Se ha celebrado la XVI edición de la carrera popular villa de Aranjuez bajo unas condiciones meteorológicas muy aceptables: solecito y fresquito a la vez. Sólo dos maratidianos nos dimos cita en esta hermosa carrera: Fernando y un servidor. La salida se retrasó 15 minutos por el ansia de los organizadores de apuntar a cuantos más mejor. Al final se llenó el cupo de 1000 corredores (con dorsal) al que se añadieron 250 sin dorsal.
Corrí con Parra, que ya me acompañó en el Cross de los Tres Refugios, por lo que comencé un poco acelerado, lo que me hizo andar algo fastidiado desde el km 5 al 7. Al final me recuperé algo y eché el resto en la pequeña cuestecilla, terminando mi carrera a unos 100 m antes de la meta en un terrible atasco de corredores. Llegué a «meta» con un tiempo de 42:17 aunque no tengo claro si recorrí 9,9 km o, como todos los años, algo menos. Apuesto por esta última posibilidad.
La llegada estaba organizada horriblemente. Los «nuevos medios informáticos» -consistentes en un código de barras, dando la impresión de ser un enorme paquete de embutido- de los que se jactaban por megafonía antes de darse la salida provocaron un enorme atasco ya que sólo había dos calles pasada la línea de meta. Después de meterte en una de las calles recorrías un largo recorrido (200 m aproximadamente) para llegar un mostrador con al menos 10 personas de las que sólo las dos primeras daban regalitos. Este consistía en el típico plato de cerámica, batido de chocolate, bollito, bote de refresco y demás zarandajas.
Creo que las organizaciones se equivocan tratando de controlar al segundo las clasificaciones. Soy de la opinión que deberían controlar sólo a los primeros -quizás 50, quizás 100- y los demás podrían entrar asaco en la meta, de esta manera se ahorrarían muchos problemas. Colocando además la zona de «regalos» lejos de la meta no se formaría el atasco «antes de» sino «después de». Otros años en Aranjuez no había tanto control y nunca había problemas de atasco.
Al final sí hubo jornada gastronómica y, por supuesto, en el Rte. La Alegría de la Huerta. Fernando llevaba prisa y se marchó raudo, así que después de una ducha en el polideportivo nos dimos la gran comilona, disfrutando de los exquisitos manjares que se sirven en la citada casa de comidas ¡os aseguro que el entrecote que manduqué ha sido de los mejorcitos que he probado! Lástima por los que quisieron pero no pudieron ir, se perdieron un buen día para correr.