Hoy he salido con las zapatillas «de correr». Me explico. En la feria de la maratón de Madrid de 2010 compré unas zapatillas Joma 3000 Marathon que se supone son del tipo «voladoras», con la idea de utilizarlas en las carreras de 10 km. Desde la carrera de San Juan de junio del año pasado no había vuelto a utilizarlas y ayer se me ocurrió volver a ponérmelas para hacer un entrenamiento de calidad.
Fue una mala idea. Como utilizo calcetines largos, hasta las rodillas, son más gruesos de lo habitual y las zapatillas, más estrechas y con los calcetines, parecían muy pequeñas. Total que iba muy incómodo durante el entrenamiento y además el dedo índice del pie izquierdo me dolía horrores. Me parece que esas zapatillas van a permanecer en el baúl de los recuerdos muuucho tiempo.
El entrenamiento que he llamado de calidad, tampoco hay que tomárselo muy al pie de la letra. Consistió en hacer cinco kilómetros a umbral. El ritmo umbral objetivo era de 4:15, pero no conseguí hacer ese tiempo en ninguno de los kilómetros… pero tampoco estuve muy lejos. De hecho estos fueron los tiempos: 4:16, 4:18, 4:16, 4:17 y 4:16. Bueno, no está mal del todo, sobre todo porque fui muy molesto con las zapatillas esos cinco kilómetros.
Después de esta experiencia, seguiré como siempre, utilizando las mismas zapatillas tanto para entrenar como para participar en las carreras. Total, como decía un amigo, participar en una carrera no es más que un entrenamiento con dorsal.
Antes del entreno estuvo Emilio de visita, hoy no corría, venía de recoger el dorsal para la Madrid-Segovia que se celebra este sábado y domingo entre las dos ciudades. Son 100 km y hay que recorrerlos en menos de 24 horas y el recorrido es duro, más que los 100 de Corricolari. Desde luego, no es una perita en dulce.
El entrenamiento consistió en cinco kilómetros de calentamiento, cinco a umbral y un kilómetro de enfriamiento. En total 11 km en un tiempo de 54:23 @ 4:56/km.