Casi cuarenta grados y ni una sombra

Hoy ha sido un día duro porque el sol castigaba sin piedad y el terreno no era el más adecuado para transitarlo. La primera gran idea fue salir poco después de la una de la tarde cuando el sol estaba en lo más alto; sin embargo, pensaba que como no iba a estar demasiado tiempo a la intemperie, la cosa no sería muy problemática.

Salí pertrechado con una botella de agua y el móvil por si ocurría algún incidente. Comencé la caminata por un camino bien ancho y con buen piso, aunque tenía alguna zona con muchas piedras y otras con bastante arena, lo cual hacía difícil marchar a buen ritmo.

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En vez de seguir alguno de los caminos habituales se me ocurrió meterme por uno que hacía mucho tiempo que no pasaba. Al principio, aunque había bastante arena, la cosa era llevadera, se veían algunos olivos en la ladera del camino.

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Debe ser un camino poco transitado, porque empezaba a verse vegetación bastante espesa entre rodada y rodada.

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La cosa empezaba a ponerse más fea a cada metro que avanzaba.

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Y más fea todavía… y el sol apretando de lo lindo… y los arbustos te arañaban las piernas…

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Menos mal que llegué a un camino en condiciones. Ni loco se me ocurrió volver por donde había venido, así que volví por este nuevo camino, que estaba bastante mejor que el camino de ida.

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Después de andar cinco kilómetros, me puse a correr los dos minutos de rigor, por lo que completé casi 5,4 km en un tiempo de 53:55, por lo que salió a un ritmo de 10:00 min/km «clavaos».

Acabó el entrenamiento y a la piscina ¡qué gozada! Allí descubrí que después de casi una hora transitando por esos caminos el sol había hecho de las suyas. Ahora ya tengo una bonita camiseta blanca de tirantes para todo el verano.

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Lección aprendida: con esta chicharrera, hay que echarse crema protectora sí o sí.