Hoy jueves tocaba día duro. Según los resultado que obtuve en la carrera de Fuensalida, el ritmo T era de 4:04, por lo que me había planteado hacer 5 km a este ritmo. Y me he dado cuenta que 4:04 es un ritmo demasiado fuerte para ser un ritmo T. Creo que voy a seguir entrenando según los datos obtenidos de la carrera proniño, que me parecen más razonables (ritmo de 4:11).
Mientras iba corriendo, tratando de bajar de 4:10, me iba dando cuenta de que tenía que esforzarme demasiado para ser un ritmo umbral. ¿Qué puedo ir a 4:04? Sí, claro que puedo, pero creo que rompo la filosofía de ese tipo de entrenamiento.
También pudiera ser que mi cuerpo no estuviese por algún motivo para muchos trotes, pero me inclino a pensar que el ritmo era demasiado ambicioso.
De nuevo me acompañó Quique. Pensaba que no iba a aguantar tanto tiempo a ese ritmo, pero no sólo aguantó sino que al final se puso a apretar y no fui capaz de seguirle. Está claro que el que tuvo, retuvo. Yo echando los pulmones por la boca y el tío silbando. De todas formas, creo que me ha venido bien porque me ha bajado los humos, que ya me creía Gebreselassie y no dejo de ser un paquete como siempre he sido.
He hecho los cinco kilómetros a un ritmo de 4:10 (seis segundos por encima), que sumado a la primera vuelta de calentamiento y el enfriamiento, totalizan 10,9 km en un tiempo de 54:14.