VII Carrera popular villa de Torrijos

Séptima edición de la carrera y sexta participación. Una lástima que el año pasado no pudiera participar para haber hecho pleno en esta carrera, pero no se puede tener todo en esta vida.

Ya he comentado en todas las crónicas de ediciones anteriores de esta carrera que se trata de una prueba prácticamente de diez. Bueno, para mí de diez, aunque algunos se quejan de que el circuito es un tanto revirado, pero eso es una menudencia. De hecho, a mí me gusta, debe ser porque pasé unos cuantos años pateando aquellas calles.

Hoy se celebraba en Madrid una carrera denominada Madrid corre por Madrid. Corrí esta prueba hace algunos años y me horrorizó la cantidad de gente que había, el tema de recoger el dorsal días anteriores y el trato tan impersonal. Decidí no volver a correr esta carrera y bien que me alegro, porque la carrera de Torrijos es todo lo contrario: poca gente, recogida de dorsal el mismo día en tiempo récord y trato al corredor inmejorable. Y cuando digo inmejorable, lo digo de corazón.

Es cierto que Torrijos está a 75 km de mi casa, pero merece la pena el paseo. De hecho me levanté a las ocho de la mañana que es una hora muy razonable. Había calculado que estando a las 10:15 sería suficiente para realizar todos los trámites. Y así fue, llegamos, aparcamos cómodamente, recogimos chip y dorsal en un periquete, hicimos nuestras necesidades en uno de los váteres portátiles (había nada más y nada menos que diez, ¿alguien supera eso?), dejamos la mochila en el guardarropa, nos hicimos una foto y nos dio tiempo incluso para estirar y calentar.

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Posando sonrientes antes de la carrera

La salida es lo más complicado de la carrera porque es por calles estrechas y hay que hacer unos cuantos giros de noventa grados en poco metros. Pero pasado ese pequeño atasco inicial, la carrera empieza a estirarse y enseguida se puede correr con más holgura.

Uno de los objetivos era hacer cuarenta y dos minutos. Para ello debía ir a un ritmo de 4:15 y aunque en el entrenamiento del martes no podía ni llevar un ritmo de 4:20 sabía que en carrera podría lograrlo. Además el dorsal que me habían asignado, el 191, bonito número capicúa, me daba buen rollo. Tenía buenas sensaciones antes de empezar.

Otro objetivo, y no menos importante, era ganar al corredor de la Asociación Atlética Torrijos que me «robó» el pódium de la carrera de Albarreal de la semana pasada. Los ojos se me inyectaron en sangre ante mi enemigo cuando le vi en la línea de salida…

Que no se me enfade nadie, que es broma, que tampoco es para tanto, que no soy rencoroso y además me ganó en buena lid.

Es clave no salir con demasiado ímpetu, que luego siempre se paga, por lo que traté de hacer el kilómetro inicial con calma para no atufarme. Curiosamente, incluso con esa filosofía, me sorprendió cuando después de pasar por la Cruz Roja y llegar al primer kilómetro el cronómetro marcaba 4:09. ¡Buf! El primer kilómetro me había salido mucho más rápido de lo que había previsto y yo pensando que iba tranquilo, pero no me costó mucho, se me hizo muy llevadero, por lo que traté de seguir ese ritmo y mantener las mismas sensaciones.

Poco después adelanté sin aparente esfuerzo a un conocido del Club Atletismo Leganés y llegué al kilómetro dos con un tiempo idéntico al primero: 4:09. Me encontraba genial, veía que los cuarenta y dos minutos podían caer sin problemas porque la respiración y las piernas marchaban a pleno rendimiento, aunque todavía quedaba mucho.

La pancarta del kilómetro tres no fui capaz de verla, aunque sabía más o menos por donde andaba. Sin problemas, seguía marchando bien y lo pude comprobar en el cuatro donde el crono marcaba 8:08 en esos dos últimos kilómetros. Fenomenal, se me iba poniendo una sonrisa de oreja a oreja según iban transcurriendo los kilómetros y veía el objetivo más que factible.

Desde el cuatro al cinco hay también unas cuantas curvas y recurvas, pero eso no impidió que llegase al cinco o lo que es lo mismo, al final de la primera vuelta, con un buen tiempo de 20:34 habiendo hecho este kilómetro a un ritmo similar a los otros: 4:08.

Tradicionalmente, del cinco al seis se me da fatal y esta vez no fue la excepción. No sé si por relajación de ver que el objetivo era asequible o por la minúscula cuesta o por el avituallamiento, el caso es que fue el más lento de todos: 4:26. Después del trabajo realizado no podía dormirme en los laureles.

Poco antes de llegar a ese kilómetro seis me crucé con un corredor ciego acompañado de su guía. Iban a un ritmo francamente bueno. No me extraña, ya que el guía era nada más y nada menos que David Magán, corredor de La Puebla de Montalbán célebre por su coleta y su rápido correr. El corredor ciego era Ricardo de Pedraza, todo un portento, por lo que pude comprobar. Hicieron un excelente tiempo de 37:46. Increíble su tiempo e increíble la generosidad de David ya que sacrificó la posibilidad de luchar por la carrera por acompañar a Ricardo.

El siguiente kilómetro también me costó, pero mejoré un poco: 4:16. Tenía que apretar un poco los dientes para poder cumplir el objetivo en línea de meta. Al igual que el tres, el ocho no estaba señalizado, por lo que no tuve esa referencia, pero veía que algo había mejorado el ritmo, lo cual lo confirmó el paso por el noveno kilómetro en el que el crono marcaba 8:16.

Cerca de los billares de Capota, ya inexistentes, pero seguro que recordados por la gente de mi generación, hay un giro de 180º, el más desagradable de todos porque hay que pararse prácticamente. Al hacer el giro pude ver que un corredor con la camiseta de Amigos de Proniño se me acercaba a toda pastilla. Esto me espoleó para tratar de hacer ese último mil lo más rápido posible. Y lo hice, salió a 4:03 y además llegué a meta con muy buenas sensaciones, haciendo un tiempo oficial bruto de 41:37 y neto de 41:31 que es el que realmente me importa.

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Llegando a meta

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Los tiempos por kilómetro según mi cronómetro

Acabé más que contento porque cumplí holgadamente con los dos objetivos: bajé de cuarenta y dos minutos y el atleta de Torrijos llegó un minuto detrás de mí. Además me ha servido para darme cuenta que no estaba tan mal como pensaba después de la carrera de Albarreal, sino que las cuestas no son lo mío. Bueno, no es que no sean lo mío, es que si no entrenas cuestas, luego no puedes con ellas.

Si yo cumplí mi objetivo, también lo hizo la amiga con la que me desplacé hasta aquí. Ella había quedado cuarta unas cuantas veces en esta carrera y tenía ganas de subir al cajón. Esta vez lo consiguió, acabó tercera de su categoría y se llevó, además de una copa, un salchichón del que doy fe era de una calidad excelente. Otro gran detalle de la organización.

Después del esfuerzo, vino la recompensa. La bolsa del corredor fue generosísima: camiseta técnica de gran calidad, braga para el cuello, mochila de cuerdas, un par de bolígrafos, un par de caramelos, Aquarius, botella de agua, bocadillo, cerveza a discreción, patatas fritas -de las mejores que he probado- y rajas de melón para aburrir. Si alguien conoce alguna carrera con estos detalles para el corredor y por sólo seis euros que me lo diga porque deben contarse con los dedos de una mano.

¡¡¡Enhorabuena a la Asociación Atlética Torrijos por esta extraordinaria carrera!!!