II Carrera popular ciudad de Parla

He participado por primera vez en esta carrera que vendían una de las más rápidas de Madrid. Y la verdad es que la carrera está muy bien. La organización es excelente aunque el recorrido no sea muy atractivo, pero imagino que si quieren hacer una carrera rápida a lo mejor no hay otro sitio por donde llevarlo. Y si quieren hacerlo mejor todavía, tienen que plantearse quitar esos tres giros de ciento ochenta grados que había en el recorrido.

Entregaban dorsales sólo hasta las nueve, cuando la carrera empezaba a las diez, así que tocó darse un buen madrugón. A las siete sonaba el despertador y en cuanto me puse de pie me di cuenta de que la cosa no andaba bien. El tendón de aquiles y la rodilla de la pierna izquierda me molestaban un poco. El gemelo de la derecha, también. Y lo peor es que al visitar el servicio me di cuenta de que padecía una desagradable cagalera. Las sensaciones eran pésimas.

De tanta visita al servicio, llegamos tarde al puente donde habíamos quedado con Emilio a las ocho en punto, pero Emilio tuvo la santa paciencia de esperarnos.

Llegamos con bastante tiempo a Parla y encontramos el sitio con facilidad. A esas horas no había mucha gente todavía y recogimos el dorsal y la camiseta en un periquete. Nos llevamos una sorpresa al ver nuestro nombre en el dorsal. Nos hacía sentir casi corredores «de verdad».

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Dorsal personalizado, ¡buen detalle!

Otra visita al servicio mientras los compañeros se refugiaban en el bar del campo de fútbol, donde se estaba la mar de bien con la calefacción a tope. Ellos se tomaron un café, yo no quise probar nada por si acaso.

Fuimos a dejar la ropa en el guardarropa, pero antes un amable corredor nos inmortalizó. Se nota en la cara que hacía un frío de órdago.

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Pradolongueros paralizados por el frío

Quedaba bastante tiempo todavía para comenzar y buscamos una calle soleada para calentar. Y allí estuvimos dando vueltas como una peonza haciendo tiempo. Cuando ya quedaba un cuarto de hora fuimos a buscar un servicio… pero esta vez sólo para hacer aguas menores.

Me coloqué junto a Quique bastante cerca del arco de salida y un minuto después de las diez de la mañana dieron la salida. Mi idea era tratar de bajar de cuarenta minutos pero teniendo mucho cuidado con mis múltiples molestias. Al menor signo de que algo fuese mal, retirada; sin embargo, no noté ni una sola molestia durante toda la prueba.

Casi sin darme cuenta estaba junto al globo de los cuarenta minutos. Mi idea en un principio era sobrepasar este grupo porque sospechaba se iban a agrupar diversos corredores e iba a resultar difícil seguir un ritmo constante; sin embargo, no iba nada mal, el ritmo que llevaba era justo el que deseaba, haciendo kilómetros sobre 3:55, así que seguí detrás de él. De vez en cuando, cuando soplaba el viento, algún globazo me llevaba, pero sin problemas.

Al llegar al kilómetro dos nos encontramos el primer giro de ciento ochenta grados. En ese punto había algo de gravilla y más de uno se resbaló. Además la calle era algo estrecha porque había coches aparcados a ambos lados. Fue el punto más «negro» de la carrera, ya que el resto era por calles más anchas y el pelotón iba más estirado. Poco después, sobre el kilómetro tres se afronta la Avenida de América, allí el terreno picaba para arriba aunque con una pendiente muy ligera.

Yo seguía detrás del globo, concentrado en mi carrera, mirando el crono de vez en cuando para ver si se cumplía el plan previsto. Llegamos al kilómetro cinco donde daban agua, allí me tropecé con el corredor que marchaba delante de mí que repentinamente se fue hacia la izquierda a por el líquido elemento. Creo que me hice más daño que él porque empezó a dolerme la uña del pie derecho que tengo algo delicada. Decidí no coger nada porque sospeché que estaría muy fría y tampoco el cuerpo me lo pedía. Hasta ahora la cosa iba bien. Había pasado todos los kilómetros por debajo de cuatro y no había sentido ninguna molestia.

Poco después de ese punto kilométrico se llega a la avenida de los Planetas, se trata de una larga recta que pica para arriba. Empecé a sospechar que el circuito no era tan llano como podía suponerse. En esa subida miré el crono y vi que íbamos por encima de cuatro. Tuve la sensación de que el globo iba perdiendo fuelle, así que aumenté un poco el ritmo y le adelanté prácticamente cuando llegábamos al segundo giro de ciento ochenta grados de la jornada, sobre el km 5,5 de la prueba. Ahora todo lo que habíamos subido de esa avenida tocaba bajarlo, por lo que pude recuperar algunos segundos de los perdidos.

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Volando hacia meta, foto cortesía de deporgrafia.es

Casi sin solución de continuidad llegamos a la avenida de las Estrellas que además de ser paralela a la otra tiene un perfil prácticamente idéntico. Quinientos metros en ligera pendiente ascendente para llegar al tercer y último giro de ciento ochenta grados. Después del giro esos quinientos metros subidos se tornan favorables. Acaban las estrellas en el km 7,6 aproximadamente y ya se encara una larga recta que lleva hacia el estadio donde estaba instalada la meta.

Ya se ve el estadio cuando de repente se gira a derechas para afrontar la calle Piscis, pasando de la ciencia de la astronomía a la chufla de la astrología. Esa calle aunque corta era también ligeramente ascendente y encima adoquinada. Casi al final de la calle se llega al punto kilométrico nueve y ya está el estadio ahí mismo. En una de esas esquinas me adelantó el típico recortador, de esos que hay tantos y me puse a su chepa casi de puro mosqueo.

Después de esa pequeña revuelta se llega a donde está instalada la salida y ahí mismo está el desvío que lleva hacia el estadio, donde hay que hacer unos trescientos metros en la pista de atletismo. El asaltaesquinas que me precedía volvió a hacer una de las suyas, adelantando a un corredor pisando la hierba en vez de adelantar por fuera. Hay algunos que no tienen remedio…

A falta de doscientos metros empecé a acelerar el paso y conseguí adelantar a tan molesto acompañante y a alguno más que ya iba para pocos trotes. Justo antes de la línea de meta pitó mi cronómetro el kilómetro diez y metros después atravesaba la línea de meta. Para no salir en la foto, si es que hubiese, mirando el reloj, paré este un tiempo después observando que marcaba 39:31. Objetivo cumplido. Cuando aparecieron las clasificaciones pude comprobar que la organización me asignaba un tiempo oficial de 39:27 siendo el 346 de la clasificación general y 26 de mi categoría, según puede verse en una copia de la clasificación que guardo aquí.

Después de la llegada a meta, bolsa con un plátano, un pequeño bollo y agua. La recogida de la ropa, sin espera ninguna y aprovechando que daba el sol, hicimos unos estiramientos junto a la ría. Ahí noté que el gemelo derecho me molestaba y ahora, cuando escribo estas líneas, me molesta más todavía. Me parece que la carrera me va a costar unos días de inactividad.

Lo dicho, una carrera muy bien organizada, algo cara (10 euros si te inscribías antes del 15 de enero y 12 euros después) y rápida, aunque quizás no tanto como venden. De todas formas, es muy difícil sacar diez kilómetros completamente llanos. Y de todas formas, hay que gente que prefiere los desniveles a que sea continuamente llana. Yo no.

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