ropa sudada. Entonces nos dimos cuenta que la ropa que venía en la bolsa del corredor daba muuuucha talla. Una pena porque la sudadera y la camiseta eran muy bonitas. Habrá que regarlárselas a alguien más corpulento.
Con nuestra ropa seca y amplia volvimos a la carpa donde habían publicado las clasificaciones. Pude ver mi tiempo oficial de 27:39, que ya ha salido también en la web.
Tiempo y clasificación en la carrera