Tengo que decir, sin temor a equivocarme, que nunca he corrido una prueba con menos motivación que ésta. Y es que se juntaron varias cosas que provocaron esa falta de motivación: es un cross, tiene subidas y bajadas duras, el terreno estaba muy blando, no estoy en forma, me sobra algún kilo y además me iba de viaje al día siguiente y debería estar en casa haciendo la maleta y no pisando barro.
Sonó el despertador a las siete y media. Me levanté y desayuné. A las nueve y cuarto salimos para el Parque de Polvoranca y como un cuarto de hora después estábamos allí. Aparcamos y justo llegó la otra compañera del Club Atletismo Zofío que estaba apuntada. Fuimos andando hasta donde estaba el ropero y daban los dorsales. Allí nos encontramos con un chico conocido, muy joven él, que iba a correr. Estuvimos un rato hablando y como a las diez y media corría yo, me puse a calentar un rato y lo que vi no me gustó nada.
Dieron la salida y mi objetivo era que el chavalín no se me fuera, pero salió como alma que lleva el diablo. El terreno era casi todo el rato por hierba con barro donde te hundías a cada pisada. Además había unas cuantas cuestas, sobre todo aquellas zetas matadoras que ya conocía de otros años y que era lo poco que se mantenía del circuito que yo había corrido unos años antes. Sufrí como un perro por mil razones: porque estoy en mala forma, porque estoy pasado de peso, porque tenía motivación cero, porque me dolía el callo del pie derecho y porque no me gustaba nada el terreno aunque estaba corriendo con zapatillas de trail.
Por fin se acabó después de 6,8 km, mucho sufrimiento y poco más de treinta y cuatro minutos a un paupérrimo ritmo de 5:01, absolutamente lamentable. Luego corrieron las dos compañeras de club junto a unas poquitas corredoras. Una de ellas llegó cuarta de la carrera y tercera de su categoría y la otra fue novena, aunque primera de su categoría. Subieron las dos al cajón, nos despedimos de la gente conocida, sobre todo de la gente del Club Atletismo Leganés, los organizadores y nos volvimos a casa, yo con el rabo entre las piernas y ellas más contentas que unas castañuelas.
Hoy llegó una de mis carreras preferidas, la Carrera de Reyes de Yuncler. Como en años anteriores, nos juntamos unos pocos compañeros del Club Atletismo Zofío para participar en esta bonita carrera.
Poco antes de las ocho y media estaba en el punto de encuentro. Esperamos un poco a Emilio R. y con el coche de Emilio el incombustible nos fuimos hacia Yuncler. Hacía frío por allí, pero algo menos que otras veces. Aún así, estuvimos con ropa de abrigo todo lo que pudimos. Cuando ya quedaban diez minutos dejamos en el coche la ropa y me quedé con mi camiseta de tirantes, la más apropiada para la práctica del atletismo.
Hice la carrera con una compañera que en la primera vuelta anduvo un poco detrás de mí y en la segunda fui yo el que iba viendo su espalda. Íbamos un poco picados con una chica que recortaba todo lo que podía, así que se daba el caso que conseguíamos sobrepasarla y luego nos adelantaba en alguna esquina. A mí me estaba dando muy mal rollo la situación. Al final conseguimos por fin dejarla atrás y nos lanzamos decidimos hacia la meta, llegando juntos y según mi reloj con un tiempo de 34:20, lejos de los 31 minutos de antaño.
Ya en el polideportivo comiendo migas vimos las clasificaciones en la web y la compañera estaba algo mosca porque aparecía la cuarta de su categoría, pero luego la llamaron y subió primera. Debió ser que las absolutas no contaban en las categorías. Como fue inesperado, se puso más contenta que unas castañuelas.
En el polideportivo, aparte de esperar a los premiados, nos comimos unas muy ricas migas con huevo frito, el verdadero motivo por el cual estábamos allí. 😉
Si lo de la compañera fue una sorpresa, también lo fue lo de Emilio, que subió a lo más alto del podium ya que era el más veterano de la carrera. Todo un campeón que con sus 78 añazos sigue dándole a la zapatilla.
