VII Carrera de Reyes de Yuncler

Nunca había participado en esta prueba y tengo que decir que me ha encantado. El ambiente, el recorrido, la organización y sobre todo, la generosa bolsa del corredor. Repetiré esta carrera siempre que pueda.

Yuncler es un pequeño pueblo de Toledo situado a unos 45 km de Madrid. Puede parecer mucho, pero en coche se llega en menos de tres cuarto de hora. En muchas carreras celebradas en Madrid se tarda más tiempo en llegar. Como la carrera comenzaba a las once de la mañana, calculamos que saliendo a las nueve y media tendríamos tiempo de sobra. Así fue, salimos pasada esa hora y llegamos con bastante tiempo. El día se presentaba bastante frío. El termómetro del coche marcaba grado y medio cuando aparcamos y por la calle corría una marea de aire fresco, fresco.

Aparcamos, recogimos el chip y el dorsal (otra vez me tocó un número capicúa, señal de buena suerte), hablamos con los conocidos, calentamos, estiramos y buscamos un sitio en el pelotón de salida.

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Antes de comenzar la carrera, todavía con el abrigo puesto

Unos minutos después de las once dieron la salida y en tres o cuatro segundos ya había pisado la alfombra de salida y enseguida se puede correr sin ningún problema, ya que la calle es ancha y el pelotón no muy grande. Se sale por una calle ancha y recta y a los cuatrocientos metros se gira a la derecha para subir la primera cuesta de la jornada, que no es muy dura, pero se nota en las piernas. Se corona la cuesta y comienza una bajada para llegar al kilómetro uno. Ahí miré el cronómetro por primera y vi que había hecho 4:02. Muy bien, pensé, un buen ritmo con esa buena cuesta.

Tras la bajada se llega casi al punto de partida, se gira a la izquierda y comienza la segunda cuesta, subiendo hacia la iglesia. Es más corta y llevadera que la primera, por lo que enseguida se pasa. Poco después se pasa por una zona sombreada ligeramente inclinada que aún tenía hielo, había que pisar con un poco de precaución porque resbalaba. Desde entonces fui procurando evitar esas zonas aunque hiciese unos metros más. Llegué al kilómetro dos y miré de nuevo el kilómetro. Lo había hecho en 4:10. Algo no me cuadraba, ya que era más favorable que el primero, por lo que decidí dejar de mirar el crono.

Después de pasar por ese hito kilométrico la carrera enfila por una calle bastante larga y desprovista de casas hacia la A-42, para girar luego hacia la derecha y dirigirse hacia una zona de chalets. Por ahí debía andar el kilómetro tres, que no lo vi señalizado. En esos momentos iba en un grupo de cinco o seis, ajustándome a su ritmo, pensado si era bueno o malo hacerlo, ya que iba algo más cómodo que cuando iba solo.

Al cruzar el puente del arroyo que atraviesa la localidad nos adelantó un corredor del Club Atletismo Leganés, que le recordaba por haberle visto disfrazado en alguna carrera. Por su culpa aumenté el ritmo y me fui tras su estela, aún sabiendo que no sería capaz de alcanzarle de ninguna manera.

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Acabando la primera vuelta, foto cortesía de Ayelen Sekhmet

Poco después de dejar el arroyo se llega a la plaza donde está la meta. Al pasar por debajo del arco (kilómetro cuatro) vi que el reloj de meta marcaba 15:20 por lo que me propuse bajar de 31 minutos en la carrera. La verdad es que me encontraba cómodo y no me parecía complicado conseguirlo.

De nuevo la cuesta arriba, que ya resulta más castigadora al ir más cansado y después a bajar lo subido para llegar a una calle paralela a la de salida. Allí Miguel me hizo una bonita foto.

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En la segunda vuelta, foto cortesía de Miguel

Esta calle desemboca en otra que sube a la iglesia, para completar las cuatro cuestecillas que existen en la carrera. De nuevo, tratar de sortear el hielo y no decaer en el ritmo. Y vi que lo iba haciendo bien porque no me adelantaba nadie y yo iba adelantado a alguno que otro… hasta que faltando unos trescientos metros que me adelantó un individuo que iba como un ciclón. Traté de seguir su estela pero me fue imposible. Aún así apreté a tope en los últimos metros, pero llegó a meta un par de segundos antes.

Cuando paré mi crono marcaba 30:50 aunque la organización, generosa ella, me da un tiempo oficial de 30:49 y bruto de 30:54. Tiempo que estaría muy bien si la distancia fuera de 8 km, pero según el GPS de una amiga que también participó, la distancia que marcó el cacharro fue de 7,8 km. Es lo que tienen estas carreras no homologadas, que algunas te meten metros y otras te los quitan.

Lo mejor vino después. Al pasar a recoger la mochila con la ropa, nos obsequiaron con una camiseta, una botella de agua, un bote de Aquarius, un brick de caldo Aneto y una malla con cuatro mandarinas. Y después, la apoteosis, un plato con migas y dos huevos fritos. Además de cerveza a discreción. Algo fuera de lo normal.

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¿No son apetitosos esos huevos fritos?

Después de ponernos bien a comer y a beber, estuvimos esperando a la entrega de trofeos, ya que varios pradolongueros subieron al pódium. Nada más y nada menos que cuatro. Resulta que el gran José Luis González, que tuvo el récord mundial de 1500 en pista cubierta con 3:36.03, era uno de los encargados de entregar los trofeos. No pude evitar hacerme una foto con él y con otro gran campeón pradolonguero.

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Con dos campeones

Y todo esto por el módico precio de 10,6 €.

3 opiniones en “VII Carrera de Reyes de Yuncler”

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Toda la organización y la carrera en sí fueron muy de lujo. Mejor que en muchas carreras con renombre. A mí tb me marcó 7,85 Km :D.
    El final con las migas con huevos espectacular.
    Vi muchos fotógrafos en la carrera, ¿sabéis de alguna web donde estén las fotos?
    Saludos.

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