He visto naves en llamas más allá de Orión

En uno de los momentos más emotivos de Blade Runner el replicante Roy Batty, justo antes de morir decía algo así como: Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Roy Batty lo decía como algo único, algo irrepetible, alucinante, increíble, inaudito, cosas que no todo el mundo ha tenido la oportunidad de ver. Pues bien, hoy he visto en el Parque de Pradolongo cosas tan inauditas como las que vio Roy Batty. ¡He visto perros con correa en el parque de Pradolongo! ¡Y dueños pendientes de sus perros!

Ya he contado que el jueves pasado Emilio tuvo una experiencia muy amarga con unos cuantos perros, unos cinco canes, que le rodearon y le dieron un susto morrocotudo. Contaba Joaquín que cuando llegó Emilio al punto de encuentro después de ese desagradable incidente estaba desencajado, el hombre lo había pasado fatal.

Pues bien, cinco días después, el martes, mis compañeros Joaquín y Jesús tuvieron una experiencia similar, pero esta vez había más perros rodeándolos y encima los dueños de los perros achuzándolos, riéndose, insultándolos y grabando con sus móviles la redada. Alguno de los dueños les dijeron que se fueran a correr a la pista de atletismo. Hemos llegado a una situación en que para alguna gente, los perros tienen más derechos que las personas.

Después de pasar un muy mal rato decidieron ir a la comisaría de la Policía Municipal anexa al parque para denunciar la situación. Dijeron los municipales que mandarían una patrulla para ver qué pasaba. No sólo eso, al día siguiente fueron a la Junta Municipal a dejar por escrito su queja de lo que había sucedido.

Y algo debió hacer la Policía ese día o al siguiente porque hoy jueves cuando hemos pasado por la zona donde se juntan una docena de perros y perreros había algunos perros con correa y otros que no teniéndola, sus dueños los sujetaban cuando hemos pasado. Por supuesto, alguno estaba suelto y uno de esos salió ladrando a por nosotros, pero al menos no hubo una jauría de perros rodeándonos. Cada día que pasemos y nos ataque un perro volveremos a ir a la comisaría a quejarnos para ver si de una vez por todas podemos convivir en paz perros y corredores, que no parece tan difícil, sólo hace falta un poco de educación por parte de los dueños de los perros.

Con todo este asunto de los perros, el entrenamiento fue un poco mierdoso, ya que paramos, arrancamos, volvimos a parar. Un mal día para mi tendón de Aquiles que estas paradas y arrancadas no le sientan nada bien. Decía el domingo que me veía preparado para la media, pero voy a llegar tocado.