Me levanté, desayuné tranquilamente y a las diez y cuarto estábamos en el punto de encuentro. Se montaron Emilio el incombustible y Juanqui en el coche y el resto del equipo en el otro y partimos rumbo al barrio de Vicálvaro.
Tuvimos suerte y aparcamos cerca del polideportivo, nos fuimos hasta allí andando, recogimos los dorsales, dejamos la ropa en el guardarropa y un chico se nos acercó preguntando si alguno tenía un blog, le dijeron que era yo y estuvimos un rato hablando. Me dijo que era su primera carrera y que buscando información sobre la carrera llegó al blog. Nos reconoció por nuestras camisetas del club. Le deseé buena suerte en su debut en el atletismo popular.
Calentamos un rato y en el calentamiento más de uno le pidió a Emilio R. hacerse una foto ya que iba vestido de bandolero. A las 11:45 nos pusimos en marcha. Mi idea era ir a un ritmo de 4:30 siempre que el gemelo me dejara. Una de las compañeras dijo que era muy deprisa, pero luego llegó 10 segundos antes que yo.
Pensé que podría bajar de 36 minutos porque veía que más o menos podía ir a 4:30 perdiendo algunos segundos en los kilómetros más duros y ganando algunos en las bajadas, pero al final hice 36:19. Al terminar saludé a Carlos, antiguo compañero de Telefónica Investigación y Desarrollo, que hace ya un montón de años se fue a trabajar a Alemania, pero que nunca se pierde la San Silvestre de su barrio. Él me ganó, ya le había visto fino. Al rato llegó otra de las compañeras con un tiempo de 39 minutos y algo.
Recogimos la ropa y nos duchamos y al salir creyó mi amiga que había oído su nombre por lo que fuimos hacia la zona donde estaban dando los trofeos y allí esperamos con incertidumbre a que llegaran las súper veteranas, que tardaron, ya que había un montón de clasificaciones de niños. Al final quedó primera de su categoría y le dieron una medalla bien grande. Nos volvimos al barrio y fuimos al Salem a tomar una sidra para celebrar ese primer puesto y, por supuesto, la Nochevieja.
En un día fresco pero soleado se celebró una de las sansilvestres más madrugadoras, ya que se celebró un 17 de diciembre, justo dos semanas antes que el día de Nochevieja. La carrera comenzaba a las once, por lo que quedamos una hora antes en el punto de encuentro habitual, en una de las entradas del parque de Pradolongo. Llegamos tarde como siempre y, por supuesto, ya estaba Emilo esperándonos. Nos montamos en su coche y en diez minutos estábamos aparcando junto al parque de Plata y Castañar. Fuimos andando hasta la zona de meta donde tenían instaladas varias carpas con el ropero, la entrega de bolsas, etc. Estuvimos esperando a que llegara Juan Carlos, el compañero que había retirado los dorsales de todos los compañeros del Club Atletismo Zofío. No tardó mucho en llegar y nos entregó los dorsales junto a un regalito cortesía de la organización, que consistió en una braga para el cuello. Decir que la organización del evento corrió a cargo de la Asociación de Vecinos la Incolora, que de nuevo hizo un trabajo sobresaliente.
Después de colocarnos el dorsal y dejar la ropa en el ropero estuvimos calentando un poco, tratando de ver el nuevo trazado porque este año han tenido que modificar el circuito ya que están de obras justo al lado y el tramo de tierra que siempre se hacía estaba impracticable. Por problemas con un generador que iban a utilizar para el arco de meta, tuvieron que retrasar la salida casi un cuarto de hora, aunque eso son menudencias que no empañan la organización de la carrera. Faltando unos minutillos nos colocamos en el pelotón como en la quinta o sexta fila. Me pareció que este año había más gente que otras veces, pero no lo puedo asegurar porque mi memoria es deficiente.
