Llevaba mucho tiempo pesando sesenta y siete y pico. Que si un poquito más, que si un poquito menos, pero parecía que los sesenta y siete eran una barrera infranqueable. Pues bien, hoy la báscula me ha enseñado que todo es posible. No hay nada como un buen cocido maragato, unas cuantas guarrerías mal comidas, un buen descenso en el kilometraje y voilà atrás se quedaron los sesenta y siete. Hoy la báscula marcaba 68,4 kg por más que la pusiera en una posición u otra. Mejor tomarse las cosas con humor… y seguir controlando la comida que se ingiere.
Para celebrar tan magno acontecimiento he salido a hacer unos cambios de ritmo, que hacía ya tiempo que no los hacía y es un entreno que me gusta, mucho más que hacer series. He ido a Parque Sur al circuito habitual, he dado una vuelta tranquilo y he aprovechado los tramos cuesta arriba para acelerar el ritmo. En un principio no pensaba hacer cambios demasiado exigentes, pero según me iba animando, iba acelerando un poquito más, llegando a ver en el cronómetro ritmos por debajo de 3:30.
Me encontraba tan bien que me parecía increíble que hubiese hecho la maratón dos semanas atrás. Que miedo me da lesionarme… De todas formas, después de tantos meses de entrenamiento aeróbico, quizás no sea mala idea hacer hincapié en el trabajo anaeróbico.
Ayer fui al podólogo a que me quitara los clavos que tengo en cada uno de los dedos meñiques de los pies. Fui a uno que hay en la Avda. de Oporto, 33 y la verdad es que hizo su trabajo perfecto. Ya sé donde tengo que ir si me vuelve a pasar. El podólogo es Diego Bernal y el teléfono, 915698223.