Dado que esta prueba se celebra la lado de mi casa me animé a participar siendo tan sólo 1609 metros. En las dos últimas carreras en las que participé me tuve que retirar y la verdad es que muy católico no me encontraba, pero pensé que muy mal se me tenía que dar para no terminar siendo tan corta la distancia.
Me enteré el día antes de la celebración de la milla así que traté de apuntarme y ya no había dorsales, aunque sí una lista de espera en la que me apunté junto a una amiga y un chaval conocido que corre como un galgo estas pruebas. El caso es que no tenía muchas esperanzas al habernos apuntado en la lista de espera, pero me llamaron el mismo día de la carrera diciendo que nos habían adjudicado un dorsal porque había algunos disponibles.
Por la tarde nos acercamos al Polideportivo de Orcasitas a recoger el dorsal y a confirmar los horarios de salida, ya que dependiendo de la categoría la salida era a una hora u otra.
El primero en participar fue el más joven de los tres, que comenzó su tanda de jóvenes y promesas a las 21 horas. El chaval no tuvo mucha competencia y se llevó su prueba con un tiempo de 5:41. Fue al acabar cuando vimos que algo no cuadraba porque el tiempo era muy malo teniendo en cuenta que dos meses antes en la milla de Carabanchel había hecho 4:53. Resultó que su GPS marcaba aproximadamente 1,8 km, es decir, una milla náutica. ¡Estaba mal medido!
La siguiente en participar fue mi amiga, que salía a las 21:35 y que se quedó a las puertas del podium ya que fue cuarta en su tanda. Tuvo mala suerte de quedarse a las puertas, pero la tercera no le dio oportunidad.
Yo salí a las diez y salí muy tranquilo, de hecho no llevé ni reloj. Cuando me quise dar cuenta iba de los últimos y tuve que apretar, se acabó mi idea de ir de paseo, después de unos pocos metros me puse ya a tope (dentro de mis limitadas capacidades) y hasta meta tratando de adelantar a un chico que iba por delante de mí al que alcancé en la recta de meta esprintando a muerte. Lo mejor es que no me molestó ni la rodilla ni el gemelo.
Miré el reloj de meta pero se me olvidó por lo que saludé al chico que adelanté y le pregunté el tiempo, a lo que me respondió que 7:10 (luego vi que el tiempo oficial fue de 7:08). Así que me doy con un canto en los dientes porque me salió un ritmo de aproximadamente 4:00 que es parecido al que llevaba en la milla de Carabanchel. Eso sí, esta vez acabé bastante peor porque tenía la garganta que me ardía y así estuve mucho rato.