En la noche del 10 al 11 de junio unos hijos de puta -porque no tienen otro nombre- sustrajeron mi vehículo. Hoy, un mes y un día después sigue sin aparecer. Ahora sólo queda esperar a que el seguro afloje la pasta porque si no ha aparecido hasta ahora, difícil veo que aparezca. Muchas gracias a esos desgraciados que me han obligado a cambiar de coche sin yo querer. Lástima no los caiga un rayo -divino o no- que les fulmine.
Se trataba de un Skoda Octavia 1.9 TDI color beis capuchino con matrícula 7871 FKG con cuatro años y medio de «edad» y con 75.000 km. No puedo quejarme del vehículo, porque se ha portado como un campeón en ese tiempo. Lo echaré de menos como si de un viejo amigo se tratase.
Mi querido Octavia
La verdad es que después de un mes, ya me he hecho a la idea de que no aparece, por eso: hasta luego.
Después de llorar un poquito por causas extradeportivas, decir que hoy ha sido un día movidito. Por algún extraño motivo hemos salido todos con ganas de dar caña, quizás ayudado a que hacía un día bastante adecuado para correr, con el cielo nublado y fresquito. Después de cuatro kilómetros tranquilos luego se ha apretado de lo lindo -incluso he llegado a hacer un kilómetro a 4:16-, por lo que la segunda parte ha sido rápida hasta que he parado bruscamente a charlar con Andrés. Esa parada no le ha sentado bien a mis patas, sobre todo a la izquierda, porque a partir de entonces iba realmente incómodo y molesto y es que esas paradas bruscas no sientan nada bien.
He totalizado 9,9 km en un tiempo de 49:27 a un ritmo de 4:59 aunque puede resultar algo engañoso ese tiempo porque los primeros cuatro kilómetros han sido a un ritmo de 5:21 y el resto, a un ritmo de 4:45, parada incluida.