Ayer hizo bastante más calor de lo habitual. De la humedad, ni hablo. Esta mañana seguía haciendo mucho calor y, sobre todo, mucha humedad, que rondaba el 90%, pero ni una cosa ni otra nos pueden distraer del verdadero propósito, que no es otro que correr.
Salí con una amiga que se está preparando para una carrera de una legua este mes de agosto. La idea era hacer tres miles a 4:40, 4:35 y 4:30 después del típico calentamiento de 3 km. Comenzamos el primer mil a buen ritmo y en una de las bifurcaciones pensamos si ir por un lado o por otro. Fuimos por el elegido por mí y ¡en qué momento! Metros después nos vimos atascados por una hilera de camellos ¿o serían dromedarios? que se dirigían a la playa. Se estropeó ese primer mil, que se nos fue casi a cinco minutos después de un rato parados y adelantando animales.
El segundo mil no fue bien del todo. La ruta es paralela a la carretera, entre ésta y la playa y se notaba muchísimo la humedad y el calor. Se nos fue a 4:39, cuatro segundillos por encima de lo previsto.
El tercer mil debería haberlo hecho a cuatro y medio, pero tuve que bajar un poco el ritmo porque veía que no iba y que no iba. Este se fue a 4:38. Bastante mal.
Resumiendo, que no salió nada de lo previsto. Los camellos, el calor y la humedad fueron los culpables, sin lugar a dudas 😉
Entre calentamiento, miles y trote entre miles hicimos 8 km en un tiempo de 42:59 @ 5:19 min/km.
Los dromedarios (tienen una joroba) ya en su destino