Había una gran expectación el sábado en la carrera de La Melonera, muchos participantes y mucho público (evidentemente, esto no es la Maratón) por las calles. Muchos compañeros de MaraTI+D corrieron y estaban esperando la foto y, PIDO DISCULPAS, llegué tarde debido a que tuve que dejar el coche cerca de la meta y me di un tute importante para llegar a la línea de salida. Me gustaría felicitar a los miembros de MaraTI+D que no corrieron y se acercaron por allí para animar ¡qué cunda el ejemplo!
Yo particularmente andaba algo flojo de preparación por una fascitis que arrastraba por lo que había pensado correr despacio, sabiendo de Juan Ignacio había entrenado poco últimamente pensé que era la rueda bien. Craso error. Juan Ignacio, quizás espoleado por el café irlandés y el champán que se acababa de tomar en casa de sus suegros, salió como un cohete.
Enseguida, formamos un pequeño grupito compuesto por el ex-presi, Miguel Angel P., Jesús M. y un servidor. Los kilómetros pasaban deprisa hasta que llegamos a Legazpi. En ese punto comienza la cuesta de Delicias donde Jesús M. empieza a quedarse y yo empiezo a sufrir los rigores de la maldita cuesta. Todo debido a que comienzo a hablar con Josetxu sobre la maratón de S.S. y me dejo llevar por su superior ritmo (lo único que conseguí fue reventarme).
Ya en la calle Ferrocarril, después de la subida, me sobrepasó Bienve como un obús y viendo que solo no iba a ningún sitio, esperé de nuevo al ex-presi. Como comentaba Miguel Angel P., se veía que Juan Ignacio iba sufriendo bastante.
A buen ritmo y recuperándome del reventón, llegamos al avituallamiento (menos mal, yo iba más seco que la mojama) situado a mitad de la calle Doctor Vallejo Nájera, una buena cuesta donde de nuevo el ex-presi dio muestras de flaqueza (además no quiso beber, decía que llevaba el estómago lleno). El Paseo de la Acacias supuso un poco más de sufrimiento. Menos mal que desde la Glorieta de Embajadores el recorrido se hizo más llevadero. Juan Ignacio, todo un fenómeno bajando, empezó a quedarse bajando la calle Embajadores y me comentó: «Estoy sufriendo más que en mi p… vida». Y lo dijo un tipo que llevaba en el cuerpo 21 maratones de Madrid, es decir, todos.
Bajamos un poco el ritmo para no perder de vista al ex-presi, pasando por el km 10 en 48:30 y nos atascamos a 150 m de la meta con un tiempo de 52:25. Extrapolando, más o menos, calculo que hubiéramos hecho un tiempo final de 53:20′. Este impresionante atasco nos privó de un bonito sprint entre los tres componentes de MaraTI+D que llegamos juntos.
Después de la carrera, de la raja de melón y de la camiseta, quedamos en la puerta de la plaza donde estaba instalada la meta para entregar los presentes a Juan Ignacio, para lo cual, nos acoplamos en una terraza cercana para tomarnos una cervecita (creo que fue sufragada por Angel H.-nuevo presi- y Juan Ignacio -ex-presi-). Este empezó a abrir los regalos con cara de sorpresa total: la malla, el chubasquero, el lote de revistas Grandes Espacios. Cuando vio la camiseta con la foto de Canillejas 96, se le puso una sonrisa de oreja a oreja. Poco después volvió a su seriedad habitual para lanzar su discurso de despedida. Yo había llevado tres botellas de champán que tuvimos que bebernos lejos de la terraza porque el camarero (un tipo borde 100%) se negaba a que bebiéramos allí. No quedó muy bien brindar con vasos de plástico, pero no había otra cosa, ¡qué lo vamos a hacer! Al poco rato, nos despedimos y nos marchamos cada uno a su casa. Aunque algunos se tuvieran que ir, nada más y nada menos, que a Düsseldorf (no tengo ni idea de si se escribe así).
¡Suerte, Juan Ignacio!