Hoy es noticia que no haya llovido. Desde que el día 21 de diciembre se puso a llover, creo que es el primer día que las nubes no descargan agua sobre nuestras cabezas. Es cierto que el agua es muy necesario y yo me alegro que llueva, pero ya resultaba algo cansino.
Sin peligro de que el líquido elemento volviera a surgir, he desayunado tranquilamente, he esperado un par de horitas y he salido a correr un par de vueltas a Pradolongo a un ritmo tranquilo. En la segunda vuelta me he parado a hablar con Pepe y Norberto y no he completado los cinco kilómetros. En total unos 9,5 km en 54:47, sin castigarme demasiado que mañana quiero ir a la Casa de Campo y ya se encargarán los compañeros del GGG en machacarme de lo lindo.
Por cierto que el nuevo cronómetro que me trajo Papá Noel no funciona como debiera. Ahora con el cambio de zapatillas marca menos de lo real, bien es cierto que ahora se acopla mejor a la zapatilla y no va inclinado como con las otras. Habrá que volver a calibrar el aparatito a ver si de una vez por todas calcula bien la distancia.
Hoy tocaba sesión de báscula. Iba algo temeroso a subirme al aparatito ya que entre la cena de Nochevieja y la comida de Año Nuevo me temía lo peor, pero me puedo dar por satisfecho ya que ha marcado el mismo peso que la semana pasada: 69,5 kg.