Normalmente cuando voy a hacer cuestas, voy a hacer cuestas. Vamos, que procuro subirlas a toda pastilla. Hoy sin embargo me lo he tomado con otra filosofía ya que se trataba de ir a ritmo (un poco por debajo de cinco) y subir las cuestas con un poco de energía, pero sin dejarme el alma en ellas. Lo cierto es que aunque son subidas cortas, son bastante empinadas y te dejan las piernas temblando cuando llegas arriba.
Como hoy la báscula ha marcado 67 km pelaos, menos que nunca desde que empecé el plan de adelgazamiento, he decidido celebrarlo yendo a la churrería del barrio a por unos churritos, que es una cosa que no me suelo permitir. No es cuestión de pasarse, pero de vez en cuando no viene mal una alegría.
Hasta la churrería, he realizado 11,8 km, en una hora justa, a un ritmo de 5:04. Luego desde allí hasta casa, calculo, así a ojo, que habrá un par de ellos más, por lo que me he metido entre pecho y espalda unos 14 km.
Jo, no veas estos días que por aquí diluvia y hace un frío que pela, las ganas que me entran de quedarme en casa y merendar un chocolate con churros. A ver si este fin de semana, que ya pasó el maratón me doy el capricho.
No soy muy de churros, pero de vez en cuando, sientan muy bien. Y con chocolate, tremendo.