Dieron la salida y mi objetivo era que no me ganase un chico que había visto en otras carreras de barrio, quizás disputando el Tercer Circuito de Carreras de Barrio. El chico salió a toda pastilla y por ende, yo también, haciendo ese primer kilómetro en 4:01, un ritmo bastante rápido para mí en estos momentos que estoy entrenando poco, así que viendo que le iba recortando a mi «objetivo» bajé un poco el ritmo pensando que podía bajar de 21 minutos si me esforzaba un poco, pero sin pasarme y eso suponía ir a 4:15 los restantes cuatro kilómetros. Hice el siguiente a 4:10 algo más calmado ya y los otros se fueron a 4:15 así que pensé que ya lo tenía, sólo no debía desfallecer en el último kilómetro… Y no lo hice porque me salieron a 4:10 esos últimos mil metros.
De nuevo fue la parte femenina del Club Atletismo Zofío la que dio el do de pecho, ya que mi amiga y compañera de club se hizo con el tercer puesto de su categoría desquitándose de no haber subido al cajón el año pasado.
Después de la carrera estuvimos tomando algo por el barrio de Villaverde para celebrar la inminente llegada de la Navidad.
Tercer año consecutivo que participo en esta carrera y no sé si será una apreciación mía, pero esta vez me ha parecido que había más participantes que las otras dos veces. Nos presentamos entre el pinar de la Elipa cuatro compañeros del Club Atletismo Zofío en un día bastante fresco porque había neblina y no dejaba pasar los rayos de sol.
Fuimos en el coche de Emilio hasta allí, pero no encontramos sitio cerca del pinar, así que tuvimos que ir hasta el cementerio de la Almudena a aparcar. Desde allí, atrochando, llegamos al lugar donde está situada la salida y la llegada. Retiramos los dorsales en un momento, hicimos algo de tiempo, dejamos la ropa de abrigo en el guardarropa y ya vestidos de romanos nos hicimos la foto. Esa foto tan bonita con el Pirulí envuelto en niebla.
Estuvimos calentando un poco porque como ya he comentado el día era frío y a las doce en punto dieron la salida. Mi objetivo no era otro que terminar sin tener que parar porque me doliese la rodilla ya que de nuevo en los entrenamientos previos a esta carrera me había tocado parar por la puñetera rodilla izquierda.
Así que salí a un ritmo normal, que no podía ser muy rápido porque estoy entrenando poco y mal y así fui sufriendo en las subidas y sufriendo aún más en las bajadas porque aunque no había barro las bajadas estaban muy mal porque tenían muchas piedras, el terreno era muy irregular y además en algunos tramos con algunas grietas y en otros muchas raíces.
Iba dando vueltas a la cabeza de por qué me había metido en estos berenjenales porque en estas carreras hay más que perder que ganar. Pensaba que dos meses antes me caí entrenando y todavía me duele el hombro derecho, tanto que me despierto todas las noches por el puñetero hombro. Pues eso, pasándolo mal en las subidas y con cincuenta ojos en las bajadas fueron transcurriendo las tres vueltas y pico. Llegué a meta con un tiempo, según mi cronómetro, de 27:16 con el que me puedo dar con un canto en los dientes ya que no estoy para más, de hecho me conformaba con terminar y el tiempo me daba exactamente igual.
Tuve suerte de no caerme, pero no la tuvo Emilio que se cayó en la primera vuelta. Menos mal que este hombre es más duro que el pedernal y siguió hasta completar el recorrido como si tal cosa. Teniendo en cuenta que 78 años le contemplan, el tío siguió sin despeinarse y sólo una vez llegado a meta se limpió un poco la herida de la rodilla derecha y como nuevo. Yo de mayor quiero ser como él.
La última vez en la que participé en esta carrera fue en 2004, hace ya nada menos que diecinueve años. Aquella vez fui a dejar la ropa en el guardarropa y me dijeron que ya no cogían más y no es que fuera con retraso a dejarla, así que me tocó hacer la carrera con la mochila y entonces dije que esta carrera no la volvería a correr nunca más; sin embargo, este año por diversos motivos me he animado a participar y eso que no estaba para correr.
