Acabo de regresar de Gerindote, pueblo de Toledo situado a 80 km de mi casa. En esta localidad toledana se ha celebrado la segunda edición de la Legua Urbana, prueba organizada por el ayuntamiento de Gerindote y que se incluye en el circuito de carreras populares de la diputación provincial de Toledo.
Estando en Castilla se imagina uno que la legua es una legua castellana por lo que es equivalente a 5.572,7 metros, distancia que no sé si coincide exactamente con la de la carrera, aunque imagino que muy lejos no debería andar.
Alguien puede preguntarse si tiene mucha lógica desplazarse 80 km un sábado por la tarde para correr algo más de cinco kilómetros, pero me acerqué hasta allí para acompañar a una amiga que es natural de esta población y quería hacerlo allí lo mejor posible. Y vaya si lo hizo, ya que consiguió auparse al primer puesto de su categoría, haciendo una carrera fenomenal.
Resulta curioso que en una carrera de poco más de cien participantes te encuentres con todo un recordman nacional de maratón, que no es otro que Julio Rey, que con sus 2:06:52 de 2006 todavía sigue siendo la mejor marca española de todos los tiempos. La participación femenina tampoco estaba mal, ya que participaba la esposa de Julio Rey, que no es otra que Vanessa Veiga, que no hay que olvidar fue olímpica en la distancia de maratón en los pasados JJOO de Londres y que sin ir más lejos, ganó la maratón de Madrid del año pasado. Todo un lujo de participación. Quedaba claro, ya antes de empezar, que ni yo iba a ganar a Julio Rey, ni mi amiga iba a poder con Vanessa 😉
Después de recoger el dorsal y visitar a la familia de mi amiga, nos dirigimos ya disfrazados de corredor a la plaza del pueblo donde estaban instaladas la línea de meta y la de salida. En esos momentos estaban celebrándose las carreras de los niños y me llamó la atención la cantidad de ellos que había. En cada prueba salían un montón. Resulta gratificante ver a los niños correr, ya que siempre habrá alguno que se enganche a este bonito deporte.
El circuito consta de dos vueltas y en cada una de las vueltas hay dos cuestas que aunque son cortas, son durillas. Además las dos cuestas son prácticamente seguidas. Se sube una, hay una bajada nada más subir, cincuenta metros llanos y luego la última subida que acaba casi en meta. Hicimos una vuelta de reconocimiento, luego unos estiramientos y una foto antes de empezar.
Posando antes de la carrera
A las nueve y media, ya de noche, se dio la salida. En estas distancias cortas, ya se sabe, salir a toda pastilla y tratar de aguantar ese ritmo; sin embargo, llevo mucho tiempo sin correr deprisa y no estaba para seguir ese guión. Así que salí fuerte pero sin ir al 100% con la idea de apretar un poco, si podía, en la segunda vuelta.
Al ser tan pocos participantes, enseguida ocupa cada uno su posición, que puede variar dos o tres puestos por delante o por detrás. Ya en mi «nicho» de carrera pasamos por el kilómetro uno, que estaba indicado en el suelo. Como era de noche, no se veía, lógicamente, pero recordaba su situación de la vuelta de reconocimiento. Poco después de pasar por ese punto, cuando recordé lo del kilómetro, miré el cronómetro y vi que lo había hecho en 4:07, velocidad muy rápida para mí, pero vi que no iba demasiado forzado, por lo que continué más o menos a esa marcha.
Me acoplé detrás de un grupo donde iba un calvo que debía ser de allí, porque era muy animado por la gente, que había bastante a lo largo del recorrido y animaban bastante en general. Cuando acabamos la primera vuelta, traté de ir sólo un poco más deprisa y adelanté al calvo y fueron cayendo alguno más según pasaban los metros.
Acabando la primera vuelta, foto cortesía de Estudio Fotográfico Santa Bárbara
Me veía fuerte en las subidas, todo lo contrario a la anterior carrera en la que participé, en las que iba fatal y era en esos puntos donde me acercaba a los que me antecedían. En la primera subida de la segunda vuelta que acerqué notablemente al grupo que iba delante, iba viendo una camiseta amarilla que me atraía como la luz a las polillas. Al acabar esa subida y la bajada posterior ya pude leer lo que ponía en la camiseta: KARATE GAMA. Ya estaba cerca.
Así, en los pocos metros llanos que hay antes de la última subida, adelanté al karateca y entonces me di cuenta que iba junto a un chaval llamado Jorge al que conocía de otras carreras como la de Mocejón de hace cuatro años. Si en esa carrera ya me piqué con él, hoy no podía ser menos y en la última cuesta empecé a apretar de lo lindo con la idea de separarme de él lo más posible. Acorté el paso y me puse a bracear como un poseso y de esta forma conseguí adelantarle. Llegando a meta, vi que había otro por delante, pero ya no fui capaz de alcanzar a este otro corredor. Después de cruzar la línea de meta paré el cronómetro y marcaba 22:28 aunque la organización dice que mi tiempo es de 22:20, ¿quién soy yo para desmentirlos si llevábamos un chip en el dorsal?
En la línea de meta te daban agua y también había fruta: sandía y manzana. En la plaza, además, habían instalado unas mesas y había una barra donde servían cerveza a todo aquel que se pasase por allí. Me tomé tres o cuatro pedazos de sandía y un par de cervezas que me vinieron de perillas para hidratarme.
Era el ayuntamiento el que había montado las mesas en la plaza porque había decidido regalar un plato de fiambre y un chusco de pan a todo aquel que quisiese, ya fuese corredor o no. Así que nos agenciamos con un platito como el de la foto y ya tuvimos la cena del sábado.
¡Embutidos para todo el mundo!
El único problema que tuve es que en la plaza hay un montón de plátanos (no el fruto, sino el árbol de ese nombre) que son bastante alérgicos y me puse a estornudar como un campeón… y todavía sigo. Ya me he dado cuenta alguna que otra vez que cuando acabo una carrera o un entrenamiento fuerte puedo tener síntomas de alergia si hay cerca algún elemento que lo propicie.
La carrera estuvo bien, pero se les fue de las manos el tema de los coches. En algunos tramos te encontrabas coches que venían en sentido contrario, parece ser que estuvieron a punto de pillar a un corredor. Un desastre este punto, que enturbió todo lo bueno de la carrera, que no fue poco, ya que se trata de una prueba con un precio de inscripción muy razonable, de sólo 5 €, con una bolsa del corredor donde se incluía una camiseta técnica, un bote de refresco (o dos) y una pieza de fruta (o dos). Una botella de agua a mitad de recorrido, otra botella al finalizar, la fruta en meta, la cerveza y el plato de fiambre. Desde mi punto de vista la organización hubiese sido de diez si no es por el problema de los coches que es muy grave.