La Unión de Carreras de Barrio de Madrid (UCBM) ha tenido la iniciativa de lanzar una marcha/carrera virtual con el objetivo de recaudar fondos para que el Ayuntamiento de Madrid pueda comprar material sanitario.
Cualquier persona podía inscribirse por 5 € y recibir un bonito dorsal con el número 131 que es el número de barrios de la ciudad de Madrid. Este dorsal podía imprimirse -quien dispusiera de impresora- o bien dibujarlo a mano, que fue lo que yo hice. Soy un auténtico negado del dibujo, así que hice lo que pude…
Habían pensado en hacer dos salidas este 15 de abril. Unos podían empezar a las 11 de la mañana y otros a las siete de la tarde. Nosotros decidimos comenzar por la mañana.
Medí la distancia del salón y la cocina y vi que era de 11 metros, por lo que una vuelta son 22 metros y si queríamos hacer 5 km había que dar 227 vueltas y un poco.
A las once de la mañana nos pusimos en marcha, andando por la casa, atravesando salón y cocina. El gato nos miraba extrañado y se situaba en distintos puntos del recorrido, como algunos acompañantes en la maratón. Armado de un cronómetro con capacidad para 500 vueltas, iba apretando el botón cada vez que llegaba a la ventana del salón. En una vuelta normal, sin ir muy deprisa, tardábamos más o menos 15 segundos, que se podía bajar si apretábamos el paso, pero como nadie nos perseguía, tampoco íbamos muy deprisa.
Iba mentalmente calculando las distancias y pensé que cuando íbamos por la vuelta 40 llevábamos 1 kilómetro y lo habíamos hecho en algo más de 10 minutos. Luego me di cuenta que 1 kilómetro era algo más de 45 vueltas, así que el objetivo inicial de hacer 5 km nos iba a llevar algo más de 50 minutos.
Curiosamente el tiempo iba pasando deprisa, casi no nos dábamos cuenta y las vueltas se iban incrementando en el cronómetro. Enseguida llegamos al ecuador de la prueba y entonces se nos ocurrió trotar un poco de vez en cuando. Cada 20 vueltas cambiábamos el sentido del giro y luego añadimos al cambio de giro trotar diez vueltas, para que se hiciera algo más ameno. El gato seguía observando extrañado nuestra marcha por la casa pensando que quizás esos dos tipos no andaban bien de la cabeza.
Poco antes de llegar a las 227 vueltas inicialmente previstas a mi acompañante se le ocurrió que en vez de cinco podíamos hacer seis kilómetros y de esta forma hacer algo más de una hora de ejercicio, así que fuimos sumando vueltas y vueltas unas girando en el sentido de las agujas del reloj y otras al contrario. Andando casi siempre y trotando de vez en cuando.
Cuando nos quedaban pocas vueltas vimos que el gato se subió a la mesa, pensé en el palco de autoridades de la llegada de la maratón, pero debió pensar que estos andarines no se merecían su presencia y poco antes de terminar se largó del salón después de haber estado merodeando por allí casi toda la prueba. Cuando llegamos a la vuelta 272 paramos y miré el cronómetro viendo que habíamos recorrido aproximadamente seis kilómetros en algo más de una hora y cuatro minutos.
Sacamos una medalla no sé de dónde y nos hicimos una bonita foto con nuestras preseas, como si fuese una prueba de verdad. Y desde luego para mí fue de verdad de la buena, porque sé que el dinero que abonamos por la inscripción servirá para la lucha contra el maldito Covid-19 que está causando estragos en todo el mundo y especialmente en nuestros mayores.