Resulta que había hecho el Camino de Santiago desde Saint-Jean-Pied-de-Port hasta Santiago, lo que supuso andar treinta etapas y aunque no lo parezca son treinta días sin entrenar porque no es lo mismo andar que correr. El caso es que unos días después del Camino salí a correr y sólo pude aguantar kilómetro y medio, la rodilla izquierda me dijo basta. La siguiente vez que salí pude hacer cuatro kilómetros hasta que de nuevo la rodilla se quejó. Cuatro días después iba con dolor, pero podía correr decentemente hasta que llegué a una cuesta muy empinada y como no podía ser de otra manera tuve que parar por la rodilla, pero ese tercer día pude hacer nueve kilómetros. Pensé que si había hecho nueve, podría hacer diez una semana después y eso me animó aunque no las tenía todas conmigo.
Quedamos en el punto de encuentro y fuimos en el coche de Emilio hasta el centro comercial de las Rosas, donde aparcamos. Algunos entramos al centro comercial a hacer nuestras necesidades. Cuando ya estuvimos todos, nos hicimos unas fotos, dejamos la ropa en el coche y otro compañero que no iba a correr se llevó el coche para aparcarlo cerca de la llegada, ya que esta carrera empieza en un sitio y acaba en otro.
A las once y media dieron la salida y me propuse seguir a una de las compañeras del Club Atletismo Zofío que dijo quería bajar de cincuenta minutos, aunque hizo el primer kilómetro en menos de 4:40 y no pude con ella. No me preocupó mucho que se fuera porque era cuesta abajo y sabía que en la cuesta arriba la cogería, como así fue cuando subimos la Avenida de Guadalajara donde las anteriores veces que había corrido daban la salida.
Se me fue otra vez bajando mientras yo hablaba con un amigo que me encontré en plena carrera. La volví a coger subiendo Arcentales, ya que se la hizo dura la última subida de algo más de un kilómetro y ya fuimos juntos. Eso sí, yo iba con algo de miedo a que la rodilla se quejara, pero aunque molestaba no fue un dolor que me impidiera correr. Fui animando a mi compañera para que no decayera y entramos los dos en meta haciendo un tiempo oficial neto de 49:37, lo cual dejó muy contenta a mi amiga porque había cumplido su objetivo. Yo también acabé muy contento simplemente por el hecho de acabar y que la rodilla no se hubiese quejado demasiado.
Parece que le voy cogiendo el gustillo a la distancia de los 1609 metros porque volví a apuntarme a una milla y ya son tres en las que he participado este año. Teniendo en cuenta que en 56 años sólo había participado en una, haber hecho tres en este año es algo excepcional se mire como se mire.
Me acerqué junto a una amiga a la calle Serrano donde se celebraba el evento. Salida cerca de la calle Goya y llegada cerca de la Puerta de Alcalá dando dos vueltas y media. Como había que recoger el dorsal allí hasta media hora antes de la prueba, llegamos a las 9:30, ya que mi amiga comenzaba su serie a las 10:12 (salida 7 ritmo entre 4:30 y 4:45) y yo a las 11:25 (salida 11 ritmo entre 4:00 y 4:15), por lo que nos esperaba una larga mañana. Además un conocido se había apuntado a la serie más rápida (sin contar la élite), la de la salida 15 con ritmos más rápidos que 3:15. Una burrada.
Al poco de llegar, una vez recogido el dorsal y tras el paso por el servicio, mi amiga se puso a calentar mientras yo buscaba un sitio donde diera algo el sol, ya que la jornada era fresca. Encontré un buen lugar en la esquina con la calle Jorge Juan donde también aparecía una jueza que según me contó no estaba muy a gusto a la sombra.
Mi amigo comenzó a las 10:12 y nada más dar el disparo de salida se quedó atrás, en el último puesto. Me quedé perplejo porque la gente salió a muerte, nada de ritmos entre 4:30 y 4:45, iban todos a un ritmo bastante superior. Bien es cierto que luego algunos pagaron cada su alegría, pero mi amiga llegó a meta con un tiempo de 6:56 a un ritmo de 4:18 y quedó casi de las últimas. Parecía como si la gente se apuntara a ritmos más lentos de los que son capaces de ir para así quedar en mejor posición en la tanda.
