Cuando he empezado a correr el forerunner indicaba una precisión de cinco metros. Bastante, bastante preciso. Es en estas ocasiones cuando se pueden medir las distancias con más exactitud. Luego, al pasar los datos, se puede ver que el recorrido se ajusta casi perfectamente en el mapa. El problema es que no siempre se puede empezar a correr con una precisión tan ajustada. Lo normal es que el primer kilómetro salga un poco de aquellas maneras y luego la cosa se afine.
Hoy estábamos intrigados de por qué Emilio no aparecía, él que siempre es tan puntual. Luego nos hemos enterado que ha empezado a asistir a clases de baile. Este hombre no para. Pero es que cuando estábamos acabando el entrenamiento ha aparecido. O sea, que no le ha bastado con danzar; no obstante, a falta de Emilio ha aparecido Enrique que llevaba todo el verano fuera. Al tío se le ve fino, aunque como todo el mundo dice que no ha entrenado, o que ha entrenado poco.
Hemos dado dos vueltas bastante tranquilos. Yo estaba algo maltrecho por la ampolla que me salió el domingo por meterme por esos caminos de cabras y algo cansado también. Así que me ha venido al pelo dar las dos vueltas a ritmos de trote cochinero, ya que han sido 10 km en un tiempo de 56:03 @ 5:33/km. Un buen regenerativo.