A las diez y media se celebró la milla para las corredoras élite donde yo pensé que iba a ser un paseo militar para Esther Guerrero, pero me confundí porque ganó Marta García con cierta facilidad. Luego descubrí que esta chica había ganado el año anterior, así que mala no debe ser. A las once comenzó la milla para los corredores élite donde el más conocido, al menos para mí, era Fernando Carro, participante en una distancia que no es la suya. Salió en cabeza y se mantuvo bastante tiempo comandando el grupo, pero al final fue adelantado por unos cuantos y la victoria fue para Mohamed Attaoui del Playas de Castellón seguido por su compañero Ronaldo Olivo. Fernando Carro se tuvo que conformar con la sexta plaza.
A las once y veinticinco me tocó a mí. Había estado calentando desde la celebración de la milla élite chicos y con tiempo me puse detrás de la línea de salida, donde homenajearon a Isaac Viciosa, cuatro veces ganador de la milla de Nueva York y a la china Don Liu, campeona del mundo de 1500 en 1993 en Stuttgar. Con esta corredora ya había coincidido alguna vez en la carrera de mi pueblo donde se ha impuesto unas cuantas veces. marino
Dieron la salida y traté de guardar un poco que aunque parezca mentira, 1609 metros se pueden hacer largos; sin embargo, cuando di el primer giro, poco antes de llegar al primer cuatrocientos, me di cuenta que iba de los últimos por lo que tuve que acelerar para no ser el farolillo rojo. Había calculado que yendo a un ritmo de 4:00 min/km tenía que hacer cada cuatrocientos en 1:36 y cuando hice el primero vi que el crono marcaba 1:34, así que tampoco iba a poder ir mucho más deprisa. Dejé todo para la última recta donde eché el resto y conseguí adelantar a varios corredores que me precedían, llegando a meta con un tiempo oficial de 6:08 (ritmo de 3:48) que es bastante mejor que los 6:26 que había hecho en Carabanchel, así que muy contento. Por supuesto, tanto Viciosa como Don Liu llegaron antes que yo, con un tiempo de 5:43, aunque bueno, no estuvieron lejos.
El último en salir era un chico conocido nuestro que también estuvo conmigo en la milla de Carabanchel y en la milla nocturna de Usera. Él participó en la tanda 15, en la de los más rápidos, aquellos que tenían intención de bajar de 3:15 el kilómetro. Ya me dijo antes de comenzar que veía nivel en su prueba y de hecho lo hubo porque él hizo 4:47 (a un ritmo de 2:58) y llegó el 15º de la prueba.
Antes de irnos nos hicieron una bonita foto a los tres.
Cuando ya nos habíamos ido vimos las clasificaciones y allí pude ver que quedé el undécimo de mi categoría, mi amiga quedó segunda de su categoría y el chaval que nos acompañó fue tercero, los dos en puestos de pódium, pero como sólo daba trofeo al primero de las distintas categorías, excepto élite, hicimos bien en no quedarnos. Al final nos fuimos todos contentos, unos por sus puestos y yo por mi tiempo, que había mejorado bastante desde la primera que hice este año en Carabanchel.
Me animé a participar por segunda vez en esta carrera por tres motivos: el primero es porque forma parte del circuito de la Unión de Carreras de Barrio, el segundo porque me gustó la anterior vez en la que participé y el tercer motivo y principal, por ir con los compañeros del Club Atletismo Zofío a una carrera.
Esta carrera, al contrario que otras, empieza con las pruebas de los más pequeños, siendo la carrera de seniors y veteranos la última de todas. Esto hace que la carrera «grande» dé comienzo a las once de la mañana, que siendo como es verano, suele hacer calor. Y no sólo calor, con estas últimas tormentas, había también mucha humedad, un mal cóctel para correr, al menos para mí.
Quedamos a las diez menos cuarto en el punto de encuentro por lo que me dio tiempo a levantarme sin prisas y desayunar antes de llegar al punto donde ya estaban mis compañeros. Nos montamos en el coche de Emilio y nos acercó al madrileño barrio de la Elipa, donde dejamos el coche no muy lejos de la salida/meta. Fuimos andando a recoger el dorsal, lo colocamos en la camiseta y nos hicimos una foto junto al icónico dragón del barrio.
Dejamos la bolsa en el guardarropa, bebimos un trago de agua en la fuente situada junto al dragón y nos pusimos a calentar subiendo la calle Ricardo Ortiz, la misma por la que pasa la carrera nada más empezar. No quisimos hacer la calle entera para no asustar a uno de los compañeros que no conocía la siguiente subida, así que nos dimos la vuelta trotando y ya fuimos buscando nuestra posición detrás del arco de salida, aunque esa zona estaba casi vacía porque estábamos todos los corredores al otro lado de la avenida en la sombra, que ya pegaba el sol de lo lindo.
Nos encontramos con Tino, el de la carrera del árbol, con el que estuvimos charlando hasta el comienzo de la carrera. Dieron la salida, puse el cronómetro en marcha y al poco de empezar, subiendo Ricardo Ortiz, confirmé que las piernas estaban cansadas de la caminata de ayer, pero eso ya lo sabía del calentamiento y es que meterse una caminata de veinte kilómetros el día antes de una carrera no es una buena idea. Me fijé como objetivo alcanzar a un señor que corre con una camiseta de Mapoma de hace unos años. Poco a poco le fui dando alcance y un poco antes de llegar a la última bajada le adelanté.
En la segunda vuelta adelanté a dos corredores y me adelantó uno, así que iba más o menos bien, aunque más cansado que en la primera. Cuando alargaba la zancada notaba los cuádriceps muy cargados, así que hice muchos kilómetros con zancada más corta, como en las subidas. Cuando acabé la primera vuelta vi que el GPS marcaba 4,8 kilómetros, así que me animó pensar que no teníamos que hacer diez, se me hizo más llevadero aunque largo de todos modos. Cuando llegué al noveno kilómetro ya sólo quedaban 600 metros y todos cuesta abajo por lo que pensé en relajarme un poco, pero iba sintiendo pasos detrás de mí y tuve que acelerar hasta meta, llegando con un tiempo de 43:45 a un ritmo de 4:34 que lo di por bueno siendo una carrera con tanta cuesta, con tanto calor y con tanta humedad. La organización me da un tiempo neto de 43:39 debido a que tardé un tiempo en pasar por la alfombra de salida, pero cinco o seis segundos más o menos, tampoco es mucho la diferencia.
Cogí la bolsa que contenía productos de AhorraMas: agua, bebida isotónica, zumo, manzana y barrita. Bebiendo agua subí unos trescientos metros hasta la sombra de un árbol donde estuve animando a los corredores que pasaban, entre ellos Juanqui que fue el primero y al poco los demás compañeros. Luego, mientras nos hidratábamos, estuvimos un rato hablando de que había mucha humedad y hacia mucho calor y poco después nos fuimos al barrio donde Emilio nos dejó de nuevo en el punto de encuentro. ¡Muchas gracias Emilio!
Decir que por la mañana me pesé después de levantarme y hacer mis necesidades y la báscula marcaba 68,3 kg que es un peso que está muy bien, sobre todo pensando que he estado a punto de sobrepasar los setenta este verano.
Decían que este fin de semana iba a ser la hecatombe climatológica porque iba a llover más que en tiempos de Noé y la verdad es que aunque cuando salimos, pasadas las siete de la tarde, de Madrid yendo hacia Gerindote empezó a llover y a la altura de Parla lo hacía de una manera bárbara, luego aflojó un poco, pero se veía en los campos de cultivo que había llovido lo suyo porque estaba la tierra encharcada. Acercándonos a Toledo, en el desvío cerca de Bargas volvió a arreciar la lluvia y empecé a pensar que nos íbamos a mojar, pero llegamos a Gerindote y no caía ni una gota, aunque hacía fresco, lo cual no era mala cosa.
Recogimos el dorsal que nos lo dieron junto a una camiseta rosa, un bolígrafo de Soliss, una botella de agua, una pulsera y unos caramelitos blandos. No estuvo mal para comenzar. Nos vestimos de corredores, nos hicimos una foto y salimos a reconocer el circuito.
Al recoger el dorsal vi que había una modificación al circuito que habíamos hecho unos años antes, así que fuimos a reconocer ese nuevo tramos y vimos que incluía una cuesta arriba y una cuesta abajo que antes no había, lógicamente. También vimos otra modificación del circuito, a la altura del pequeño parque del Caño Nuevo, que se rodeaba en vez de pasar por el camino más corto. Seguimos trotando por el circuito sacando del error a algunos paisanos que nos animaban como si fuésemos los primeros, tuvimos que decirlos que estábamos calentando aún.
Fuimos hacia la salida ya que no quedaba demasiado tiempo. Saludamos a unos y a otros y verificamos que mi amiga estaba inscrita como local. Otros años sólo podían apuntarse como local si estabas empadronado allí, pero este año lo habían abierto también a los nacidos en la localidad, cosa que me pareció más lógica. Nos dio tiempo aún a calentar un rato a un lado y otro del arco de salida y meta. En la línea de salida vi a un matrimonio del club atletismo Novés, que estaban dispuestos a comenzar la prueba. Durante la maratón de Madrid estuvimos con ellos durante unos kilómetros y recuerdo que me contó que querían hacer 1h45 en la media maratón. Dieron la salida y me puse como objetivo adelantar al chico de Novés, calvo como yo, debía ser presa fácil 🙂 Pero me pasé de listo porque él iba en un grupo que me sacaron diez metros nada más empezar y no me acercaba a ellos ni queriendo. Hice el primer kilómetro en 4:18 y me pareció rápido. Pensé que si hacía la prueba a 4:30 estaría bien porque no me encontraba muy allá.
Iba sin perder de vista la cabeza pelada del de Novés cuando en la cuesta del «añadido» me adelantó una chica de la Asociación Atlética Torrijos, una tal Angélica, a la que no quise dejar escapar y pensé que quizás manteniendo su ritmo podríamos llegar a alcanzar al grupo donde iba mi «presa», pero fue todo lo contrario, me acomodé a su ritmo y éste era algo inferior al del grupo delantero y se fueron yendo poco a poco.
Un poco después de pasar por primera vez por el arco de meta fui dejando atrás a Angélica y fui poco a poco recortando terreno a otra chica del club TrainingRey. Esta chica iba haciendo unos ruidos muy fuertes en cada respiración, era un poco angustioso ir a su lado. Afortunadamente pronto se quedó atrás y volvió a acercárseme la tal Angélica, que debía ser muy conocida porque mucha gente la animaba por su nombre. En el parque del Caño Nuevo, hicimos el recorrido de la primera vuelta aunque la gente que iba andando (también había una marcha nocturna) decía que había que ir por el otro lado. La chica de TrainingRey aprovechó la circunstancia e hizo el «trasqui», yéndose por el camino más corto, poniéndose por delante de Angélica y de mí y ya no fuimos capaces de alcanzarla, haciéndose con la primera posición de veteranas y Angélica, segunda. Yo le dije a mi compañera de correrías que había hecho trampas, pero parece que no pareció importarla mucho.
Hice un tiempo oficial de 22:39 y lo mejor vino después porque nos comimos unas migas muy ricas recién hechas que habían preparado para corredores y paisanos mientras esperábamos la entrega de premios. Estuvimos hablando con los del club de atletismo de Novés y estuvieron tratando de convencernos de que nos apuntáramos a su club y le dijimos que lo pensaríamos. Llamaron al pódium a las tres veteranas y mi amiga no era ninguna de ellas, lo cual fue enormemente positivo porque de esa manera fue la primera de las locales y se llevó un gran jamón de Embutidos España.
Decir que era el segundo día que me calzaba unas Saucony Rider 16 y acabé muy contento con ellas, igual que el día anterior que fue cuando las probé. No me han ido mal las Brooks que acabo de desechar, pero éstas me han dado buen rollo. He cambiado de zapatillas para ver si con las nuevas se me quita ese dolor de rodilla que llevo con él desde febrero.
El lunes llegó un correo a una amiga con lo que vendían como un plan irrechazable: carrera nocturna, chapuzón y ágape, todo por 10 € y no muy lejos de Madrid, concretamente en Chinchón, uno de los pueblos más bonitos de la provincia. Así que rápidamente me convenció e hicimos las inscripciones para una carrera que se celebraría un día no muy habitual, un jueves. Nos apuntamos mi amiga y yo y tratamos de convencer a algunos compañeros del Club Atletismo Zofío, pero sólo Emilio se animó.
La carrera daba comienzo a las nueve de la noche, por lo que quedamos a las siete y media. Recogimos a Emilio y pusimos rumbo a Chinchón, célebre por el licor del mismo nombre y por su preciosa plaza con soportales… Y también conocido por la celebración de la Pasión de Jesús que escenifican en Semana Santa.
Llegamos con tiempo, recogimos el dorsal, nos vestimos de corredor y fuimos trotando a hacernos una foto en la plaza. Reconozco que no me gustó nada ver la plaza como estaba ya que debido a que iban a comenzar las fiestas la iban a utilizar como plaza de toros y estaba con vallas y gradas que estropeaban la vista de la plaza y los soportales. Nos hicimos la foto y volvimos hacia la piscina municipal porque era allí donde estaba situada la salida y la meta. Pensamos que si la carrera transitaba por el pueblo nos iba a tocar subir unas cuantas cuestas y duras, pero habíamos visto el perfil y sólo se veía una cuesta, así que estaba claro que el recorrido iba a ser por otro sitio.
Dieron la salida y después de unos pocos metros por asfalto cogimos un camino bastante polvoriento y no volvimos a pisar asfalto hasta la llegada, así que ese 80% por caminos y 20% por asfalto no fue muy exacto… Después de las lesiones que he tenido y que estoy entrenando poca cosa a pie y más con la bici, no sabía cómo iba a responder. En un principio pensaba esperar a mi amiga, pero en el primer kilómetro vi que no se acercaba y decidí ir al ritmo que me pidiera el cuerpo. Lo bueno de este recorrido por caminos es que es más o menos llano, hasta que nos encontramos con una cuesta bastante puñetera, pero tiene de malo que se levantó mucho polvo y se iba pegando a la garganta.
Como salí algo conservador, luego fui adelantando a unos pocos, tampoco muchos. Se me atragantó la cuesta, como imagino que a todo el mundo, y una vez coronada traté de seguir al ritmo que iba, aunque iba notando que me fallaba un poco la respiración aún teniendo las piernas más o menos bien, se nota que entreno poco y lo poco que entreno lo hago más relajado.
Llegué a meta dándolo todo y muy feliz porque no me dolió ni la rodilla ni el gemelo derecho que empezaba a notar alguna cosilla por ahí. Poco después llegó mi amiga y algo más tarde Emilio. Mientras ellos llegaban fui al coche a por las mochilas y rápidamente nos metimos en la piscina, que fue de lo más agradable. Después de correr y venir todo sudoroso, un baño en la piscina o en el mar o donde sea, es de lo mayores placeres.
Nadamos un poquillo y salimos no sea que los ávidos corredores fueran a terminar con la comida que ya estaba puesta sobre la mesa cuando llegamos. Allí estuvimos comiendo y bebiendo un generoso ágape esperando a la entrega de trofeos que estaba prevista a las diez y media y que empezó a la hora establecida. Nuestra compañera quedó segunda en su categoría, por lo que además del baño y las viandas nos volvimos con una copa, que no es nuestra, pero como si lo fuese 😉
Después de los trofeos nos fuimos a la plaza a tomar un café para así completar la cena del día y algo más tarde, vuelta para Madrid más contentos que unas castañuelas por esa bonita jornada. Habrá que repetir si se anima la organización a volver a hacerla el año que viene.
Corrí sin reloj por lo que no supe el tiempo que realicé porque aunque a la entrada vi que llevaba 25 minutos no vi los segundos. Luego en la clasificación vi que me dieron un tiempo neto de 25:46 que tratándose de un recorrido de 5,5 kilómetros supone un ritmo de 4:41 que no es nada del otro mundo, pero que llevaba bastante tiempo sin ir a esos ritmos entre unas cosas y otras.